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Archive for the ‘no violencia’ Category

El Movimiento de Cultura Espírita CIMA, prestigiosa institución espírita venezolana con la que el Grupo Espírita de La Palma tiene una enorme afinidad en su manera de entender el Espiritismo, ha dado a la luz pública el siguiente PRONUNCIAMIENTO con motivo de la dramática guerra en Ucrania, desencadenada por la cobarde invasión armada alentada por la clase dirigente de Rusia, particularmente por su dictador Vladímir Putin, Pronunciamiento con el que nos sentimos en plena sintonía en todos sus extremos.

MOVIMIENTO DE CULTURA ESPÍRITA CIMA

DIRECCIÓN NACIONAL

NUESTRA  FRATERNAL  SOLIDARIDAD  CON  UCRANIA

El Movimiento de Cultura Espírita CIMA, institución dedicada al estudio y divulgación de la Doctrina Espírita, conforme a las enseñanzas de Allan Kardec, fundador y codificador del Espiritismo, colocadas en una perspectiva laica, librepensadora, humanista y progresista, da a conocer a la comunidad espírita internacional y al mundo su posición ante la sangrienta invasión que sufre Ucrania, Estado europeo independiente y miembro de la Organización de las Naciones Unidas, por parte de los ejércitos de Rusia que siguen las órdenes del autócrata que gobierna en esta nación:

1 – Expresa su plena solidaridad con el pueblo y el gobierno ucranianos en su heroica decisión de ejercer la legítima defensa de su nación, de su soberanía, de su derecho a la autodeterminación y a vivir en una sociedad libre, democrática, justa, pacífica y fraterna.

2 – Condena y rechaza de la manera más categórica e inequívoca la invasión militar rusa, desencadenada por ambiciones autocráticas y respaldadas en la infinita superioridad bélica del agresor.

3 – Trasmite al pueblo ucraniano su sentimiento de pesar y de solidaridad ante el inmenso sufrimiento que le aflige por los miles de fallecidos y heridos, por el desamparo de sus familiares, por los refugiados que son acogidos en países vecinos, por el temor ante los bombardeos y lanzamientos de misiles que destruyen de manera incesante sus ciudades, y causan daños irreparables en las viviendas, escuelas, hospitales y demás edificaciones públicas y privadas, que han sido reducidas a escombros.

4 – Declara también su solidaridad con el pueblo ruso, que no tiene responsabilidad por las acciones enloquecidas de su gobierno, y también padece las consecuencias de la invasión a Ucrania. Solidaridad y admiración con los ciudadanos que con mucha valentía desafían en las avenidas de las capitales rusas a los cuerpos policiales para expresar su indignación ante los acontecimientos.

5 – Manifiesta su adhesión a la Resolución de la Organización de las Naciones Unidas del día 2 de marzo de 2022, adoptada por una abrumadora mayoría de las naciones del mundo, en la que se condena de manera contundente la agresión contra Ucrania y se exige el inmediato cese al fuego y la desocupación de las fuerzas invasoras del territorio ucraniano.

6 – Respalda las conversaciones que se realizan entre representantes rusos y ucranianos para intentar un acuerdo de paz y el cese de las operaciones bélicas.

7 – Exhorta a la intensificación de la ayuda material al pueblo ucraniano y a ofrecer asistencia inmediata y acogida a los centenares de miles de refugiados que huyen de la guerra, en especial a los niños, mujeres y ancianos.

8 – Llama a la paz y al cese inmediato de la guerra. Convoca a todas las personas de buena voluntad a manifestarse en favor de la paz y por un mundo mejor, de mayor humanismo y humanitarismo. Toda guerra es una desgracia, por las víctimas y los daños colaterales que provoca. Muestra la peor parte de los seres humanos y constituye la demostración palmaria del atraso moral en que todavía se encuentra sumergida nuestra humanidad. Solo en la paz y la convivencia entre pueblos y naciones, en la cooperación recíproca, en el respeto al derecho internacional, en la vigencia del sistema democrático de libertades, en la justicia social, en la equidad e igualdad entre los seres humanos, podrá alcanzarse un mundo de regeneración moral y social, tal cual lo expresaron Kardec y los Espíritus que le asesoraron en las obras fundacionales del Espiritismo.        

¡ ESTA GUERRA NO ES SOLO CONTRA UCRANIA SINO CONTRA LA CIVILIZACIÓN HUMANA ¡

¡ UCRANIA NO ESTÁ SOLA !

¡ UCRANIA SOMOS TODOS !

Dirección Nacional del Movimiento de Cultura Espírita CIMA

Jon Aizpúrua – Presidente

Ávaro Latorre – Vicepresidente

Junta Directiva – Seccional CIMA Caracas

Yolanda Clavijo – Directora

Vicente Ríos

Leida de Ochoa

Conchita Delgado

Víctor da Silva

Ingrid Obelmejías

Junta Directiva – Seccional CIMA Maracay

Teresa de Álvarez – Directora

Antulio Malavé

Asunción Morales

Caracas, 3 de marzo de 2022

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LA PRUEBA INTERIOR: SOBRE LA NATURALEZA DE LA EXPERIENCIA – Por: Óscar García Rodríguez

LA PRUEBA INTERIOR: SOBRE LA

NATURALEZA DE LA EXPERIENCIA

♣ ♣ 

Por: Óscar García Rodríguez

♣ ♣ ♣

 

Todo viene de dentro.

Todo vuelve al interior.

Todo se mantiene en el centro.

«El Mensaje Reencontrado», Louis Cattiaux

LA VERDAD ESTÁ DENTRO

Todos aquellos seres humanos conscientes, autorealizados o iluminados, que a lo largo de la historia se convirtieron en las grandes referencias espirituales de la humanidad, subrayaron que la verdad que instintivamente desde siempre añoramos y buscamos, reside en el corazón de nuestra intimidad. Recordemos aquella vieja fábula que cuenta que, en el principio, la Divinidad escondió la esencia espiritual en el interior del ser humano, porque sabía que ese sería el último lugar en el que  fuésemos a buscar.

En los «Upanishads» hindúes un mantra declara: “El que está en el Sol también está en el hombre”. Un antiguo poema Zen del s. IX, expresa: “No busquéis el camino en los otros, en un lugar lejano; el camino está bajo nuestros pies”. La Biblia enseña: “El reino de Dios está dentro”. Como vemos, no importa a qué fuente de sabiduría, ancestral o no, acudamos, el acuerdo es unánime: la perfección permanece oculta dentro de cada uno de nosotros.

CONÓCETE A TI MISMO

El filósofo griego Sócrates tomó como divisa para su escuela – otros también lo hicieron – la expresión «Nosce te Ipsum» (Conócete a ti mismo), que se encontraba grabada en el frontispicio del templo del Oráculo de Delfos. De ahí que Sócrates proclamase:

«Sólo el conocimiento que llega de dentro es el verdadero conocimiento“.

En el mismo sentido se expresó otro espíritu despierto contemporáneo, el escritor malagueño Cayetano Arroyo (1953 – 1991):

“Llegar a ser «Tú Mismo“ – escribió – es luchar contra la mecanicidad de «dejarse llevar» como consecuencia de tu comodidad, tu herencia, tu educación, tus circunstancias… Cuando entres por la puerta de la «conciencia de Sí» a tu morada interna, verás que este mundo que te presentan los ojos es tan transitorio e insignificante como un lirio marchito en un jardín. Como una gota de agua en una tormenta. Y, sin embargo, es el espejo donde te puedes ver.”


Cayetano Arroyo Flores

LA REALIDAD  QUE SIEMPRE ES

Hay un fondo de realidad permanente sobre el que todo acontece, una fuente eterna desde la cual todo se manifiesta, a partir de la cual todo toma existencia fluyendo para exteriorizarse adquiriendo dimensionalidad. Es ésta la fuente desde donde lo Uno se hace Diverso sin perder, por ello, unidad.

A ese fondo eterno, ámbito que reúne todo potencial existible, lo denominamos Conciencia Universal o, simplemente, el Ser. 

Este fragmento de un pasaje del «Tao Te king», de Lao Tse, da cuenta de esta comprensión:

“Antes aún que el cielo y la tierra ya existía un ser

 inexpresable. Es un ser vacío y silencioso, libre,

inmutable y solitario. Se encuentra en todas partes

 y es inagotable. Puede que sea la Madre del universo.

No sé su nombre, pero lo llamo Tao…“

VIVIENDO DORMIDOS

A lo largo de mucho tiempo (incluso vidas completas) los seres humanos vivimos en una especie de sueño prolongado en total inconsciencia de nuestra realidad, tristes sonámbulos guiados únicamente por procesos automatizados de origen educativo, tradicional, ambiental… Pero esto necesariamente llegará a su fin un día, porque nuestro destino  es despertar.

Sobre esta cuestión el médico y escritor escocés Maurice Nicoll (1884 – 1953) reflexiona lúcidamente en su obra «Comentarios Psicológicos»:

 «¿Cuál es la verdadera explicación de lo que está sucediendo en el mundo?… Que la gente no es consciente, está dormida y actúa en su sueño. Y hasta cuando la gente siente un atisbo de esta situación, no sabe cómo despertar del sueño o qué hacer. Sin embargo, desde la creación del mundo se les dijo a los hombres que estaban dormidos y que debían despertar… la gente no lo entiende o piensa que es una metáfora cuando es literalmente la verdad… Y nada puede cambiar en la vida a menos que se empiece a despertar.”

Maurice Nicoll

 Alguien de la categoría espiritual del maestro sufí Sayj Ahmad Al-Alawi (1869 – 1933) nos dice:

«Existe una jerarquía entre los que están velados: los que están velados con respecto a su Señor,  y los que están velados con respecto a sí mismos.  Y el que está velado con respecto a sí mismo  tiene un velo más espeso que el que está velado con respecto a su Señor.»

LA APARICIÓN DE LA EXPERIENCIA Y SU PAPEL

Cada ser humano, conforme a su estado emocional básico (reflejo de su estado evolutivo), modula automáticamente cada circunstancia que vive y su mente le asigna un significado, conformándose así el plano de los sentimientos (por eso designamos a los sentimientos con la expresión “emociones informadas”). Estos, a su vez, vuelven a realimentar la mente generando “memorias-programas”. Con todo ello elaboramos interiormente una imagen de la realidad la que, con el poder mental de crear lo que creemos, proyectamos como una plantilla  sobre el mundo. Esto explica que unos mismos hechos puedan ser vistos de manera muy diferente por personas distintas, pues la conciencia personal de cada cual, en su interacción con el Ser, genera un patrón de interferencia o experiencia subjetiva, allí donde ambas se solapan.

 

LA EXPERIENCIA RELATIVA COMO VERDAD CONTEXTUAL

La experiencia (relativa o subjetiva) consiste, por tanto, en ese patrón que emerge desde el interior y que reconocemos sobre el fondo de lo real, al producirse una interacción con el material de lo vivido modulado por nuestro nivel de conciencia, lo que determina su amplitud y profundidad. De ahí que la experiencia también podría ser descrita como el patrón de interferencia entre «nuestra realidad » y «la realidad“. Esto significa que usualmente la experiencia es un formato de realidad asimilable por la conciencia personal del individuo en un momento dado.

Es evidente, pues, que el mundo interno y el mundo externo de los seres humanos se corresponden, son representaciones el uno del otro y, en cierto sentido, se «causan» mutuamente. Por eso podemos afirmar que “siempre estamos el mundo que vemos.“

ORIGEN DE LA MECANICIDAD HUMANA: LA FRAGMENTACIÓN PSICOLÓGICA

El ser humano ordinario carece de unidad, no es una sola voz sino una cacofonía. Los humanos nos expresamos ordinarimente como una multitud de «yoes“ que se desconocen mutuamente y suponen – cada uno – ser el eje central del universo humano. A partir de esa creencia el hacer humano se convierte en una sucesión de escenificaciones automáticas sin guion unitario  ni actor protagonista.

La base de dichos “yoes” procede del mundo instintivo heredado de la fase precendente a la  humana, del reino animal. Pero en la nueva etapa cada instinto, liberado de sus límites naturales, se informa con las vivencias humanas y adquiere una memoria-conciencia que ansía permanecer. Según la demanda percibida en la vida individual, la respuesta adaptativa que cualquiera de ellos representa se activa automáticamente como garantizador  de una existencia  de la que se cree centro nuclear.

Y es que el ser humano representa la fase del desarrollo de la vida  en la que ésta adquiere una mente individualizada. No es casual que el término inglés “man” (hombre) derive de la raíz sánscrita “men”, que en latín originó la palabra “mens” (mente), de donde la toma nuestro idioma. Por tanto el hombre (el ser humano) es el ser que tiene mente individualizada, y por ello está en condiciones de llegar a ser responsable y libre, al disponer ya de una conciencia, ese íntimo ámbito donde se registran todas las vivencias personales con sus causas y efectos. No confundir, pues, con la consciencia, que es  la experiencia del «darse cuenta“.

La conciencia personal consiste en «memorias vivenciales», es decir, patrones emocionales asociados a imágenes mentales que les dotan de significado. Porque la conciencia personal al archivar vivencias y no experiencias, contiene la contabilidad subjetiva de lo que «creemos» haber vivido. Esas “memoria” incluyen respuestas adaptativas reactivas, lo que implica que la conciencia personal esté determinada por algo parecido a programas informáticos semiautónomos – los referidos «yoes o personalidades“ – que parecen marcar una dirección unitaria a la vida individual, al amparo de una superestructura ilusoria que no es más que pura suposición mental – el YO-EGO – de naturaleza básicamente mecánica, bajo cuyo sueño únicamente podemos ser unos autómatas.

Este Yo-Ego es, pues, un sucedáneo del Ser, un ente ficticio, un espejismo mental que ocupa el espacio donde se enseñorea la ignorancia humana, mera excrecencia psíquica apoyada en programas instintivos, memorias e interpretaciones subjetivas automatizadas.

La estructura instintiva heredada por el reino humano representa la respuesta adaptativa, inteligente y global, del propósito de la Creación a los retos representados por las variadas condiciones que definen los nichos vitales del planeta. Y si bien en la fase animal cada instinto era una respuesta acotada a un cierto contexto existencial, en la humana, cuando se hace patente la totalidad de la respuesta instintiva de la vida, salta por los aires cualquier límite o restricción.

Entonces se presenta un nuevo paradigma que está destinado a ser regido por un principio superior, aquel que constituye el potencial propio del género humano: la conciencia iluminada, es decir, la consciencia.

ALGO MÁS SOBRE LA MENTE  Y LA MEMORIA

El plano mental es una de las dimensiones de la naturaleza, sede de todos los códigos de la forma. Nuestra mente individual representa una terminal de la mente universal, de la que realmente no ha estado ni estará nunca separada.

La memoria, función de la mente que registra lo vivido en cualquiera de sus estratos (subconsciente, inconsciente o consciente), no es, como ya se dijo, una suma de experiencias, sino el archivo subjetivo de todo lo que creemos haber experimentado. Es así como la memoria, cuya referencia siempre es el pasado, se convierte en el principal basamento de la conciencia personal. Esto es algo muy distinto a la consciencia, cuyo ámbito natural es el presente.

Esa ilusoria entidad Yo-Ego, al venir informada con la pulsión interna de mantener la existencia, está programada para intentar sortear cualquier circunstancia que perciba como una amenaza al existir. Por eso el propósito del funcionamiento obsesivo del Yo-Ego es obtener el control total para así responder a dicha pulsión y exorcizar su miedo a la muerte (a la posibilidad de no existir), lo cual desemboca en la fiebre del hacer.

De ahí que Adi Sankaracharia, legendario maestro espiritual hindú del S. VIII, dijese en su obra «Atmabhoda»:

«La acción no puede destruir la ignorancia porque la primera no está en conflicto con la segunda. Tan solo la comprensión que otorga el conocimiento es capaz de destruir la ignorancia, como tan solo la luz es capaz de diluir la densa oscuridad».

Cuando la vida humana está bajo el comando del Yo-Ego, nuestro hacer es puramente mecánico. No obstante, hay una forma de salir de este círculo vicioso, y se llama ATENCIÓN.

Atender es como mirar sin las gafas del juicio, prejuicios y postjuicios, porque no se parte de un posicionamiento que suponga el aferramiento a una parcela de la realidad percibida, convertida en parte de «mi“, que se tenga que defender.

Con esa actitud se está en disposición de observar en libertad para impregnarse con la esencia de lo observado, sin pasarlo por el filtro discriminador de las memorias; así se puede comenzar a «ver“ la realidad tal como es. Esta es la mirada del niño, de la inocencia, la mirada de quien no está lastrado por ninguna identidad.

Visto el papel esencial de la mente como núcleo del Yo-Ego, ese proyectador del espejismo separatista en que creemos vivir, el místico y poeta persa Rumi (1207 – 1273) exclamaba:

“¡Decapítate a ti mismo!…  Disuelve tu cuerpo

entero en Visión: ¡vuélvete ver, ver, ver!”.

El autor inglés Douglas Harding (1909 – 2007) en su obra «No Tener Cabeza», va en la misma dirección al decir: “La luz irrumpe en ámbitos secretos.  Cuando la lógica muere, la verdad salta a través del ojo.”

EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA

Repetimos: la Conciencia Universal o Ser es el ámbito donde confluye todo el potencial posible y existible, en tanto la Consciencia es condición que se adquiere al iluminarse dicho ámbito. Esto equivaldría a un despertar cuya fuente nutricia es la experiencia. Ésta sería la «substancia» que permite que el potencial del Ser se revele, active y convierta en poder.

El proceso de evolución de la conciencia que conduce al despertar del sueño de la mecanicidad comienza, pues, con la atención, la que sólo puede darse al cobijo del silencio mental. El siguiente nivel se produce con el entendimiento, mediante el que se vislumbra la trama de vínculos que configura la estructura básica de la realidad. Un posterior salto adelante se da con la comprensión, donde es la totalidad de los detalles la que se aprehende, permitiendo la elaboración de una imagen completa de la realidad observada… Pero la imagen  no es aún la realidad, sino apenas su reflejo

Tras la comprensión llegará el acto, que se deriva esencialmente de un desarraigo del Ego, de un abandono del conocimiento, de un dejar de hacer o no-acción (no confundir con la inacción, que es una forma de acción por omisión). El acto es manifestación a-causal y espontánea del Ser, y cuando los actos se hacen fluidos y permanentes, es el Ser el que se hace presente en el mundo como pura presenciación o seridad.

Cada uno de esos pasos entre fases no se produce a través de una gradación continua y previsible sino mediante saltos de naturaleza cuántica. Son espontáneos e instantáneos y cada uno tiene, virtualmente, un valor infinito. Al respecto traigo aquí, como ejemplo, un pasaje de «El Libro de los Espíritus». En el Ítem 597, Allan Kardec pregunta a los espíritus sobre el alma de los animales y si se parece a la humana, a lo que ellos le responden:

“Si así lo queréis, también es un alma, esto depende del sentido que se dé a esta palabra; pero es inferior a la del hombre. Del alma de los animales a la del hombre, va tanta diferencia como del alma humana a Dios”.

«NO-ACCIÓN» O ACTUAR SIN HACER

 En el «Tao Te King», de Lao Tse, obra fundamental del Taoísmo, podemos leer un texto que algunos comprenden y muchos otros aún no:

“Por el estudio se acumula día a día. Por el Tao se disminuye día a día. Disminuyendo cada vez más se llega a la no-acción. Por la no-acción nada se deja sin hacer.

El mundo siempre se ha ganado sin acción. La acción no es suficiente para ganar el mundo.”

El Acto es no-acción y, en consecuencia, no implica una subyugación al mundo (no es reactividad) ni una sobreimposición sobre el mundo (no es voluntarismo). El Acto es, sencillamente, la presencia del Ser en el mundo creándolo.

El Ser destila Actos tan naturalmente como una flor esparce su aroma en el ambiente, son fruto de su condición. El Acto es la formalización espontánea e instantánea de la consciencia.

Y es que la esencia del camino espiritual es permitir que la Realidad se realice, que lo que Es, exista, o en palabras del chamán Don Juan a Carlos Castaneda, “ser uno con el Intento”. Esta actitud a-mental, no dirigista ni discriminativa, no impositiva ni reactiva, limpia de deseos, sin pretensión, sin intención, sin objetivo, espontánea, no activa y creativa, es el sello del puro Acto, el sello del Ser expresándose a demanda del aquí-ahora y en el aquí-ahora.

El Acto, en consecuencia, no es otra cosa que la auto-realización del Ser por su poder intrínseco.

Martin Heidegger

En la famosa «Carta sobre el Humanismo», escrita por el filósofo alemán Martin Heidegger (1889 – 1976), se puede leer algo que implícitamente define la esencia de eso que hemos dado en denominar ACTO. Dice allí:

“Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar… Sólo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad sólo se puede llevar a cabo lo que ya es (y) lo que ante todo «es» es el ser.”

LIBERÁNDONOS DEL CONOCIMIENTO

Alguien que ejerció en mi vida la función de catalizador, ayudándome a enfocar la atención en varias cosas esenciales, solía decir que «todo es fácil cuando se comprende“. Solicito a quienes no capten inmediatamente el mensaje que sigue, un poco de paciencia y atención para poder comprender.

Sri Nisargadatta Maharaj

El Acto es el idioma en que habla la sabiduría; la acción es el grito de la ignorancia. Decía un maestro espiritual contemporáneo como Sri Nisargadatta Maharaj:

“El descubrimiento de la verdad está en discernir lo falso. Puede conocer lo que no es. Lo que es, sólo puede serlo.”

Y en «Yo soy Eso», añadía: “La muerte de la mente  es el nacimiento de la sabiduría.”

Mil trescientos años atrás (S. VII) Sri Sankaracharia, otro gran maestro del espíritu originario, como Nisargadatta, de la India, dejó escrito la misma enseñanza en su obra «La Joya del Discernimiento»:

“La ignorancia no existe más que en la mente, porque la ignorancia no es más que la mente misma. Cuando la mente desaparece, desaparece la ignorancia; y cuando la mente se manifiesta, se manifiesta su propia  naturaleza, que es la ignorancia y la confusión.”

El conocimiento no es más que un relato conceptualizado, una representación mental de lo aparente, y “parecer” no es lo mismo que “Ser”. Pero cuando empezamos a “saborear” (“saber” viene de la misma raíz etimológica que “sabor”) la realidad que Es mediante la experiencia, lo que se despierta es algo muy distinto: la SABIDURÍA.

El conocimiento es algo acumulativo que se alcanza progresivamente a través de un proceso arduo y finalmente se tiene. La sabiduría, por el contrario, es algo a lo que nos abrimos, algo que llega nosotros no como el producto consecuente a un esfuerzo, sino como un estallido de claridad instantánea al vaciarse la mente de las sombras de los contenidos conceptuales. De ahí que la sabiduría no se la puede poseer sino, todo lo más, que se la encarne o vehiculice, pues representa una transferencia osmótica desde el Ser hacia la existencia.

Anthony de Mello

Mientras que el conocimiento es el producto de una suma, la sabiduría – el reconocimiento o «recuerdo de sí“ – es el producto de una resta. “Dios sólo se lo encuentra por un proceso de sustracción”, decía Anthony de Mello (1931 – 1987), quien en un cuento presenta a un Maestro espiritual que al ser preguntado sobre qué hacía él con sus discípulos, responde:

“Lo mismo que hace un escultor con la estatua de un tigre: toma un bloque de mármol y le quita a golpes todo lo que no se parece a un tigre.“

El conocimiento, atrincherado como memoria, es sólo el residuo de lo no experimentado, el escombro desechado por el escultor, todo aquello que no es tigre en el bloque de mármol.

EL VERDADERO SABER

Por su parte Jean Klein (1912 – 1998) en «¿Quién soy Yo?», declara:

“Debemos distinguir entre aprender, acumular conocimiento y entender, o conocer el discernimiento inmediato de nuestra verdadera naturaleza. La apropiación de datos es necesaria cuando se estudia un oficio, un instrumento, una lengua y demás. Pero no podemos adquirir lo que fundamentalmente somos. Sólo podemos reconocerlo.“

Jean Klein

Reconocer (volver a conocer) es lo mismo que  recordarse a sí mismo (adquirir consciencia), al resintonizarnos  e integrarnos en la unidad esencial. Por eso el maestro taoísta Chuang Tzu (s. IV a. C.) decía: “El gran conocimiento lo ve todo en uno; el poco conocimiento se deshace en la multiplicidad.“

Ese «gran conocimiento» es la sabiduría que se alcanza con la comprensión espontánea e instantánea, donde los pensamientos dejan de articularse en una serie secuencial, con aprehensión «inmediata», fuera de análisis, reflexiones o interpretaciones, sin deliberación ni pasos intermedios entre propuestas previas y conclusiones finales, que es lo propio de la lógica mecanicista lineal.

IGNORANCIA ILUMINADA

El desaparecido neurofisiólogo mejicano Jacobo Grinberg aludía a la sabiduría del Ser con la expresión «Ignorancia Iluminada», que es una bellísima y casi inmejorable manera de decirlo. En uno de los poemas que integran su obra «Cantos de Ignorancia Iluminada», proclama:

«No dispongo de memorias

situaciones y heredades.»

Jacobo Grinberg

Y en versos de otro poema de la misma obra, que  podrían ser continuación natural de los anteriores, expresa:

«Surge entonces la Realidad

del saberme iluminado

en total ignorancia.»

He aquí definida la naturaleza de la Sabiduría sin conocimiento: la de una  ignorancia iluminada.

Pero, ¿por qué esto tendría que ser y sólo podría ser así?  Porque solo hay un «sitio“ que pueda contener la totalidad: el VACÍO.

En este sentido Jacobo Grinberg ser expresa con gran profundidad en su obra “Fluir en el Sin Yo”:

«Liberarse es salirse del yo, dejarlo atrás para fluir en El. En esa condición se cura y se es curado. Aparece la sabiduría y la ignorancia se diluye en su propio jugo. Se recupera la fe y se recobra el Poder. Todo contesta y todo se vive en plenitud y con misterio. Ignorancia Iluminada se llama ese estado bendito, en el cual todo es nuevo como la visión para un bebé recién nacido. Frescura en todo y silencio lleno de Luz adentro.“

LA VOZ DE LA SABIDURÍA

La espontaneidad silenciosa es la voz de la sabiduría sin conocimiento, de la ignorancia iluminada. Porque siempre es lo espontáneo una respuesta no premeditada ni calculada, carente de referencias, sin memoria, sin objetivos y libre, que salta a la existencia sin intermediaciones. Nada creativo saldrá jamás de lo deliberado o reflexionado, porque se  estructura a partir de contenidos previamente almacenados. De lo registrado no puede surgir más que una voz vieja y distorsionada por los posicionamientos y las interpretaciones, desprovista de presencia, realidad y vida. Pero en la iluminación no se acude ya a recursos personales, pues tú no puedes poseer la sabiduría, ella es la que te posee a ti y tú solo le das voz.

“En la meditación existe un instante en el cual el Observador se conecta con el silencio (que) es en realidad una conexión con el Todo. Aquí es donde funciona la intuición y la sensación de poseer un colosal caudal de conocimientos es real. El Observador se conecta con su origen al lograr el silencio, y el silencio es Infinito en posibilidades. En ese punto se establece el contacto con Dios y se dialoga con él.“

 «Los Chamanes de México (Vol. 6): La Voz del Ver»,  Jacobo Grinberg

 OBSERVACIÓN DE SÍ

La posibilidad de despertar adquiriendo consciencia de sí, comienza mediante la “observación de sí”, tratando de retener la sensación «Yo soy“ o “yo estoy aquí”, nada más. ¿Simple? La verdad es simple, nosotros solemos complicarlo todo.

Según ciertos autores y escuelas, el ser humano solo puede recordarse a sí mismo a través de un prolongado esfuerzo. Pero esto, como veremos, puede abordarse de otro modo.

Con la técnica del “dejar ir” que el Dr. David R. Hawkins explica en su libro «Dejar Ir, el Camino de la Entrega», se nos propone un enfoque distinto que si bien parece algo nuevo, es muy viejo. No consiste tanto en “conquistar” la consciencia – lo cual exigiría un esfuerzo ímprobo- sino en desarraigar las resistencias que nos mantienen inconscientes para permitir que el recuerdo de sí aflore solo. Desde esta perspectiva la “observación de sí” consistiría en reconocer los estados emocionales de bajo poder que provocan los pensamientos negativos sin rechazarlos, proyectarlos, suprimirlos o expresarlos. Se nos invita a sentirlos plenamente sin etiquetarlos, para luego dejar que su energía se difumine tal como un globo se desinfla al perder gas.

EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD

Esto implica tener que comprender el estado de identificación, ya que el mismo nos incapacita para el “recuerdo de sí”. Creer que somos “parte” y que estamos apartes, impide que sintamos la unidad, condición concomitante al “recuerdo de sí.” Sobre esta cuestión, el escritor ruso P. D. Ouspensky comenta en su trabajo «La Conciencia»: 

“La “identificación” es un curioso estado en el que el hombre pasa la mitad de su vida, estando en estado de sueño la otra mitad… se identifica con todo: con lo que dice, con lo que siente, con lo que cree, con lo que no cree, con lo que desea, con lo que no desea, con lo que le atrae, con lo que le repele. Todo se convierte en él o, mejor dicho, él se convierte en ello. Se convierte en lo que le gusta y en lo que le disgusta… En estado de identificación el hombre es incapaz de separarse del objeto de su identificación… En estado de identificación es cuando el hombre tiene menos control sobre sus reacciones mecánicas.”

INDIVIDUALIDAD CONTRA IDENTIDAD

La individualidad es lo opuesto a la identidad. Te reconoces como individuo al adquirir consciencia de la unidad. Eres, así, un todo, una completitud que no demanda ninguna identidad, ningún «otro“ ante quien autoafirmarse, porque la plena individualidad no necesita distingirse, marcar fronteras, trazar límites, determinar diferenciaciones, confirmarse ni justificarse. Es, sabe que es, y basta.

Abraham Maslow en «El Hombre Autorrealizado» estudió las llamadas «experiencias-cumbre», que podemos denominar también como “momentos de recuerdo de sí”. Dice que ellas representan “la cima de la unicidad, individualidad e idiosincrasia.” Añadiendo de seguido: «Si las personas son en principio distintas las unas de las otras, son más puramente distintas en las experiencias-cumbre (aquí) los individuos se hacen menos intercambiables. Sea lo que sea aquello que son en el fondo, cualquier cosa que la palabra «yo único» signifique, lo son con mayor intensidad en las experiencias-cumbre.“

Jacobo Grinberg en «La Luz Angelmática» alude de forma genial al origen de esa sentida «totalidad-unidad-individualidad»: «Lo individualizado es la focalización concentrada del todo en un punto.”

Es decir, la individualidad sería un “modo” de la totalidad dotado de conciencia.

CONSCIENCIA  DE SÍ

La conciencia objetiva o, simplemente, la consciencia (recuerdo de sí) supone la experiencia directa al vincularse con la no identificación, que es cuando nos disolvemos a nosotros mismos en las cosas y las cosas se disuelven en nosotros (cesación de la dualidad sujeto-objeto). O, si se quiere decir de otra forma, de la entrega de las identidades y la aparición plena de la individualidad, esa que sólo vive en un tiempo unificado: la eternidad. Me encanta como Jacobo Grinberg expresa esta comprensión en otra frase que considero imperecedera: “El recuerdo lo hace el tiempo que contiene a todos los tiempos.”

RECORDARSE A SÍ MISMO COMO SER

Teniendo en cuenta que el “recuerdo de sí” no es otra cosa que la “consciencia de sí”, podemos decir que los descubrimientos internos son realmente revelaciones, y toda revelación, como tal “recuerdo de sí”, representa la exteriorización del Ser.

La memoria, esa suma de patrones automatizados de  comportamientos cuyo producto final es la entelequia Yo-Ego, constituye el fundamento de la vida mecánica y representa la principal resistencia para el “recuerdo de sí”, donde se prescinde  de la memoria personal.

Cuando se empieza a trascender el Yo-Ego, el resultado que sobreviene no es otro que el “recuerdo de sí” con el despertar el Ser. Dicho de otro modo: con la entrega de la Conciencia-Yo,  amanece la Consciencia-Ser.

En el estado de “recuerdo de sí” todo está presente y disponible. La sola evocación trae a la existencia lo evocado y lo hace tangible,  presente y vivaz. Entonces ya no existe más la dualidad sujeto-objeto, solo la experiencia y el observador de la misma. Finalmente ambos se funden en lo único real, la Conciencia Iluminada.

A esto es a lo que alude Louis Pauwels en su obra “Gurdjieff”:

“El hombre despierto, cuando nombra alguna cosa, le confiere la existencia absoluta.”

El “recuerdo de sí” supone la liberación final de la ignorancia, la ilusión y la auto-esclavitud, porque mientras la conciencia conoce que existe, la consciencia sabe que ES. Esto significa en palabras de J. Grinberg en su obra «Meditación Autoalusiva» “llegar al propio Ser, aquel que lo incluye todo, pero que no se identifica con nada, aquel que lo puede observar todo, pero que no puede ser abarcado por ningún esquema mental, analítico o intelectual.“

LOS TRES OJOS DEL ALMA

El mundo que se presenta a nuestros sentidos y a la mente  no es más que una apariencia. Materia, información y energía, las tres propiedades del mundo concreto, son expresiones intercambiables de algo unitario que subyace a todo ello: la Conciencia.

El camino hacia la consciencia puede tomar como eje cualquiera de esas tres expresiones citadas (materia-voluntad, información-mente, o energía-sensibilidad).

De ahí que en la tradición teólógica cristiana San Buenaventura (1217 – 1274) afirmase que los seres humanos disponen, por lo menos, de tres formas de adquirir conocimiento, de «tres ojos», parafraseando a Hugo de San Víctor, otro místico famoso: el «ojo de la carne», por medio del cual percibimos el mundo externo del espacio, el tiempo y los objetos; el «ojo de la razón», que nos permite alcanzar el conocimiento de la filosofía, de la lógica y de la mente; y el «ojo de la contemplación», por el cual tenemos acceso a las realidades trascendentes.

San Buenaventura

El «ojo de la carne» tiene como base la voluntad y se vierte como práctica y acción (empirismo), cuyo desarrollo más evidente es la ciencia moderna, especialmente la técnica. El «ojo de la razón» es la vía especulativa propia de la filosofía y de la lógica mental, que intenta reconocer las formas que adopta la realidad mediante la abstracción (racionalismo).  El «ojo de la contemplación» es la vía del corazón, de la sensibilidad, que intenta conectar con el sentido de lo existente sintonizando con su condición interna o estado energético. Cada una de estas perspectivas es útil y permite avanzar, pero pronto se hace evidente su limitación consubstancial (parcialidad) y la necesidad de converger hacia una visión holística, que recupere la unidad propia del Ser. No olvidemos que “el objetivo del camino espiritual es el estado de total integración llamado iluminación o autorrealización”.

Nos recuerda Savita Taylor en «El Camino del Desplegar» que “el objetivo del camino espiritual es el estado de total integración que es llamado iluminación o autorrealización”. Que independientemente de la duración de ese camino “la iluminación viene en un fogonazo”, y que “la autorrealización es justo eso: una iluminación. Una realización repentina, que incluye todo de la verdadera naturaleza del ser y de la naturaleza ilusoria del débil reflejo del ser que llamamos el ego. El velo final es apartado y la fuerza completa de la luz pura interior brilla a través, sin trabas, dentro de nuestro ser completo.“

CUANDO LA FÍSICA CUÁNTICA NOS SITÚA  MÁS ALLÁ  DE LA LÓGICA LINEAL     

Con la Mecánica Cuántica nos hemos ido familiarizando con conceptos tan «extraños“ como: dualidad onda-partícula; principio de incertidumbre; superposición; entrelazamiento; efecto túnel… Y resulta muy curioso que rastros de lo que hizo revolverse en sus lechos a tantos físicos, se encuentren en los relatos de la experiencias de los místicos y  las creaciones de los poetas.

La Mecánica Cuántica, considerada por muchos como la teoría física más exitosa de la historia por la coincidencia entre sus predicciones calculadas y  los resultados experimentales, quebró algunos consensos perceptivos y supuso un reto tremendo para el entendimiento humano por sus planteamientos paradójicos, ajenos a la forma habitual en que funciona la razón. Einstein le tenía gran resistencia, nunca la aceptó y trató de desmontarla. Decía que la Mecánica Cuántica era igual a “matemática más magia negra”.

SECUENCIALIDAD Y LINEALIDAD 

Observemos la evolución de cualquier proceso y cómo se producen los cambios desde el inicio al final del mismo. Intentemos encontrar, en cada caso, las fases intermedias o tránsitos entre fases y luego los puntos medios de esos mismos tránsitos… Intentemos hacer esto indefinidamente…  ¿A dónde nos conducirá esta búsqueda?

Al ver una película, las escenas se suceden dándonos la sensación de una historia continua. Pero en realidad estamos viendo una ilusión consistente en una serie intermitente de planos o imágenes proyectados a una cierta velocidad, instantes que nuestro cerebro “une“ provocando la ilusión de la continuidad. En la vida esta apariencia de flujo es la que nos da la apreciación de la línea temporal pasado-presente-futuro y, por tanto, de la interpretación causalista. Pero, ¿qué hay entre un instante y otro instante? En realidad una discontinuidad o salto; la continuidad es una ilusión y la ciencia física lo ha constatado fehacientemente.

UNA REALIDAD DISCONTINUA

Esto contradice la vieja premisa de la ciencia clásica: “La naturaleza no da saltos”. Con los descubrimiento de la Física Cuántica puede afirmarse que la naturaleza sí que da saltos y que lo que es una ilusión es la continuidad, la linealidad de un flujo constante.

¿Pero cuál es el fundamento que hace que todos los procesos en la realidad – y a partir de ahí todo cambio y evolución, incluyendo el acceso a nuevos niveles de conciencia – sean necesariamente espontáneos e instantáneos? Pues la ley, verificada experimentalmente, que afirma que los procesos de la realidad están cuantificados. Esto significa que el paso de un estado energético (y/o información, y/o substancia) a otro, se realiza sin pasar por etapas intermedias. Los tránsitos graduales son sólo apariencias.

Max Planck

La física de los albores del siglo veinte, afirmaba que la energía podía expresarse en un abanico de infinitas longitudes de onda.  Pero a comienzos del s. XX, el físico alemán Max Planck (1858 – 1947) planteó que la energía solo podía expresarse en múltiplos de una constante,  que en la naturaleza no existían expresiones continuas de energía sino “exclusivamente” manifestaciones en ciertos niveles discretos o «cuantos», siempre múltiplos de un coeficiente que él mismo logró calcular y que, en su reconocimiento, se denominó «Constante de Planck“.».

La propuesta fue inicialmente sólo un recurso matemático, que intentaba encontrar una manera de explicar y predecir ciertos hechos que en aquel entonces no encajaban en las teorías clásicas de la física, los cuales venían siendo considerados  flecos residuales de una visión que se estimaba acabada. Tal era así que el recurso ni siquiera gustaba a su mismo promotor. Todo ello inició una revolución que llevó a establecer un conjunto de nuevos principios en el mundo de las partículas subatómicas, que se denominó justamente «mecánica cuántica».

SIN CAUSAS Y SIN PORQUÉS

Y si la linealidad y el causalismo son resultado de una apariencia, los «porqués“ no son más que constructos o artificios del sueño causal cuando el Yo-Ego se percibe impotente al enfrentarse con el misterio de lo real. Con ese ánimo comprensivo desde el que se sabe que lo que Es – el Qué – es sin causa y sin razón – sin Porqué -, el poeta místico Johann Scheffler (1624 – 1677), más conocido como Angelo Silesio, escribiría bellísimamente en «El Peregrino Querubínico»:

“La rosa es sin porqué,

florece porque florece”.

EL SABER INTUITIVO

La intuición es “la aprehensión inmediata de un objeto sin la intermediación de ningún tipo de proceso racional”. Spinoza la llamaba “scientia intuitiva”, y la consideraba como la tercera y más elevada forma de conocimiento: la percepción de algo “exclusivamente a través de su esencia”. Emerson resalta su carácter espontáneo y representativo de la sabiduría primigenia.

El saber intuitivo no se alcanza a través de métodos indirectos, lógicos o racionales, es directo e inmediato, producto de la unión del observador con “la cosa en sí”, pues en la esfera del saber intuitivo deja de haber separación entre conocedor y conocido, entre sujeto y objeto.

La «intuición» resulta de un funcionamiento no-dual que está más allá de la mente, pues el funcionamiento dual es la propia esencia de la mente, tal como se dice en el viejo poema taoísta conocido como «Hsin-hsin Ming»: “El conflicto entre el bien y el mal es la enfermedad de la mente”.

Lo intuitivo no tiene nada que ver con lo deducible ni con lo inferible, no es lógico, no es lineal ni predictible, no es accesible mediante un sistema o con el uso de cualquier tipo de tecnología espiritual. Tampoco es voluntario y, por tanto, no hay acciones, técnicas o caminos que puedan llevarnos hasta ahí, y ni siquiera puede ser considerado un objetivo o una meta. Es, sobre todo, un regalo y un don de la conciencia que se va iluminando.

De ahí que la intuición ocurra espontáneamente y al producirse, sea totalizadora, completa, llegando saturada de claridad interior, de energía y de verdad. En el momento en que la intuición se activa sabemos sin un Yo que sepa, pues nos hemos convertido en el saber.

La intuición es la puerta de acceso al mundo de la “conciencia consciente”, al mundo de la sabiduría, pero nadie tiene la llave de  dicha puerta ni su apertura puede controlarse, simplemente ocurre.

La intuición aparece en el silencio de la mente, cuando ella se convierte en un espejo al que nada se fija, libre de apegos y de aversiones, que recibe sin identificarse, que permite en y a través de su superficie aquietada e inmaculada, el afloramiento de la realidad tal como ES.

DESPUÉS DE LA MENTE

En conclusión: la mente nunca podrá darnos lo que no tiene en sus registros mnemónicos, ni la conciencia  personal lo que ella no es aún ni puede extraer de sus archivos vivenciales.  Es por eso que los cambios reales se producen sólo cuando la mente se rinde y calla, y el Yo-Ego ve desactivados sus programas, filtrándose el Ser como presencia.

Eliminadas así las resistencias, el oculto potencial infinito latente puede entonces emerger y te cambia en el Ahora y el Aquí, es decir, instantáneamente.

Trascender los límites en los que hemos vivido y entrar en un nuevo nivel, deriva de aquellas experiencias capaces de aportarnos la cantidad de “energía-información-substancia” (consciencia) que se ocultaba tras nuestros bloqueos disueltos, lo que da lugar a la reformulación del mundo externo al reflejar el nuevo cosmos interno que se ha configurado en nosotros.  Esto se manifiesta no de forma gradualizada sino repentinamente, pues no hay acontecer que no sea, en esencia, súbito.

SÓLO ERES CUANDO ERES NADIE

 El Yo-Ego, la personalidad, epítome de la dualidad y la separatividad, mantiene la ilusión de su permanencia en base a la auto-justificación de ser causa y la auto-atribución del mérito. Ser «algo“ distinto, separado, definido, perimetrado e identificable es su pulsión. Se afirma en la reactividad frente a algo o contra algo.

De ahí que Siddharameshwar Maharaj (1888 – 1936) en «Enseñanzas sobre el Estado sin Estado», dijese:

“A menos que se extinga el «yo», no puede verse el Cielo… Erradicad de vuestra mente que sois algún «yo» particular… El que dice «yo soy el que experimenta», permanece aún en la ilusión.”

Es lo mismo que remarca Ramesh S. Balsekar en «El Buscador es lo Buscado»:

«El despertar no puede darse en tanto persista la idea de que uno es alguien que busca”.

 También está implícito en estas palabras que el Maestro Echkhart (1260 – 1327) escribió hace más de 600 años:

“Cuanto menos hay de sí mismo, más hay de Sí mismo“.

 Así como en lo que Nisargadatta en «Yo Soy Eso», asevera:

“Para ser no debe ser nadie.”

La consciencia total sólo puede florecer en el seno de la individualidad, en la pura existencia sin identidad particular, como una suerte de onda estable en el campo de la conciencia. De ahí que la individualidad pueda compararse a una especie de solitón.

Recordemos que los solitones son, en Física, entidades ondulatorias localizadas con propiedades de estabilidad que se propagan sin deformarse en un medio no lineal, comportándose como partículas. Existe un tipo especial de solitones espacio-temporales denominados “balas de luz”, consistentes en pulsos de energía electromagnética que pueden confinarse en las tres dimensiones del espacio y en el tiempo, sin disiparse o colapsarse.

La individualidad se presentaría, pues, allí donde «lo mismo no es igual», según una feliz expresión del filósofo Martín Heidegger que aplico al caso que nos ocupa. Llegaríamos así a la consciencia de sí en el seno del Todo, es decir, a la consciencia como sustrato de la individualidad.

¿MERECIMIENTO O CONVERSIÓN?

 Comenta Eckhart Tolle en «Practicando el Poder del Ahora»:

«Cuando tu conciencia se dirige hacia fuera, surgen la mente y el mundo. Cuando se dirige hacia dentro, alcanza su propia Fuente y regresa a casa, a lo No Manifestado.“

Eckhart Tolle

La corriente hacia fuera se dirige hacia la existencia, hacia la dimensionalidad, lo mensurable, distinguible y separado. Es la vía de la manifestación. La corriente hacia dentro nos vuelve al Ser, a la unidad, a la adimensionalidad, a lo inmensurable e inefable. Es la vía de regreso a la conciencia iluminada por medio de la experiencia, que es el proceso que nos permite despertar a la autonomía de la responsabilidad. Y con la creciente responsabilidad cada quien construye su espacio de libertad con sus actos, que es el idioma en que habla la realidad interior. Entonces comprendemos que nuestra vida es siempre el reflejo de aquello en lo que nos hemos convertido.

Pero tenemos que darnos permiso a nosotros mismos para ser distintos y adquirir otro “estar”, para renacer mediante una auto-conversión, dejando de llenar nuestra vida de justificaciones y argumentarios mentales que nos excusan para mantenernos en la relativa comodidad de la inconsciencia.

Así es como hemos creado todo tipo de dualidades antagónicas: lo “bueno” y lo “malo”; los “cielos” y los “infiernos”; lo “moral” y lo “inmoral”; lo “justo” y lo “injusto”; los “méritos” y los “pecados”…

A la consciencia no se accede como resultado de una ganancia ni a través de una conquista, sino que es el producto de una correspondencia, no es un mérito sino una sintonía con la eterna realidad del Ser.

PRUEBA INTEGRAL – EXPERIENCIA INTEGRAL

 Atendiendo a todo lo visto hasta aquí:

“No puede haber ninguna prueba de la Realidad que no sea serla.“

 «El Buscador es lo Buscado», Nisargadatta  (1897 – 1981)

Por tanto:

“La experiencia del Sí mismo es la única prueba. Todo lo demás es engaño, ilusión.“

 «Amrut Laya, Enseñanzas sobre el  Estado sin Estado» – Shri  Sadguru Maharaj (1888 – 1936):

En definitiva:

 “La experiencia de la Unidad es la experiencia de la Realidad.”

«Meditación Autoalusiva», Jacobo Grinberg

UNA PUERTA DE DOBLE SENTIDO

Hemos estado hablando de la naturaleza de la experiencia, el factor que ilumina la conciencia, y de los actos, la voz del Ser en el mundo. Bien comprendidos ambos aspectos son las dos caras de una misma moneda, forman una única realidad vista desde puntos opuestos. De hecho no puede existir el uno sin el otro.

Por eso un ser humano con la conciencia iluminada se convierte en una puerta de doble sentido, que comunica dos ámbitos: el de la unidad esencial del Ser, de un lado, y el de la realidad  manifiesta, el mundo, de otro. Cuando la puerta se abre desde el mundo hacia el Ser, surge la experiencia; cuando se abre desde  el Ser hacia el mundo, brota el acto.  El sentido de la apertura depende de la actitud íntima que adopte el ser consciente, receptora o dadora. Y como todo lo que se recibe cobra pleno sentido sólo cuando se da, esa puerta puede continuar funcionando siempre que sus goznes se mantengan engrasados mediante la entrega.

DOS ÚLTIMOS APORTES PRÁCTICOS: 

 1°. ¿Quién sufre?

Llegado el momento preciso, la experiencia se abre paso y fructifica como revelación, Nosotros únicamente podemos constatarla siendo sus testigos, condición que permite la experienciación. Pero la experiencia completa solo puede hacerse presente en total ausencia de percepciones e interpretaciones, sobre la base de la ecuanimidad – virtud suprema del corazón- tras liberarnos de los filtros condicionantes de las memorias y con la mente silenciada.

El dolor es memoria genética; el sufrimiento es memoria psicológica. La mente, sustentada en la memoria, se proyecta al futuro como un explorador obsesivo que busca anticiparse en un intento baldío por controlar el devenir, lo que termina por sustraernos del presente y nos hace vivir en los escombros del pasado o en la fantasía del futuro.

Realmente sólo puede sufrir la personalidad; el YO-Esencia, el Ser, el espíritu, es inviolable, inmarcesible, inatacable e inasible para el sufrimiento. Siempre es un «quien» (una identidad) el/la que sufre, y mientras haya un «quien» el ser humano será permeable al sufrimiento. Cuando todos los «quien» desaparezcan, el sufrimiento se esfumará. Sé nadie y el sufrimiento se extinguirá por falta de base sustentadora.

2°. El inmenso poder de elegir la respuesta

No hay nada en este mundo o en el otro, que nos obligue a ofrecer una respuesta prefijada o estereotipada a las situaciones que nos ocurren. Uno de los más grandes logros de la comprensión y la consciencia es el descubrimiento del poder de elegir la respuesta, la libertad de vivir descondicionados.

Un ser despierto puede ser desconcertante e indescifrable para los sistematizados autómatas. Como  ha  dejado de ser reactivo es imprevisible, no puede ser manipulado, no se siente «obligado“ a nada, no tiene «deberes“, carece de «culpas“, no se apropia de «méritos“, no espera nada de nadie y nada exige a otros, sólo a sí mismo. En la forma de vivir de un ser humano despierto no existen «agarres“ para los mecanismos reactivos de aquellos con que se relaciona. Un ser humano despierto ya no es ni lógico ni ilógico, situado  fuera de  esa  dicotomía  es a-lógico y, por tanto,  libre y creativo.

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ACTIVIDAD  PÚBLICA EN EL

GRUPO ESPÍRITA DE LA PALMA: 

VIERNES, 3 DE MARZO DE DE 2017

 

TERTULIA EN TORNO AL TEMA: 

«La violencia, sus orígenes y manera de trascenderla»

En nuestras tertulias se busca profundizar en la comprensión del tema propuesto mediante un diálogo abierto y participativo, conducido por un moderador.

En los próximos días publicaremos el Programa de Actividades Públicas completo del mes, el cual se está ultimando en estos momentos.

Hora: 19:30 h.

GRUPO ESPÍRITA DE LA PALMA:

Avda. Carlos Fco. Lorenzo Navarro, 69 – 1º D

38760 – Los Llanos de Aridane

Isla de La Palma – CANARIAS

 

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INTRODUCCIÓN: A la inmensa minoría

Todo sirve a la Verdad, al Bien, así es hoy, lo ha sido antes, lo será mañana, y siempre así será. Hasta los que quieren destruirla la jalonan sin querer con su misma aversión descubriéndola, cual blanco sobre negro, ante quienes están preparados para ver.

El amor conduce directamente a ella, y el sufrimiento, su eterno aliado, nos lleva hasta su misma puerta, la que sólo podrá ser abierta con la llave de la aceptación. Nada se pierde, aunque tardemos en comprenderlo. No podemos dudarlo, existe una gigantesca y eterna confabulación a nuestro favor.

Ante la visión de los inconscientes, el mundo es un ominoso escenario preñado de amenazas y peligros. Para los ignorantes todo parece abstruso y oscuro cual impenetrable arcano. Con la mirada de los sabios, la existencia se siente tan diáfana como el agua clara bajo la luz del sol, aunque persista el misterio.

El universo respira, late, vibra, para llegar a hacer ostensible su infinito potencial oculto en forma de poder creador y magnificente belleza.

Que amanezca definitivamente la era de la confianza, es nuestro deseo más preciado.

Que cada cual cumpla su papel conforme a su estado de consciencia, es lo máximo que puede esperarse.

♣  ♣  ♣ 

Agradecemos a un amigo y visitante de este blog, que nos haya recordado el excelente texto que en 1945 escribiera Lanza del Vasto para prefacio del libro “El Mensaje Reencontrado”, de su amigo Louis Cattiaux. La mayor parte de dicho texto lo compartimos con todos mediante esta nueva entrada. Nos hemos permitido la licencia de asignarle como título “La Conjura contra la Verdad”.

Además, incluimos al final una selección de pensamientos y reflexiones que entresacamos de las páginas de la mencionada obra.

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LA CONJURA CONTRA LA VERDAD

Por: Lanza del Vasto (Noviembre 1945)

Extracto del Prefacio escrito para la obra «El Mensaje Reencontrado»,

de Louis Cattiaux

♣  ♣  ♣ 

La conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los Sabios ha tenido un éxito perfecto.

Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad.

Unos y otros han servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los Sabios mediante el secreto.

Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra.

Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza.

Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.

La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los Alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados.

¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios!

¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad.

Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado.

Sin embargo, ¡cuan pequeña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado.

Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.

La segunda razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior. En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehúsa exhibirse.

La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador.

Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo.

La cuarta razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor, es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados; pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con el sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas, de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias, lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes.

Al ocultar los Sabios su saber por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo creyendo tanto en unos como en otros.

Ahora, a medio camino entre los charlatanes y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo de la conjura.

Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta vez para no creer ni en unos ni en otros.

Sólo creen en la ciencia de los recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe.

Ahora bien, no han enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte, del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca.

Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran en seco y exclaman: ¡Aquí está!

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SELECCIÓN DE REFLEXIONES SACADAS DE  

«EL MENSAJE REENCONTRADO»

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Por: Louis Cattiaux (1904 – 1953)

 

El que está en el error intenta imponerlo a los demás.

El que posee la verdad se esfuerza en aplicarla a sí mismo.

Esta es la señal que no engaña.

El hombre superior evita a los demás el mal que ha vencido.

El hombre inferior inflige a todos el mal que le ha sometido.

Se puede perjudicar a alguien a pesar suyo.

No se le podría hacer bien en contra de su voluntad.

Quien nada tiene que defender a nadie tiene que combatir.

Los muertos se reúnen para orar.

Los vivos se aíslan para conversar con Dios.

Lo más fácil de enseñar es lo más difícil de comprender.

El que es estricto consigo mismo es indulgente con los demás.

La confusión y la contradicción del espíritu son la imagen misma de la muerte.

«Espectador inmóvil, atento y sin pasión; tal es el que está despierto».

El loco interroga a los demás.

El Sabio, dicen, se interroga a sí mismo.

Ambos están cerca de Dios, pero sólo uno lo sabe.

El Sabio vela la verdad poniéndola en evidencia.

La intuición asociada a la buena voluntad engendra el poder del amor, que conduce a la perfección de la unión en la paz.

Los perros ladran a lo que les domina o a lo que se les escapa.

La condición esencial de toda curación es la voluntad de curarse; no se puede salvar a los que han escogido la muerte y se mantienen en ella voluntariamente.

Quien desprecia la enseñanza de los antiguos Sabios se condena a la ignorancia para siempre.

El inteligente compara minuciosamente las palabras de los Sabios para descubrir el lugar donde todos concuerdan.

Todo es espíritu; todo es materia; según que el Único se dilate o se condense.

Los hombres vivos inspiran tanto miedo a los muertos que se espera su desaparición para anunciar que existen.

Lo que se considera una locura, lo que se asemeja a un sueño, lo que parece increíble: he aquí lo que el Sabio estudia con amor.

Quien se cree fuerte entre los hombres es el ser más débil en la soledad.

Cuando rechazamos a un Sabio, un santo, un artista o un poeta, aumentamos su gloria y multiplicamos nuestros males.

Lo propio de la verdad es que se basta a sí misma, quien la posee no intenta convencer a nadie.

El ignorante pretende instruir a los que no piden nada.

El hombre Sabio calla y espera que le pregunten.

Honrado o despreciado, el Sabio permanece igual a sí mismo.

La mayor recompensa es iluminar a otro hombre después de haber descubierto la luz en uno mismo.

Dios permite la tentación a fin de que seamos juzgados equitativamente por nosotros mismos.

Es una justicia tal que toda discrepancia aumenta nuestro pesar.

El signo de la mentira es el cambio, el de la verdad es la inmutabilidad.

La mayor voluntad es la mayor paciencia.

La mayor paciencia es la mayor aceptación.

La mayor aceptación es la mayor sabiduría.

La mayor sabiduría es la voluntad y la vía de Dios.

¿Quién es lo bastante grande como para permanecer oculto?

¿Quién es lo bastante conocido como para quedar en el anonimato?

¿Quién es lo bastante generoso como para poseerlo todo?

¿Quién es lo bastante poderoso como para no exigir nada?

Discutir con un ignorante es volverse más débil que él.

Los hombres groseros nunca se sorprenden ante la pasmosa creación de Dios.

No ven nada, no admiran nada, no aman nada, no comprenden nada y no encuentran nada.

La más ínfima parte del Universo es una imagen del todo y se basta a sí misma.

Quien lo sabe todo es como quien no sabe nada.

Sin embargo, uno reposa y el otro se agita, uno se conoce y el otro es conocido, uno crea y el otro es creado.

Quien lo sabe todo no discute nada.

Quien lo tiene todo no deniega nada.

Quien lo puede todo no alardea de nada.

Quien posee el amor no desprecia nada.

Quien hace el bien no se preocupa por el mal que se hace a su alrededor.

El hombre superior lo realiza todo en solitario.

Los hombres inferiores lo corrompen todo en común.

El hombre impaciente muestra su ignorancia, el que sabe esperar ve su deseo realizarse.

Es mejor actuar con el ejemplo sin querer convencer a nadie, así todos pueden convertirse sin que parezca que ceden ante nadie.

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Introducción

Al margen de las referencias históricas a hechos concretos que eran palpitante actualidad cuando fueron redactadas las siguientes líneas, las comprensiones que Lanza del Vasto, su autor, nos transmite, son plenamente aplicables a las actuales circunstancias por las que atraviesa el planeta.

Teniéndolas como base me permito, incluso, avanzar una previsión, lo que no me va a convertir en profeta, no hay mérito alguno en ello, puesto que la psicología de la masa humana es lo más previsible que existe. Es ésta: hoy en día se extiende como la pólvora la idea de una supuesta amenaza global que toma cuerpo, principalmente, en el terrorismo extremista de signo islamista. El cariz de las decisiones que están adoptando los grandes poderes políticos mundiales, servidores de oscuros intereses económicos y clasistas, va a provocar justamente lo contrario de lo que se dice pretender (pura mentira, una fachada), es decir un recrudecimiento y extensión del terrorismo extremista, de uno o de otro signo. Y si no comprendemos rápidamente, las respuestas subsiguientes irán en la misma línea de restricciones de más y más libertades individuales, alentadas por el espejismo de una ilusoria “seguridad”. Una cercenación de libertades ni siquiera necesitará ser impuesta, sino que hasta será inicialmente solicitada y aclamada por la propia masa humana, la cual ignora que obedece ciegamente, cual manada, a un programa de intereses ocultos finamente insertado en la conciencia colectiva durante generaciones para su oportuna activación a conveniencia de los “poderosos”.

De esta forma, los grandes dirigentes mundiales podrían acumular un poder como jamás detentaron y se sentirán justificados y con las manos libres para aplicar nuevas medidas coercitivas que conllevarán una más profunda supresión de derechos y libertades. Se iniciaría de esta forma una cadena de “justificadas decisiones” (siempre por “nuestro bien”, ¡claro está! ¡quién lo dudaría!), que nos enfocaría en una espiral descendente y sin salida hacia el caos de una guerra total… Salvo que, antes, la propia naturaleza, harta de nosotros (es una forma de hablar) y buscando su propio equilibrio, se encargue de proporcionarnos un estremecimiento de tal calibre, que nos obligue a una profunda mirada dentro de nosotros mismos, lo que, finalmente, haga despertar a una mayoría cualificada de seres humanos.

Advertimos a los lectores que todos los subrayados del texto son nuestros. Queremos así llamar la atención hacia un contenido que invitamos a reflexionar e interiorizar.

Idafe


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FRENTE A LAS LEYES Y FATALIDADES DE LA HISTORIA

Por: Lanza del Vasto (1901 – 1981)

Los fascistas se han opuesto a los soviéticos asumiendo el mismo sistema comunista: confiscación por el estado de las empresas privadas, centralismo, mecanización, movilización secreta y utilización de todas las fuerzas y recursos del país.

A causa de la exaltación nacional e imperialista —típico del sistema fascista— los alemanes invadieron injustamente Rusia. Los rusos, inflamados de idéntica exaltación, en perfecta contradicción con los principios de la Tercera Internacional, encontraron el empuje necesario para arrojar de sus tierras a los alemanes e invadir los territorios vecinos.

La GESTAPO (1) tomó de la GEPEU (2) sus métodos de delación y tortura. Torturan a los prisioneros de guerra en Indochina para arrancarles informaciones estratégicas y la razón de tal infamia es que el enemigo comete el mismo error.

En cuanto a esta técnica científica de la mentira que se llama propaganda, la practican todos los partidos y nunca se sabe quien se lleva la palma.

Las mismas personas que en el 14 y en el 39 gritaban indignadas al conocer el bombardeo de una ciudad y la masacre de una población desarmada, ingenuamente se alegraban en el 44 del aplastamiento de las ciudades alemanas bajo toneladas de bombas, de la muerte de millares de inocentes por la asfixia o el incendio y del hundimiento de hospitales y catedrales.

Lo que pretendo decir es que las costumbres más inhumanas y los hábitos mentales más detestables pasan automáticamente de un régimen a otro, que el contagio se efectúa en el combate y basta con que uno de los contendientes tome la delantera para dejar de ser preferible al precedente.

Quienes piensen que el desencadenamiento de la violencia es algo bueno en cuanto que distiende las querellas y finalmente quedan resueltas, equivocan el enfoque. Y, en primer lugar, se engañan con el término desencadenamiento. Se trata de un encadenamiento, pues la injusticia atrae la venganza y la victoria de uno llama al desquite del otro. La violencia engendra violencia en un continuo vaivén que mantiene el acaloramiento mutuo.

Hace siglo y medio que las revoluciones se encadenan con las guerras y el desgaste no ha cesado de crecer. Y se debe a que, en este mundo profundamente justo los efectos siguen a las causas impecablemente. En tanto los hombres no encuentren otro medio de afirmarse que desbordando, hasta que el desbordamiento de otro les contenga y sumerja, es preciso que las mareas de sangre sigan la regularidad de una ley natural. Los que piensan que el cúmulo de cadáveres y ruinas es el único sistema de establecer la justicia y la paz, se hacen una falsa imagen de la justicia del Todopoderoso y la realidad se encarga de desmentirles a cada paso.

¿No habéis notado que el resultado de revoluciones y guerras decepciona a quienes las han concebido y emprendido? Pues es natural que los hechos no respondan al sueño y que las ideas más sublimes se deformen un poco al realizarse, puesto que nada humano es perfecto. Más aún, nada habréis comprendido si no os percatáis de la sobrenatural broma de la historia, a saber: al final, revoluciones y guerras terminan en lo contrario de lo que pretendan y se burlan de los objetivos que los jefes habían propuesto a sus pueblos a fin de estimularles.

La Revolución francesa quería suprimir los privilegios del Antiguo Régimen y establecer la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad entre los hombres. Diez años después, había originado el Imperio que restableció todas las desigualdades y obligaciones del Antiguo Régimen, considerablemente agravadas y fundadas en la exclusiva legitimación de la fuerza y del azar. Europa se hallaba devastada por una serie de guerras y Francia estaba vencida y extenuada. La II y III Repúblicas reemplazaron el fasto de los nobles por el lujo de los ricos, e inauguraron dos nuevas maneras de explotar a las gentes y oprimirlas: la mecanización y la colonización.

Los imperios de Alemania y Austria se precipitaron en la guerra del 14 porque podían sorprender en su desorden a los países vecinos y aprovecharse de ellos. La guerra los convirtió en dos pequeñas repúblicas hambrientas y quebradas. El Imperio de Rusia entró en la contienda pues no veía otro medio de frenar la revolución que le amenazaba, y a consecuencia de la guerra la revolución se le echó encima y lo abatió. Franceses, ingleses y americanos se han dedicado a guerrear para defender las libertades democráticas y abrir mercado a sus productos. Su victoria ha permitido, o si no provocado, el advenimiento del Comunismo, del Fascismo y del Nacional-Socialismo, regímenes dictatoriales y autárquicos.

Los móviles de la revolución bolchevique eran una justa retribución del trabajo e igual distribución de los bienes de la tierra, la reconciliación de los pueblos y la abolición de los ejércitos. Y resultó ser la más aplastante dictadura autocrática, económica y militar que ningún pueblo haya sufrido.

La última guerra ha comenzado casi en los mismos términos que la precedente y ha terminado del mismo modo.

Ingleses y americanos, ensañándose en aniquilar Alemania, se dieron de cara con los rusos, potencia más temible, más exclusiva, más cerrada aún y mucho más hostil a su hegemonía. Si permitieran sublevarse a Alemania, una tercera guerra comenzaría en idénticos términos que la anterior.

Este encadenamiento de absurdos tiene una perfecta lógica.

¿Cómo una prosecución de violencias y azares puede conducir automáticamente a la justicia?

Decidme, ¿cómo puede haber Paz en este mundo si nadie la quiere?

Pues en la guerra, no es la Paz lo que se quiere, sino la victoria, cosa completamente diferente. Y durante la Paz, no es la Paz lo que se intenta conservar, sino el reposo, el provecho y la comodidad, cosas muy distintas a la Paz.

Decidme, ¿qué hacen por la justicia y la paz los buenos y apacibles ciudadanos?

Éstos obedecen a las leyes de su país. Ahora bien, en el país donde la ley es fuerte y es respetada, se vive al abrigo del bandolerismo y de la guerra civil. Se puede decir por tanto que se asegura una manera de justicia y de paz.

Pero hacemos bien en decir «una manera», pues se trata de una apariencia, e incluso de una máscara.

La paz y la justicia externas constituyen un velo protector para que el fraude, el abuso y la ambición hagan libremente su juego. Los siete pecados capitales sacan la lengua y muestran el trasero impunemente ante la ley. Los hábiles se sirven de la ley para despojar a los inocentes. Las fortunas se apoyan sobre la ley para mantener durante generaciones los privilegios y pretensiones más inaceptables. Formas siempre nuevas de servidumbre de una clase u otra se fundan abiertamente en las leyes. Los ambiciosos no tienen necesidad de emplear la fuerza cuando les basta con utilizar la ley como si fuera un carro de guerra para aplastar a sus enemigos. Tales son los límites interiores de la ley. Y se comprenderán mejor al descubrir que, en efecto, la ley no pretende mantener la paz y la justicia, sino mantener la propiedad y el poder, lo que es completamente diferente.

En cuanto a los límites exteriores de la ley, aún son más palpables, ya que están señalados por las fronteras del país. Al otro lado de la frontera rige probablemente una ley parecida, aunque se sostenga en un poder distinto. Esta similitud permite los viajes e intercambios, los cuales ayudan a constatar que las leyes de la paz y de la justicia son iguales para todos los hombres, pero en ningún sitio coinciden con la ley de los estados.

La guerra manifiesta el límite de las leyes del estado, su naturaleza y sus reveses, muestra que no tienen ninguna relación con las leyes de la justicia y de la paz.

Pues las leyes del estado son, con mucho, las que transforman de un golpe a todos los buenos y apacibles ciudadanos en soldados encarnizados; por obediencia y sumisión a la ley, por abnegación y coraje, por disciplina, puntualidad y valor, todos los hombres de buena voluntad llegan a sembrar en un solo día más cadáveres, ruinas y desechos de los que pudieran cometer en cien años todos los bandidos del mundo.

Cuando un estado declara la guerra a otro, todos los ciudadanos del otro estado están fuera de la ley. Cada estado obliga a los suyos a ver a los del otro como bandoleros y a perseguirlos y ejecutarlos como tales.

He aquí a los buenos ciudadanos de ambos bandos investidos de una función justiciera, y obligados —para cumplirla— a dar la razón a la opinión del adversario que los mirará como bandoleros.

Cuantos piensan que el odio es la causa de la guerra se equivocan completamente. A lo sumo es su inevitable consecuencia. Quienes la atribuyan a la ambición, al orgullo, al espíritu de lucro y rapiña y a la excitación de los malos instintos, en parte se equivocan.

Las causas de la guerra son de diversos órdenes y planos. Unas naturales, otras artificiales, otras ocasionales y otras más profundas. Pero la causa moral de la guerra es la obediencia incondicional a las leyes del estado, es la confusión de la ley del estado con la ley moral.

La moral del buen ciudadano tiene una relación mínima con el ejercicio de las virtudes y la adquisición de la conciencia. Es una adaptación a Ias exigencias de la comodidad, de la conveniencia y de la costumbre. También es una moral de doble cara y de doble filo, una moral que bascula en el momento preciso, que se da la vuelta como el guante, es decir, nada tiene que ver con la verdad.

Cuantos queráis aprender a practicar la no-violencia, sabed a quienes tendréis en la oposición. No serán los violentos, ni los malvados y malhechores. Tampoco los indiferentes, ni los escépticos. No, amigos, chocaréis con los buenos. Son ellos, los que apoyados en la ley, os denunciarán como traidores y os atacarán como a rebeldes, son ellos los que armados hasta los dientes, os declararán peligrosos. Sí, ellos, los buenos, y creerán hacer bien, que defienden la patria y el honor, creerán servir a Dios.

Y no sin razón os mirarán como a grandes perturbadores y como a enemigos públicos, pues tenéis en las manos un arma capaz de hacer trizas todas sus armas, una potencia capaz de echar por tierra aquello que consolida su seguridad en la paz y su victoria en la guerra.

Lo que os digo parece de una jactancia inaudita cuando miramos a los formidables imperios en lucha, las pasiones desbordadas de los pueblos y de las masas, el incalculable trabajo de las máquinas en marcha, los millones de hombres armados y en fila, con sus cañones, sus bombas, Ias irresistibles fatalidades de la historia… Y nosotros, pobres hombres, ¡soñamos al querer resistir solos frente a todo esto!

Pensad, sin embargo, que por muy inhumanos y sobrehumanos que parezcan y sean estos sistemas, por muy invulnerables que resulten en apariencia y por fuera, siempre tienen su punto débil y origen en el hombre, en el pobre hombrecillo, nuestro semejante. Pues él es quien los ha concebido y diseñado, y basta con que les retire su apoyo un instante para que todo su atractivo caiga en la nada. Este pobre hombrecillo de corazón cambiante y cabeza confusa…

No os enredéis en los engranajes de la periferia, en combates exteriores; no conseguiréis nada y seréis engullidos. Id derechos al corazón y a la cabeza y alcanzaréis a la vez todo el conjunto.

Imaginaos que debéis detener un colosal martillo pilón y que os han dicho: con vuestras manos lo pararéis.

«¡Tanto peor para mis manos!», os diréis, y en un empuje sublime e irreflexivo, tenderéis las manos contra la máquina que las aplastará.

Así han actuado hasta ahora los objetores de conciencia ante el martillo pilón de la guerra.

Piensan que su ejemplo cundirá con el tiempo y que algún día millares y millares de manos detendrán la máquina, pero las diez toneladas de acero que caen sobre el yunque triturarán sin estremecerse a cuantas manos se presenten.

Yo os digo: haced lo que enseña la Desobediencia Civil y la No-Violencia, la posesión, el conocimiento y el don de sí; incluso no necesitaréis toda la mano para detener la máquina, con un dedo basta. Pues esto os conducirá a una cabina lateral; allí, os indicará un cuadro y la palanca que apretaréis con la punta del dedo. Al punto, se hará un silencio asombroso, como por encanto el martillo quedará suspendido. No es nada milagroso ni difícil. Basta saber dónde poner la mano y cortar la corriente.

Vosotros, si queréis adquirir el derecho a llamaros objetores de conciencia, si queréis serlo de modo eficaz, adquirid primero la conciencia.

Quien trabaja por adquirir la conciencia se ve transportado al corazón, a la cabeza y tiene las palancas de mando al alcance de la mano.

Quien adquiere conciencia puede ayudar a los otros a adquirirla y les dará la llave para salir de todos sus problemas.

Estos grandes desórdenes exteriores que llamamos guerra y revolución se deben menos a una mala voluntad y malos instintos que a la buena voluntad mal esclarecida. Proceden de aquello que se invoca como justificación de todas las faltas: la irresponsabilidad de la inconsciencia.

Cuando consideramos el conjunto de prejuicios y tópicos que originan las agitaciones públicas y de los cuales observamos su increíble inconsecuencia, no nos cuesta trabajo concluir que los hombres que creen en ellos y se agitan en este círculo cerrado están dormidos.

¡Despertadles! Pero primero, despertaos. Los encadenamientos mecánicos e intelectuales de la historia se alejarán de vosotros como pesadillas.

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NOTAS:
1) Policía secreta oficial de la Alemania nazi.
2) Policía política de la antigua Unión Soviética

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FUENTE: capítulo 2 de la obra “La Locura de Noé”, de Lanza del Vasto

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