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Por: Óscar García

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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emerger a la luz

CÓMO GESTIONAR LAS GRANDES CRISIS EXISTENCIALES

♣ ♣ ♣

Capítulo 8 del libro Curación y Recuperación,titulado

«Gestión de Grandes Crisis»,del Dr. David R. Hawkins

docandteddyDr. David R. Hawkins (1927-2012)

Todos nosotros estamos asediados por las grandes crisis de la vida en un momento u otro, pero ¿cuántos de nosotros sabemos cómo manejar la muerte, un divorcio, una separación, la desfiguración, una lesión, los accidentes, las catástrofes y otros acontecimientos graves que dan lugar un agobio emocional? ¿Qué técnicas se pueden utilizar para manejar estas experiencias?

Nos referiremos de nuevo al Mapa de la Conciencia como un punto de referencia para comprender mejor la cuestión. Este Mapa es un modelo matemático que representa el ego humano, al ser (con “s” minúscula). Se incluyen los diversos niveles de la conciencia y sus nombres según la experiencia humana común de la vergüenza, la culpa, la apatía, el sufrimiento, el miedo, el deseo, la ira, el orgullo, el coraje, la voluntad, la aceptación, la razón, el amor y la alegría. A medida que avanzamos hacia la parte superior, nos acercamos más a la verdad. A medida que avanzamos hacia la parte inferior, estaremos cada vez más alejados de la verdad.

Imagen Mapa Escala de la Conciencia

El Mapa muestra unos números que indican la energía o poder relativo de los distintos niveles. Por ejemplo, la Apatía es mucho menos poderosa que el Miedo. El Miedo tiene mucha menos energía que el Coraje, y la Neutralidad tiene menos energía que el Amor. El poder relativo de estas diferentes posiciones refleja diferentes puntos de vista.

Como se mencionó anteriormente, las flechas por debajo del Coraje apuntan hacia abajo, indicando que el efecto es destructivo, no compatible con la vida y en violación de la verdad. En el nivel de la Verdad, que se indica como Coraje, las flechas están en punto neutral. Después, apuntan hacia arriba a medida que avanzamos hacia las áreas de la amorosidad, indicando que esos campos de energía nutren y apoyan la vida y están alineados con la verdad.

En el momento de una experiencia catastrófica aguda, la vida se convierte abruptamente en una pesadilla y uno de repente se siente abrumado por una tormenta emocional. Sin embargo, se disponen de técnicas para manejar estos acontecimientos agudos, para acortar su duración, para aliviar el dolor y el sufrimiento, y para reducir el estrés al mínimo.

Todas estas experiencias importantes de la vida tienen algo en común, ya que todas ellas representan una grave pérdida catastrófica para la mente y una amenaza para la supervivencia. Ellas indican un cambio importante y tienen en común el sentimiento de impotencia debido a su firmeza y permanencia. La mente percibe que está parada y no puede hacer nada al respecto. Es este fenómeno de la permanencia, de estar detenido, que uno es impotente y no puede cambiar el suceso, lo que contribuye a la intensidad de la alteración aguda. Cómo manejemos la situación dependerá de la orientación de uno hacia el tema y su conocimiento de todo el campo de la conciencia.

Todas estas experiencias desatan una tormenta de sentimientos negativos, tales como el shock, la incredulidad, la negación, la ira, la tensión, el sentimiento de culpa, el resentimiento, el estar deshecho o abandonado, la rabia contra Dios y uno mismo, la auto-compasión, la rabia contra el mundo, y la rabia en la familia. Todas estas emociones negativas salen a la superficie y vienen a la vez, a veces en una secuencia, y otras veces combinadas, pero en general, se da un agobio masivo de las emociones negativas de la separación, la pérdida, y la intensidad de toda la experiencia en general.

En primer lugar está la secuencia de shock y luego el resentimiento, la incredulidad y el enfado. La secuenciación de estas emociones varía de experiencia a experiencia y de persona a persona. La secuencia exacta es irrelevante; lo importante es que desatan toda la parte inferior del Mapa de la Conciencia.

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Los campos de energía en la parte inferior del Mapa están en dirección negativa, y cuando uno de estos campos de energía se fortalece, tiende a arrastrar con él al resto hacia abajo, por debajo del nivel 200. El dolor por la pérdida luego parece traer la culpa con él, junto con la sensación de desesperanza, miedo al futuro, deseo de cambiar todo el suceso e ira. Todo el campo de energía negativa se desata en una gigantesca emergencia. El problema es realmente el de estar desorganizado por el desencadenamiento masivo de energías.

La mente trata de usar la razón para manejar estas energías. Trata de pensar en la manera de salir del dilema y busca explicaciones y razones. La mente no puede tener éxito en esto porque el campo de energía agobiante es tan masivo, que los pensamientos se convierten realmente en un reflejo de la negatividad del campo, por lo que los propios pensamientos se vuelven negativos.

Otra característica común a todas estas experiencias es que todas ellas están en la parte superior de las escalas de calificación del estrés en la vida, que numéricamente tasa el grado de estrés de ciertos acontecimientos de la vida del cero al cien. Los mencionados anteriormente se encuentran en la parte superior de la lista. La muerte de un cónyuge, un hijo o un familiar, junto con el divorcio, se encuentran en la parte superior de esa escala, por lo que son todas ellas las máximas catástrofes que podemos enfrentar en nuestra experiencia de vida en general. El problema a explorar es cómo convertirlas en agudas ganancias, cómo maximizarlas y cómo usarlas como trampolín para grandes saltos en la conciencia.

Es necesario revisar de nuevo la conciencia en sí misma y la relación entre cuerpo, mente y espíritu. ¿Cuál es la naturaleza exacta de esa relación y cómo puede ayudarnos a aprender cómo manejar las grandes crisis? Como se mencionó anteriormente, el cuerpo es incapaz de experimentarse a sí mismo. El cuerpo en realidad es insensible. Sabemos dónde está el cuerpo debido a las sensaciones. No experimentamos el cuerpo, sino que experimentamos las sensaciones del cuerpo. Las sensaciones, en sí mismas, no tienen forma de ser experimentadas, sino que tienen que ser experimentadas en algo mayor que ellas mismas, lo cual está en la mente. Nuestra consciencia de lo que está sucediendo en el cuerpo se debe a lo que se está informando y experimentando en la mente.

La mente no tiene la capacidad de experimentarse a sí misma. Esta parece una idea chocante, pero la memoria no puede experimentar su propia memoridad, un pensamiento no puede experimentar su propia pensatividad, y los sentimientos no pueden experimentar sus propias sensaciones. Esto se debe a que tienen que ser experimentados en algo mayor que la mente, lo cual es la conciencia en sí misma. Debido a la conciencia, uno se da cuenta de lo que está pasando en la mente. La Mente luego informa de lo que está pasando con las sensaciones y las sensaciones informan lo que está pasando con el cuerpo. Por lo tanto, se experimenta a varios niveles de extracción del cuerpo en sí. En consonancia con esto, la conciencia misma es incapaz de experimentarse realmente a sí misma. Es debido al campo de energía de la consciencia que somos capaces de saber lo que está pasando en la conciencia. Ella informa lo que está pasando en las sensaciones y luego informa de lo que está pasando en el cuerpo. Por lo tanto, donde experimentamos las experiencias está considerablemente apartado del propio cuerpo físico en sí.

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Debido a que el experimentar está pasando dentro de la conciencia, podemos abordar la solución de los problemas humanos directamente dentro del campo de la conciencia, acortándolos con ello eficazmente y aliviando la intensidad del dolor y del sufrimiento, logrando un resultado mucho más eficaz. Los resultados de esta técnica y enfoque se han demostrado en el manejo del dolor físico, la enfermedad, el sufrimiento, la depresión, la ansiedad y el miedo. La misma técnica funcionará en el encuentro con estas emergencias catastróficas emocionales agudas, desde donde auténticamente vives este experimentar de la propia experiencia.

Una persona piensa: «Bueno, vivo en el mundo, estoy experimentando el mundo», pero lo que realmente está siendo registrado es la propia experiencia de esa experiencia (por ejemplo, el “experimentador”). Podemos manejar cualquier cosa si nos dirigimos exactamente por este enfoque. Si nos centramos en donde estamos experimentando la experiencia, podemos manejar las cosas con precisión. En unos momentos y minutos, podemos manejar cosas que nos llevarían semanas, meses, años y, de hecho, incluso toda la vida. Podemos manejar en una hora algo que los demás no han sido capaces de manejar ni siquiera en el curso de toda su vida. Sabemos de personas que han experimentado estos eventos catastróficos en la vida temprana, y cuando las vemos con una edad mayor todavía no han terminado para ellas. El resentimiento, la amargura, la ira, la desilusión, la rabia y las decisiones importantes surgen de esos sentimientos negativos que se mantienen en la persona cincuenta años después. Es como si pensara que el suceso hubiera ocurrido ayer; sigue sin cicatrizar ni deshacerse, y como si el conocimiento de cómo manejar lo abrumador no estuviera disponible para ellos.

Vamos a relatar cómo manejar lo abrumador en el nivel en que está siendo experimentado. Observemos el campo de la vivencia para ser conscientes de dónde lo experimentado está sucediendo. Esto no está sucediendo en el mundo, a los pies de uno, ni en el estómago. Está sucediendo en la conciencia. A medida que examinas donde experimentas la experiencia, encontrarás que es en todas partes. No experimentas las cosas en un punto focal; es decir, en un sistema de creencias de la mente. Por ejemplo, le pido a alguien que sea consciente de esto: «¿Dónde experimentas lo que piensas?» Por costumbre la persona apunta hacia la cabeza y dice: «Aquí». Ese es un sistema de creencias, los pensamientos sobre los propios pensamientos. Uno piensa que sus pensamientos están en su cabeza, pero eso es sólo un pensamiento. ¿Dónde puede uno realmente pensar que las ideas en las que cree se piensan en la cabeza? A medida que uno realmente considera esto con un poco de contemplación y reflexión, verá que la vivencia real es difusa y pasa en todas partes. Uno no puede poner su dedo en un lugar en particular donde la experiencia está sucediendo. Es a la vez en todas partes y en ninguna.
Trabajar en este punto revela algo sorprendente que hace este tipo de trabajo preciso. Lo sé porque he trabajado en él clínicamente durante más de cincuenta años, y porque ha sido así a través de la mayor parte de las grandes crisis de mi vida. De hecho, hace unos años, pasé por una media docena de ellas y voy a compartir mi experiencia de la verdad de estas cosas, porque uno puede experimentar todo esto en uno mismo.

Es sorprendente que la única cosa que se gestiona en estos sucesos catastróficos agudos, es la energía de las propias emociones. Si nos fijamos en la experiencia, vemos que el problema no es el suceso acaecido o lo que creamos que pasó en el mundo, sino la manera cómo nos sentimos al respecto. ¿A quién le importan los hechos? No significan nada en sí y por sí mismos. Es nuestra propia reacción emocional a los hechos lo que importa. El hecho es sólo un hecho, una ‘nada’. Cómo nos sintamos con el hecho es, por tanto, la única cosa que realmente siempre tendremos que manejar en relación a los acontecimientos de la vida.

Nuestros sentimientos provienen de nuestras actitudes y creencias, nuestra forma de estar con ellas y la forma en que nos vemos a nosotros mismos en el mundo, dando así variedad a las emociones. Sin embargo, en un estado de agobio, el problema es el de gestionar sólo la propia energía emocional. Realmente ni siquiera tenemos que manejar las emociones, tan sólo la energía de las emociones. «Sí», dice uno, «pero, ¿qué pasa con los acontecimientos externos? ¿Qué voy a hacer ahora sin dinero? ¿Qué voy a hacer sin mi marido?», y así sucesivamente. Sorprendentemente, los acontecimientos son muy fáciles de gestionar. No hay ninguna catástrofe aguda. Los hechos en sí son en realidad gestionados de forma mecánica una vez que los sentimientos se dejan de lado.

Puede haber cierta resistencia, resentimiento, o arrepentimiento, pero estas son cosas de menor importancia. El manejo de los problemas reales en el mundo de los fenómenos en la vida diaria es, por el contrario, mucho más fácil. Ellos no son el verdadero problema. Los pensamientos que están empezando a salir del campo de energía de las emociones negativas parecen catastróficos, sin esperanza, insoportables e insuperables. Una vez que una persona ve la otra cara, la vida se ajusta por sí misma. Otra cosa viene a llenar el vacío, y la vida continúa hacia adelante. Esas cuestiones fueron fáciles de resolver una vez las emociones se apartaron del camino.

La vida presenta las soluciones a todos los problemas. La necesidad es la madre de la invención, por lo que cualquier dilema que aparezca en la vida de uno se resolverá por sí mismo, y la energía de la vida se reanuda. La vida sigue hacia delante sin importar lo grave que parezca la catástrofe en ese momento. Por lo tanto, el problema no está manejando el suceso “de fuera» o las circunstancias de la vida, ya que ellas se encargarán de sí mismas. Por lo general, los parientes o amigos íntimos se encargarán de la situación de la persona que esté afectada y abrumada. El problema es el manejo de las energías cuando surgen.

Cuando uno de estos grandes campos de energía negativa comienza a desbocarse, tiende a arrastrar al resto con ello. Es raro que una experiencia solo sea de sufrimiento. La culpa se asocia casi siempre con él al culparse uno mismo. Puede adoptar la forma de preguntas como, por ejemplo, “¿por qué no vi como me di la vuelta?” “¿Por qué no me amarré?” “¿Por qué no la llevé al médico antes? Tal vez podríamos haber curado su cáncer”. “¿Por qué no aposté por ese caballo?” Hay una especie de retrospectiva de auto- recriminación. También se da la apatía y la desesperanza, “la vida es inútil”; la vida parece no tener esperanza. Parece que nunca vamos a ser felices otra vez. Es como si la fuente de la felicidad hubiera dejado la vida de uno. Por supuesto, el dolor es natural a la pérdida. Y luego están los miedos que surgen, ¿cómo voy a vivir sin lo que sea que he perdido?

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El constante e incesante deseo nos vuelve locos al intentar cambiarlo. ¿Qué podemos hacer? Se da una negociación, el tratar de manipular, el discutir y el hacer tratos con Dios: «Oh Dios, si tan sólo me dejas tal y cual cosa viva, haré esto y lo otro.» Luego está la ira, la rabia contra la vida y la naturaleza de la vida y la ira que se desplaza hacia la gente de tu vida, es culpa de “alguien”. Todas estas energías negativas suelen desatarse a la vez y, momento a momento, una u otra puede ser dominante. Al mismo tiempo, la mente se retorcía salvajemente, tratando de llegar a explicaciones, tratando de averiguarlo, y se ve inundada por un desbordamiento de energía. El problema es que la energía es demasiada para que la mente la procese. Se desorganiza, la adrenalina y las hormonas del estrés biológico abruman, y ese estrés agudo lanza a la persona al estado de emergencia aguda en la conciencia misma.

Los problemas no son tratados en el nivel en el que parecen estar ocurriendo, sino en el siguiente nivel de energía más elevado. Una energía más elevada significa mayor poder. Cuando trato con ella, se manejan automáticamente, lo cual no es posible en los niveles inferiores. Todo lo que tenemos que manejar son las energías de lo abrumador de lo emocional. ¿Le parece sorprendente escuchar a un psiquiatra decir esto? La mayoría de la gente espera de un psiquiatra que comience a hablar de la psicología, de la intrincada relación entre la persona y de los acontecimientos y lo que significan simbólicamente, es decir, los componentes psicológicos.

En este caso, vamos a pasar por alto todo eso y en su lugar haremos frente a la energía que las emociones liberan, lo que para la psicología puede ser indiferente. Hay una masiva liberación de las emociones negativas y es apropiado hacer frente a la energía de aquellas emociones. Una técnica muy eficaz a utilizar es ignorar los pensamientos, que la mente nunca descifra porque no tiene la capacidad de hacerlo. Se encuentra en un estado abrumador masivo. Los temas son extraordinariamente complejos, se necesitaría toda una vida para desentrañar si una persona realmente quería saber el significado de todas y cada una de las contribuciones de todos los niveles del propio ser psicológico al significado total de las experiencias. No es necesario hacer eso, y es una cosa muy buena no hacerlo. La persona sólo tiene que entrar en el sentimiento en sí mismo.

Observe que la primera sensación se siente de una manera general, y que hay una energía por debajo de ella. Es como si la conciencia trabajara de esta manera, como si hubiera un cuerpo difuso de energía que realmente no tiene nombre. Se podría llamar la energía de la emotividad, la energía tras los sentimientos. Dado un momento en el tiempo, esta energía difusa, sin nombre, comienza a tomar la forma de, por ejemplo, sufrimiento, ira, rabia, indignación, autocompasión o celos. Este campo emocional en un principio era difuso y sin forma, pero ahora se asemeja a la forma del sufrimiento, pero también hay algo de miedo e ira en él. Es la energía de la emotividad en general.

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Cuando se administra una fracción de segundo más, se necesitará una mayor forma de miedo específico, por ejemplo. «¿Cómo voy a vivir ahora sin dinero o sin algo?» El miedo comienza a tomar forma, y entonces los pensamientos comienzan a surgir de la emoción específica de miedo. Es como una secuencia de acontecimientos y un océano de energía suprimida.

Aprenderemos a descomprimir eso. Si uno puede desconectar el fusible y tirar del enchufe, entonces estás desconectado de toda la experiencia y te deja en un estado interior de paz.

Será de gran ayuda que puedas aceptar el hecho de que no tienes que hacer nada respecto a los acontecimientos externos o, incluso, a lo que figura estar pasando fuera. Una persona no puede hacer ningún progreso observando los pensamientos porque son interminables. No vas a avanzar mucho manejando el problema observando la emoción específica, pero habrá un efecto muy profundo si te permites a ti mismo centrarte en la energía que hay por debajo del malestar. A medida que uno se engancha a una experiencia cada vez más incipiente y más incipiente, te darás cuenta de que la energía es difusa y casi sin nombre. Es como un recipiente de gas a presión que busca liberarse. Su energía se ha ido acumulando durante toda la vida y ahora tiene una salida. El evento que ha pasado en la vida ha abierto las compuertas, las rejas, las puertas, y ahora este contenedor de energía emocional comprimida y suprimida, está utilizando esta oportunidad para escapar. Una vez que las puertas del granero se han abierto, todos los animales salen corriendo.

¿Cómo se puede salir de esa vía de animales corriendo? Uno no puede, sin embargo la experiencia puede ser cortada rápidamente al aceptar el hecho de que no puedes escapar de ella. Al tratar de escapar sólo la prolongarás. La mente tratará de averiguar la manera de escapar de la energía emocional como si eso fuera a reducir el dolor; pero el dolor, en realidad, proviene de la resistencia a la experiencia. Para hacer frente a esto, uno simplemente se sienta y deja de resistirla, eligiendo en su lugar estar con ella. Cuanto antes uno se abre a ella, antes la energía se suelta y más rápidamente la experiencia terminará. Todo esto puede ser entregado en lugar de permitir que sea arrastrado interminablemente, agónicamente, por horas, días, semanas, meses, años o, incluso, toda la vida.

Recuerde que dijimos que cuando alguien tiene una lesión aguda, como una quemadura en la mano, si lo dejara todo y utilizara este mismo método del dejar ir el resistir, de sólo abrir la puerta y darle la bienvenida y decir: «De hecho, quiero más de lo mismo», más de la energía de esa experiencia, y si ignora lo que sucede en la mente, si ignora los pensamientos pero permite la experiencia del campo de energía, la mente dirá: «Bueno, estoy experimentando sufrimiento.» Eso es una etiqueta, por lo que diremos que todos los pensamientos son etiquetas y no tienen realidad, en realidad, ninguna de estas cosas existen. Si muere un ser querido, la mente dice automáticamente «duelo», lo cual es una etiqueta. Debido a que la mente tiene poder sobre las emociones y la capacidad de darles forma, la creencia de que perder a alguien causa pena da forma a la emoción. El campo de energía de las emociones no tiene en realidad forma, salvo cuando uno insiste en que es sufrimiento, entonces toma la forma del sufrimiento. Si a alguien le ponen un arma en la cabeza, estamos naturalmente convencidos en opinar que esto requiere miedo; por lo tanto, la misma energía ahora asume una forma algo diferente llamada «miedo».

Es preferible disminuir la forma del campo de energía y dejar de etiquetarla como algo. No le decimos a nadie: «¿Sabes?, voy a tener dolor; estoy pasando miedo, estoy pasando por una sorpresa.» Un “malestar”’ está más cerca de la verdad. Es un término general, ya que es muy difícil decir cuál es la emoción en un malestar agudo. En un principio, por lo general, se experimenta una sensación de shock, entumecimiento e incredulidad de que esto pudiera haber sucedido. Ese es el momento para comenzar esta práctica. La persona está preparada si conoce la técnica de antemano.

Hace varios años pasé por una experiencia parecida y de inmediato comencé a dejar ir el resistir la experiencia. Constantemente cancelé los pensamientos. Por ejemplo, la pérdida parecía para siempre, para toda la vida. No es la pérdida del tiempo de vida lo que es el problema, es la energía de la emoción que surge de ella. Una vez que la energía de la emoción sobre la pérdida se disipa, se convierte en una especie de: «¿Y qué?» El problema es la emotividad catastrófica aguda, por lo que sólo hay que estar con ella. La técnica consiste en dejarse experimentarla. De hecho, para superarla en un apuro, ¡simplemente pide más! Dígase a sí mismo: «Quiero más de lo mismo; quiero más de lo mismo.»

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Finalmente podemos ver que se trata de una gran oportunidad. La causa de todo dolor y sufrimiento es la acumulación de este campo de energía comprimido, y los acontecimientos de la vida nos dan una excusa. Se abren las puertas para que nos permitamos a nosotros mismos sentirnos parte de ella. Por ejemplo, alguien golpea el guardabarros de nuestro coche. Toda la rabia contenida que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida ahora tiene una excusa para salir. Se pone furiosa por el guardabarros abollado, se molesta y se dirige hacia la autocompasión y la culpabilidad. Los acontecimientos de la vida son las excusas para dejar ir la energía comprimida. Debido a que se hace insoportable, la mente encuentra una manera de descargarla que sea aceptable para nosotros.

Una persona que esté familiarizada con esto sentirá la energía comprimida y empezará a liberarla sin esperar que la mente cree una excusa que justifique su puesta en libertad. La mente más sofisticada no precisa de un acontecimiento externo para entregar su enfado. Sólo sabe que está construyendo algún enfado contenido, se sienta y dice: «Debería ver mejor esto.» A continuación comienza a soltar esta energía antes de que la mente consiga rodearlo y cree algo “ahí fuera” para aliviar sus necesidades. Es como si los acontecimientos de nuestras vidas fueran casi como válvulas de seguridad o alivio, proporcionando una manera de descomprimir este depósito de energía.

La técnica es la descompresión. Es observar la energía a medida que está siendo experimentada. Nosotros no tenemos que manejar los pensamientos o los problemas que la mente crea en torno a este caso particular. Cuando una persona observe cualquier experiencia vital, vean qué viven dentro de sus sentimientos al respecto. El acontecimiento vital en sí, realmente es una “nada”. Por la mañana puede parecer catastrófico, pero al mediodía podría ser divertido. El acontecimiento no ha cambiado en absoluto. El guardabarros abollado, en el momento en que sucede pudo ser un desastre indignante. En cuanto pensamos en ello, empezamos a sentir culpa. Sabemos muy bien que reaccionamos un poco demasiado bruscamente. Tal vez una hora más tarde nos sentimos mal por el otro chico, porque ahora él tiene un problema con el seguro. Nos damos cuenta de que realmente no fue su culpa, y tenemos el deseo de hacer las paces con él. Ahora estamos teniendo sentimientos de culpa y culpabilidad contra nosotros mismos de nuevo. Entonces nos ponemos a pensar todo de nuevo, y ahora regresamos a la rabia. Vemos que la estamos viviendo. ¿Vivimos con un guardabarros abollado? El hecho es que nunca realmente vivimos con un guardabarros abollado, sólo vivimos nuestra propia experiencia interna de eso. Cómo estemos con ello, así lo estaremos experimentando. Las personas nunca experimentan los guardabarros abollados en su vida, sólo sus emociones sobre ellos.

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Cuando lo observamos desde esta perspectiva, no es tan malo ni tan abrumador. Lo único que siempre vamos a tener que manejar es la misma energía, la sutil, la sensación interior, y luego dejar de resistirnos a ella, renunciar a ella y darle la bienvenida. Decir sí a entregar su energía. Después de hacer esto durante unos minutos, o tal vez incluso una hora (depende de lo hábil que uno sea (algunas personas lo consiguen de inmediato y algunas necesitan un poco de práctica), una persona se queda donde está y ya no tiene, incluso, que manipular o experimentar las emociones como tales. Lo que fue miedo desapareció y ya no se siente como miedo por más tiempo. La ira ya no es sentida como enfado; la culpa ya no es sentida como culpabilidad per se. La emoción que era sentida como abrumadora, proveniente del flujo de una energía negativa es, en realidad, genérica y sin nombre.

Cuando dejamos de nombrar, de etiquetar o llamar a la energía de algún modo, ya no tenemos que manejarla. Cuando dejamos de poner las construcciones e interpretaciones de la mente en ello, cuando nos desprendemos del querer hacer las cosas “bien” o “mal”, o de los acontecimientos, o del equivocarnos nosotros mismos, cuando nos permitimos omitir todo esto, entonces conseguimos sentir todo ello y ver que tenemos que manejar todo eso. Nosotros no tenemos que manejar el pensamiento ni, incluso, las emociones de ello. Todo lo que tenemos que hacer es manejar la misma energía próxima.

¿Podemos hacer eso? Sí, podemos, porque lo estamos haciendo todo el tiempo de todos modos. Es una técnica más efectiva que el ir corriendo frenéticamente alrededor, en nuestra mente, tratando de resolverlo, o ir corriendo al interior de nuestras sensaciones y tratar de manejar las emociones catastróficas, ya que, al mismo tiempo, este dejar ir del campo de energía, está sucediendo de todas formas.

Es útil tomar conciencia de ello para cortar la confusión y conseguir enderezar el punto esencial de lo que es eficaz. Tratar los pensamientos y los acontecimientos con toda la razón, la lógica, averiguarlos y hacer frente a toda la indagación de los significados psicológicos es entretenido, pero completamente ineficaz. Es una pérdida de tiempo y energía y realmente retrasa la recuperación.

La curación de una quemadura aguda en la mano lleva sólo unos segundos. ¿Cuánto tiempo llevaría el detener el sangrado si nos hemos cortado un dedo? De hecho lleva unos segundos. Por ejemplo, cuando sin querer me corté el pulgar, al instante utilicé esta técnica, y el pulgar sangró exactamente ocho gotas. Entregar el dolor y dejar de resistir la abrumadora catástrofe, permitió que el sangrado se detuviera instantáneamente.

Aquellas personas que han probado esta técnica, han tenido la misma experiencia en el nivel físico, lo que demuestra la verdad de esto. Se puede hacer con cualquier emoción. Uno se mete en la emoción, luego pasa la emoción y dejas de llamarla de ninguna forma. Uno se pone en contacto con la energía genérica de lo que está viniendo. Parece venir derecha a través del plexo solar, o parece estar en todas partes. Uno va a recto a donde la vivencia está siendo experimentada. Uno tiene que usar un poco la disciplina con la mente y negarse a tener la mente engaña por uno mismo. La persona dice: «Bueno, estoy experimentando la muerte de esa persona en el exterior.» Uno no está experimentando el “exterior», estás experimentando el “aquí”. ¿Dónde está eso? Es el mismo lugar donde uno siempre experimenta la experiencia, en la sensación del ser.

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El único problema son los propios sentimientos. El verdadero problema no es en realidad la muerte de alguien “de ahí fuera”, es que la persona esté en contra de la energía de los propios sentimientos, el abrumarse por esa energía. Si uno dirige su atención y se centra en ello con precisión, aborta lo que podría ser una experiencia prolongada y muy dolorosa, llevándola a un final abrupto.

¿Qué pasa si seguimos dejando ir esta energía? ¿Qué pasa si le damos la bienvenida? ¿Y si le decimos: «Qué oportunidad para descomprimir todo esto»? ¿Cuál sería entonces la experiencia? Será relativamente corta en comparación a como lo sería con un estado ordinario de conciencia. De repente, el campo de energía se detiene. Es como cuando el indicador de presión de la cámara de compresión llega a un cierto punto y detiene el flujo de entrada, entonces experimentamos un estado de paz. Nada más salir de una catástrofe grave aparecen estados de paz profunda. Si alguien ha pasado por esto, entenderá lo que se quiere decir aquí. El núcleo del alivio es el entregar la energía a gran profundidad.

De repente, toda la agonía se detiene y en su lugar hay casi un silencio, una presencia infinita, un estado infinito de paz, algo que puede ser mayor que cualquier experiencia que una persona haya tenido en su vida anterior. No son los mismos cuando salen por el otro lado. A partir de entonces, son más ligeros, más libres y menos sujetos al dolor de su propia experiencia emocional.

Clínicamente lo que suele ocurrir es que la persona ahora suspira de alivio. Se dan cuenta de que la vida va a continuar y que pueden vivir con ello. Por malo que pareciera, de alguna manera pueden sobrevivir. La paz continúa durante un período de tiempo variable, y luego una ola de emotividad regresa. Tiende a regresar en oleadas, con períodos de alivio entre medias. Cuando la ola regresa, le dan la bienvenida de nuevo y tratan de liberar la mayor cantidad de presión que puedan, antes de que la válvula se cierre de nuevo. Le dan la bienvenida como una oportunidad muy valiosa, y ya que puede que no ocurra muchas veces en la vida, es algo a ser atesorado. El valor de ello llega sólo cuando una persona está realmente en el otro lado de la experiencia y puede mirar hacia atrás con la sabiduría que ha ganado y comprende que la mente no va a ser de ninguna ayuda real en la experiencia. Esto se debe a que la mente mira en la dirección equivocada y dice: «Si pudiera cambiar las circunstancias del suceso exterior, entonces me sentiría bien.» Hay algunos buenos ejemplos clínicos de eso.

Hubo el caso de una mujer que recibió un telegrama diciendo que su hijo había muerto en Vietnam. Como resultado, ella dejó de hablar, se sentó en una mecedora cerca de una ventana, y siguió meciéndose hacia adelante y hacia atrás, mirando aturdida por la ventana. Estaba en el estado llamado apatía, con una pérdida completa de energía. El mundo parecía desesperado y, para ella, Dios estaba muerto. Se mecía hacia atrás y hacia adelante en este estado de desesperanza, no respondiendo verbalmente a su familia. Se negaba a comer, y apenas dormía algunas siestas, tal vez, durante la noche; tan sólo se quedaba mirando fijamente por la ventana en un estado de apatía total. Encontramos que ciertos cambios habían tenido lugar en la química de su cerebro como resultado de esto, y algunos neurotransmisores estaban agotados.

Mientras tanto, la familia no sabía qué hacer y estaba muy perturbada. Unos diez días después, la familia recibió otro telegrama del Departamento de Defensa de EE.UU. diciendo que todo era un error, y que su hijo no había muerto en acción, que era otro militar con el mismo nombre y un número de identificación que tan sólo difería en un dígito, había habido un error informático. La familia le dijo a la mujer: «Madre, madre, ¡que no está muerto!» Ella continuó meciéndose en la mecedora, mirando fijamente por la ventana, como si ni siquiera los oyera.

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Por lo tanto, el cambio de las circunstancias del mundo exterior no necesariamente va a cambiar el malestar, porque este ha iniciado ya un proceso. Es el proceso lo que ha de ser manejado. Los acontecimientos externos no tienen que ser aceptados, porque eso es justo lo que no podemos hacer. No podemos aceptar las circunstancias que han ocurrido en nuestra vida. Lo que podemos hacer es aceptar y entregarnos al hecho de que hay que hacer de tripas corazón y estar en esa situación en estos momentos. Por ejemplo, si nuestra pierna está atrapada en una trampa para osos y no hay manera de salir, nos entregamos a la experimentación, la necesidad de sentarnos en ella, enfrentarla, manejarla, y entregase a la vivencia de la experiencia con las técnicas que ya presentamos.

Para ser eficaces, uno presta poca atención a la mente, porque la mente realmente no tiene ninguna solución para el problema. La mente dice: «Si tan sólo pudiéramos cambiar las circunstancias externas.» De aquí es de donde provienen a menudo las experiencias de la gente con la oración. Sin saber por qué orar, puede llevarles a la amargura el estar rezando en una dirección equivocada. Muy a menudo la oración se dirige en la dirección de «Por favor, deshaz esto; por favor trae de nuevo la alegría a mi vida; por favor devuélveme mi pulgar; por favor cambia lo que está pasando ahí fuera.» La oración, en este sentido, es muy probable que sea ineficaz, porque la forma de la oración es como: «Querido Dios, por favor, déjame ser unos 30 centímetros más alto.» ¿El problema es de Dios, o el problema es de la falta de comprensión acerca de cómo orar?

En estos momentos, la oración podría ser: «Por favor estate conmigo; enséñame a entregarme y manejar esta experiencia», y pide la percepción consciente de la Presencia de Dios. Estaríamos pidiéndole a Dios que asumiera la experimentación en lugar de nosotros. Curiosamente, a medida que seguimos entregando la vivencia de la experiencia, a medida que dejamos de resistirla y etiquetarla, estamos progresivamente entregándola.
Hemos de rechazar la atracción a prestar atención a la reflexión y al “hacer algo” exterior para tratar de cambiar la situación. Entonces surge la voluntad de entregar el etiquetar y hacer que la energía emocional tome forma. La total entrega a la propia energía, nos lleva al estado interior a medida que conseguimos profundizar en la entrega de que algo se está experimentando, y que algo está manejando la vivencia de la experiencia por nosotros. Es como si el yo personal ahora se retirara, y lo único que podemos decir es que la energía está siendo manejada.

Los que rezan en esa dirección se vuelven conscientes de lo que está manejando la experiencia, ya que a medida que uno se interna en la entrega de la experiencia, te das cuenta de que está siendo manejada. Es como si algún campo de energía, algún modo infinito de existencia, algún aspecto del ser, lo estuviera manejando. Entonces viene la sorprendente realización de que uno nunca lo manejó en absoluto; para empezar, era una especie de ilusión que estaba proyectándome a mí mismo en ella dándole forma, y la identificación con lo que estaba causando el dolor. El dolor proviene de la resistencia y la insistencia en que el yo personal y todos sus aspectos tienen que ser manejados, que tiene que hacer algo respecto de la experiencia exterior – demandar a alguien, cambiar la casa o mudarse a un lugar diferente- a medida que se entrega a sus pensamientos. Se entrega el querer controlarlo y cambiarlo. Se entrega a la experiencia interior y, finalmente, lo ve como un gran regalo, pero sólo cuando se sale al otro lado.

Para aquellos que están alineados conscientemente en su vida con el trabajo espiritual: ¿Qué aspecto del trabajo espiritual buscas? ¿Qué opinas del trabajo espiritual? ¿Cuál es la naturaleza de lo que usted llama espiritual, o conciencia, o tratar con su inconsciente o su súper-consciente? ¿Qué es lo que le parece a usted?

Algunas personas han pasado muchos años diciendo que veían a una persona de rodillas y rezando, o veían a la persona en la iglesia. Ellos ven a una persona en una reunión donde todos están tomados de la mano y diciendo «Om», y que ven la luz en el centro del círculo. Se imaginan a sí mismos sentados con un libro y estudiando hasta la medianoche o hasta la una de la madrugada. Se ven a sí mismos escuchando cintas de audio de muy conocidos oradores espirituales, o se ven a sí mismos en las convocatorias de “cuerpo, mente y espíritu», o en servicios de curación. Este es todo el panorama de lo que la mente abarca y llama “trabajo espiritual”.

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Cuando nos enfrentamos a una crisis vital, sin embargo, no parece trabajo “espiritual”. El trabajo espiritual es descrito como el estudio de un libro de texto, mirar la foto de un gurú, y cantar canciones. Luego se produce una catástrofe aguda, y el trabajo espiritual se pasa por alto. Luego se reanuda, después de haber manejado las diversas situaciones de emergencia y las tareas de uno en la vida.

Es como si en realidad no viéramos la esencia del trabajo espiritual. No vemos que el trabajo espiritual nos lleva a estas crisis agudas, nos lleva a ellas, y que son una oportunidad. Aquí es donde el trabajo espiritual está sucediendo. Lo otro era una preparación, una recopilación de información y experiencias, decidir la dirección y acumular conocimiento espiritual. Entonces, de repente, llega el momento de la verdad, el momento de hacerlo.

Hay gente que ha estado en el trabajo espiritual y en círculos metafísicos durante muchos años, y nada cambia en sus vidas. Tienen las mismas enfermedades y problemas, su vida personal es la misma. No han tenido ninguna de las experiencias de la verdad interior de las que oyen hablar, ¿y por qué es esto así? Cuando la vida nos brinda una oportunidad de oro, ese es el momento de realizar el verdadero conocimiento espiritual. Es el momento de la transformación, el momento de dar ese salto de conciencia. Esos son los momentos de oro.

Las catástrofes agudas son los momentos en los que hacemos grandes saltos, cuando nos enfrentamos a ellos directa y fijamente, y decimos: «No voy a desviarme de este trabajo espiritual.» Ahora estamos realmente confrontados a un verdadero trabajo espiritual. No es como leer unas frases que suenan agradables en un libro o el mirar algunas fotos felices. En cambio, estamos justo en medio de ello, apretando los dientes. El apretar de dientes del trabajo espiritual se produce cuando nos enfrentamos a lo que no podemos evitar. Es la confrontación directa que requiere un salto de conciencia.

Estas son oportunidades de oro que no tienen precio, si las vemos de esa manera, si estamos dispuestos a estar con ellas y decir: «Está bien.» La voluntad de llevarlas adelante, sin importar lo dolorosas que sean, permite un gran salto en la conciencia, un avance real en sabiduría, conocimiento y consciencia. Eso que leemos en los libros y luego se convierte en nuestra propia experiencia interior.

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Hay algo por debajo de la emotividad que está experimentando esta energía que surge de una persona. Ella está, literalmente, siendo manejada por algo mucho mayor que el propio ser personal de uno. Si sólo estuviera presente el pequeño yo personal, estarías totalmente inundado y arrasado por la energía liberada durante estas experiencias. Uno sobrevive a la experiencia porque existe algo mayor que el yo personal que es más que capaz de manejarlo.

El truco de la mente es no ver eso. Trata de cambiar lo que pasa “por ahí fuera», trata de representarlo y luego vuelve a descender al intelecto y encuentra que el intelecto no va a resolver este tipo de problema. Cuando nos ha caído un gran roble y roto todos los huesos en la parte delantera del pie, lo que se necesita en este momento es nuestra disposición y voluntad para manejar lo que presenta la vida. Tener las herramientas y la voluntad nos brinda una curación muy rápida.

Se da la consciencia en un agobio agudo, de que realmente podemos manejar las experiencias. Parte del pánico proviene de la comprensión de que lo que pensamos que somos – nuestro poder, el yo limitado – no es rival para el poder de esta experiencia. Eso es precisamente lo que está pasando, el yo personal limitado e individual, no puede manejar lo abrumador. Este es el valor espiritual preciso de ello. ¿Qué es lo que realmente queremos cambiar acerca de la experiencia? Veremos que lo que queremos hacer es cambiar cómo nos sentimos al respecto. Lo que podemos saber es que los sentimientos van y vienen. El suceso no nos va a molestar después de sentir ese estado emocional. Todo lo que tenemos que experimentar es el aumento agudo y la energía de la emoción. Los acontecimientos se cuidarán por sí mismos.

El deseo de cambiar lo que ocurrió y cómo nos sentimos al respecto tiene que ser entregado. La confrontación está ahí, y lo único que podemos hacer es decir sí al experimentar a través de ello sin importar cuál sea su naturaleza, ya sea esta la muerte de un ser querido, un divorcio, una separación, una emergencia grave o una lesión catastrófica. Todas provocan un estado de shock que es igual, sin importar cual sea el evento precipitante. El shock es la súbita comprensión de nuestra impotencia, el hecho de que nuestra voluntad se ha encontrado con un muro de ladrillo, que no somos imparables y que hemos sido detenidos, y que la voluntad personal no puede seguir su camino. Por lo tanto, el shock y la realización de todo esto son lo mismo en todas las experiencias, junto al hecho de que es invariable y permanente. Eso es un shock. Es como si nos acercamos a toda velocidad contra una pared de ladrillo, y cada momento en la vida que hacemos esto, se libera el mismo campo de energía.

Si usted ha estado en más de una de estas experiencias en su vida, usted puede mirar hacia atrás y darse cuenta de que esto es así, y que cada vez el estado de shock era el mismo. La experiencia y la secuencia fueron las mismas. Hubo una experiencia de sensación de entumecimiento repentino, el estado de incredulidad, y luego la liberación de todos los sentimientos negativos.

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Cuando nos fijamos en los sentimientos negativos con precisión en algunas de las experiencias que hemos tenido, nos damos cuenta de que hemos experimentado todo esto. Hemos experimentado la totalidad de ese campo de energía negativa, por la mañana estaría presente y por la tarde seguiría estando presente. De hecho, en el plazo de un minuto, fluctuamos adelante y atrás. Es como un campo de energía chispeante en el que la forma de la emotividad alterna de la ira al resentimiento, a la autocompasión a los celos, a la revancha, a la venganza, al odio, a odiar a Dios, a odiarse a uno mismo, a culpabilizar a la familia y a la sociedad, a culpar a los gobiernos y las leyes. La mente corre salvajemente en torno a ese campo de energía negativa. Podemos ver lo difuso y la falta de forma de ello. Es como un cesto lleno de energía negativa, y sólo tenemos que manejar la cesta, no todas las pequeñas cosas que se alternan a su alrededor. Sólo tenemos que manejar el “todo” de ello. Cuando vemos que se está descomprimiendo el “todo” de ello, nos desplaza rápidamente a su través y salimos al otro lado. Vemos qué es, en la experiencia, inevitable, y debemos tener la voluntad de entregarnos al trabajo que ha de hacerse ahora. ¿Cómo podemos saber cuándo se termina ese trabajo? Cuando de repente salimos a ese estado de paz interior.

Sabemos que años después, la gente sigue teniendo resentimiento e ira y todavía están atrapados en algún aspecto de ese campo de energía negativa, porque los acontecimientos no fueron gestionados desde el principio. La persona no estaba dispuesta a sentarse y manejarlos hasta el final. La gente no están dispuesta a hacerlo por el dolor que implica y porque ellos no conocen las técnicas al uso. Cada vez que van a ello, volvieron de nuevo a empezar a tratar de cambiar los acontecimientos del mundo y manejar los pensamientos. El intelecto y la mente tratan de resolverlo, y la persona se dirige al mismo callejón sin salida. Al no tener una herramienta eficaz con la que controlar los acontecimientos, el trabajo sigue siendo incompleto.

¿Qué sucede con el trabajo no completado y las emociones que no fueron liberadas? Lo que quedó deshecho empieza a expresarse en las actitudes emocionales y en el cuerpo en forma de enfermedades. La culpa inconsciente que no fue soltada durante la catástrofe que sucedió hace muchos años, llega más adelante a través del sistema nervioso autónomo y el sistema de energía de la acupuntura y se conecta con algo de la mente.

El campo de energía de la culpa, el miedo o la ira, se acopla luego a algún sistema de creencias en la mente en alguna enfermedad en particular, lo que deriva en una enfermedad física. En el psicoanálisis, sería llamado psicosomática; y, en este caso, la contribución del elemento psicológico está en la superficie y bastante visible. El resultado final de la gestión emocional no resuelta de una experiencia catastrófica es, a menudo, una enfermedad que puede ocurrir muchos años más tarde. El duelo que quedó por resolver en el momento de la muerte de algún familiar hace veinte años, por ejemplo, puede ahora expresarse como un ataque al corazón.

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Una cosa ha sido manejada cuando nos sentimos en paz y plenos con ello. Ya no se repite o nos proporciona dolor cuando pensamos en ello; nos sentimos satisfechos. Puede haber pesar por tener que vivir con ello, pero de algún modo salimos como un tipo de persona diferente y con ese conocimiento, hay una cierta sensación de paz que nos permite saber que ahora ha sido manejado.

Las experiencias catastróficas son las semillas, la esencia misma de la experiencia espiritual última. Dentro de ella y siguiéndola hasta su núcleo central, caminando totalmente por el acantilado en completo abandono, la entrega plena de la experiencia es la misma semilla y el núcleo de eso que el buscador espiritual ha estado buscando todo este tiempo.

En muchas situaciones catastróficas de la vida ordinaria hay una resolución incompleta de la experiencia, junto a la falta de consciencia de las cualidades y oportunidades que son como joyas en los hechos. Estamos abrumados por “el que” y miramos en la dirección equivocada. La mente también recibe una recompensa secreta de las emociones negativas (por ejemplo: atención, autocompasión, drama) además de la indulgencia del martirio, etc.

Muchas veces cuando se introducen drogas se producen estados alterados de conciencia, y a la persona se la lleva a la sala de emergencias. Lo que podría ser un descubrimiento espiritual crucial es cubierto por una venda, y la familia trata de distraer a la persona del trabajo espiritual.

El aspecto esencial del beneficio espiritual proviene de ir directamente a la experiencia. Hay un dicho en el Zen: «Camina hacia adelante, no importa qué»; por lo que cuando esta experiencia catastrófica viene, es beneficioso ir uno mismo derecho a su centro, decirle «sí» y experimentarla.

Ha habido experiencias catastróficas en mi vida cuando las tiritas estaban disponibles y me negué a aceptarlas, porque para entonces ya había aprendido el valor de vivirlas. Las tiritas realmente evitan el experimentar lo que podríamos llamar “tocar fondo”. El concepto de “tocar fondo”, que es bien conocido en el manejo de muchos problemas graves, tales como el alcoholismo, significa el dejarse ir completamente.

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En una situación catastrófica grave, la mente tratará de aferrarse a lo que le es familiar. Intentará el escapismo, las distracciones, los tranquilizantes, las drogas y el alcohol, y otras varias formas de tratar de mejorar la situación en lugar de enfrentarse directamente y trabajar a través de ella.

La esencia de una situación catastrófica es la total entrega al descubrir eso que es mayor que el yo personal. El experimentar totalmente una catástrofe nos lleva a la conexión y la realización de que hay algo dentro de nosotros que tiene el poder de sostenernos, sin importar lo catastrófica que la experiencia parezca ser. Como resultado, salimos al otro lado como personas mejores, con la consciencia de que hay algo, que hay una Presencia, una cualidad o un aspecto de la vida interior que tiene el poder de apoyarnos a través de la mayoría de situaciones que parecían imposibles.

Si la experiencia catastrófica no es trabajada completamente, quedan ciertos residuos. Es como si hubiéramos caído a mitad del precipicio. Algunas personas piensan que han caminado por el precipicio, pero en realidad encontramos que estaban cruzando secretamente sus dedos y colgándose de algún pequeño saliente o línea de vida. El abandono a Dios no fue realmente total, porque una duda permanecía, y esa duda es el residuo de, por ejemplo, el dolor o el miedo a la experiencia. Si no experimentamos algo mayor que el yo personal cuando pasemos por la experiencia, podemos terminarla con una limitación, una cierta parálisis, la imposibilidad de ir más allá de un cierto punto, y la voluntad de participar se vuelve limitada. La persona dice: «Preferiría vivir una vida limitada que enfrentar ese tipo de experiencia de nuevo. Preferiría no volver a amar que amar y perder.» El dicho es: “Es mejor haber amado y perdido, que no haber amado nunca.» La vivencia del amor nos pone en contacto con nuestro Ser, aquello que es mayor que nuestro pequeño y limitado yo.

La completa resolución nos pone en contacto consciente con algo que es mayor que el yo personal. Muchas personas que han probado esto atestiguan el hecho de que cuando entregaron el pequeño yo a algo mayor que ellos mismos, entraron en contacto con lo que ellos consideraron ser “real”. Esa experiencia personal interior de la realidad espiritual, le lleva a uno al aprendizaje de una profunda convicción interior. De esta convicción interior proviene la voluntad de reincorporarse a la vida de nuevo, a participar en ella y a asumir los riesgos y las oportunidades.

¿Cuál es la experiencia interior de tocar fondo? Proviene de los sentimientos de la desesperación y la desesperanza; el pequeño yo de la persona está diciendo: «Yo, por mí mismo, no puedo manejar esto.» La persona se entrega debido a la desesperanza, y de ella proviene la voluntad de dejarse ir, de entregarse a algo mayor que uno mismo. En la parte inferior, metido en el hoyo, uno se da cuenta y acepta la verdad de que «Yo, por mí mismo, por mi propio ser personal e individual, por mi propio ego-yo, soy incapaz de manejar esto. Soy incapaz de resolverlo.» Es a partir de esta derrota que surge la victoria y el éxito. El fénix alza el vuelo desde las cenizas de la desesperación y la desesperanza. No son de valor ni la desesperación ni la desesperanza, sino el dejarlas ir, y la realización de la limitación del pequeño yo. En medio de la catástrofe, la persona dice, «Me rindo; no puedo manejar esto», y luego, consciente o inconscientemente, pide ayuda a Dios.

Debido a la ley del libre albedrío y a la naturaleza de la conciencia, que es lo que es, se dice que los grandes seres que están dispuestos a ayudarnos a todos nosotros están esperando por nosotros para decir «sí». Es el súbito giro de estar en el fondo del barril a la voluntad de aceptar que hay algo superior a nosotros mismos a lo que podemos recurrir. Cuando la persona dice: «Si hay un Dios, le pido que me ayude», entonces ocurren grandes experiencias transformadoras que se han registrado en toda la historia desde el comienzo.

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El comienzo de la gran organización mundial de Alcohólicos Anónimos (AA) surgió de una experiencia así. Bill W., el famoso fundador de AA, había tocado fondo. Se encontraba en un estado de total desesperación, de desesperanza, y entregó el yo personal. En ese momento él no era creyente, pero dijo: «Si hay un Dios, le pido que me ayude.» En ese momento se produjo una gran experiencia transformadora, el poder espiritual de lo que se evidencia en los millones de vidas que han sido afectadas por la energía que fluye al mundo como resultado de que este hombre está compartiendo su experiencia espiritual.

Obviamente, el dejar ir y el tocar fondo son cruciales. Es a partir de la consciencia de que no podemos cambiar las cosas y de que estamos limitados y somos impotentes, que descubrimos lo que tiene poder en el universo. Ese poder viene y se encarga de la experiencia, y sabemos cuando sucede esto debido al profundo estado de paz. Donde había agonía, ahora hay un estado de paz infinita y la inefable conciencia de la Presencia Infinita.

Históricamente, hubo una ocasión especial en donde surgió la comprensión de la verdad, pero eso no es necesario en absoluto; es sólo un tipo de experiencia. En realidad, esta es la naturaleza del trabajo espiritual de todos los tiempos. La persona que está involucrada en un trabajo espiritual está siempre observando lo que está ocurriendo en su vida, viéndola como el maestro, como el grano para el molino. Lo que está sucediendo representa lo que se está trabajando, por lo que una catástrofe grave no sería más que una continuación de un proceso que está en marcha de todos modos. Como resultado, la persona que está intensamente involucrada en el trabajo espiritual, después la verá como una oportunidad de oro, dolorosa y lamentable tal vez, pero de gran beneficio. La naturaleza esencial del trabajo espiritual es permanecer centrado en lo que surge instante a instante y tomar consciencia de “qué” se está experimentando y donde está siendo experimentado.

Existe una técnica meditativa y contemplativa que puede ser utilizada para lograr el mismo resultado. Esta es el proceso de constantemente dejar ir el querer controlar la vivencia, y el experimentarla en sí. Entonces se produce la súbita comprensión de que la consciencia está siendo manejada por algún aspecto infinito de la conciencia (el Ser); lo que puede haber sido sospechado previamente, pero no realizado auténticamente. Después, esta toma de consciencia de la Presencia se produce con mayor frecuencia.

De esta experiencia proviene una disposición cada vez mayor a confiar en esa Presencia interior y la cada vez menor y menor confianza en el pequeño yo. Con menos frecuencia, entonces, la persona va al pequeño para gestionar los problemas de su vida, ya que se da la progresiva voluntad de entregarse al Ser superior de uno. La progresiva pérdida de la identificación con el pequeño yo y la creciente identificación con la Presencia, junto a la voluntad de entregar la vida y todos sus aspectos a la voluntad de Dios, se convierte en la esencia misma del ejercicio espiritual de la persona y la experiencia.

La experiencia catastrófica aguda es una oportunidad clave de aprendizaje que nos enseña a ir al auténtico núcleo, a la esencia misma de la experiencia, para ver cuál es y manejarla en el nivel de la vivencia en el campo de la energía de la conciencia misma. Existe la voluntad de entregar y dejar de querer cambiar lo que pasó “ahí fuera”. Se da el dejar ir del querer controlar al pensar en ello y tratar de manejarlo con el intelecto y las emociones. Existe la voluntad de entregarse a la esencia de la experiencia sin llamarla de ninguna forma, o etiquetarla, o ponerle nombres. Existe la voluntad de manejar el campo de energía de la misma e ir directamente a la experiencia interior. La entrega a la experiencia interior es una puerta abierta a la experiencia de algo mayor que el pequeño yo personal.

Cada catástrofe, por tanto, es una repetición y una representación de otra oportunidad para esta gran experiencia de aprendizaje espiritual; por lo tanto, las personas que han pasado por grandes experiencias catastróficas expresan su gratitud. A menudo la gente dice: «Aunque no me gustaría vivirlo de nuevo, estoy muy agradecido por esa experiencia.»

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¿Cómo puede una persona estar agradecida por lo que el mundo considera una terrible catástrofe o una enfermedad progresiva terrible? Lo que aprendieron de la catástrofe fue de tan gran dimensión, que el precio valió la pena porque, a través de realización de la verdad, descubrieron la reconexión con el núcleo esencial de su ser.

A medida que crecemos espiritualmente y nos volvemos espiritualmente educados, se tarda menos y menos en llevar a cabo la voluntad de hacer frente a esta experiencia interior. Se podría decir que una persona en el “fondo del barril” consigue levantarse progresivamente. La persona no tiene que pasar por el dolor agonizante anterior, están dispuestos a dejarse llevar y entregarse. Cada vez más surge la voluntad de hacerlo sobre la base del día a día, para que se convierta en parte integrante de la propia vida, observando constantemente cómo uno está tratando de controlar las cosas, o tratando de cambiar la voluntad de Dios, o cómo uno está tratando de cambiar y controlar a Dios. A menudo se da la voluntad de entregarse totalmente y a gran profundidad, y entonces uno ve que la entrega se produce a diferentes profundidades.

En la vida ordinaria, nos entregamos poquito. Bajo una presión mayor, estamos dispuestos a entregarnos más y darnos cuenta de que no tenemos que ponernos bajo una presión catastrófica a fin de estar dispuestos a entregarnos a gran profundidad. La transformación de la personalidad, el cambio global de la posición espiritual de uno, vino tradicionalmente por una entrega a gran profundidad. ¿Qué significa entregarse a gran profundidad? ¿Cómo podemos entregarnos a gran profundidad sin tener que ponernos a nosotros mismos en una terrible catástrofe emocional a fin de cumplir el mismo trabajo espiritual? Al ver la naturaleza esencial del proceso, nos educamos. Nuestras posiciones cambian y somos de una manera de ser diferente. Estamos dispuestos a estar en la vida en todas sus expresiones. La voluntad se experimenta entonces como un estado interior de vitalidad. De ella surge la voluntad de aprovechar la oportunidad, porque ahora sabemos que estamos acompañados por algo mayor que el yo personal. No es el yo personal el que tiene que manejar lo que llega a la vida. La Infinita Presencia que está siempre con nosotros es más poderosa que la voluntad humana y el ego. El ser trae dolor y sufrimiento; el Ser irradia curación y paz.

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Cabellera de estrellas

QUÉ ES EL MIEDO Y CÓMO SUPERARLO: EL GRAN SECRETO

DE LA TRANSFORMACIÓN PERSONAL Y SOCIAL

  Barraseparadora artística

Este artículo es un resumen del capítulo 9 del libro

“Selección de conferencias holísticas”, del Dr. David R. Hawkins,

titulado Preocupación, Miedo y Ansiedad.

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Revisión de la traducción, introducción,

comentarios, notas y conclusión: Óscar García


INTRODUCCIÓN

Dice Silo en “La Mirada Interna”: “Si te hablo con desinterés de aquello que hace libre al ser, merece la pena que intentes comprender”. Nada mejor que esta frase para introducir este artículo cuyo contenido es uno de los máximos regalos que nos ha hecho el Dr. David R. Hawkins, un psiquiatra, científico y descollante personalidad norteamericana, cuya obra resulta fundamental conocer para todo sincero buscador de sí mismo.

El asunto que aquí se trata – el miedo y cómo superarlo -, en la forma y profundidad con que lo desentraña el Dr. Hawkins, nos proporciona los elementos comprensivos y algunas herramientas imprescindibles para salir de la esclavitud y alcanzar nuestra libertad espiritual, así como para construir las bases de una sociedad verdaderamente solidaria y justa.

Por tanto, repetimos: si se nos habla con desinterés de aquello que hace libre al ser humano, vale la pena que intentemos comprender. Así pues, amigo/a: lee, estudia y medita con atención el contenido de este artículo. Compartir es parte de la atmósfera de la comprensión y el camino para transformar este mundo en un verdadero hogar.

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“La salud holística utiliza la frase ‘cuerpo, mente y espíritu’ con frecuencia, por lo que será útil entender más sobre ella. ¿Qué significa realmente? ¿Es sólo una frase o un eslogan? ¿Es el “espíritu” una abstracción metafísica o una sentencia religiosa? ¿Se trata de una fantasía de las personas que no están muy bien conectadas con el mundo real? Definir esta relación una vez más, nos ayudará a acelerar nuestro trabajo a través de una mayor comprensión.”

“Una vez más queremos revisar cómo la experiencia humana se da y buscar en nuestro interior para ver cómo este fenómeno se produce realmente. Al analizar la relación entre el cuerpo, la mente y el espíritu desde la perspectiva de la experiencia, algunas cosas pueden sonar un tanto sorprendentes, como el hecho de que el cuerpo no puede experimentarse a sí mismo…. Todos tendemos a pensar en nosotros como un cuerpo y creer que “yo soy el cuerpo”. Sin embargo esto no es cierto, porque el cuerpo es incapaz de experimentarse a sí mismo. Por ejemplo, mi brazo izquierdo no puede experimentarse como brazo izquierdo. Hay sensaciones provenientes del cuerpo, pero no estoy experimentando el cuerpo…, estoy experimentando las sensaciones del cuerpo pero… ellas no pueden experimentarse a sí mismas. Las sensaciones procedentes del brazo tienen que ser experimentadas en algún lugar que está en la mente.”

“Si hacemos una incisión en el cerebro que borre parte de la mente en funcionamiento, o al menos la forma en que opera en el plano físico, no somos capaces de experimentar el lado opuesto del cuerpo. Esto es muy común después de un derrame cerebral, cuando el paciente es incapaz de experimentar en la mente… la existencia de una parte de su cuerpo. Por lo tanto, el cuerpo no puede ser experimentado sin la sensación y la sensación sólo puede ser experimentada en la mente. Curiosamente, la mente no puede experimentarse a sí misma. Un pensamiento no puede experimentar su propio pensar, un recuerdo no puede experimentar su propia memoria, y una fantasía no puede experimentar su propia fantasiosidad. Lo que pasa por la mente tiene que ser experimentado en realidad en un campo de energía que es mayor que la propia mente, el cual es llamado ‘la conciencia’.»

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“La conciencia le permite a uno ser consciente de lo que sucede en la mente y es el motivo básico para anestesiar. Con la anestesia la conciencia es borrada, lo que resulta en no ser consciente de lo que está pasando en la mente. Sin conciencia, no hay consciencia de la mente o el cuerpo; sin la mente, no hay consciencia de las sensaciones o el cuerpo. En consecuencia nos daremos cuenta, observándonos a lo largo del día, que todas nuestras experiencias se están experimentando de un modo más general, que se realizaron en un campo de experiencia que es casi difuso. Es casi como si estuviera en todas las partes del espacio y éste estuviera en el interior de la propia conciencia.”

“Un interesante experimento es averiguar dónde creemos que realmente experimentamos un pensamiento. La mayoría de la gente piensa que es en su cabeza, pero eso es un pensamiento sobre el pensamiento. Si les pedimos que ahora dejen cualquier creencia acerca de dónde creen que están experimentando un pensamiento y, en su lugar, apunten exactamente donde un pensamiento está siendo experimentado – la verdad básica de donde el fenómeno se está produciendo – aprenden que no hay ningún lugar en particular donde el pensamiento ocurre. Todo lo que pueden decir es que el pensamiento está ocurriendo y que ellos tienen una consciencia del pensamiento, pero no pueden poner su dedo donde ello está siendo posible, en ningún lugar en particular donde esté siendo experimentado, en general, de una forma integral.”

“Es muy necesario para nosotros saber esto, porque algunas de las técnicas que utilizaremos anulan muchos de los sistemas de creencias que están en la base del sufrimiento humano. La conciencia en sí es como una pantalla de cine en la que aquello que está cambiando es experimentado. Si nos fijamos, veremos que toda la experiencia es experiencia de cambio. El movimiento que experimentamos es el ir y venir, el retroceso, la decadencia y el flujo. La razón por la que podemos experimentar lo que cambia, es porque se está experimentando desde un fondo que es inmutable. Es debido a que la pantalla de la película permanece, que podamos ver el movimiento de la película. Por lo tanto, aquello que cambia es lo que es experimentado y es experimentado en la propia conciencia, la cual no tiene una ubicación exacta.”

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Antes de pasar a otras consideraciones referidas al miedo y la ansiedad como consecuencia de cierto nivel y estado de la conciencia, el Dr. Hawkins explica la llamada ‘Función Hipoglucémica’, como factor orgánico desencadenante de muchas emociones negativas:

“Un origen frecuente de la ira y otras emociones negativas es el problema psicológico de la ‘función hipoglucémica’ (bajo azúcar en sangre), que se asocia con una reacción exagerada a la ingesta de azúcar en la dieta. Esto también se denomina “hiperinsulinismo”, que es una reacción exagerada a la glucosa y a la sacarosa. La caída repentina de azúcar en la sangre puede precipitar reacciones emocionales internacionales de ira, rabia, miedo, temblores, pánico, o incluso violencia.”

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“El diagnóstico se puede hacer clínicamente simplemente deteniendo todo el consumo de azúcar y observando la desaparición de los síntomas negativos. Puede ser verificado por una prueba de tolerancia a la glucosa de cinco horas. En una persona normal, los niveles de glucosa al principio aumentan rápidamente y luego poco a poco desaparecen. El patrón de la hipoglucemia, sin embargo, muestra una rápida caída en el nivel de glucosa en sangre y la repentina caída puede entonces precipitar emociones negativas bastante graves, agitación física, debilidad o incluso desmayos. También puede derivar en el ansia por el alcohol o los sedantes. El trastorno es bien conocido en los programas de recuperación como el de Alcohólicos Anónimos…”

“Cuando los posibles pacientes llamaban a mi oficina, les decía que dejaran de ingerir todo el azúcar (y alcohol) hasta que los viera en la consulta. Con los años, el veinticinco por ciento de los pacientes estaban ‘curados’ (asintomáticos) en el momento en que los veía. Debido a la alta prevalencia de este trastorno clínico y sus diversas formas de expresión, vale la pena investigarlo como un elemento que contribuye en todos los trastornos emocionales. Puede incluso ser el detonante de episodios psicóticos, así como de violencia física. Algunas personas sin diagnosticar terminaron en la cárcel o en prisión por asalto y otros delitos de violencia. Es una causa frecuente de conflictos conyugales o de tipo social, fricción familiar y trastornos del comportamiento.”

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“El miedo – continúa Hawkins – es un nivel de conciencia a ser abordado donde está, no en su expresión y extensión en el mundo – el miedo a esto, el miedo a aquello – y no tratar de controlarlo en el ámbito de lo particular, sino manejarlo más bien como un nivel de conciencia. Esto se hace tomando consciencia de lo que somos, que es mayor que el miedo, y aprender a dejar de identificarnos con la emoción porque no somos eso. Somos un campo global en el que el miedo está siendo experimentado. Este se convierte en una pequeña cosa que ocurre dentro de un contexto más amplio, en el cual nos volvemos conscientes de nosotros mismos como lo que realmente somos.”

“Uno de los mayores obstáculos para gestionar el dejar ir del miedo, es el miedo al propio miedo. Vamos a describir una técnica que disipa el miedo al miedo. Una vez que ya no tenemos miedo al miedo, el asunto se convierte en muy simple. ¿No es el miedo al miedo el problema? Una persona que tiene miedo al miedo, al igual que la persona que va al dentista, está preocupada por el dolor; ese es el temor inicial. Cuando empezamos a buscar la naturaleza del miedo, podemos ver que el número de miedos es interminable; por lo tanto, las personas se convierten en víctimas y se convencen de que el origen del miedo está fuera de ellos mismos.”

“Si la gente piensa que el origen o la fuente del miedo está fuera de sí mismos, entonces sería muy poco lo que podrían hacer al respecto. De hecho, realmente, nada podrían hacer. En tanto que continúe la creencia de que el origen está fuera de ellos mismos, siempre serán las víctimas del miedo, hasta que comiencen a darse cuenta de que es una condición presente en ellos y que ellos son el origen del miedo que proyectan sobre el mundo. Por supuesto, están seguros de verlo ‘ahí fuera’ porque simplemente lo proyectaron hacia fuera.”

“Cuando nos fijamos en el miedo, vemos lo omnipresente que puede llegar a ser. Si nos damos cuenta de que el miedo es un nivel de conciencia, entonces nos daremos cuenta que a partir de ese nivel de conciencia el miedo puede ser adherido a todo. Tratar de superar los miedos particulares puede tener un cierto valor limitado, pero eso no le cambia a uno como persona temerosa… El temor a un miedo específico puede ser clínicamente útil y de utilidad práctica en la vida, pero no altera lo que uno es. Las condiciones del miedo pueden ser cambiadas para que ya no te sientas como un pequeño ser que no tiene poder y está en camino de ser la víctima del propio miedo.”

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“… .Al abordar el campo de energía del Miedo, empezamos a darnos cuenta de que el tener miedo puede unirse a cualquier cosa y a todo en nuestras vidas… Queremos a nuestra madre y surge el miedo de “¿qué pasaría si la perdiéramos?” Nos encanta nuestro cuerpo hasta que surge el miedo a la muerte o enfermedad. Nos encanta el dinero hasta que surge el miedo a la pérdida o a ser acusados de codiciosos. No importa lo que pensemos sobre algo, el miedo puede ser adherido a ello. Nos gusta nuestro automóvil hasta que surge el miedo a un accidente. Una persona miedosa une el miedo a todo; por lo tanto, todo lo que llega a la mente proviene de un campo de energía temeroso y se colorea de miedo…”

“Si nosotros somos el origen de ese campo de energía, entonces toda nuestra experiencia provendrá del campo del miedo y todo en nuestra vida puede convertirse en miedo. El futuro es terrible: la vejez, el envejecer, lo que va a pasar con el cuerpo, lo que va a pasar con mis finanzas, lo que va a pasar con mis relaciones, qué le va a pasar a mi familia, qué le va a pasar a mi cuenta bancaria, qué le va a pasar a mi país, y qué va a pasar al mundo.”

“Las personas que desarrollan miedo global te hablarán de su miedo a la aniquilación nuclear, o a las guerras intergalácticas, o a los meteoros, o a catastróficos ‘fin de los tiempos’. La expansión del miedo no cambia el hecho de que todavía es sólo miedo. Exaltarlo y hacerlo parecer dramático no cambia el hecho de que es sólo miedo. Los miedos a la guerra intergaláctica o a la destrucción y el fin de la raza humana, no son diferentes al miedo del niño a la oscuridad o el miedo a que un perro pueda mordernos. Experimentalmente, el miedo siempre es la misma emoción.”

“Característico a todos ellos es el campo de energía llamado Miedo. El Miedo a ‘qué’ es en realidad inmaterial. Hemos de aprender a buscar entre los pensamientos y sentimientos. Realmente hemos de buscar por debajo de las sensaciones el campo de energía del cual surge la sensación que se está originando y luego aprender a manejar este campo de energía. Cuando hacemos esto perdemos nuestro miedo al miedo, y en la medida en que esto sucede, empezamos a aprender a manejar el miedo directamente. Es una cosa extremadamente sencilla de manejar una vez que estamos familiarizados con algunas de las técnicas fáciles preferidas.”

“El mundo funciona bastante bien con gente miedosa, ya que las vidas personales también están predominantemente dirigidas por el miedo. Pero una vez que hemos aprendido una manera de evitar ser acorralados por el miedo, empezamos a trascender el mundo, así como a trascender el ser una víctima, ya que el mundo puede amenazarnos sólo por el miedo. Si nos cierran nuestra cuenta bancaria, realizan una auditoría, nos persiguen, nos dejan o nos provocan, el arma sobre nuestras cabezas es siempre la misma: el arma del miedo…, no hay ningún final al número de temores, pero hay un fin al miedo y a ser una víctima del miedo.”

Texto 1a

“Aprenderemos a perder el miedo al miedo, a disfrutar el proceso, a empezar a sentirnos realmente bien con nosotros mismos, cuando nos demos cuenta de que ya no somos la víctima…, que es el efecto de ese miedo omnipresente. El problema no es el miedo en sí, sino el campo de energía del miedo. Podemos empezar a ver que estamos controlándolo, porque nosotros somos el origen del mismo. Comenzamos admitiendo la verdad de que “yo soy el origen del mi miedo”. Sabemos que en un estado de ánimo diferente una cosa temible no es tan temible. Se podría decir acerca de lo que tememos: “tengo miedo de eso”, pero cuando estamos acompañados por otra persona o en un estado de ánimo diferente, con humor y pasando un buen rato riendo, entonces aquello ya no engendra miedo, así que el origen del miedo no está en el mundo.”

“No hay manera de superar el miedo de uno al mundo, porque no hay manera de que el mundo pueda ser controlado para acabar con el miedo de uno, ni puede el miedo ser superado cambiando la sociedad, cambiando la ley o cambiando las reglas. El origen del miedo está en el interior de uno mismo.”

Rambo contra el mundo

“Imagina un gran acontecimiento. Se dan dos aspectos, uno es el acontecimiento en sí mismo y el segundo es cómo nos sentimos al respecto. Tener más policía en el acontecimiento podría hacernos sentir mejor; pero, de hecho, ¿a dónde iba la policía en el momento en que nuestro apartamento estaba siendo robando? Al otro extremo de la ciudad, naturalmente. Por lo tanto, nuestra gestión del miedo realmente depende de nosotros mismos. Surge de nuestra propia voluntad de que nosotros somos el origen de ese miedo, el cual está ocurriendo en el interior de nuestra propia conciencia. Por lo tanto, queremos dirigirla donde verdaderamente está siendo experimentado.”

“La mayoría de la gente experimenta el miedo de alguna manera física, así que lo primero a hacer en la experiencia del miedo es eliminar el prestar ninguna atención al pensamiento. Una sensación de miedo generará, literalmente, millones de pensamientos. No hay fin a los pensamientos de miedo, porque están saliendo del campo de energía del propio miedo, lo que genera una serie interminable de pensamientos. Clínicamente hablando, el control de los pensamientos específicos en sí tiene un valor limitado y el miedo simplemente genera más pensamientos después, por lo que queremos utilizar una técnica que se encargará del propio miedo.”

Texto 4

“… A media que observan lo que está siendo experimentado verán, cuando observan más allá del pensamiento, que eso está siendo experimentando primeramente en el cuerpo. Pueden notar una tensión en los músculos del estómago, una sensación de náuseas en el estómago, temblores en brazos y piernas o sequedad en la boca. Algunas personas tienen cólicos intestinales o dificultad para respirar. Sea lo que sea, ellos observan en su interior para ver lo que realmente se está experimentando. La verdad esencial es lo que está siendo experimentado, no lo que uno está pensando sobre ello, o los conceptos que uno está proyectando sobre la experiencia; no es la etiqueta de ella sino lo que uno está, literalmente, experimentando en el interior.”

“La técnica consiste en dejar de resistir la vivencia de lo que está, literalmente, siendo experimentando. Dejar de resistir la sequedad de la boca. Dejarla ahí y darle la bienvenida. Dejar de resistir la sensación de estómago revuelto y el temblor en los brazos y las piernas. Cuando hacemos esto, estamos dejando de centrarnos en los pensamientos de lo que está siendo experimentado. Nos dejamos llevar totalmente y nos entregamos a esas sensaciones. El dejarse ir es como ser el sauce ante el viento.”

El autor nos recuerda la antigua sabiduría del Taoísmo, la cual enseña que el roble que se resiste al viento, es susceptible a la rotura, mientras que el sauce, que se inclina, sobrevive:

“Al igual que el sauce – comenta – nos inclinamos con la experiencia que nos viene. Dejamos que esté, nos mezclamos con ella y le damos la bienvenida. Le decimos: “Tengamos más de esto”. Al hacerlo descubriremos, para nuestra sorpresa, que hay una cantidad limitada de esa sensación. Es como si la cantidad de miedo que tenemos estuviera limitada. ¿Cómo puede ser esto? Es como si este miedo fuera un compresor que contiene todo el miedo reprimido que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, empezando en nuestra infancia. Está todo el miedo que no hubiéramos experimentado o expresado, o no se le hubiera permitido expresarse… por lo que el miedo se suprime, se reprime y nos esforzamos por sacarlo de la consciencia.”

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“…El miedo llegó y sin darnos cuenta nos encorsetó. El miedo está empujándonos afuera de la consciencia o golpeando los dedos sobre el escritorio. El miedo es tan rápidamente suprimido que no nos damos cuenta ni de que estuvo allí. A medida que pasan los años, hemos acumulado la energía de este miedo. La energía tras él aumenta la presión y cuando llega a cierto punto, es como si la aguja hubiera llegado a una línea roja en el dial y la presión de este miedo ahora empezará a expresarse. Se desborda sobre nuestra experiencia y comienza a colorearla. Si no lo examinamos, pensamos que este miedo está viniendo del mundo y le echamos la culpa al mundo por ello. Creemos que es una experiencia espantosa que está pasando ahí fuera…”

Texto 5

“Entonces nos apropiamos de esta fuente de miedo, que es nuestro propio miedo acumulado. Empezamos a darle la bienvenida y esperamos la oportunidad para que este miedo salga. La liberación básica del miedo es por una gran entrega profunda. Las sensaciones y la experiencia interior del miedo siguen siendo la misma, no importa lo que pensemos o temamos. Si alguien apunta una escopeta a nuestro corazón y dice: ‘Dame todo tu dinero’, ¿qué vamos a experimentar? Vamos a experimentar la boca seca, debilidad en las rodillas, y la vieja y familiar sensación del estómago revuelto. Si un tanque enemigo llega a nuestra casa, llama, gira el cañón y apunta derecho a nuestra cabeza, ¿qué vamos a experimentar? Lo mismo ocurre si alguien pone un ratón sobre nuestra cabeza. Vamos a experimentar una sequedad de boca, náuseas en el estómago, calambres en nuestro intestino y ese sentimiento de debilidad en nuestros músculos.”

“Todos, alguna vez, hemos reaccionado a esas sensaciones. Al experimentar con esta técnica aprenderemos que todo de lo que hemos de ocuparnos es de lo que estamos experimentando en la propia conciencia, se localice en el cuerpo o en otro lugar. Después de la meditación y el trabajo con esta técnica, nos daremos cuenta de que esta experiencia está verdaderamente sucediendo en un difuso por todas partes. El fenómeno de las náuseas, el estómago revuelto y la sequedad de boca, están siendo experimentados en un vago, en un difuso por todas partes. Simplemente permitimos a la experiencia estar presente, sin resistirnos a ella. Desde que nos centramos en esto, el miedo comienza a disminuir porque ya no estamos prestando atención a los pensamientos. Los propios pensamientos están generando más miedo.”

flexibilidad“Si estamos muy ocupados con esta técnica de, simplemente, dejar de lado la resistencia al miedo, estamos ahora concentrados en el campo de energía en sí. Tras este miedo hay una energía y estamos dejando de resistir la liberación progresiva y la descarga de esa energía. Al hacer esto perdemos el miedo al miedo. Ya no es un impresionante terror el que nos despierta en medio de la noche. No es más que una experiencia emocional interior, sensaciones que pueden ser tratadas fácilmente. Podemos preguntarnos: ¿Verdaderamente puedo controlar una boca seca? Por supuesto, puedo.”

“Otra técnica para eliminar las emociones negativas es dejar de lado sus imágenes mentales asociadas que atraen y amplifican las emociones vinculadas. Simplemente niega la imagen y anula la tentación de caer en ella.”

“… Nosotros no conseguimos ir más allá, así que nos convertimos en víctimas de nuestros propios miedos, a menos que nos apropiemos de eso que es su origen. Mientras lo racionalicemos y digamos que el origen del miedo está ‘ahí fuera’, no lo podremos superar. Una vez que comenzamos a reconocer que somos el experimentador, que somos quienes establecemos la manera en la que experimentamos las cosas, entonces nos volveremos dueños de la situación. Nuestra autoestima se ve afectada. Ya no somos alguien víctima o estamos sujetos al miedo. Somos algo más que el miedo. El miedo no es más que una experiencia en la conciencia y ya no tenemos que darle realidad etiquetándola como ‘miedo a algo’, lo cual puede ser un proceso interminable.”

“El miedo se une a todas las cosas del mundo para la gente miedosa. Cambiar el mundo no lo cambiará. Una persona puede estar terriblemente preocupada en una situación muy segura y no temer nada en absoluto en una situación que es hipotéticamente muy peligrosa. Por ejemplo, una persona que está siendo asaltada es una cosa, y luego está el miedo a ser asaltado, que es distinto. El miedo a ser asaltado no es el mismo al de verdaderamente ser asaltado. Es muy posible que ocurran circunstancias muy desafortunadas en la vida y no sentir miedo en absoluto. De hecho, incluso puedes experimentar que eres simplemente testigo del fenómeno.”

El Dr. David R. Hawkins refiere varias experiencias personales donde usando la técnica descrita pudo controlar, disminuir e, incluso, anular completamente el miedo. La primera le permitió superar su acendrado miedo a las alturas y la otra consistió en un encuentro frontal con una serpiente de cascabel en que no cabía la posibilidad de huida o defensa:

“Todos los pensamientos de auto-protección que la conciencia social me había programado, estuvieron presentes. Afortunadamente y por suerte para mí, o yo no estaría hablando de esto ahora, había aprendido esta técnica. Al instante me di cuenta de que mi vida dependía de utilizarla, por lo que automáticamente inicié esta técnica exacta. Automáticamente dejé de querer hacer nada con el miedo, de querer controlar o cambiar nada al respecto. En cambio fui a mi Ser interior y simplemente acepté la experiencia interior al liberarme de cualquier resistencia. Me alegré incluso porque, de alguna manera, cuando realmente experimentamos nuestra conciencia interior, vemos que nuestra supervivencia depende de ésta en todo momento. Vi que mi supervivencia realmente dependía de la excelencia con la que me dejara ir, me entregué a Dios y me liberé, dejando de resistir la experiencia. Mientras lo hacía, los pensamientos de miedo desaparecieron al instante y sentí un profundo estado de paz que se asentaba tanto en la serpiente como en mí.”

Y añade: “Era como si me hubiera convertido en el testigo, no en el testigo limitado a este cuerpo, sino en el testigo de la conciencia, que parecía no tener dimensión. Esta dimensión sin forma fue entonces el experimentador de la presencia de un estado de tranquilidad. Este estado profundo era de tal poder, que prevaleció en la conciencia tanto de la serpiente como de la personalidad de esta persona que les habla acerca de esto. La serpiente me miró con interés, probablemente no había visto a un ser humano en toda su vida y mucho menos a 30 cm de distancia Yo miraba a la serpiente de cascabel con gran curiosidad y pensé en ella como en un hermano. Los dos fuimos introducidos en la unidad de este espacio de nuestro propio ser juntos, en un estado de extrema intimidad. Salido de éste vino una especie de alegría interior y sentí amor por la serpiente, que surgía del campo de donde el miedo había sido eliminado”.

“… De este modo, tanto la serpiente como yo mismo trascendimos el miedo y nos trasladamos a un silencio atemporal. La serpiente estaba como encantada. Nos miramos durante unos minutos y fui reacio a romper el hechizo dejándola. La serpiente serpenteó entonces lejos sin agitar su cascabel.”

“Esto es valioso porque muestra la falsedad de otro de los sistemas de creencias de la mente del que tenemos que aprender a liberarnos, que es la idea de que el miedo es el origen de nuestra seguridad. Nos daremos cuenta de que la mente parece adorar el miedo como si fuera una especie de semidiós. La mente tiene un programa que dice: ‘La razón por la que estoy vivo es gracias a mis miedos. Estoy vivo porque permito al miedo que decida lo que voy a hacer’. Un poco de introspección nos demostrará que este sistema de creencias está operando. Una persona dice: ‘Bien, si no estuviera preocupado por ser pobre en mi vejez, no podría conseguir un seguro. Si no me preocupara el tener un accidente con el coche, no podría conducir de manera segura’. Por lo que la personalidad comienza a atribuir la fuente de su vitalidad, la fuente de su vida, al miedo, el cual es el dios de su vida. Realmente comienzan a adorar el miedo.”

“Podemos ver en el ejemplo anterior, que lo contrario es cierto. Lo que garantiza nuestra supervivencia es la ausencia de miedo y su sustitución por la cautela y el sentido común realista. Hemos logrado sobrevivir a pesar de nuestros miedos, no a causa de ellos. Podemos tomar decisiones basadas en elecciones racionales, sobre nuestro conocimiento y sobre el valor que proviene del estado de ser de lo que realmente somos, sin miedo a entrar en la escena en absoluto. Durante todo el día tomamos decisiones basadas sólo en nuestra propia consciencia de la realidad, sin ningún miedo implicado. El miedo no es necesario. Existe la idea de que el miedo es bueno para nosotros, que es beneficioso y que tiene todo tipo de valores ocultos y misteriosos. La gente mirará atrás y racionalizará cómo el miedo consiguió hacer esto o aquello, y todo lo que puedo decir es: ‘Lástima’. Lástima que no lo hicieran por amor a sí mismos o a sus semejantes. Es una pena que no surgiera del amor a la vida misma del amor a su propia vitalidad y del amor a su cuerpo. ¿Por qué no hacer cosas por nuestro cuerpo, por amor a él, en vez de por miedo a las consecuencias? ¿Por qué no mantenerlo sano y feliz porque lo amamos y valoramos y no porque nos preocupe un ataque al corazón o algo parecido?”

El Dr. Hawkins describe una tercera técnica para descargar el miedo, a la cual llama “el peor de los casos”, y que es el miedo a la muerte que subyace oculto tras una ingente variedad de miedos aparentes:

“Si nos atenemos al miedo y preguntamos: ‘¿Por qué tengo miedo a eso?’, veremos que nos lleva a otro miedo. ¿Por qué tenemos miedo de conducir un coche? Puede ser que tengamos un accidente. ¿Por qué tenemos miedo de un accidente? Porque podemos herirnos. ¿Qué pasa si nos herimos? Entonces podemos sufrir dolor, y así sucesivamente. Encontraremos que todos los miedos, en última instancia, conducen al miedo a la muerte, el miedo a que el cuerpo muera…”

Tumba de arena

“Por ejemplo, digamos que nuestros miedos financieros son que nos quedáramos totalmente sin dinero, sin un lugar donde vivir, sin dinero para comida o ropa, y que terminemos semidesnudos en algún lugar de una esquina fría de la calle sin ningún lugar donde ir y sin ayuda médica. Lo que hacemos es constantemente dejar de resistirnos a esta sensación e imaginar lo peor que nos puede pasar a nosotros, como terminar en el albergue de los pobres o sentado en una esquina de la calle, como un vagabundo o un peregrino. Luego dejamos de imaginar el peor escenario posible, que estamos junto a nuestra mochila, sentados en una fría esquina de la calle a media noche, sin amigos.”

“Nos imaginamos el peor de los miedos que pudiera ser posible y continuamos con la práctica. Si vamos al interior de nosotros mismos y seguimos dejando de resistirnos a la experiencia interior de lo que estamos viniendo, muy pronto el miedo al peor de los escenarios cesará. Si continuamos con esta práctica lo suficiente, con el tiempo finalmente se asienta y controlamos la ‘grandeza’ que es imaginarnos a nosotros mismos en el ataúd… ¿Cuál es el peor escenario que la mayoría de la gente puede visualizar?: la muerte física.”

Texto 6

“Existe la creencia de que somos el cuerpo material, y de que eso es todo lo que hay para nosotros. Tarde o temprano llegamos a ese miedo y cuando lo hacemos, lo acomodamos de la misma forma que nos acomodamos a cualquier otro miedo. Dejamos ir la muerte, que es una etiqueta, un pensamiento y un concepto. No tenemos experiencia de esa verdad, sólo nuestras fantasías, pensamientos y creencias; por lo tanto, tenemos que etiquetarla como una fantasía de nuestra mente. Que la gente realmente lo experimente como lo imagine y deje de resistir esos sentimientos y sensaciones es algo muy sorprendente. Cuando han pasado por el proceso y se han convertido en algo que es mayor que toda la experiencia, se dan cuenta de que han sobrevivido al peor escenario posible.”

Esto explica perfectamente el hecho de que tantas personas que han experimentado casos de «muerte clínica», hayan salido de aquella vivencia sin tener ya, en adelante, ningún temor a la ominosa parca, recargados con una energía y una determinación singulares para operar cambios substanciales en la dirección de sus vidas.

Ni siquiera el dinero, en el que muchas personas cifran su seguridad, puede anular el miedo ni protegernos de lo que tememos, como bien asevera el Dr. Hawkins:

“No importa cuánto dinero se tenga, ese miedo está presente. La idea de que podemos ganar más y más dinero y amontonarlo en el banco, es inútil… El dinero no nos va a proteger en absoluto, ni poner barricadas, ni seis pestillos en nuestra puerta o contratar a más policías. La única protección es el apropiarnos de que somos el origen de nuestra propia experiencia, que somos dueños de ella, que podemos encauzarla y que somos más grandes que ella.”

«La mente siempre trata de justificar nuestros miedos, por supuesto. Dice: ‘Bueno, hay una gran cantidad de atolondrados; por lo tanto, mi miedo está justificado’. ¿Por qué hay que justificar el miedo? ¿Quién lo necesita? ¿Por qué caminamos a casa eligiendo la forma en que sabemos que no nos atracan? ¿Por qué no nos amamos lo suficiente? ¿Por qué no simplemente salimos a disfrutar de la vida y la valoramos tanto que no queremos correr el riesgo de elegir?»

“La supervivencia no depende del miedo a ser asaltados o atracados. Depende de la pre-elección, que es hecha por una mente que no tiene miedo. Debido al “no miedo”, estoy hoy vivo.”

“No fue la preocupación lo que persuadió a la serpiente de cascabel de morderme cuando estaba realmente a sólo unos centímetros de distancia. Fue por la pérdida del miedo y el dejarlo ir. Es posible estar en situaciones muy graves, peligrosas (como la Segunda Guerra Mundial, etc.) y experimentar solamente alegría, felicidad y confianza en esas circunstancias. He caminado a través de una multitud de asesinos que habrían fácilmente atacado a una persona que tuviera miedo y lo hice con una sonrisa feliz y alegre en sus rostros. Ellos se ‘apartaban’ cuando un tipo como yo caminaba entre ellos mientras sostenían sus intimidatorias armas, cadenas y navajas. Si hubiera ido con miedo, habrían tenido un desafío al que atreverse y me hubieran atacado. La seguridad provenía del dejar ir el miedo. Sin miedo ni bravuconería, no hubo nada que pagar a la emocionalidad.”

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“El ‘dejar ir’ el peor de los casos es muy beneficioso. Al hacer esto, nos damos cuenta de que algo ha sido activado por el miedo en nosotros. Ahora que hemos perdido el miedo al miedo, cuando se presenta sólo caminamos un rato con él. Una vez anduve con miedo dos semanas completas. Con esa sensación de temblores eléctricos que recorrían el cuerpo, seguí con lo mío y seguí dejando que el miedo me recorriera, porque me di cuenta de que podría terminar. Sin embargo, a medida que hacemos eso, podemos darnos cuenta de que hay otra fuente subyacente al miedo original que lo inicia, la culpa.”

Texto 7

“Ahora comenzamos a ver el valor del trabajo que el mundo llama conciencia espiritual o algo similar. Podemos ver los beneficios de técnicas tales como el concentrarse en el valor del perdón. Al perdonarnos a nosotros mismos y a los demás seres humanos y entregar el juicio a Dios, empezamos a encontrar que al dejar ir el condenarnos a nosotros mismos y a los demás, el sentimiento de culpa inconsciente comienza a aliviar el miedo, ya que el miedo se mantuvo en la mente porque inconscientemente esperábamos un retorno de las represalias a nuestros ataques. Esperamos venganza y contraataque. Cada pensamiento negativo y hostil que sostenemos sobre los demás genera nuestros propios miedos, porque en el plano psíquico o mental, que son invisibles al ojo humano, es como si estuviéramos construyendo lo que nos amenaza para volverse contra nosotros. Aprendemos que el miedo comienza a disminuir a medida que dejamos de lado nuestra ira, hostilidad, crítica, y los pensamientos de condena a los demás. Aprendemos el valor de dejar ir los pensamientos que hacen que otras personas se equivoquen. Empezamos a valorarlos y amarlos por su ser, por lo que son. Empezamos a vernos diferentes y, por tanto, empezamos a ver los demás diferentes. Nos volvemos dispuestos a perdonar, olvidar y pasar por alto.”

“Como resultado, empezamos a ver que todas las cosas que condenamos en los demás son en realidad solo expresiones de su humanidad. Lo que hemos estado condenando de nosotros y de los demás es la humanidad, la inocencia del niño pequeño interior que creyó todo lo que oyó mientras crecía. La conciencia del niño es inocente, ¿no? Ama y confía en sus padres. Ama a su madre. Por lo tanto, la inocencia del niño se programa. Es el niño inocente que cree todo lo que le dicen los padres, maestros, y la programación política-social que se produce a través de la televisión y los sistemas de creencias del país.”

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“¿Quién o qué compró todos los sistemas de creencias de nuestra mente? ¿Quién compró lo que creemos? Fue la mente interior inocente, porque en la mente de ese niño inocente, la naturaleza de la conciencia en sí misma, no ha cambiado desde que nacimos. Lo que está leyendo esto ahora mismo, es la conciencia inocente del niño diciendo: ‘Creo esto. Lo considero en mí.’ El niño inocente nunca muere, esa inocencia está todavía presente. Vemos en el mundo de hoy las acciones de los hombres jóvenes ignorantes y susceptibles que están siendo programados para odiar (paradójicamente, por la religión)….”

“Comenzamos a ver esa inocencia intrínseca y nos damos cuenta de que todas las cosas que hemos aprendido y terminaron siendo erróneas, se adoptaron por el estado intrínseco de no conocer la verdad y también de aprender lo que no era verdad. Por lo tanto, estamos dispuestos a dejar de lado nuestras condenas a los demás y a nosotros mismos. Estamos comenzando a apropiarnos de nuestra propia inocencia y la de los demás. Es desafortunado y quizás lamentable, que la desinformación entre en la mente inocente.”

“Podemos ver la mente como el hardware del ordenador y sus sistemas de creencias como el software. ¿Puede el niño de cinco años cuestionar el sistema político que escucha en el jardín de infancia a sus compañeros, padres o abuelos? Podemos ver que es por su ‘no saber interior’. Es a partir de la inocencia de su ‘no saber interior’ que él cree lo que cree. Como resultado, estamos dispuestos a perdonar a los demás, y en lugar de condenarlos, los entendemos.”

“A partir de esta comprensión se desarrolla una cierta compasión. Una persona compasiva no tiene ningún miedo. ¿Qué hay que temer en un mundo compasivo en la medida en que somos el origen de nuestra propia experiencia y compasión cuando somos dueños de nuestro interior? Vemos nuestra propia inocencia y la inocencia de los demás seres y tenemos la experiencia de un mundo compasivo y de amor. Ya no caminamos con miedo porque ya no es lo que creamos en nuestro interior. Vemos que fuimos el origen de nuestros miedos. El mundo nunca fue el origen de nuestro miedo, fuimos nosotros. Al haber dejado de lado la creación y propagación del miedo a través de la culpa interminable, que se produce a través de los juicios interminables que el condicionamiento social nos ha impuesto, la culpa inconsciente disminuye…”

Sol en movimiento

“Cada vez que decidimos dejar de condenar a una persona y en su lugar tratamos de entenderla, nuestro propio almacén de culpa inconsciente disminuye. En el inconsciente está el ojo por ojo y diente por diente. Si deseamos que alguien caiga muerto, ¿qué crees que es equivalente en nuestra mente inconsciente? Que debemos caer muertos. No pensamos que nuestros pensamientos acerca de ‘si tan sólo sucediera esto o aquello podría caer muerto’, tienen algo que ver con nuestros miedos a un ataque al corazón; pero, por supuesto, tienen que ver. A medida que dejamos de desear a otras personas que mueran, encontraremos, curiosamente, que nuestros miedos y obsesiones de que podamos o vayamos a tener un infarto y todas las precauciones dietéticas que lo acompañan, disminuirán. En su lugar, estamos muy tranquilos por eso. Cuando vamos, vamos. Si nos quedamos, nos quedamos. ¡Gran cosa!”

“Lo que valoramos es la vida y ya no nos centramos en el final potencial de esta vida; por lo tanto, entramos en una experiencia diferente al experimentar la vida y quiénes somos. Somos aquel en quien se está experimentando lo que sucede… Nos hemos identificado con lo que somos en realidad y ya no somos más la víctima.”

“La victimización surge del inconsciente. Significa ser inconsciente de esta configuración del juego que ha estado sucediendo en nuestras mentes. Simplemente tomamos consciencia de que ya estamos fuera de él…”

Texto 8

“Cuando el miedo llega, le damos la bienvenida y decimos: ‘¡Genial! ¡Qué oportunidad para dejar ir más de esto!’, porque ahora estamos sintiendo el beneficio de la disminución de los miedos que hemos tenido toda nuestra vida. Pocos llegan a darse cuenta del alcance de los miedos que se mantienen hasta que comienzan a desaparecer y entonces es alucinante. Decimos: ‘Nunca me di cuenta que era un ser humano tan miedoso’ …”

“… La mente es tan poderosa que la forma en que sostiene nuestra experiencia literalmente determina nuestra experiencia. El miedo crea una cierta visión del mundo y tiende a convertirse en una profecía auto-cumplida. Recientes investigaciones universitarias, así como nuestra propia investigación, muestran que lo que uno mantiene en mente tiende a manifestarse en la propia experiencia del mundo. El mundo de nuestra experiencia se convierte en la representación exterior de lo que hemos estado llevando a cabo en la mente, así que nuestra vida es realmente un mundo de espejos. Lo que estamos verdaderamente viendo y experimentando es una proyección de nuestro propio nivel de conciencia…”

CONCLUSIÓN

Entre lo que vivimos objetivamente y lo que registramos subjetivamente, puede haber muchas veces una gran diferencia; es decir, una gran incoherencia. Nuestra esencia espiritual, en cuyo seno está todo nuestro potencial esperando su actualización, tiene su propio sistema de guía para inducir la vía correcta al Ser en la senda de la experimentación en los mundos materiales. En etapas anteriores de la vida, la expresión de esa señal guía serían los instintos, en la fase humana serían primeramente las emociones. Cuando la incoherencia se detecta, la señal es de alarma y toma la forma de emociones negativas. Las emociones positivas serían justo lo contrario: señales de autoafirmación interna.

Así, esa señal original es – o contiene – también una semilla de información. Si la señal de alarma – emociones negativas – no se atiende o no se sabe cómo atenderla porque o bien se la niega o bien se la acalla justificándola, a raíz de un estado de conciencia no adecuado, la mente se ve empujada a formalizarla en un argumentario racional, un imaginario interior y una visión de la vida que se traduce en valores, ideologías y, finalmente – cuando es compartido por muchos – en sistemas sociales que, inevitablemente, portarán en su seno su naturaleza intrínsecamente incoherente (destructiva). Esta íntima condición inestable se hará, tarde o pronto, evidente y terminará por hacer entrar en crisis al sistema que fundamenta. De ahí que las crisis sociales sean el equivalente colectivo de la falta de respuesta constructiva a las emociones negativas en la dimensión personal: una señal de alarma que invita a un profundo cambio.

Pero cuando las emociones negativas son atendidas, cuando es comprendido su mensaje y se sintoniza con el nivel de conciencia preciso, la mente comienza a traducir o formalizar la semilla informacional que incorporan, en valores, ideas y visiones de la vida coherentes… Esto sitúa al ser humano que vive esta situación al borde de un gran cambio personal, y cuando son muchos individuos los que experimentan al unísono un proceso semejante, se está al borde de un gran cambio social. Dicho en otros términos, se está cerca de de un inminente cambio de paradigma.

Las ideas coherentes con las emociones que se sienten, aportan certidumbre, sentido vital, alegría interior, optimismo, reconocimiento de la unidad y, consecuentemente, de la responsabilidad individual.

Una vez aquí, ¿qué resta? ¿Cómo convertir los ideales en realidades prácticas? ¿De qué modos operativos se produciría el cambio personal y el social? Este es un paso crítico y muchos seres y sociedades humanas corren, en este punto, el riesgo de quedar empantanados en la duda sobre cómo hacerlo.

Solo se sale de este impasse tomando REFERENCIAS del EJEMPLO de quienes han andado el camino antes que nosotros: la vida de los maestros y los «grandes despiertos» que ha registrado la historia humana, son ese manantial de inspiradores. Allí se encuentra un tesoro de modelos a los que podemos acudir. Y si tenemos el privilegio de tratar a lo largo de nuestra vida con alguno de estos “grandes despiertos”, es que se nos ha dado una oportunidad inestimable. Y si no es así, aprendamos la alternativa que nos enseña esta fábula:

Hace mucho tiempo un joven guerrero, cansado de la vida que llevaba, se acercó a la cueva donde vivía un eremita reputado de gran sabio. Cuando llegó a su presencia le refirió sus deseos de convertirse en su discípulo para aprender de su sabiduría. Mas el sabio eremita le dijo:

-Aún no estás preparado; antes de que te conviertas en mi discípulo, debes ir por el mundo y acumular la experiencia que te falta. Vete, pues, viaja por todas las tierras, aprende y cuando te sientas capaz, regresa y yo compartiré contigo mi sabiduría.

Y aquel guerrero hizo caso al sabio maestro y se lanzó a viajar por el mundo. Conoció tierras y países que nunca sospechó existieran, gentes de las más diversas razas, amó, luchó, vivió y después de muchos años regresó a la cueva del viejo sabio. Cuando aquel le vio y le reconoció, le dijo:

-Ahora si estás preparado. Siéntate a mi lado y te haré depositario de mi sabiduría.

Pero entonces el viajero le respondió:

-No venerable anciano, ahora no te necesito, pues he comprendido que el camino también puede ser un gran maestro.

Pero aún pudiera quedar un último vestigio de resistencia para que la realidad ideal pase a ser realidad objetiva y para trascenderla se precisa que la necesidad interior supere la inercia del acomodo. Y esto se vincula a la intensidad– cuantificación – de la señal interior, pues para que efectivamente se opere el salto evolutivo, se necesita llegar a cierto umbral.

Las emociones correctamente informadas – formalizadas – se convierten en sentimientos y su centro de irradiación es el corazón – cerebro cardíaco – con su potente y complejo campo magnético. ¿Por qué los grandes maestros y las tradicionales enseñanzas espirituales de las más grandes civilizaciones, siempre se referían al CORAZÓN como el CENTRO que debería guiar nuestra vida? Porque nuestro corazón es la síntesis de nuestro estado evolutivo, una suerte de resultante final entre nuestro cerebro emocional o entérico – situado en nuestros intestinos – y nuestro cerebro racional o encefálico.

En concomitancia al logro de esta coherencia interna, asomará cada vez más fuerte la voz de la intuición, una forma de conocer directa, inmediata, que acalla los inservibles diálogos internos autojustificadores. La voz del espíritu se hace presente y patente.

Desde muchas fuentes de sabiduría espiritual se nos ha enseñado desde siempre, que en el ser humano solo existen dos fuerzas en acción, el amor y el miedo, cuando falta el amor aparece el miedo. Mas el miedo se disfraza bajo innumerables formas y se esconde tras incontables actitudes. Todo se reduciría, pues, a la presencia del amor o a su falta. Pero la falta de amor carece de entidad, no es un principio absoluto opuesto al amor, es su ausencia. Como la oscuridad no es un principio opuesto a la luz, sino su carencia. En definitiva, el miedo, cada miedo, todo miedo, no es y  no son sino expresiones pequeñas, raquíticas a veces, escasas otras, inadecuadas las más, incoherentes – no proporcionadas – siempre, del gran principio del AMOR que es esencia y substrato de toda existencia.

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 sopresa del amor

Por: Oscar M. García

¿No os ha pasado a veces sorprender el destello de una mirada límpida, contemplar el goce desinhibido del disfrute espontáneo, el éxtasis absorto de alguien ante la belleza de una flor, la gracia y la armonía del gesto sinfónico de un cuerpo, la coordinación electrizante del ejecutante de una danza, la regocijante sorpresa estampada en un rostro al mirar una maravilla natural, la ternura destilando por todos los poros de la piel de una madre cuando contempla arrobada a su bebé, el arrebato imparable del entusiasmo, la sonrisa prendida en una cara como huella del alma…?

Si sois conscientes,  todos los casos antedichos y otros del mismo tenor que se pueden enumerar, responden a un mismo patrón, pero un patrón sin patrón, es decir, sin unas mismas referencias en la forma aunque si una misma identidad en cuanto naturaleza. Prima la espontaneidad, no hay memorias, no hay objetivos, no hay miedos, excusas o justificaciones, brilla por su ausencia el furtivismo, la pose o el efectismo. Solo es un aquí ahora sin condicionantes, directo, arrebatador… ¿No es eso el AMOR? Pues si no lo es, está muy cerca de serlo

Y es que en el AMOR no puede haber  nada preparado, no surge como parte  de un plan porque es ajeno al cálculo y la premeditación, pues – como escribió Khalil Gibran – “el amor se basta a sí mismo».  Es sólo la desbordante y sublime espontaneidad del Ser que ES.

El AMOR brota como un fulgor de sintonías y resonancias de vida, es una irradiación de colores y formas para los oídos, música para los ojos, aromas para el tacto, sabores para la piel… Porque cuando participas de la fuente, te conviertes en fuente y “allí” no hay separación.

¿No os habéis dado cuenta de que en esos instantes tampoco hay tiempo? El pasado y el futuro se funden en un presente que es el eterno ESTAR del SER. Pura belleza, puro goce…

Pero si no tienes una mirada generosa no podrás verlo y es que cuando miras con generosidad es que estás amando, porque sólo el AMOR puede ver al AMOR.

Tal vez por eso alguien me dijo hoy al oído: “Que tu aspiración sea solo estar en los ojos de los que VEN”.

Sábado, 26 de julio de 2014

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Por: Andrea Weitzner

Amar

AMAR A UN SER HUMANO

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida.

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender (más…)

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