Nietzsche escribió: «Un pueblo feliz no tiene historia.» Esto es tristemente cierto. Una parte de lo que convierte a un pueblo en «un pueblo» es su historia, que siempre conlleva una lucha por la supervivencia, tragedias y triunfos, agravios históricos y edades de oro. Este aforismo de Nietzsche también puede aplicarse a los individuos: una persona feliz no tiene historia. ¿Por qué? Porque vive el presente con la máxima plenitud posible. Por consiguiente, no hay motivo para el arrepentimiento, la recriminación, la venganza y todos los demás estados de ánimo que invitan a atormentarse. Y si tomamos la declaración de Nietzsche desde un punto de vista «invertido», de inmediato da en el clavo: un pueblo desdichado —igual que una persona desdichada— tiene demasiada historia. Éste es precisamente el origen de que tantos conflictos étnicos del mundo se enconen intermitentemente a lo largo de los siglos. Las partes en conflicto tienen demasiada historia. Ésta las hace desdichadas y las arrastra a nuevos conflictos, de modo que siguen acumulando más historia, más desdicha y más conflictos. Este círculo vicioso no tiene fin hasta que se rompe.
El remedio taoísta consiste en tener menos historia, no más. Líbrate de tu historia y serás feliz. Pero ¿no se trata acaso de una contradicción, al menos en la filosofía china? ¿No acabamos de ver, en el capítulo anterior, que el gobernante taoísta honra a sus antepasados, invitándolos a estar presentes en los rituales divinos? ¿Cómo podemos honrar a nuestros antepasados y no obstante olvidar nuestra historia? Podemos hacerlo volviendo al Bloque Intacto 1. Podemos rendir homenaje a quienes han abandonado este mundo sin recitar la lista de todos nuestros agravios.
Además, ¿no es ésta la esencia de la psicoterapia? Las personas acuden al psicoterapeuta porque no son felices. ¿Por qué no son felices? Porque tienen demasiada historia. ¿Qué hace la psicoterapia?
Busca una interpretación positiva de esa historia. Los niños a menudo están deformados por sus padres y, sin embargo, se supone que deben amar a sus padres. Esto provoca un terrible conflicto en el niño, conflicto que a menudo persiste en la edad adulta. Los psicoterapeutas procuran resolver ese conflicto,
por lo general reviviendo la desagradable historia de la deformación del niño. ¡Ardua tarea! No es de extrañar que cueste tanto tiempo y dinero.
Los taoístas vuelven al Bloque Intacto. Regresan a un estado informe. Así dejan de culpar a sus padres por haberlos deformado y pueden amarlos sin caer en contradicciones. Una persona feliz no tiene historia.
El Poder del Tao, Lou Marinoff
NOTAS
1.– Los taoístas llaman «bloque intacto» a un estado de serenidad que ofrece infinitas posibilidades. Y este estado de serenidad no es otra cosa que la conexión con el Ser, con tu propio Ser.