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Archive for the ‘Pensamientos’ Category


Muchas personas albergan la creencia de que habrá un momento en sus vidas en el que finalmente podrán sentarse y relajarse. Después de trabajar duro durante años, finalmente estaremos felices con el nivel de éxito o riqueza que hemos logrado, y nos sentiremos con derecho a descansar y disfrutar de los frutos de nuestro trabajo.

Pero a menudo no funciona así. La mayoría de nosotros dependemos de la actividad de la misma manera que dependemos de distracciones como la televisión. Usamos la actividad como una forma de mantener nuestra atención enfocada fuera de nosotros mismos.

Poco después de dejar la universidad, tomé un trabajo temporal de oficina, en el departamento de pensiones de una empresa de ingeniería. Hice una serie de trabajos tristes en esa época, pero este fue sin duda el más triste. Había una pequeña habitación en la oficina llena de estantes repletos de docenas de cajas de formularios de pensión antiguos, uno por cada persona que había trabajado para la empresa. Mi tarea consistía en ordenar los formularios en orden alfabético. Había miles de ellos y me tomó dos meses enteros.

Uno de mis colegas era un jubilado llamado Jimmy. Cuando le pregunté cuánto tiempo había trabajado aquí, respondió: ‘Solo unos meses. Soy de una agencia temporal como tú. Tengo 66 años, me retiré de mi trabajo adecuado hace aproximadamente un año. Trabajaba en seguros’.

‘Entonces, ¿por qué empezaste este trabajo, justo después de jubilarte?’

«No me gustaba no tener nada que hacer», dijo. Me gusta mantenerme ocupado.

Puedo entender por qué hizo esto ahora, pero en ese momento lo encontré asombroso. ¿Por qué alguien que había sido liberado de la monotonía rutinaria del trabajo de oficina optaría por volver a él, aunque no necesitaba el dinero? Desde mi punto de vista, podría haberse quedado en la cama hasta tarde, leer libros, pasear por el campo, dedicarse a nuevos pasatiempos, pero había optado por encerrarse en una oficina mal ventilada todo el día de nuevo.

En este sentido, el término «ser humano» es realmente un nombre inapropiado. Una de nuestras características esenciales de los seres humanos es que nos resulta imposible serlo. En todo caso, somos hechos humanos. Un antropólogo indígena probablemente nos apodaría ‘Las criaturas que no pueden hacer nada‘ o tal vez ‘Las criaturas que no pueden estar solas consigo mismas’.

No pretendo menospreciar este impulso nuestro de ‘mantenernos ocupados’. En gran medida, no tenemos otra opción. Tenemos que trabajar duro para mantener nuestra atención enfocada fuera de nosotros mismos, porque cuando no lo hacemos, las consecuencias pueden ser muy negativas. Las personas que no tienen mucha estructura o actividad en sus vidas son más vulnerables a los problemas psicológicos. Esta es probablemente una de las principales razones por las que los músicos pop, las estrellas de cine y otras personas extremadamente ricas son tan vulnerables a la adicción a las drogas, la depresión y otros problemas. En el Reino Unido, hay una alta incidencia de problemas de drogas entre la aristocracia, por ejemplo. Ha habido muchos casos de jóvenes aristócratas «privilegiados» que han sido arrestados por posesión de heroína o cocaína, ingresando en clínicas para recibir tratamiento y / o muriendo por problemas de drogas.

Puede que le resulte difícil de creer. ¿Cómo pueden estas personas ser tan infelices cuando tienen tanto dinero y tanto tiempo libre? Después de todo, están libres de las molestas preocupaciones de pagar facturas y mantenerse al día con la hipoteca que nos oprime a la mayoría de nosotros. Pueden comprar lo que quieran en cualquier momento, ir a cualquier parte del mundo que quieran, hacer lo que quieran en cualquier momento.

Pero el factor principal aquí es demasiado tiempo vacío. En pocas palabras, las personas que no necesitan trabajar pasan demasiado tiempo a solas consigo mismas, sin nada en particular que hacer. No están obligados a fijar su atención fuera de sí mismos durante 8 o 9 horas al día, como la mayoría de nosotros.

La investigación también muestra que los desempleados son mucho más infelices que los empleados, con un mayor nivel de suicidio, alcoholismo, adicción a las drogas y problemas mentales. Esto no se debe solo a la falta de actividad y estructura, por supuesto — otros factores incluyen los ingresos más bajos, el bajo estatus social y menos contactos sociales — pero ciertamente es un factor importante. Los jubilados también suelen sufrir problemas similares. Después de un breve período de «luna de miel» en el que se sienten felices de estar libres de la presión y los plazos del trabajo, a menudo comienzan a sentirse desilusionados e incluso deprimidos.

Pero, ¿por qué tenemos que seguir haciéndolo? ¿Por qué la inactividad nos causa tales problemas?

Parece haber una discordia psicológica fundamental dentro de nosotros. El problema es que nuestro propio «espacio mental», el lugar al que entramos cuando nuestra atención no se centra en el exterior, es un lugar muy incómodo. Nuestra propia ‘psique’, la conciencia que sentimos que estamos dentro de nuestras cabezas, es tan inquieta y discordante que es difícil para nosotros pasar algún tiempo allí.

Piense en dos padres que discuten todo el tiempo. Hay un ambiente terrible en su casa. Cada vez que su hija adolescente llega a casa, siente una atmósfera de hostilidad que sabe que puede convertirse en agresión en cualquier momento. Cada vez que habla con su madre y su padre, están irritables y le responden con brusquedad. Están tan absortos en su enemistad que no tienen tiempo para ella. Como resultado, intenta pasar el mayor tiempo posible fuera de casa, pasando el tiempo en las casas de sus amigos y merodeando por el parque y las tiendas locales. Solo regresa cuando es absolutamente necesario, para comer o para dormir.

La única forma en que podemos dejar de hacer y convertirnos verdaderamente en seres humanos es sanando esta discordia dentro de nosotros. Solo podemos aprender a ser si aprendemos a descansar cómodamente dentro de nuestras mentes, lo que implica primero hacer de nuestras mentes un lugar más armonioso.

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Traducido desde: https://www.psychologytoday.com

MÁS SOBRE EL AUTOR: Steve Taylor es profesor de psicología y autor de varios libros sobre psicología y espiritualidad, incluidos The Fall y Waking From Sleep. Eckhart Tolle ha descrito su trabajo como «una contribución importante al cambio global de conciencia que está ocurriendo en la actualidad».

FUENTE :  https://www.psychologytoday.com/intl/blog/out-the-darkness/201204/the-madness-doing

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Puerto de Santa María (Cádiz)

Óscar M. García Rodríguez

EL ESPIRITISMO

En su triple dimensión – científica, filosófica y ética – el Espiritismo tiene un carácter esencialmente progresivo, al no plantear límites infranqueables ni prohibiciones taxativas y por carecer de dogmas inamovibles. Un espiritista tiene por únicos límites los que su capacidad comprensiva marca y aún estos son cambiantes y temporales pues estamos inmersos en un proceso evolutivo continuo.

Sin poder ni pretender ser exhaustivos, quiero dejar constancia en esta intervención de una muy breve pero significativa selección de puntos que a día de hoy vemos desde una perspectiva ampliada, puntos que a nuestro entender deben ser revisados y redefinidos por los espiritistas. No dudo que habrá muchos en nuestras filas que compartan este objetivo, otros puede que no lo vean aún, pero sea como sea es nuestro deber colocarlos sobre la mesa de la reflexión.

COMPRENDER

Comprender puede asimilarse a una especie de “ver”, un ver que no es fruto de la racionalización y la lógica, puesto que no adviene mediante un proceso lineal, deductivo o inductivo, ni representa un “premio” derivado de algún mérito adquirido. Más bien es un fogonazo de claridad íntima espontáneo e  instantáneo, en el que súbitamente nos convertimos en testigos de la Realidad al encontrarnos despiertos para contemplarla.

Esa “visión” sintetiza, fusionados, multitud de aspectos en un cuadro unitario en el que hasta el significado viene incorporado. Unos fogonazos que se dan sin poder ser controlados ni tener la menor idea de cómo ocurren, pues realmente no hay ningún cómo dado que no son hechos duales. En un instante se produce algo equivalente a un salto cuántico en nuestro estado conciencial y entonces, sin más, nos percatamos de que comprendemos y sabemos, como si una luz que se hubiera encendido en nuestro interior.

LAS PALABRAS Y LA MENTE

Somos seres sociales, la comunicación constituye la base de las relaciones humanas en todos los órdenes, fundamento del intercambio, del mutuo conocimiento y de la transmisión de información. 

Recordemos que hay una relación directa entre mente y lenguaje. La profundización en la comprensión lleve aparejado de forma natural un refinamiento del lenguaje, al objeto de poder transmitir más atinadamente los ampliados niveles de realidad que se han visualizado y comprendido.

COMUNICACIÓN, LENGUAJE Y MENSAJE

Hay muchos lenguajes, no sólo la palabra hablada o escrita, pero en cualquier caso siempre nos referimos a sistemas de señales codificadas, bien sean sonoras, visuales, olfativas, gustativas, táctiles o simbólicas. Emisor y receptor han de poseer las claves de esa codificación para que la comunicación se efectúe. Pero hay además formas de comunicación universales integradas en nuestra naturaleza, sin códigos artificiales e independientes de la cultura, costumbres, creencias, etnias, lugares y épocas. Es el caso de las expresiones faciales que denotan nuestros estados emocionales. Otro sería la telepatía, comunicación mente a mente.

Algo muy distinto es el mensaje. Éste va más allá de la literalidad de la codificación usada. Una misma comunicación formalizada bajo cualquier código lingüístico y transmitida por personas distintas, lleva de hecho un mensaje diferente. Este mensaje es siempre silencioso, su onda portadora es esa vibración sutil que emana del comunicante y que se relaciona con su grado de desarrollo espiritual. Visto así un mensaje puede transportar orden o caos, paz o conflicto, armonía o inquietud, siempre en consonancia con el grado espiritual del comunicante. Es más, un mensaje de alto tenor espiritual puede hasta sanar.

NADA, VACÍO Y  EXISTENCIA (DIMENSIONALIDAD)

La palabra NADA proviene del latín “nasci”, que significa nacer. Todo “nace” de la Nada, ámbito totalmente incomprensible, indefinible e inefable.

Esa Nada es la Fuente Divina. El primer “hijo” de la Nada es el VACÍO, el vacuum de los antiguos, súmmum indiferenciado de todo lo posible fuera del  espacio y el tiempo. Ese vacío es el “océano sin orillas” al que aludía el místico sufí de origen hispano Ibn Arabí (1165 -1240). Representa un Caos que no es desorden sino orden infinito, al que nosotros solemos designar indistintamente como Espíritu, Ser o Conciencia.

Desde el seno de este Vacío atemporal, aespacial y adimensional, surge por desdoblamiento polar espontáneo entre el infinito y la eternidad el marco espacio-temporal, sustento de la dimensionalidad y, por tanto, de la existencia, que al desplegarse internamente se configura como Mente Universal, codificada en una inconcebible matriz hipercompleja de patrones vibracionales que eclosionan bajo un triple aspecto intercambiable, a saber: como información, como energía y como substancia, dando lugar a la Manifestación Cósmica. En el ámbito atómico este esquema está representado por el spin, por la carga y por la masa, respectivamente.

Esos potenciales latentes capaces de concretarse como existencia y subsumidos en la Conciencia, Espíritu o Ser, los describe el biólogo Rupert Sheldrake como “una nube de posibilidad que envuelve todas las cosas”. Mucho antes decía  lo mismo – aunque con palabras distintas –  Ibn Arabí, al referirse a lo que él denominaba “la santísima efusión”, es decir, a la generación desde la Fuente Divina del Espíritu, reino de la Unidad que, según sus propias palabras, constituía “la suma de todos los posibles”. Al proceso mediante el que dichas potencialidades se concretan finalmente como manifestación Ibn Arabí lo denomina “la Santa Efusión”.

CONSCIENCIA

La Consciencia es esa luz que se enciende en el espíritu al activar sus posibilidades latentes mediante la experiencia. Y si bien la Consciencia no es, en sí misma, una experiencia, las experiencias sí que nos llevan hasta ella provocando una revelación ascendente. Por ello, en el ámbito humano, la consciencia representa el grado del despertar del espíritu en su proceso de auto-desvelamiento, un darse cuenta que comporta la gradual revelación del espíritu en el núcleo de la personalidad. La evolución espiritual se mide por el grado de consciencia adquirido.

ESFUERZO – PODER – TRABAJO

Tenemos que diferenciar muy bien esfuerzo y poder. Estas dos palabras designan esferas que se restan mutuamente, por cuanto más esfuerzo significa menos poder. A la inversa también, es decir cuanto más poder, menos esfuerzo. Tener que realizar algún esfuerzo es prueba de que existe una resistencia. Pero, ¿resistencia a qué? Esencialmente resistencia a lo que Es. Esto implica que espiritualmente nunca se podrá exteriorizar nada a través del esfuerzo, y si así lo pareciera realmente habría sido a pesar del esfuerzo.

Al balance positivo de poder frente a esfuerzo lo llamamos trabajo, entendido éste como la concreción de un cierto grado de realización, que es la conversión efectiva de algo potencial en cosa manifiesta, en algo existente.

Por eso es que definimos el PODER como capacidad de realización. En este sentido el poder absoluto sería la capacidad para crear desde la nada… Pero esa no es facultad ni función humana, sino divina.

SENTIR – COMPRENDER – REALIZAR

El cable guía a la vez que referencia permanente de nuestra evolución espiritual lo constituye el horizonte emocional, el cual mide nuestro grado de resistividad a la Realidad. Porque, hay que decirlo claramente, todas las emociones son, a fin de cuentas, señales de resistencias a la Realidad. No obstante, su experimentación permite – en palabras de Carl Gustav Jung – que “la oscuridad se pueda transformar en luz y la apatía en movimiento.″

El ascenso emocional tendente a la cota de la ecuanimidad va modificando la actividad mental, desbloqueando contenidos hasta entonces invisibles para el ojo de la mente. Esto da lugar al afloramiento de visiones cada vez más profundas, claras y  significativas de la estructura de lo real.

Y una vez esos dos ámbitos – el emocional, por un lado, relacionado con la energía, y la comprensión, por otro, que representa el reino de la forma, la arquitectura de la Realidad – crecen, van liberando el poder o capacidad de realización correspondiente por efecto arrastre, concretándose la renovación de la vida individual en su expresión práctica. Viene bien recordar aquí que en el ascenso emocional juegan un papel preponderante el desapego, la aceptación y la entrega o altruismo.

LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL COMO UN PROCESO HACIA EL SILENCIO

Siempre se dijo y se enseñó que la evolución espiritual era un proceso hacia el SILENCIO. Y ese silencio al que tanto aludieron los grandes despiertos de todas las épocas, maestros espirituales de las más diversas tradiciones, no es otra cosa que el Silencio Mental. Es decir, la cesación de los procesos de pensamiento y conceptualización. Cuando eso ocurre, la Realidad comienza a revelarse sin obstáculos.

EQUILIBRIO EMOCIONAL – SILENCIO MENTAL – MEDITACIÓN

Pero es sólo con el equilibrio emocional que puede llegar el silencio mental. Un silencio donde ya no hay lugar para juicios, definiciones, comparaciones, expectativas, deseos, quejas, opiniones, planes o intenciones. Un silencio desde el cual se entra espontáneamente en contemplación o meditación, posibilitando que la realidad del espíritu, aquello que Es, el reino inmarcesible de la Unidad, encuentre una vía expedita, libre de resistencias, para mostrarse a la conciencia encarnada. Esto siempre viene apoyado en experiencias trascendentes y adopta el carácter de una revelación  que aporta un mayor grado de inteligencia, de sensibilidad y de creatividad en una expresión unificada que llamamos CONSCIENCIA.

CONOCER Y SABER

No es lo mismo conocer que saber, aunque ordinariamente sean términos que se usen como sinónimos. El conocimiento es una descripción de lo aparente, el saber es algo muy distinto. Saber proviene de “sabor”, sabes cuando has “saboreado” (experimentado) la Realidad. Las bibliotecas del mundo están atiborradas de conocimientos, pero de todo ese gigantesco fondo a sólo una pequeña fracción se la puede llamar de verdad SABER o SABIDURÍA.

El conocimiento suele cambiar, modificarse con el tiempo, caducar…. La sabiduría no, y más allá de las formas expresivas usadas, permanece con su impronta indeleble flotando indemne sobre las olas del tiempo. Un ser humano de muchos conocimientos es un erudito; un ser humano de mucho saber es un sabio o un iluminado.

El conocimiento, cualquier conocimiento, es un velo sobre la Realidad porque nace de una visión distorsionada debido a posicionamientos previos. Esta comprensión es la que llevó a Alan Watts (1915–1973), gran estudioso británico de las fuentes de sabiduría orientales, traduciéndolas a la mentalidad occidental, a afirmar en su obra La Sabiduría de la Inseguridad que «para conocer la verdad uno debe librarse del conocimiento». También lo dejó muy claro otro gran maestro espiritual contemporáneo, el hindú Nisargadatta, al decir: “Usted puede conocer lo que no es; lo que es sólo puede serlo”.

RESIGNIFICANDO EL PERDÓN

El perdón incondicional representa uno de los pasos más trascendentales para nuestro adelanto espiritual. Cuando decimos con profunda sinceridad “¡Te perdono!”, en realidad lo que estamos proclamando es el perdón que nos damos a nosotros mismos, pues fuimos nosotros y nadie más, quienes en determinado momento interpretamos y asumimos bajo esa interpretación, alguna situación vivida catalogándola como una ofensa o un daño que nos infligieron. Sólo podemos perdonar porque nos perdonamos, y sólo nos podemos perdonar porque perdonamos. Todo va junto. El perdón nos libera de cualquier interpretación subjetiva archivada como memoria, que bajo nefastos sentimientos nos encadenaba y auto-condenaba.

PROPÓSITO

El Propósito es el aliento de la Divinidad en el que permanece inmersa la realidad objetiva. El Propósito representa una inmensurable síntesis de amor, de inteligencia y de capacidad creadora que en el diapasón del corazón humanose convierte en Sentido, que aparece como Ley ante la mirada de la mente, y que se expresa como Poder en el Acto Creador o Realización.

Cada estado evolutivo tiene su propio contexto mental. La mente lee la Realidad y encuentra patrones de funcionamiento que define como Leyes. En otro estado evolutivo más elevado cambia el contexto mental, de forma que la mente realiza una lectura más profunda de la estructura de lo Real, redefiniendo las leyes de ayer. Mas el nuevo paradigma mental alcanzado no niega las leyes anteriores, sino que las recontextualiza y asume holónicamente en su seno despojadas ya de su antigua aura de absolutez, permaneciendo funcionales siempre que se mantengan en su propio ámbito.

MÉRITO

La idea de mérito no tiene sentido si no se redefine completamente. Cuando se habla de mérito parece que nos remitimos siempre a una instancia superior que deniega algo si no hay mérito, o que lo concede si lo hay. ¿Pueden los espíritas imaginar a la inteligencia, el amor y el poder supremos como una especie de híper-sesudo administrador celestial encerrado en su búnker atiborrado de expedientes humanos, valorando sin son merecedores o no bajo la mirada de su infinita sabiduría condescendiente? Mérito es otra de tantas palabras inventadas por los humanos para designar algo que ignoran.

MORALIDAD

La moralidad es puro convencionalismo. El ser humano de hoy ya ha dejado de ser, en general, un infante inane que necesita ser llevado de la mano, sino que tiene criterio y capacidad para elegir. Puede equivocarse y de hecho se equivoca mucho, pero la equivocación no es esa monstruosa ofensa a la divinidad o “pecado” que antaño se decía.  De hecho la misma idea de pecado es otro absurdo terrible, posiblemente de los más graves que el ser humano haya concebido jamás, una noción infame en sí misma, puesto que el ser humano es esencialmente inocente y todos sus errores son producto de la ignorancia, no de la maldad. No reduzcamos el Espiritismo a un melifluo moralismo si es que se quiere mantener su ingente virtud emancipadora.

BUSCAR ES ALEJARSE

En términos evolutivos la idea de búsqueda se sostiene en una concepción dualista del mundo que supone que aquello de lo que nos sentimos carentes y creemos necesitar, ha de encontrarse necesariamente “ahí afuera”. Buscar es igual a alejarse porque toda búsqueda establece a priori una separación o distancia entre el buscador y lo buscado. Cuanto más buscas más te alejas de ti mismo.

La sabiduría espiritual nos enseña algo muy distinto. Nos dice que lo que buscamos fuera está realmente en nosotros mismos y que hay que dirigir la mirada hacia nuestro interior. Por eso me parece tremendamente acertada la manera como los sufís se refieren a este asunto. Ellos no hablan de buscar sino de “recordarse”, es decir, de reconectarse con el corazón, que es la plataforma a través de la cual el Espíritu se asoma directamente al mundo.

HACER – NO HACER – ACTO

El ser humano vive totalmente afiebrado y ofuscado por el hacer en la etapa egóica. Pero, ¿qué se busca con el hacer? Evitar la incertidumbre intentando controlar el devenir, para lograr que los hechos futuros se acomoden a nuestros deseos y aspiraciones, aplacando así el miedo, que en el fondo es lo que impulsa toda actividad, pues constituye el núcleo y motor del ego. Ese es el objetivo del hacer.

Pero todos hemos comprobado innumerables veces que el hacer no conlleva garantías y que en pocas oportunidades parece obtenerse el ansiado logro como colofón, sino que mayormente nos acompaña la frustración y la decepción. Y es que aún hay muchos que no han comprendido que el acontecer tiene que ver con el Ser y no con el hacer.

A cada estado del Ser, es decir, a cada nivel de consciencia le corresponde su propio acontecer. ¿No vemos muchas veces que personas con el mismo nivel de actividad obtienen, sin embargo, resultados completamente diversos? ¿Y qué respuesta comodín solemos dar ante esta constatación? Pues hablamos de suerte, buena suerte para el que aparentemente logra resultados satisfactorios y mala suerte para el que parece haber cosechado sólo el fracaso. Absurdo.

En el taoísmo chino se habla de no-acción, concepto que designa con la expresión  “Wu Wei”. La no-acción no es un negarse a la acción o acción en negativo,  lo cual no dejaría de ser otra acción. A la no-acción yo lo llamo Acto o acción natural porque resulta de una sintonía con la Realidad, de cuyos impulsos creadores el ser humano se convierte en receptor y manos en el mundo. La no-acción o Acto cierra las puertas a la reactividad y abre camino a la creatividad, no es susceptible de control y resulta impredecible e inabordable para la lógica.

SEGURIDAD,  INCERTIDUMBRE, CERTEZA Y  FE

Hablemos ahora de seguridad, de incertidumbre, de certeza y de Fe. ¿Temas alejados del Espiritismo? Ni mucho menos.

En nuestro autodescubrimiento espiritual llega un momento en el que comprendemos y asumimos, que la anhelada seguridad basada en el control de todos los aspectos de nuestra vida es una quimera, que lo que rige es la incertidumbre sobre el devenir.

Sin embargo ello no supone carecer de certeza interior. Es perfectamente posible tener una profunda certeza en medio de la incertidumbre. Porque esta certeza de la que hablamos no deriva de un proceso intelectual, es una certeza indefinible aunque sensible a partir de la conexión con el sentido de la realidad, conexión que se resuelve en una fe experiencial basada en la sintonía con esa vibración sutil omni-poderosa, omni-amorosa, omni-inteligente y omni-abarcante que llamamos Propósito.

COHERENCIA, INCOHERENCIA E INTEGRIDAD

Al ejercer nuestra libertad desconcertamos a los encasilladores profesionales. No hay nada que provoque mayor escándalo entre los seres humanos que se consideran a sí mismos “sensatos”, es decir hiper-condicionados, que vivir a plenitud tu propia libertad. De ahí que la tan mentada coherencia sólo puede considerarse un valor cuando es de ti para ti.

Seamos sinceros con nosotros mismos, permitámonos cambiar, mudar de pensamiento, modificar posturas o no tener ninguna… hasta llegar, incluso, a parecer incoherentes. Realmente, aunque los demás puedan creer otra cosa, nunca somos incoherentes con nosotros mismos, con el mensaje que ofrecemos según el estado de conciencia en que nos encontramos. A un ser avanzado espiritualmente nada le ocupa ni le preocupa parecer coherente, su interés está centrado únicamente en su propia integridad.

Al vivir tu libertad podrías encontrarte con extrañas reacciones a tu alrededor: desaprobación, caras descompuestas, gestos desdeñosos, incredulidad y hasta enfados porque has tenido la tremenda osadía de salirte de sus casillas tan bien elaboradas y etiquetadas sin su permiso. Habrá algunos que incluso no te lo perdonarán. Pero no importa, ellos también son coherentes consigo mismos, sólo que aún no lo saben.

SISTEMAS, MÉTODOS Y PRÁCTICAS PARA EL DESARROLLO  ESPIRITUAL

Queremos referimos ahora a todos esos ejercicios, sistemas, métodos y prácticas que se aconsejan y se proponen nimbados con la pretendida facultad de favorecer el desarrollo espiritual.

En este sentido las consideraciones que antes hicimos en relación al hacer en general, valen igualmente para el hacer en el marco de la realización espiritual. Afirmo que las supuestas capacidades atribuidas a dichas prácticas son una ilusión y una distracción, porque no hay ningún medio, método o sistema que ocasione nuestro desarrollo espiritual, dado que el desarrollo espiritual no es ningún fin ni puede plantearse como una meta situada al final de un camino. ¿Sorprende a alguien esta aseveración? Nos explicaremos.

Ningún método, ninguna práctica, ningún ejercicio, ningún hacer en general, puede lograr lo que ya somos, siempre hemos sido y siempre seremos. La evolución espiritual tampoco puede ser el producto de un decreto voluntarista o el resultado de la puesta en práctica de la difusa recomendación de “ser buenos”.

Privaciones, mortificaciones, ayunos purificadores, dietas estrictas, ceremoniales y ritos ancestrales, contorsionismos corporales, reglas, preceptos, cultos, rezos, repeticiones de palabras supuestamente sagradas, hacer “buenas acciones” o cualquier otra actividad premeditada con la finalidad de avanzar de grado en la escala de la evolución espiritual, son todas y todos autoengaños y tienen efecto cero en nuestra evolución.

No digo que algunas de esas prácticas no cumplan una función, pero sea la que sea nada tiene que ver con la evolución espiritual. Es una solemne majadería eso de pretender “acumular méritos” y, en otro sentido, desde muy antiguo se advirtió sobre los peligros de algunos de esos intentos de “tomar el cielo por asalto”, en los que se quiere forzar nuestro desarrollo íntimo mediante atajos, vía desnortada que designaban con la expresión “el camino de la mano izquierda”, la que en algunos casos se ve acompañada, es cierto, por la aparición de determinados “poderes” sin la debida capacidad para gestionarlos.

Hace mil doscientos años Adi Sankara (788-820), uno de los grandes maestros espirituales de la antigua India, hacía esta notable advertencia en su obra titulada Atmabhoda: «Cientos de expiaciones, castigos y lecturas atiborran por años a quienes buscan prepararse para servir a lo divino, cuando realmente tan solo buscan la manera de sentirse a gusto consigo mismos. No hay peor ego que el de quienes buscan la santidad.»

JESÚS EN EL ESPIRITISMO

Por último quiero hacer una breve alusión a la deplorable visión que se tiene del maestro Jesús hasta en algunos sectores del Espiritismo, una figura que han convertido en gran medida en un ídolo desnaturalizado, irreconocible y, lo que es peor, totalmente inútil. El asunto resulta increíble, pues supone la derogación de facto de su ejemplo y enseñanzas precisamente por parte de aquellos que dicen ser, curiosamente, sus mayores admiradores.

Este asunto requeriría de un amplio desarrollo explicativo para el que hoy no disponemos de tiempo. Simplemente quiero añadir que el sentido de algunas de las enseñanzas clave de Jesús,  inadvertido e indescifrado para muchos todavía, es muy claro para mí a estas alturas y sé que para otros también. Desgraciadamente sobre ello he encontrado muy poco en el panorama espírita, por no decir casi nada.

CONCLUSIÓN

Podríamos hablar de muchas más cosas dentro del Espiritismo desde una perspectiva ampliada. Por ejemplo, de justicia, de responsabilidad, de compromiso, de la ley de causa-efecto, de voluntad, de identidad, de individualidad, de la naturaleza de la mente y su función en cada fase evolutiva humana, de las emociones, del sufrimiento, de los sentimientos, de la memoria, del auto-recuerdo… Pero eso tendrá que ser en otro momento.

Bien, amigos y amigas, hasta aquí hemos llegado en nuestra intervención. Muchísimas Gracias por vuestra atención.


NOTA: Podéis ver y escuchar en Youtube las intervenciones o ponencias, hasta un total de 14, que se desarrollaron en el XI Congreso Andaluz de Cultura Espírita, celebrado los días 3, 4 y 5 de noviembre de 2023:

https://www.youtube.com/@asociacionespiritaandaluza2339/videos


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Fotografía de Lola Hernández (GELP), domingo 29 de enero de 2023 (Garafía, noroeste de La Palma)

Saludos fraternos: a punto de comenzar el mes de febrero, compartimos con todos vosotros el Programa de Actividades Públicas que hemos conformado para este mes mes. Esperamos que las conferencias y proyecciones despierten el interés de cuantos deseen visitarnos, con esa finalidad lo hemos preparado. El programa reepresenta una parte del trabajo que venimos realizando en el Grupo Espírita de La Palma.

Para consultar o descargar el Programa, puedes acceder a la página Actividades Públicas desde las pestañas superiores. También puedes hacerlo clicando AQUÍ.

Todas estas actividades son abiertas y gratuitas, comenzando a las 19:30 horas cada viernes. Cualquier persona que quiera asitir está invitada. Os recordamos que las mismas se desarrollarán en nuestra sede social, ubicada en:

Avda, Carlos Fco. Lorenzo Navarro

Edificio Vizconde, nº 69 – 1º D

38760 Los Llanos de Aridane

Isla de La Palma – CANARIAS

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Francisco de Quevedo, 1580 – 1645

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

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Lou Marinoff

Nietzsche escribió: «Un pueblo feliz no tiene historia.» Esto es tristemente cierto. Una parte de lo que convierte a un pueblo en «un pueblo» es su historia, que siempre conlleva una lucha por la supervivencia, tragedias y triunfos, agravios históricos y edades de oro. Este aforismo de Nietzsche también puede aplicarse a los individuos: una persona feliz no tiene historia. ¿Por qué? Porque vive el presente con la máxima plenitud posible. Por consiguiente, no hay motivo para el arrepentimiento, la recriminación, la venganza y todos los demás estados de ánimo que invitan a atormentarse. Y si tomamos la declaración de Nietzsche desde un punto de vista «invertido», de inmediato da en el clavo: un pueblo desdichado —igual que una persona desdichada— tiene demasiada historia. Éste es precisamente el origen de que tantos conflictos étnicos del mundo se enconen intermitentemente a lo largo de los siglos. Las partes en conflicto tienen demasiada historia. Ésta las hace desdichadas y las arrastra a nuevos conflictos, de modo que siguen acumulando más historia, más desdicha y más conflictos. Este círculo vicioso no tiene fin hasta que se rompe.

El remedio taoísta consiste en tener menos historia, no más. Líbrate de tu historia y serás feliz. Pero ¿no se trata acaso de una contradicción, al menos en la filosofía china? ¿No acabamos de ver, en el capítulo anterior, que el gobernante taoísta honra a sus antepasados, invitándolos a estar presentes en los rituales divinos? ¿Cómo podemos honrar a nuestros antepasados y no obstante olvidar nuestra historia? Podemos hacerlo volviendo al Bloque Intacto 1. Podemos rendir homenaje a quienes han abandonado este mundo sin recitar la lista de todos nuestros agravios.

Además, ¿no es ésta la esencia de la psicoterapia? Las personas acuden al psicoterapeuta porque no son felices. ¿Por qué no son felices? Porque tienen demasiada historia. ¿Qué hace la psicoterapia?

Busca una interpretación positiva de esa historia. Los niños a menudo están deformados por sus padres y, sin embargo, se supone que deben amar a sus padres. Esto provoca un terrible conflicto en el niño, conflicto que a menudo persiste en la edad adulta. Los psicoterapeutas procuran resolver ese conflicto,

por lo general reviviendo la desagradable historia de la deformación del niño. ¡Ardua tarea! No es de extrañar que cueste tanto tiempo y dinero.

Los taoístas vuelven al Bloque Intacto. Regresan a un estado informe. Así dejan de culpar a sus padres por haberlos deformado y pueden amarlos sin caer en contradicciones. Una persona feliz no tiene historia.

El Poder del Tao, Lou Marinoff

NOTAS

1.Los taoístas llaman «bloque intacto» a un estado de serenidad que ofrece infinitas posibilidades. Y este estado de serenidad no es otra cosa que la conexión con el Ser, con tu propio Ser.

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Mariano Corbí

Estamos frente a una espiritualidad sin religión

(…) La nueva espiritualidad no pasa por las creencias, porque no puede pasar debido a las condiciones culturales.

Si no pasa por las religiones ni por las creencias, tampoco por las sacralidades.

Se trata, pues, de una espiritualidad laica.

Una espiritualidad laica que puede heredar todo el legado de sabiduría de las tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad. Esa es la enorme ventaja de su condición laica.

Podremos heredar ese inmenso legado, si somos capaces de dejar las creencias a un lado. Y es la cultura la que nos está exigiendo dejar las creencias a un lado.

Entiendo el término “creencias” en el sentido que hemos precisado: no como supuestos comunes acríticos, ni como postulados axiológicos o científicos, sino como interpretaciones y valoraciones de la realidad, como sistemas de actuación y organización, como modos de vida, revelados por los dioses o legados por los antepasados sagrados.

Tomadas en este sentido religioso, las creencias se presentan como exclusivas y como excluyentes.

Para heredar el gran legado de las tradiciones tendremos que aprender a leerlas como puros sistemas simbólicos que hablan de una determinada dimensión de la realidad que, propiamente, no puede expresarse con palabras.

Las tradiciones religiosas, leídas sin creencias, son narraciones, mitos, símbolos, instrucciones y advertencias para hacer el camino espiritual.

El camino espiritual, dicen los maestros del espíritu, es un camino de silenciamiento, que es una gran renuncia, que es, a la vez la liberación y el conocimiento. Ya explicaremos esto más tarde.

¿Qué entendemos por “espiritualidad” en la nueva situación cultural?

Primero hay que advertir lo inadecuado del término. Espiritualidad sugiere una antropología de cuerpo y espíritu que ya no es la nuestra. Además de ese supuesto, el término tiene fuertes connotaciones religiosas, y puede suscitar anticuerpos. Pero lo continuaremos usando porque no tenemos un término sustituto claro.

Para comprender a qué nos referimos con el término “espiritual”, recordaremos lo que ya dijimos sobre la doble experiencia de la realidad que caracteriza a nuestra especie.

Los humanos tenemos un doble acceso a lo real:

-un acceso en función de nuestras necesidades, que es un acceso relativo;

-otro acceso gratuito, que no está en función de nuestras necesidades; es un acceso a la realidad que está ahí, independiente del significado que pueda o no tener para nuestra sobrevivencia; ese es un acceso absoluto.

Espiritualidad es el cultivo de la dimensión absoluta de nuestro acceso a lo real.

Cuando hablamos de “absoluto” no nos estamos refiriendo a una entidad trascendente con respecto a este nuestro mundo. Eso es ya una interpretación, una representación.

Cuando hablamos de una dimensión absoluta de lo real, estamos hablando de esta realidad, no  de  otra; pero  en  el  aspecto  en  que  esa  realidad  esta  absoluta, separada, independiente de las relaciones que podamos establecer con ella para sobrevivir.

Esta doble noticia de lo real puede expresarse de otra manera:

-tenemos una experiencia dual de la realidad, la que genera nuestra necesidad (sujeto necesitado, frente a un medio en el que satisfacer sus necesidades)

-y tenemos una noticia no dual de la realidad “Eso absoluto de ahí” que es independiente de nuestras categorías duales de Sujetos y Objetos.

La espiritualidad es trasladar la residencia de mi mente, de mi sentir y actuar, desde la dualidad a la no dualidad;que equivale a decir, trasladar la residencia de la dimensión relativa a la absoluta de lo real.

Ese tránsito supone un proceso de refinamiento de la mente, del sentir, de la percepción y de la acción, para pasar de un conocer y sentir que es siempre de sujetos, objetos e individualidades, a un conocer y sentir donde ya no están vigentes esas categorías, donde ya no hay ni sujetos, ni objetos, ni individualidad, pero hay real noticia de “Eso real”, y real conmoción frente a ello.

La noticia que se tiene en esa segunda dimensión de nuestras facultades es absoluta, la conmoción es absoluta y la unión y amor que provoca es absoluto.

Esto tiene enormes consecuencias en la acción.

Conforme a lo que estamos diciendo, el camino espiritual es el tránsito de la egocentración, propia de todo viviente, a la desegocentración.

Eso significa, primero, que todo el conocer, el sentir y la acción de nuestra cotidianidad está en función de la egocentración, y es siempre, de una forma u otra, relativo a nuestros intereses. El tránsito de que hablamos consiste en que hay que llegar a que toda a capacidad de nuestras facultades y actuaciones se ejerza sin egocentración alguna; por tanto, ya no en función de nuestros intereses, sino al servicio de “todo eso de ahí”, personas y cosas, que son vistas como el Absoluto mismo.

El tránsito de la egocentración a la desegocentración en el uso de todas nuestras facultades equivale al tránsito de depredador inmisericorde a amante.Y un amante que no pone condiciones a su amor, porque sólo la egocentración, el ego, pone condiciones al amor.

Nuestro cuerpo necesitado es el fundamento del ego.

El ego es, precisamente, el uso de todas nuestras facultades de conocer, sentir, percibir y actuar, al servicio de la sobrevivencia de nuestra condición de vivientes, tanto en lo que se refiere a la sobrevivencia del individuo, como de la especie.

Esto es el ego en términos generales.

En particular el ego de cada persona es un pequeño paquete de deseos y temores, que se corresponden con los primerísimos éxitos y fracasos del nuevo viviente, en sus relaciones con sus padres, sus familiares próximos y primeros educadores.

Ese paquete de deseos y temores (todo deseo es simultáneamente temor) particular, se convierte en criterio y canon de comprensión, de sentir y de actuación para el futuro. Eso constituye la personalidad de cada cual, eso es su conciencia de individualidad.

La personalidad, la individualidad, el sentimiento de ego, no es pues algo glorioso, aunque absolutamente imprescindible para un viviente necesitado.

El ego, y su paquete de deseos y temores, es el motor de la vida, pero es también es una cárcel, porque es el que construye el que será el mundo en el que vivirá el individuo.

Y ese mundo está construido a partir de un paquete, reunido al azar, de deseos/temores. El mundo que construyen esos deseos/temores es un mundo de dolor, dice el Buda. Es un mundo en el que el deseo y el temor están inextricablemente unidos, donde las expectativas son inquietantes, donde el pasado de pequeños éxitos y fracasos mediatiza toda nuestra comprensión, valoración y actuación.

Es un mundo de inquietud y de angustia.

La espiritualidad es el camino de salida de esa cárcel del ego. Es pasar a ver y sentir las cosas, libre de deseos y temores, libre de recuerdos y expectativas que apresan y desfiguran.

Lo que las realidades le dicen al ego, es lo que el ego les impone que digan.

Con el silenciamiento del ego, las realidades puede expresarse ellas mismas, pueden darnos su mensaje propio, su canción.

Esa es la dimensión absoluta de la realidad; ese es el conocimiento desde el silenciamiento del ego.

El ego se mueve entre el amor y el odio, porque es un depredador frágil que tiene mucho que defender.

Desde el silencio del ego, ya no hay dualidad. Por tanto, no hay nadie que tenga que defender nada ni conseguir nada.

Desde el silencio del ego, no hay “yo” y “los otros”. Es la unidad. El amor es unidad y la unidad es amor.

Donde no hay “yo” y “los otros” sólo hay amor, y un amor sin condiciones, porque no hay nadie para ponerlas.

La necesidad es sumisión. Donde hay necesidad hay sumisión.

Donde se silencia la necesidad hay libertad. El camino espiritual es el camino a la libertad.

El camino espiritual es liberarse de la prisión que construye el sentimiento de ego y sus deseos, temores, recuerdos y expectativas

Es liberarse de la contraposición “yo” y “los otros, “yo” y “el mundo”. Es liberarse del sentimiento de ego, fuente de todas las sumisiones.

Espiritualidad es comprender que la “gran renuncia”, que no es renunciar a riquezas, honores, amores, etc., sino renunciar al sentimiento de ego, a la propia individualidad, a la idea de ser alguien venido a este mundo, es la perla escondida.

Es comprender que “lo que es”, “el que es”, no es mi ego, ni es mi individualidad. Es comprender que mi realidad es la realidad “del que es”, “de lo que es”.

Quien renuncia a sí mismo, quien muere a sí mismo, no hace un gran sacrificio, sino que se libra del mundo del dolor, de la cárcel que el ego construye.

Libre de sí mismo conoce “lo que es”, lo que no es la construcción de nuestras necesidades, conoce al Absoluto.

Eso es la liberación, el conocimiento, el amor sin condiciones y la paz.

Donde hay ego, no hay nunca verdadero conocimiento ni verdadero amor.

Donde hay ego, amando a otros, me amo a mí primero. Mi pretendido amor es el amor egocéntrico de un animal simbiótico que no puede sobrevivir sólo.

Sólo hay verdadero amor, verdadero interés por el otro, por lo otro, cuando el ego no está por medio.

Mientras el ego está presente, siempre pone condiciones al amor. Y esas condiciones nacen siempre de su propio interés, más craso o más sutil, aunque se busque sólo un sentido para la propia vida, o la dignidad de un buen comportamiento.

Cuando el ego está ausente, porque se le ha silenciado, el amor es sin condiciones, es completo.

Quien quiera verdaderamente ayudar a los demás, amarles, ocúpese de silenciar por completo su yo.

La espiritualidad es la búsqueda de la Verdad. Pero la Verdad de la espiritualidad es sólo la que se da en la no dualidad, en el completo silenciamiento del ego.

La Verdad de la espiritualidad no es una formulación, ni un conjunto de formulaciones; es una presencia, pero no es la presencia de algo o de alguien, estaríamos todavía en el mundo de la dualidad.

La Verdad de la espiritualidad ni es una formulación, ni es algo, ni es alguien.

Es una presencia, que es una certeza. Pero la presencia es una ausencia, porque, según nuestros criterios de vivientes, no es la presencia de ningún objeto, ni de ningún sujeto, ni de ninguna individualidad. Es una presencia-ausencia.

Es un conocimiento-no conocimiento, porque en él, desde el seno de la no dualidad, nadie conoce nada, pero hay noticia y conmoción real.

Es una certeza indudable, más recia que cualquier otra. Es como una roca frente a la cual todas las certezas quedan destrozadas. Pero es certeza en el seno de la no dualidad, por tanto, certeza indudable, pero de nadie ni de nada.

La Verdad espiritual tiene unos rasgos bien peculiares. Y los rasgos de la Verdad espiritual son los mismos rasgos de la certeza que provoca el camino espiritual.

La verdad que condena, no es verdad. La Verdad sólo libera.

La verdad que somete, no es verdad. La Verdad sólo suelta cadenas.

La verdad que excluye, no es verdad. La Verdad sólo reúne.

La verdad que se pone por encima, no es verdad. La Verdad sólo sirve.

La verdad que desconoce la verdad de otros, no es verdad. La Verdad es sólo reconocimiento.

La verdad que no mira a los ojos a otras verdades, no es verdad. La Verdad es sólo acogimiento sin temor.

La verdad que engendra dureza, no es verdad. La Verdad es sólo amabilidad y ternura.

La verdad que no se vuelca en el prójimo, no es verdad. La Verdad es sólo amor.

La verdad que desune, no es verdad. La Verdad sólo unifica.

La verdad que se liga a fórmulas, por escuetas que sean, no es verdad. La Verdad es sólo libre de formas.

Si la verdad se liga a fórmulas, tiene que condenar, excluir, desunir, tiene que ponerse por encima, dar por falsas otras verdades.

La Verdad reside en formas, pero que no se liga a formas.

Por todo lo dicho queda claro que el camino espiritual es el camino del silenciamiento de la lectura de la realidad y de la valoración de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos, desde el ego, que es nuestra condición de depredadores despiadados.

Es el silenciamiento de la interpretación, valoración y actuación que realizamos de todo, desde lo que es el núcleo de nuestra personalidad, de nuestra individualidad; es decir, el paquete de deseos y temores, origen de nuestros recuerdos y expectativas, que se originaron en el inicio de nuestra vida, como resultado de nuestros primeros éxitos y fracasos.

La esencia del camino espiritual es el silenciamiento de ese paquete de deseos/temores que nos funcionan como patrón de toda nuestra actividad mental, sensitiva y física.

Quien calla ese patrón de lectura y actuación que, de hecho, impone a la realidad lo que nos tiene que decir, puede tener noticia de la realidad en ella misma, en su aspecto absoluto.

Los maestros espirituales, sin excepción, afirman que quien silencia al ego silencia la dualidad.

Quien silencia la dualidad, silencia el mundo de formas que construimos desde nuestra necesidad y tiene acceso al que, a lo que es Sin forma, porque no tiene ninguna de las formas que nuestra condición de animales necesitados le atribuye.

El Brahma Sûtra dice: Declarar que el Absoluto no tiene forma es el propósito principal de las enseñanzas de las Upanishad. 1

Aquél es infinito donde nada se ve, nada se oye y nada se sabe.2

Sin embargo, se le conoce, se le percibe y se le siente en toda forma.

Se tornó la contraforma de toda forma; ésa es su forma perceptible.3

Es algo que acompaña a toda realidad, a toda forma.

Cuando la dualidad desaparece, hay conocer, percibir y sentir, pero ya no existe ni el que conoce, percibe y siente, ni lo conocido, percibido y sentido; sólo queda el Testigo, luz solitaria en el océano infinito, el mismo océano de luz.

Se convierte en el veedor único y sin segundo en medio del océano, es el mundo de Brahman, o rey. Así lo instruyó Yâjñavalkya. Es su suprema meta, su supremo éxito, su supremo mundo, su suprema felicidad.4

Como la obra de arte hace patente directa e inmediatamente la belleza, de una forma parecida la persona del Maestro espiritual hace directa e inmediatamente patente lo que supone el conocer, sentir y percibir desde el silencio.

Si los Maestros no nos pusieran delante de los ojos lo que es el conocer y sentir desde el completo silencio, no tendríamos idea de que tal cosa pueda existir para nosotros.

El Maestro, en su persona, muestra “Eso no-dual y sin forma” que todo es y que yo mismo soy. Escuchar lo que dice Kabir.

Oh, hermano mío, anhela mi corazón aquel verdadero Maestro que llena la copa del amor auténtico; bebe de ella y luego me la ofrece.

Es él quien aparta el velo de mis ojos y permite la verdadera visión de Brahman.

Es Él quien revela los mundos que en su Ser existen, y me conduce al deleite de la divina armonía.

El verdadero Maestro es aquel que puede revelar a nuestra visión la forma de lo Informe.

Los grandes textos religiosos son la prolongación, en el tiempo, de la persona de los Maestros; son su espíritu vivo.

Lo mismo sostiene Juan Matos, el chamán mejicano, en sus enseñanzas a Carlos Castaneda.

«La primera tarea de un Maestro es introducir la idea de que el mundo que creemos ver no es más que una imagen, una descripción del mundo. Cada esfuerzo del Maestro está destinado a probarle esto al aprendiz. Pero hacer que lo acepte es una de las cosas más difíciles; cada uno de nosotros está atrapado, con satisfacción en su propia representación del mundo; ésta nos empuja a sentir y actuar como si conociéramos verdaderamente alguna cosa del mundo. Un Maestro, desde el primer acto que realiza apunta a poner fin a esa representación. Los Maestros llaman a esto, “interrumpir el diálogo interior”, y están convencidos que es la sola técnica y la más importante que hay que enseñar al aprendiz.» 5

Lo mismo sostiene un texto, muy lejano en el tiempo y en el espacio, el Mahamudra de la tradición budista tibetana.

Mantener la mente como la del niñito que mira con la más intensa viveza mental los frescos de un templo.6

Este texto pone el acento, además de en el silencio, en la alerta. Como Jesús advertía cuando decía ¡Vigilad!

Nuestros antepasados practicaron la vida espiritual desde las religiones y las creencias. Nosotros nos vemos forzados a hacerlo sin religiones y sin creencias.

Debemos, pues, estudiar, en los grandes textos espirituales de la humanidad, los procedimientos que enseñaron los Maestros para adentrarse en el silencio, corregir posibles errores y desviaciones.

¿Cómo trabajar para conseguir el silencio y la alerta?

Estudiaremos brevemente los grandes ejes de los métodos de silenciamiento, pero teniendo siempre en cuenta la advertencia constante de todos los Maestros: no hay relación de causa a efecto entre el esfuerzo y el método empleado y la consecución del pleno silenciamiento interior y, con él, el conocimiento del Absoluto que acompaña a ese silencio.

Los procedimientos de silenciamiento son sólo procedimientos de intento. El intento no produce el conocimiento, pero el conocimiento se produce en el seno del intento. El conocimiento desde el silencio, el conocimiento silencioso, que es el conocimiento del Absoluto sin forma, es un don gratuito que normalmente sólo se produce en el intento.

En términos de las tradiciones teístas podríamos decir que el conocimiento silencioso es siempre gracia, don, no logro.

No es extraño que sea así, porque también ocurre algo parecido en el arte e incluso en la ciencia. Hay un hiato entre el empeño, el esfuerzo y la creación.

Los humanos, como vivientes que somos, tenemos tres grandes posibilidades de métodos de silenciamiento:

Emplear la mente para silenciar todas nuestras facultades.

Emplear el sentir con el mismo fin.

Emplear la acción para lo mismo.

Cada uno de estos grandes troncos tiene mucha variedad de procedimientos. Analizaremos únicamente esas tres grandes familias de procedimientos.

Todas las tradiciones religiosas emplean estas tres familias de procedimientos, cada uno a su manera. Pero es la tradición hindú la que mejor la teoriza.

El silenciamiento desde la mente. Los indios le llaman “yoga del conocimiento”

Los Maestros invitan a utilizar toda la potencia de nuestra mente, con su capacidad de razonar y de intuir, para desmontar lo que nuestra misma mente construye al servicio de nuestra condición de necesitados.

Es un uso del poder de la mente diferente del que hace la filosofía y la ciencia. La filosofía y las ciencias utilizan el poder de la mente para explicar la realidad; para construirla, para modelarla.

El yoga del conocimiento utiliza ese mismo poder para hacer un trabajo contrario: mostrar que todas nuestras explicaciones, que damos por reales, son nuestra construcción, no son lo que es.

Así, el yoga del conocimiento conduce a la mente, y con ella a nuestro sentir y nuestro actuar, hasta la misma frontera de todas nuestras construcciones, para enfrentarnos, así, directamente con “lo que es”, que no es ninguna de nuestras interpretaciones.

Se utiliza la razón, la capacidad de razonar fríamente, hasta conducirnos al borde mismo del Sin forma. Dice Rumí que en ese tramo del trabajo, la razón es maestra; pero cuando se llega al borde del abismo del Sin forma, la razón se convierte en discípula de nuestra propia capacidad de intuir, de nuestra capacidad de conocer más allá de los mecanismos lingüísticos de la razón.

No se trata de probar creencias con la razón, como podría hacer la teología, ni de mostrar su coherencia racional. Se trata de salirse, con ayuda de la razón, de todas las interpretaciones que hacemos de la realidad, de ésta en la que vivimos, no de otra trascendente, para aproximarnos a lo que realmente hay y no lo que nuestra condición de vivientes necesitados precisa ver.

Nuestra mente, como mente propia de un animal viviente, sólo da por real lo que puede representársele como objeto o como sujeto, como individualidad. El yoga del conocimiento conduce a tener que admitir que eso son sólo categorías propias de un animal, el sujeto, que siempre se interpreta como individuo y como núcleo de necesidades, para sobrevivir en un medio, que inevitablemente tiene que representárselo como distinto y opuesto a él como “ob-iectum”, como algo puesto ahí, frente a mí.

Donde no se da la contraposición de sujeto-objeto, que es una construcción propia de los vivientes para sobrevivir, no hay ni individuos, ni dualidad, ni pluralidad. Sólo hay “Eso que es”. Y “Eso” no es ninguna de nuestras interpretaciones; está más allá de todas nuestras capacidades de interpretar y representar. Por eso se le ha llamado “Sin forma”, “Vacío”.

Hasta aquí lo que podríamos llamar la función razonadora, lingüística, de nuestra mente. A partir de ahí tiene que intervenir nuestra capacidad intuitiva, que ya no es lingüística, ya es silenciosa. Tenemos que llegar a intuir que hay un conocer en el seno de la no dualidad, en el que ya no hay ni sujetos, ni objetos, ni individuos.

Por tanto, en ese conocimiento, intuitivo y no-dual, ya no hay “lo mío” y “lo tuyo”, criatura / creador.

Se trata de un conocimiento en el que ya nadie conoce ni conoce nada, pero que es real noticia y real conmoción, real sentir.

Este conocimiento en el seno de la unidad, sin forma, genera una certeza inquebrantable, aunque no sea certeza de nada ni de nadie.

Ese “conocimiento-no conocimiento”, ese “conocimiento en la nube del no saber”, ese “conocer supraesencial”, ese “saber no sabiendo”, ese “conocer tenebroso”, esa “luz en plena noche” (según las expresiones de los místicos cristianos y musulmanes) es el conocimiento del Absoluto, el conocimiento silencioso, el conocimiento de “el que es”, “lo que es” y no de lo que nuestra mente necesitada construye.

Sólo este conocimiento transforma de arriba abajo al sentir. Porque el sentir sigue a lo que nuestra mente da por realidad. Gracias al trabajo con el yoga del conocimiento hemos podido transformar lo que damos por realidad. El sentir sigue a esa transformación.

El sentir que se asienta en la unidad es el que genera el amor incondicional. Recordemos que “las condiciones” al amor sólo las pone el sentimiento de ego, creerse alguien venido a este mundo.

Para el sentir que se reside en la unidad, sólo cabe el amor sin condiciones. Sólo un amor así es capaz de cambiar el mundo.

Sólo el que ya no es un depredador, sino un amante, puede ayudar a arreglar, aunque sólo sea un poco, el mundo de depredación que nuestras culturas construyen.

Quien todavía continúa depredador, no puede arreglar verdaderamente el mundo de la depredación. Depredará, de una forma u otra, el mundo que pretende arreglar.

Quien quiera luchar por el bien de los hermanos, por la justicia y la equidad, que luche, primero o a la vez, por conseguir el conocimiento que transforma el sentir y la acción.

Cito unos textos de Rumí, es musulmán, no indio, sin embargo describe la manera de proceder del yoga del conocimiento:

«La razón es buena y deseable hasta que ella te hace llegar a la puerta del Rey. Cuando llegas a Él, abandónate a Él, no tienes nada que hacer con el “cómo” y el “por qué”.»7

«A pesar de los esfuerzos que hace la razón, ella no puede comprender; sin embargo, no renuncia a estos esfuerzos, ya que si lo hiciera dejaría de ser razón. La razón, incesantemente, noche y día, está inquieta y atormentada por el pensamiento, el esfuerzo y las tentativas para alcanzar a Dios el Altísimo, aun cuando Él sea inalcanzable. La razón es como la mariposa, y el Bienamado como la llama. Cuando la mariposa se arroja sobre la llama, se quema y aniquila. La mariposa representa a aquél que, a pesar de ser quemado y torturado, no puede soportar estar alejado de la llama. Todo ser viviente que se apasiona por la llama y se arroja sobre ella, es también una mariposa. Pero si la mariposa se arroja sobre la llama sin quemarse, la llama no es tal. Del mismo modo, si el hombre no está apasionado por Dios y no hace esfuerzos para alcanzarlo, no es un hombre… El hombre es el que se esfuerza y gira alrededor de la luz de su Majestad divina sin tregua ni reposo, y Dios es Aquél que quema al hombre y lo aniquila. Ninguna razón puede alcanzarlo.»8

Este trabajo con la mente puede hacerse

-con procedimientos claramente conceptuales, así trabaja el Budismo y el Advaita Vedanta,

-o con procedimientos simbólicos, mitológicos, con narraciones y cuentos, así trabajan las tradiciones teístas: algunos autores cristianos, algunas corrientes sufíes e indias.

Hay otro procedimiento que también trabaja con la mente, pero que no se basa en nuestra capacidad de razonar, sino en nuestra capacidad de concentración. Es lo que los indios llaman Raja Yoga.

El procedimiento consiste en concentrarse sobre realidades físicas o mentales (objetos físicos, símbolos, imágenes), silenciando, simultáneamente, nuestra interpretación y valoración del objeto de concentración, nuestros recuerdos y expectativas, hasta conseguir sacar al objeto sobre el que se practica la concentración del círculo de hierro en el que le tiene preso la egocentración de la mente y del sentir.

Cuando la concentración es adecuada, el objeto de concentración toma todo su relieve, todo su ser propio que no es ser objeto frente a nosotros; entonces aparece en todo su valor gratuito, absoluto.

Si el objeto se sale del círculo en el que está encerrado, el círculo de la relación sujeto-objeto, deja de ser objeto. Si el objeto deja de ser objeto, el sujeto deja de ser sujeto.

Vamos a parar al ámbito de lo no dual, a “eso que es”, el Purusha.

El silenciamiento desde el sentir

El deseo/temor y por tanto el amor/odio es el patrón de sentir.

Silenciar, desde el sentir, es salirse de ese patrón.

Silenciar el deseo,

-no equivale a matar el deseo,

-equivale a silenciarlo cuando se quiera.

-No equivale a matar la capacidad de conmoverse y amar,

-equivale a aprender a conmoverse y amar

-no porque sirva a mi necesidad,

-ni porque tenga que ver conmigo,

-sino porque sí, porque algo existe.

Por consiguiente, y en contra de lo que pudiera parecer, silenciar el deseo es aprender a amar verdaderamente.

Quien ama conducido por su deseo,

-ama su satisfacción antes que nada,

-ama a las personas o a las cosas porque están ligadas a su satisfacción.

Quien ama desde el silencio del deseo

-ama a las personas y las cosas por sí mismas,

-independientemente de la relación que tengan o no con ellos mismos,

-libres de referencias a uno mismo.

Aprende a amarlo todo, no sólo lo que le atañe.

Quien ama sin silenciar el deseo, ama con condiciones –la satisfacción de su deseo.

Quien ama con el deseo silenciado, ama sin condiciones.

El silenciamiento del deseo es una condición imprescindible para todo trabajo con la mente, con el sentir e incluso con la acción, como veremos.

Lo siguientes textos de las grandes tradiciones espirituales hablan del silenciamiento del deseo.

«¡Tú que construyes la casa! Te he descubierto, no me harás una nueva casa, todas tus vigas han sido rotas y el techo destruido; mi mente se ha despojado de todo aquello que produce la existencia y ha alcanzado la destrucción de los deseos».9

«…el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.»

«El que halla su vida, la perderá y el que la perdiere por amor a mí, la hallará.»10

«Niégate ti mismo. ¡Afirma la existencia del solo verdadero! Este es el sentido de “no hay más dios que Alá”.»11

El trabajo espiritual con el sentir en una época sin creencias ni religiones

En la época de las religiones se sabía cómo trabajar con el sentir, porque el sentir se apoyaba en la creencia.

El sentir se orientaba a la figuración divina, a la imagen, que daba por real. Así se sacaba el sentir del círculo de la egocentración.

Si se hacía correctamente, el sentir trascendía la figuración y entraba en el silencio. Si no se hacía correctamente, el sentir quedaba atrapado en la creencia, en la imagen mental. No llegaba a tocar al Sin forma, porque sentir imágenes, representaciones no es sentir “lo que es”, lo real.

Si no se hacía correctamente, el resultado era una estructura del sentir falsa, más voluntad de sentir que sentir verdadero. En las religiones era frecuente que ocurriera esta malformación.

Sentir imágenes, representaciones, no origina un amor incondicional a todo.

En sociedades sin creencias, sin religiones y sin dioses, ¿cómo se tendrá que trabajar con el sentir para llegar al sentir silencioso, que es el sentir del Absoluto?

En Occidente, por la dificultad de esta situación, muchos buscadores optan por una solución budista o vedanta: trabajar con la mente hasta transformar el sentir y desde ahí, transformar también la acción.

Pero hay otra solución, capaz de heredar las tradiciones teístas, sin dejar de ser sociedades laicas y sin creencias.

Utilizar mitos, símbolos, narraciones sagradas e imágenes como se hace con los poemas.

Los poemas no se creen, pero a pesar de ello, son capaces de movilizar el sentir más allá del círculo de la necesidad.

Los mitos y símbolos, como los poemas, son como tentáculos que lanzamos desde nuestros sentidos para tocar y sentir la realidad, más allá de las construcciones de nuestra necesidad.

Podríamos decir que son construcciones sensitivas, (mitos, símbolos, narraciones, cuentos, rituales), para salirnos de nuestras construcciones al servicio del ego.

Explicaré lo que quiero decir con una imagen: EL CUBO.

Nuestra vida cotidiana, la de las construcciones de nuestra necesidad, es como una tenue capa sobre el fondo de la inmensidad del Absoluto. Diseñamos, construimos nuestro mundo sobre el trasfondo de “lo que es”. Nuestra construcción y el trasfondo no son dos. Nuestra construcción no es “nada” sobre el trasfondo, ni el trasfondo es “otro” de nuestra construcción.

Sin embargo, nuestra construcción vela el trasfondo, de forma que tomamos por realidad lo que no es más que un tenue velo. Y ese velo son sólo nuestras interpretaciones, que damos como reales.

En esta situación, usar narraciones, símbolos, mitos, rituales, es como usar un cubo para sacar agua de ese trasfondo.

O es semejante a estar en un acantilado, con la inmensidad del mar a los pies, pero sin poderlo alcanzar directamente. Usaremos un cubo para poder recoger y probar el agua.

El cubo, el cazo, es como las imágenes que usamos para poder recoger y hacer llegar hasta nosotros la inmensidad del Sin forma.

Como seres vivientes que somos, sabemos que sólo dando forma a lo informe, podemos acercarlo a nuestra mente y a nuestros sentidos.

Pero sabemos que la forma con la que tenemos acceso a eso Sin forma, al agua, es la forma del cazo, no la del agua, no la del Sin forma, la del agua.

Si confundiera la realidad del agua, el Sin forma, con la forma del cubo que usamos para beber, al gustar el agua gustaría mi propia construcción, no la realidad que puedo alcanzar con el cubo.

Si confundo el sabor del aguar con el sabor del cubo, podré pasarme la vida tratando con cubos y cazos sin saber el gusto del agua, el sabor del Sin forma; y podría morirme de sed, sin poder salir mi mundo egocentrado.

Si usando cubos y cazos no bebo el agua, no sabré qué es gustar el agua, ni lo que es el existir mismo del agua, ni lo que es saciar la sed.

Necesariamente tenemos que usar cubos y cazos, pero sólo para beber el agua, dejándolos de lado después.

Los mitos, símbolos, narraciones sagradas y ritos, son como los cubos y los cazos que nosotros construimos con nuestro arte. Sólo sirven para llevarnos a los labios el sabor del agua de vida. El agua no tiene forma alguna. Las formas que adopta el agua en los cubos, es la de los cubos. Los cubos son construcciones nuestras, y no son el agua.

Como que lo que buscamos es el agua, estamos libres de esta o aquella forma de cubos. La sumisión a formas concretas de cubos nos llevaría a confundir nuestra construcción, la forma del cubo, con el agua, el Sin forma.

En la época de las religiones, por razones culturales, no religiosas, los cubos, nuestras construcciones, eran intocables. Eso nos indujo al error de pensar que el agua tenía que venir en una forma determinada de cubos y sólo en esa forma. Ello nos condujo a confundir lo que es nuestra construcción, con lo que no es nuestra construcción.

Quien bebe el agua de vida, la experiencia del conocimiento y sentir silencioso, no se ata a ninguna forma de cubos o cazos.

Pero la imagen del cubo es insuficiente para hacernos una idea del papel de los mitos y los símbolos. Porque el cubo no orienta sobre la naturaleza del agua, no da pistas sobre las muchas cosas que se pueden percibir y gustar en el agua.

Orienta únicamente sobre su carácter sin forma.

No orienta sobre su frescor, su transparencia, su capacidad de saciar la sed, su capacidad de sumergirnos en su seno, etc.

Las imágenes que proporcionan los mitos y narraciones de las grandes tradiciones sí lo hacen.

Imágenes tales como Dios, Padre, Luz, Altísimo, Rostro, Vacío, Ser-Conciencia, etc., dan indicaciones al sentir, le marcan una dirección para su indagación.

Apuntan en la dirección que hay caminar, pero como las señales en los caminos, hay que orientarse por ellas y, luego, dejarlas atrás.

Para ser fiel a lo que apuntan las imágenes, hay que caminar más allá de ellas, hasta tener que llegar a negarlas, porque “lo que es” no es a la medida de las pobres categorías y representaciones de unos pobres vivientes como nosotros.

Ser fiel a lo que señala la imagen es dejarla atrás los más posible y lo antes posible.

Las imágenes son construcciones nuestras que nos orientan más allá de nuestras construcciones; nos orientan al silencio de todas nuestras construcciones.

El cultivo de la sensibilidad por la devoción

En la época de las sociedades preindustriales, podía uno entregarse al amor, servicio y devoción de una imagen o representación divina que se creía real.

Los maestros proponen la devoción como un método de silenciamiento de la mente y especialmente del sentir.

¿Cómo se puede practicar la devoción, en una cultura laica que sabe, que todas las imágenes divinas son construcciones nuestras?

El procedimiento consiste en

-la meditación constante

-la entrega total de amor y servicio a la figura del Dios, o del Hombre-Dios.

Con ello el devoto

-deja de girar sobre sí mismo,

-silencia su mente y su sentir, ocupándose sólo del dios,

-se aleja del mundo construido desde su necesidad,

-indaga con su sentir, guiado por la imagen,

-hasta llegar a ver el rostro del amado en todas las cosas.

«El amor no se destruye sino con otro amor», dice Rumí. 12

«Ahora voy a enseñarte a doctrina más secreta y más elevada; por tu bien lo haré, ya que eres mi bien amado.

Yo te aseguro y te prometo, porque te amo, que si fijas tu pensamiento en mí, y me amas, me adoras y me ofreces sacrificios arrodillándote ante mí, te unirás conmigo.» (Dice Krishna a Arjuna).13

«Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada.»14

Se afirma con frecuencia que el camino de la devoción es el camino más fácil

-porque el amor y el servicio están al alcance de todos

-porque es un procedimiento potente y capaz de polarizar todo nuestro ser

-perceptivo y sensitivo,

-cognoscitivo,

-activo,

-consciente e inconsciente.

Pero en nuestras condiciones culturales, presenta una dificultad seria por cuatro razones:

-porque nos movemos en una cultura laica y no teísta,

-porque tenemos estructurado el pensar y, sobre todo el sentir, sin dioses,

-porque nuestra cultura no es inclinada al uso de imágenes, ni menos a su culto.

En nuestras condiciones culturales, más claramente que nunca, hemos de ser conscientes que usamos símbolos y culto a los símbolos e imágenes sólo como instrumento de silenciamiento y para descentrarnos, desegocentrarnos.

Hemos de ser conscientes, en todo momento de que tenemos dioses, los amamos y servimos, para llegar a conocer y sentir de tal manera, que no sea necesario tenerlos.

El silenciamiento a través de la acción

Los Maestros proponen un uso estratégico de la acción, para que genere un conocer y sentir silencioso. Ese uso no es la simple práctica de la filantropía, la reforma social o la lucha por la justicia, aunque puede coincidir con ella.

Dicen que hay que actuar

-sin buscar los frutos de la acción,

-sin buscar nada para sí mismos,

-gratuitamente.

Un uso de la actuación no para depredar y satisfacer nuestras necesidades físicas o psíquicas sino una acción como don completo de sí mismo, desencadenada por interés por las cosas y personas.

Una acción

-hecha no por deber,

-ni para dar sentido a la propia vida,

-ni para legitimar socialmente la religión,

-sino como método para aprender a interesarse por las cosas y las personas mismas y así conocer “al que es” en ellas y en todo.

-acción dirigida a transformar al depredador en amante, porque amándolo todo ama “al que es”.

Desde esa acción, en estado de alerta de la mente y del sentir, brota el conocimiento y el sentir silencioso.

Todas las tradiciones han usado muy explícitamente este procedimiento:

-el amor al prójimo, como distintivo de los discípulos de

Jesús,

-el servicio incondicional a la comunidad de los musulmanes,

-el amor incondicional a todas las criaturas de los budistas,

-y en la tradición hindú es una afirmación constante, recuérdese este texto del Bhagavad Gîtâ: «Tú debes perseguir la acción, pero sólo a ella, no a sus frutos; que éstos no sean tu acicate. Quien no desea los frutos de sus acciones, quien está perpetuamente satisfecho sin depender de nada, no obra aunque se introduzca en la acción.»15

Consideraciones generales sobre los procedimientos de silenciamiento

La diferenciación de procedimientos para crear el silencio en la mente y en el sentir, a fin de callar la interpretación y valoración que hacemos de la realidad en función de nuestra condición de animales necesitados (procedimientos hechos desde la mente, desde el sentir y desde la actuación), es una diferenciación, real, pero, como metódica que es, algo artificial, porque finalmente todos los métodos terminan confluyendo.

¿Por qué? Porque el que hace el intento es siempre una persona con ese triple tipo de facultades.

El conocimiento silencioso es a la vez amor.

El trabajo con el sentir se convierte en conocimiento.

La acción desinteresada termina convirtiéndose en conocimiento y amor.

Sin embargo, es útil hacer la diferenciación clara, porque las tradiciones y las personas tienen preferencias, a la hora de abordar el intento de desegocentración, por el uso de unas facultades u otras para hacer el camino espiritual.

Esto depende de factores personales y culturales.

Pero hay consenso en todas las tradiciones, que, se practique el procedimiento que se practique, el silenciamiento a través de la acción, llámesele amor al prójimo, acción desinteresada o karma yoga, es imprescindible.

El amor al prójimo, o karma yoga, debe acompañar siempre a cualquier otro procedimiento de silenciamiento.

¿Por qué? Porque si no se hiciera así, lo que se consiguiera de silenciamiento interior con cualquier otro procedimiento, se perdería si se continúa actuando como un depredador. Tendríamos un desagüe continuo. No habría forma de desnudarse por completo de sí mismo y de la construcción que hacemos de la realidad desde ese interés por sí mismo, si nuestra acción no fuera la propia de un amante y no la de un depredador.

La acción desinteresada, que no busca los frutos de la acción, porque busca el bien de las criaturas, sin poner condición ninguna a esa actuación, es método de silenciamiento y, a la vez, fruto del silenciamiento.

Pero para que la acción desinteresada sea vehículo de camino interior, no basta con actuar generosamente, como líder político, reformador social, filántropo, etc., hay que buscar explícitamente, con ese tipo de acción el silenciamiento de todo nuestro sistema mental y sensitivo egocentrado, para poder oír con claridad el canto absoluto de la realidad.

Cuando se oye ese canto absoluto, entonces nuestra acción es finalmente una actuación de amor sin condiciones, porque ya no es amor a cosas y personas, sino amor “al que es”, a “lo que es”, al Único, al Patente, a Cristo.

Una última dificultad. El camino espiritual, la vía al silencio, no es un camino de ensimismamiento, ni a algo así como un hedonismo espiritual, que se desinteresa de la marcha del mundo.

¿Cómo podría ser así, si “lo que es”, no es nuestra construcción dual (yo y lo otro) sino el “no-dual”?

Quien hace del camino espiritual, un camino de ensimismamiento, no ha comprendido de qué va la propuesta de los maestros del espíritu.

Como ya conocéis los textos cristianos que hablan de lo esencial que es para Jesús el amor al prójimo, un amor sin condiciones, porque está dispuesto a dar la propia vida por aquellos a quien ama, os citaré dos bellos textos. Uno de los Upanishad hindúes y otro budista.

Empiezo por el texto de un Upanishad:

«La triple descendencia de Prajapati, los dioses, los hombres y los asuras vivían, en calidad de estudiantes, donde su padre Prajapati.

Mientras vivían con de él, en calidad de estudiantes, los dioses le dijeron: Instrúyenos Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó: ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho: Controlaos (damyata).

Los hombres le dijeron: Instrúyenos, Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó. ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho- Dad (datta).

Sí, les dijo, habéis comprendido.

Y los asuras le dijeron: Instrúyenos, Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó: ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho: Tened compasión (dayadhvan)

Sí, les dijo, habéis comprendido.

Y es eso lo que repite la voz divina, el trueno: DA, DA, DA, controlaos, dad, tened compasión. Y éstas son las tres cosas que el hombre debe practicar: el autodominio, la limosna y la compasión.»

Si se quiere ver al Absoluto en toda realidad, dice el texto que hay que dar tres pasos:

Primero, controlar las propias apetencias y deseos para no acercarse a las cosas como un depredador.

Cuando se consigue eso, viene el segundo paso: dar y darse a todo, porque así me aproximo desinteresadamente a las cosas.

Cuando uno se ha dado sin reserva a todo, viene el tercer paso: la compasión. Quien refrena su egoísmo y, actuando en contra de él, entrega todo lo que posee y su ser, por el bien de las cosas y de las personas, está en condiciones de aproximarse a ellas y sentirlas en su propio existir. Eso dice la palabra “compasión”.

Quien es capaz de sentir con el sentir mismo de lo que le rodea, existe también con su existir.

Sólo ese tiene un acceso silencioso a las personas y a las cosas, ese está en condición de ver al Absoluto en cada uno de los rostros que le rodean y en cada una de las cosas con las que vive.

En un sûtra está escrito: «todos los seres sensibles son mis hijos. Todas las personas mayores son mi padre y mi madre. Todos los hombres y mujeres de mi edad son mis hermanos y mis hermanas. Todos los niños son mis hijos y mis hijas.»16

Y este otro bello texto:

«Me gustaría vivir solo en una ermita pequeña con el techo de paja, construida a la sombra del bosque de pinos. Viviendo en esta cabaña, si un niño cayera enfermo en el este, iría a curarlo. Si una madre estuviera fatigada en el oeste, iría a ayudarle y a darle masajes en los hombros. Si hubiera un moribundo en el sur, iría a decirle que no se preocupara, que no tuviera miedo de la muerte. Pero si muriese, lloraría con una profunda compasión por él y por su familia. Si en el norte hubiera una querella, iría a detenerla y diría: no pelarse. Combatir no sirve de nada. Aunque algunos me criticasen y me tratasen de estúpido, no me entristecería. Aunque otros me admirasen como a una buena persona no me alegraría. Espero ser así algún día.»17

Concluiría este pequeño apartado con una frase: Quien quiera ayudar verdaderamente a la humanidad, hágase sabio.

Pero con esa sabiduría que proporciona el camino del silenciamiento interior, que es el camino de la desegocentración, que es el camino del conocimiento de “lo que realmente hay en esta inmensidad” y no lo que nuestra pobre condición de depredadores diseña y construye sobre esa inmensidad, que está más allá y vacía de todas nuestras posibilidades de conceptualizar y representar.

Los intentos de amar al prójimo y servir a la causa de la justicia y la equidad, no tendrán toda la eficacia que esos graves problemas requieren, si el que intenta es un depredador y no un amante. En el siglo XX hemos adquirido una extensa y amarga experiencia de quienes pretendían luchar por la justicia, sin haber dejado, previamente, de ser unos feroces depredadores ellos mismos.

Sólo los amantes son capaces de arreglar verdaderamente las cosas. Y uno no se convierte en amante si continúa con su yo vivo. Para amar hay que morir primero, hay que acercarse a las cosas y las personas vivo, pero muerto. Sólo así se puede amar sin condiciones.

Sólo lo que es un camino de conocimiento es, a la vez, un camino de amor y servicio. Pero se trata de conseguir un conocimiento no de lo que necesita modelar nuestra necesidad para vivir, sino de “Eso que hay” y que todo es y yo también soy.

NOTAS

1 Brahma Sûtra. III, 1, 4.

2 Ch. Up. VII, 24, 1.

3 Br. Up. II, 5, 19.

4 Br. Up. I V, 3, 32.

5 C. Castaneda: Relatos de poder. pg. 225.

6 Evans-Wentz W. T. Yoga tibetano y doctrinas secretas. Pg. 160

7 Rumí. Fihi-ma-fihi. Pg. 147.

8 Rumí.Fihi-ma fihe. Pg. 57.

9 Dhammapada, XI, 154.

10 Mt. 10, 38-40.

11 Abû Sa’îd. En: Pareja: La religiosidad musulmana, pg. 445.

12 Rumí: Fihi-ma-fihi. Pg. 148.

13 Bhagavad-Gîtâ. XVIII, 64, 65.

14 Jn. 14, 23.

15 Bhagavad-Gîtâ. II, 47; IV, 20.

16 Deshimaru, T.: La práctica de la concentración. Pg. 136.

17 Deshimaru, T.: La práctica de la concentración. Pg. 247.

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Marià (Mariano) Corbí

Nuestra existencia no tiene importancia ninguna. Somos insignificantes. Frágiles formas de existir que hoy son y mañana desaparecen.

Nuestro nacimiento fue insignificante para la inmensidad de los mundos y nuestra muerte no significará nada para esa misma inmensidad de mundos.

Somos tan sin importancia como una hierba del campo, como una espiga de trigo, como una piedrecita del camino, como la vida de un gorrión, como el existir o no existir de un pequeño insecto.

¿Qué importa a la inmensidad de los mundos nuestro aparecer o desaparecer?

La enorme estirpe de los dinosaurios desapareció después de dominar la tierra por centenares de millones de años. La tierra siguió rodando, como si nada hubiera pasado, y la vida continuó de nuevo fresca y creativa.

Cualquier humano, para toda la humanidad es insignificante. La humanidad entera es insignificante para la tierra, como lo fueron todas las especies de dinosaurios.

La tierra misma no tiene importancia. El día que desaparezca engullida por el sol no le importará nada al cosmos. El mismo sol, que la abrasará, es insignificante; tanto como la galaxia entera. Cuando el cosmos mismo desaparezca, no importará nada.

Todo lo que es aparecer y desaparecer, no tiene importancia. Nada importa, todo es insignificante.

En ese contexto del existir y del no existir, quien se crea algo, quien se crea importante, por poco que sea, es un necio.

Todo lo que perece, da igual que viva o que muera. Todo es perecedero.

Qué más da que yo viva o muera. Ni a la humanidad, ni a la tierra, ni al cosmos le importa. Soy rigurosamente insignificante.

No somos nadie, ni somos nada. 

Es por causa de esa vaciedad de entidad propia que podemos comprender nuestra auténtica grandeza. Somos sólo formas en las que la inmensidad aparece por unos momentos y luego se retira. Toda criatura es sólo una forma breve de la dimensión absoluta (DA). Nada más.

Toda la grandeza de esta inmensidad está presente en cada ser. La DA no tiene partes, está íntegramente en todo; por igual en los inmensos soles, que en los pequeños insectos. En todo se dice; los decires son diversos, pero siempre se dice la DA en su plenitud.

En nosotros, los humanos, se dice como en todo. Dice que es lucidez y amor.

Nuestra nada propia es nuestra grandeza. Cuanto más conscientes seamos de nuestra radical insignificancia, más conscientes nos hacemos de lo que es nuestra auténtica realidad, la mismísima DA, Eso, Él, lo que supera todas nuestras capacidades de representación y concepción, Eso no dual, lo que es Único.

Todas esas formas de mentarle, que son intentos de apuntar nuestro propio abismo, son balbuceos que buscan referirle, con riesgo de falsearle.

Porque somos insignificantes podemos reconocer, en toda realidad, la fuente de toda significación. Una significación que deja de ser significación, ya que ser significante es serlo para alguien y en la no dualidad no hay alguien ante quien ser significativo.

Cuando nos creemos alguien o algo, taponamos con ese error la posibilidad de reconocer nuestra propia grandeza y, paradójicamente, nos enclaustramos en nuestra radical insignificancia y en el dolor que le acompaña.

Quien se cree alguien se condena a la nada; quien se sabe nada, ve lo que es su radical grandeza.

Podemos ver a las personas y a cada uno de los vivientes como carentes de toda importancia, porque así son. Podemos ver los cielos y la tierra y todo lo que contienen como un aparecer breve, que pronto, como una chispa de fuego, se apaga.

Quien ve las realidades así, puede no amarlas, no respetarlas, usarlas a su antojo.

Pero podemos ver a todos y cada uno de los seres como formas de la DA, como puras formas de la DA sin que tengan en ellos nada propio, nada que no sea la DA misma.

Quien ve el mundo así se reconoce a sí mismo como pura forma de la DA. Entonces desaparecen todas las fronteras entre los seres. Entonces en el aparecer y desaparecer de los seres no hay muerte ni destrucción, sólo el mostrarse y ocultarse de las formas en las que se dice lo que es absoluto, la DA.

Quien, porque se sabe nadie, ve a todos los seres como puras formas de la DA, destierra el nacer y el morir de este mundo y se adentra en la sacralidad suma. Frente a esa radical importancia de todas y cada una de las criaturas, sólo cabe el respeto, la veneración, la entrega con mente y corazón a todo como a uno mismo.

Entonces se reconoce que entre los cielos y la tierra y nuestros débiles cuerpos no hay dualidad alguna; se reconoce que entre los humanos no hay frontera ninguna; que entre el más insignificante de los animales o las plantas y nosotros no hay el menor rastro de dualidad.

Podríamos decir que todo se muestra uno y, consiguientemente, en la unidad hay amor, porque el amor, en su esencia, es unidad.

Somos insignificantes, vacíos, nada, nadie, y porque lo somos, y como tales nos reconocemos, somos todo, porque somos la DA, Eso, el Único, «lo que es».

La insignificancia reconocida es la puerta a nuestra auténtica realidad, a nuestra grandeza.

************

Fuente: CETR (Centro de Estudio de las Tradiciones de Sabiduría) – 16 de septiembre de 2016

DATOS BIOGRÁFICOS: Marià Corbí o Mariano Corbí (Valencia, 1932) es doctor en filosofía y licenciado en teología. En 1999 impulsó la creación del CETR (Centro de Estudios de las Tradiciones de Sabiduría), con sede en Barcelona, que dirige desde entonces. Ha sido profesor de la ESADE, de la Fundación Vidal y Barraquer y del Instituto de Teología Fundamental de Barcelona.

Durante su dilatada trayectoria investigadora, Corbí ha indagado sobre las consecuencias ideológicas y religiosas de las transformaciones generadas por el despliegue de las sociedades de innovación. Asimismo, ha estudiado a fondo el lugar del silencio en el conocimiento humano, la naturaleza de la dimensión silenciosa del conocimiento, qué la caracteriza, cómo ubicarla en el escenario del conocimiento.

Si media vida la dedicó a investigar las consecuencias valorales, ideológicas y religiosas de las transformaciones que implican las sociedades de conocimiento e innovación continua, sus trabajos y publicaciones de los últimos años se proponen facilitar un acercamiento a la riqueza de las antiguas tradiciones religiosas que no suponga ni unas creencias, ni una fe, ni una determinada moral. Con este propósito impulsó la creación del Centro de Estudio de las Tradiciones Religiosas, que hoy dirige, como un espacio que pudiera favorecer el desarrollo de la calidad humana profunda, aprendiendo del legado del pasado.

Entre sus numerosas publicaciones cabe destacar: Religión sin religión (PPC, 1996), El camino interior (Bronce) y Hacia una espiritualidad laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses (Herder, 2007).

Una selección de sus textos hecha por Teresa Guardans sido publicada en el libro El conocimiento silencioso. Las raíces de la cualidad humana (Fragmenta, 2016).

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EL MOSTRUO QUE VINO A VERNOS

***

Fueron apareciendo signos en los tiempos,

alertas y tensos respondieron los cuerpos,

y a su día señalado una voz de hondos roncares

rompió los límites de la isla desde su adentros.

Poco después muchas mentes se incendiaron

abrasando memorias, recuerdos y haciendas.

Desde entonces fue necesario cuidarse, nadie se fiaba

de las jaurías invisibles, fantasmas informes de fieras,

sigilosos danzantes como nieblas de difusas siluetas.

«¡Hoy el aire es veneno, como ayer, no respires!» Se oía.

Fue inevitable la fuga en tropel de los malos pensamientos,

 formaron nubes opacas los tristes sentimientos.

Y tras jornadas inmensas de incomprensión y desaliento,

 volvió a hablar la ronca voz, esta vez con sonidos humanos.

Y extrañamente, en total calma, se la oyó proclamar solemne

sobre el estruendo, en toda dirección del círculo de los vientos:

«Vine con la sorpresa en los brazos sin daros razones,

 ahora toca irme sin ofrecer explicaciones…»

«Apenas queda nada de mi, agonizo

sobre estas montañas de oscuro designio.»

«Según avanzo, paso a paso mi cuerpo se deshace

dejando un manto de tierras vírgenes negras.

Ellas dan fe de mi vivir agostado hasta su final.»

«Siguiendo regio mandato creé la más áspera piel,

 saboreé el mar con mis lenguas ardientes,

mientras elevaba al cielo mil oraciones blancas.»

«Siento que ya nada me queda por hacer,

no soy vuestro enemigo, soy vuestro sustento,

recibid mi bendición generaciones actuales y  venideras…»

«Ahora, cumplida mi misión, puedo volar libre y ligero,

desplegando mis fuertes alas flamígeras, etéreo y sincero.»

«A vosotros, hijos e hijas isleñas, os dejo una postrer tarea.

¡No os neguéis! Coged el testigo que en bien os ofrezco,

juntad mis cenizas y fundid con ellas amorosos gánigos,

cread fuertes basamentos para alegres senderos,

alzad hogares felices, sembrad jardines en fértiles suelos

con los que verdear de esperanza las miradas futuras

por siglos y siglos… Me despido, ¡adiós valientes!»

«Mas nunca olvidéis que bajo el horizonte sigo presente,

calentando vuestros pies desnudos, dándoos aliento,

mi holocausto será finalmente, el más vital alimento».

***

Óscar García Rodríguez

17-Diciembre-2021

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¿QUIERES HACER UN CURSO QUE PUEDE SER UN PUNTO DE INFLEXIÓN EN TU VIDA?: «EL CAMINO DE LA CONCIENCIA»

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Por: Óscar García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Por: Óscar García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Steve Taylor

Traducido desde: https://www.psychologytoday.com

Muchas personas albergan la creencia de que habrá un momento en sus vidas en el que finalmente podrán sentarse y relajarse. Después de trabajar duro durante años, finalmente estaremos felices con el nivel de éxito o riqueza que hemos logrado, y nos sentiremos con derecho a descansar y disfrutar de los frutos de nuestro trabajo.

Pero a menudo no funciona así. La mayoría de nosotros dependemos de la actividad de la misma manera que dependemos de distracciones como la televisión. Usamos la actividad como una forma de mantener nuestra atención enfocada fuera de nosotros mismos.

Poco después de dejar la universidad, tomé un trabajo temporal de oficina, en el departamento de pensiones de una empresa de ingeniería. Hice una serie de trabajos tristes en esa época, pero este fue sin duda el más triste. Había una pequeña habitación en la oficina llena de estantes repletos de docenas de cajas de formularios de pensión antiguos, uno por cada persona que había trabajado para la empresa. Mi tarea consistía en ordenar los formularios en orden alfabético. Había miles de ellos y me tomó dos meses enteros.

Uno de mis colegas era un jubilado llamado Jimmy. Cuando le pregunté cuánto tiempo había trabajado aquí, respondió: ‘Solo unos meses. Soy de una agencia temporal como tú. Tengo 66 años, me retiré de mi trabajo adecuado hace aproximadamente un año. Trabajaba en seguros’.

‘Entonces, ¿por qué empezaste este trabajo, justo después de jubilarte?’

«No me gustaba no tener nada que hacer», dijo. Me gusta mantenerme ocupado.

Puedo entender por qué hizo esto ahora, pero en ese momento lo encontré asombroso. ¿Por qué alguien que había sido liberado de la monotonía rutinaria del trabajo de oficina optaría por volver a él, aunque no necesitaba el dinero? Desde mi punto de vista, podría haberse quedado en la cama hasta tarde, leer libros, pasear por el campo, dedicarse a nuevos pasatiempos, pero había optado por encerrarse en una oficina mal ventilada todo el día de nuevo.

En este sentido, el término «ser humano» es realmente un nombre inapropiado. Una de nuestras características esenciales de los seres humanos es que nos resulta imposible serlo. En todo caso, somos hechos humanos. Un antropólogo indígena probablemente nos apodaría ‘Las criaturas que no pueden hacer nada‘ o tal vez ‘Las criaturas que no pueden estar solas consigo mismas’.

No pretendo menospreciar este impulso nuestro de ‘mantenernos ocupados’. En gran medida, no tenemos otra opción. Tenemos que trabajar duro para mantener nuestra atención enfocada fuera de nosotros mismos, porque cuando no lo hacemos, las consecuencias pueden ser muy negativas. Las personas que no tienen mucha estructura o actividad en sus vidas son más vulnerables a los problemas psicológicos. Esta es probablemente una de las principales razones por las que los músicos pop, las estrellas de cine y otras personas extremadamente ricas son tan vulnerables a la adicción a las drogas, la depresión y otros problemas. En el Reino Unido, hay una alta incidencia de problemas de drogas entre la aristocracia, por ejemplo. Ha habido muchos casos de jóvenes aristócratas «privilegiados» que han sido arrestados por posesión de heroína o cocaína, ingresando en clínicas para recibir tratamiento y / o muriendo por problemas de drogas.

Puede que le resulte difícil de creer. ¿Cómo pueden estas personas ser tan infelices cuando tienen tanto dinero y tanto tiempo libre? Después de todo, están libres de las molestas preocupaciones de pagar facturas y mantenerse al día con la hipoteca que nos oprime a la mayoría de nosotros. Pueden comprar lo que quieran en cualquier momento, ir a cualquier parte del mundo que quieran, hacer lo que quieran en cualquier momento.

Pero el factor principal aquí es demasiado tiempo vacío. En pocas palabras, las personas que no necesitan trabajar pasan demasiado tiempo a solas consigo mismas, sin nada en particular que hacer. No están obligados a fijar su atención fuera de sí mismos durante 8 o 9 horas al día, como la mayoría de nosotros.

La investigación también muestra que los desempleados son mucho más infelices que los empleados, con un mayor nivel de suicidio, alcoholismo, adicción a las drogas y problemas mentales. Esto no se debe solo a la falta de actividad y estructura, por supuesto — otros factores incluyen los ingresos más bajos, el bajo estatus social y menos contactos sociales — pero ciertamente es un factor importante. Los jubilados también suelen sufrir problemas similares. Después de un breve período de «luna de miel» en el que se sienten felices de estar libres de la presión y los plazos del trabajo, a menudo comienzan a sentirse desilusionados e incluso deprimidos.

Pero, ¿por qué tenemos que seguir haciéndolo? ¿Por qué la inactividad nos causa tales problemas?

Parece haber una discordia psicológica fundamental dentro de nosotros. El problema es que nuestro propio «espacio mental», el lugar al que entramos cuando nuestra atención no se centra en el exterior, es un lugar muy incómodo. Nuestra propia ‘psique’, la conciencia que sentimos que estamos dentro de nuestras cabezas, es tan inquieta y discordante que es difícil para nosotros pasar algún tiempo allí.

Piense en dos padres que discuten todo el tiempo. Hay un ambiente terrible en su casa. Cada vez que su hija adolescente llega a casa, siente una atmósfera de hostilidad que sabe que puede convertirse en agresión en cualquier momento. Cada vez que habla con su madre y su padre, están irritables y le responden con brusquedad. Están tan absortos en su enemistad que no tienen tiempo para ella. Como resultado, intenta pasar el mayor tiempo posible fuera de casa, pasando el tiempo en las casas de sus amigos y merodeando por el parque y las tiendas locales. Solo regresa cuando es absolutamente necesario, para comer o para dormir.

La única forma en que podemos dejar de hacer y convertirnos verdaderamente en seres humanos es sanando esta discordia dentro de nosotros. Solo podemos aprender a ser si aprendemos a descansar cómodamente dentro de nuestras mentes, lo que implica primero hacer de nuestras mentes un lugar más armonioso.

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Steve Taylor es profesor de psicología y autor de varios libros sobre psicología y espiritualidad, incluidos The Fall y Waking From Sleep . Eckhart Tolle ha descrito su trabajo como «una contribución importante al cambio global de conciencia que está ocurriendo en la actualidad».

https://www.psychologytoday.com/intl/blog/out-the-darkness/201204/the-madness-doing

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Por: Óscar García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Hola a todos/as: mayo ha llegado, el mes de las flores por antonomasia en cada primavera, si bien aquí en nuestra isla, dado el benigno clima, disfrutamos de ellas todo el año. En tanto nosotros seguimos con nuestras actividades en medio de las circunstancias asociadas a la pandemia mundial de la COVID 19. En nuestra isla los datos epidemiológicos van muy bien, pero hemos de estar atentos a las indicaciones de las autoridades si cambiasen la situación. De cualquier circunstancia que interfiriese en el desarrollo de las actividades programas, nuestros visitantes y potenciales participantes, serían debidamente informados.

Con estas premisas, pasamos a presentarles el Programa de Actividades Públicas que el Grupo Espírita de La Palma se dispone a llevar a cabo en el presente mes de mayo 2021. Este Programa puede ser consultado y descargado si accedéis a la página «Actividades Públicas» (ver pestañas superiores), o también si clicáis AQUÍ.

Les recordamos que está invitada toda persona interesada y que pueda acudir a cualquiera de las actividades previstas, las cuales se desarrollarán en nuestra sede social (salvo cambios inesperados de los que serían debidamente informados), cada día viernes desde las 19:30 horas:

Avda. Carlos Fco. Lorenzo Navarro, nº 69

Edificio Vizconde, 1º D

38760 Los Llanos de Aridane – Isla de La Palma

Prov. de S/C de Tenerife

ISLAS CANARIAS – ESPAÑA

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