UNA REFLEXIÓN PREVIA
A través de la sensación de carencia, el impulso revanchista de la autosatisfacción y la introducción de la moralina controladora, que parten de la visión dualista del mundo y la vida y que, entre otros pares de opuestos, define lo «bueno» y lo «malo», el ser humano entra en una espiral desnaturalizadora y enfermiza en sus emociones, sus pensamientos y sus acciones. Y cuando la razón pide paso para intentar «ordenarlo» todo, lo único que logra es embrollarlo aún más, al punto que toma plena vigencia la sentencia y título del archiconocido aguafuerte del pintor aragonés Francisco de Goya: «El sueño de la razón crea monstruos». El ser humano en toda su fase egoica, viviendo el sueño del hacer, construye las trampas del control y en ellas cae.
Como dejó escrito el excepcional sabio taoísta Lao Tse en el Tao Te King, la oscuridad aparece cuando defines la luz y a la inversa:
Todo el mundo toma lo bello por lo bello,
y por eso conocen qué es lo feo.
Todo el mundo toma el bien por el bien,
y por eso conocen qué es el mal.
¡Cuantos problemas nos hubiéramos evitado si hubierámos dado cauce a nuestro ser natural! Pero como tengo la convicción que este universo está subsumido en el Sentido a través del Propósito, seguro que todo esto es necesario para transitar el territorio de la experiencia. No obstante, también es cierto que todo es necesario hasta que deja de ser necesario. ¿Estaremos llegando a ese punto en el que podemos dejar fluir nuestro ser natural?.
El sabio chino Yuan Chu, es definido en los estudios y tratados como «hedonista». Tengo para mi la impresión que, como tantas cosas, no se comprende bien su actitud. Los italianos suelen decir «traduttore, traditore» (traductor, traidor), y aquí podemos expresar algo semejante: las interpretaciones y sus etiquetas son una forma de falsificar la realidad.
Óscar García
«Dejad que el oído oiga lo que quiere oír, que el ojo vea lo que quiere ver, que la nariz huela lo que quiere oler, que la boca diga lo que quiere decir; dejad que el cuerpo goce de todas las comodidades que anhela y que la mente actúe como quiera. Lo que el oído quiere oír es la música, y privarlo de ella es anular el sentido del oído. Lo que el ojo quiere ver es la belleza corporal, y privarlo de ella es anular el sentido de la vista. Lo que la nariz anhela es tener cerca las plantas fragantes; y si no puede tenerlas, el sentido del olfato queda anulado. Lo que la boca desea es hablar de lo que es verdadero y de lo que es falso; y si no puede expresarlo se anula el conocimiento. Lo que el cuerpo desea para su comodidad es la calidez y la buena comida. Obstaculizar su deseo significa anular lo que es natural y esencial al ser humano. Lo que la mente quiere es libertad para errar por donde le plazca, y si no tiene esta libertad, la libertad del individuo se ve anulada y obstaculizada. Lo tiranos y los opresores nos anulan en cada uno de estos modos. Destituyámoslos y aguardemos dichosamente a que venga la muerte.»
YANG CHU (Filósofo chino, 370 -319 a. C.)
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