Puerto de Santa María (Cádiz)
Compartimos con todos/as el texto de nuestra intervención en el pasado XI Congreso Andaluz de Cultura Espírita, desarrollado en el Puerto de Santa María (Cádiz), entre el 3 y el 5 de este mismo mes de octubre 2023, donde acudimos como ponente invitado, integrando una amplia delegación del Grupo Espírita de La Palma, entre los que estaban también otros intervinientes en el Congreso, como la compañera Dévora Viña y el compañero Mauro Barreto.
Debo confesar que este encuentro fue una magnífica oportunidad para el reencuentro con entrañables compañeros y compañeras espíritas, así como para escuchar intervenciones muy acertadas que ofrecen un panorama extenso de las inquietudes y trabajos que están realizando una buena parte del Movimiento Espírita español.
Óscar M. García Rodríguez
EL ESPIRITISMO
En su triple dimensión – científica, filosófica y ética – el Espiritismo tiene un carácter esencialmente progresivo, al no plantear límites infranqueables ni prohibiciones taxativas y por carecer de dogmas inamovibles. Un espiritista tiene por únicos límites los que su capacidad comprensiva marca y aún estos son cambiantes y temporales pues estamos inmersos en un proceso evolutivo continuo.
Sin poder ni pretender ser exhaustivos, quiero dejar constancia en esta intervención de una muy breve pero significativa selección de puntos que a día de hoy vemos desde una perspectiva ampliada, puntos que a nuestro entender deben ser revisados y redefinidos por los espiritistas. No dudo que habrá muchos en nuestras filas que compartan este objetivo, otros puede que no lo vean aún, pero sea como sea es nuestro deber colocarlos sobre la mesa de la reflexión.
COMPRENDER
Comprender puede asimilarse a una especie de “ver”, un ver que no es fruto de la racionalización y la lógica, puesto que no adviene mediante un proceso lineal, deductivo o inductivo, ni representa un “premio” derivado de algún mérito adquirido. Más bien es un fogonazo de claridad íntima espontáneo e instantáneo, en el que súbitamente nos convertimos en testigos de la Realidad al encontrarnos despiertos para contemplarla.
Esa “visión” sintetiza, fusionados, multitud de aspectos en un cuadro unitario en el que hasta el significado viene incorporado. Unos fogonazos que se dan sin poder ser controlados ni tener la menor idea de cómo ocurren, pues realmente no hay ningún cómo dado que no son hechos duales. En un instante se produce algo equivalente a un salto cuántico en nuestro estado conciencial y entonces, sin más, nos percatamos de que comprendemos y sabemos, como si una luz que se hubiera encendido en nuestro interior.
LAS PALABRAS Y LA MENTE
Somos seres sociales, la comunicación constituye la base de las relaciones humanas en todos los órdenes, fundamento del intercambio, del mutuo conocimiento y de la transmisión de información.
Recordemos que hay una relación directa entre mente y lenguaje. La profundización en la comprensión lleve aparejado de forma natural un refinamiento del lenguaje, al objeto de poder transmitir más atinadamente los ampliados niveles de realidad que se han visualizado y comprendido.
COMUNICACIÓN, LENGUAJE Y MENSAJE
Hay muchos lenguajes, no sólo la palabra hablada o escrita, pero en cualquier caso siempre nos referimos a sistemas de señales codificadas, bien sean sonoras, visuales, olfativas, gustativas, táctiles o simbólicas. Emisor y receptor han de poseer las claves de esa codificación para que la comunicación se efectúe. Pero hay además formas de comunicación universales integradas en nuestra naturaleza, sin códigos artificiales e independientes de la cultura, costumbres, creencias, etnias, lugares y épocas. Es el caso de las expresiones faciales que denotan nuestros estados emocionales. Otro sería la telepatía, comunicación mente a mente.
Algo muy distinto es el mensaje. Éste va más allá de la literalidad de la codificación usada. Una misma comunicación formalizada bajo cualquier código lingüístico y transmitida por personas distintas, lleva de hecho un mensaje diferente. Este mensaje es siempre silencioso, su onda portadora es esa vibración sutil que emana del comunicante y que se relaciona con su grado de desarrollo espiritual. Visto así un mensaje puede transportar orden o caos, paz o conflicto, armonía o inquietud, siempre en consonancia con el grado espiritual del comunicante. Es más, un mensaje de alto tenor espiritual puede hasta sanar.
NADA, VACÍO Y EXISTENCIA (DIMENSIONALIDAD)
La palabra NADA proviene del latín “nasci”, que significa nacer. Todo “nace” de la Nada, ámbito totalmente incomprensible, indefinible e inefable.
Esa Nada es la Fuente Divina. El primer “hijo” de la Nada es el VACÍO, el vacuum de los antiguos, súmmum indiferenciado de todo lo posible fuera del espacio y el tiempo. Ese vacío es el “océano sin orillas” al que aludía el místico sufí de origen hispano Ibn Arabí (1165 -1240). Representa un Caos que no es desorden sino orden infinito, al que nosotros solemos designar indistintamente como Espíritu, Ser o Conciencia.
Desde el seno de este Vacío atemporal, aespacial y adimensional, surge por desdoblamiento polar espontáneo entre el infinito y la eternidad el marco espacio-temporal, sustento de la dimensionalidad y, por tanto, de la existencia, que al desplegarse internamente se configura como Mente Universal, codificada en una inconcebible matriz hipercompleja de patrones vibracionales que eclosionan bajo un triple aspecto intercambiable, a saber: como información, como energía y como substancia, dando lugar a la Manifestación Cósmica. En el ámbito atómico este esquema está representado por el spin, por la carga y por la masa, respectivamente.
Esos potenciales latentes capaces de concretarse como existencia y subsumidos en la Conciencia, Espíritu o Ser, los describe el biólogo Rupert Sheldrake como “una nube de posibilidad que envuelve todas las cosas”. Mucho antes decía lo mismo – aunque con palabras distintas – Ibn Arabí, al referirse a lo que él denominaba “la santísima efusión”, es decir, a la generación desde la Fuente Divina del Espíritu, reino de la Unidad que, según sus propias palabras, constituía “la suma de todos los posibles”. Al proceso mediante el que dichas potencialidades se concretan finalmente como manifestación Ibn Arabí lo denomina “la Santa Efusión”.
CONSCIENCIA
La Consciencia es esa luz que se enciende en el espíritu al activar sus posibilidades latentes mediante la experiencia. Y si bien la Consciencia no es, en sí misma, una experiencia, las experiencias sí que nos llevan hasta ella provocando una revelación ascendente. Por ello, en el ámbito humano, la consciencia representa el grado del despertar del espíritu en su proceso de auto-desvelamiento, un darse cuenta que comporta la gradual revelación del espíritu en el núcleo de la personalidad. La evolución espiritual se mide por el grado de consciencia adquirido.
ESFUERZO – PODER – TRABAJO
Tenemos que diferenciar muy bien esfuerzo y poder. Estas dos palabras designan esferas que se restan mutuamente, por cuanto más esfuerzo significa menos poder. A la inversa también, es decir cuanto más poder, menos esfuerzo. Tener que realizar algún esfuerzo es prueba de que existe una resistencia. Pero, ¿resistencia a qué? Esencialmente resistencia a lo que Es. Esto implica que espiritualmente nunca se podrá exteriorizar nada a través del esfuerzo, y si así lo pareciera realmente habría sido a pesar del esfuerzo.
Al balance positivo de poder frente a esfuerzo lo llamamos trabajo, entendido éste como la concreción de un cierto grado de realización, que es la conversión efectiva de algo potencial en cosa manifiesta, en algo existente.
Por eso es que definimos el PODER como capacidad de realización. En este sentido el poder absoluto sería la capacidad para crear desde la nada… Pero esa no es facultad ni función humana, sino divina.
SENTIR – COMPRENDER – REALIZAR
El cable guía a la vez que referencia permanente de nuestra evolución espiritual lo constituye el horizonte emocional, el cual mide nuestro grado de resistividad a la Realidad. Porque, hay que decirlo claramente, todas las emociones son, a fin de cuentas, señales de resistencias a la Realidad. No obstante, su experimentación permite – en palabras de Carl Gustav Jung – que “la oscuridad se pueda transformar en luz y la apatía en movimiento.″
El ascenso emocional tendente a la cota de la ecuanimidad va modificando la actividad mental, desbloqueando contenidos hasta entonces invisibles para el ojo de la mente. Esto da lugar al afloramiento de visiones cada vez más profundas, claras y significativas de la estructura de lo real.
Y una vez esos dos ámbitos – el emocional, por un lado, relacionado con la energía, y la comprensión, por otro, que representa el reino de la forma, la arquitectura de la Realidad – crecen, van liberando el poder o capacidad de realización correspondiente por efecto arrastre, concretándose la renovación de la vida individual en su expresión práctica. Viene bien recordar aquí que en el ascenso emocional juegan un papel preponderante el desapego, la aceptación y la entrega o altruismo.
LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL COMO UN PROCESO HACIA EL SILENCIO
Siempre se dijo y se enseñó que la evolución espiritual era un proceso hacia el SILENCIO. Y ese silencio al que tanto aludieron los grandes despiertos de todas las épocas, maestros espirituales de las más diversas tradiciones, no es otra cosa que el Silencio Mental. Es decir, la cesación de los procesos de pensamiento y conceptualización. Cuando eso ocurre, la Realidad comienza a revelarse sin obstáculos.
EQUILIBRIO EMOCIONAL – SILENCIO MENTAL – MEDITACIÓN
Pero es sólo con el equilibrio emocional que puede llegar el silencio mental. Un silencio donde ya no hay lugar para juicios, definiciones, comparaciones, expectativas, deseos, quejas, opiniones, planes o intenciones. Un silencio desde el cual se entra espontáneamente en contemplación o meditación, posibilitando que la realidad del espíritu, aquello que Es, el reino inmarcesible de la Unidad, encuentre una vía expedita, libre de resistencias, para mostrarse a la conciencia encarnada. Esto siempre viene apoyado en experiencias trascendentes y adopta el carácter de una revelación que aporta un mayor grado de inteligencia, de sensibilidad y de creatividad en una expresión unificada que llamamos CONSCIENCIA.
CONOCER Y SABER
No es lo mismo conocer que saber, aunque ordinariamente sean términos que se usen como sinónimos. El conocimiento es una descripción de lo aparente, el saber es algo muy distinto. Saber proviene de “sabor”, sabes cuando has “saboreado” (experimentado) la Realidad. Las bibliotecas del mundo están atiborradas de conocimientos, pero de todo ese gigantesco fondo a sólo una pequeña fracción se la puede llamar de verdad SABER o SABIDURÍA.
El conocimiento suele cambiar, modificarse con el tiempo, caducar…. La sabiduría no, y más allá de las formas expresivas usadas, permanece con su impronta indeleble flotando indemne sobre las olas del tiempo. Un ser humano de muchos conocimientos es un erudito; un ser humano de mucho saber es un sabio o un iluminado.
El conocimiento, cualquier conocimiento, es un velo sobre la Realidad porque nace de una visión distorsionada debido a posicionamientos previos. Esta comprensión es la que llevó a Alan Watts (1915–1973), gran estudioso británico de las fuentes de sabiduría orientales, traduciéndolas a la mentalidad occidental, a afirmar en su obra La Sabiduría de la Inseguridad que «para conocer la verdad uno debe librarse del conocimiento». También lo dejó muy claro otro gran maestro espiritual contemporáneo, el hindú Nisargadatta, al decir: “Usted puede conocer lo que no es; lo que es sólo puede serlo”.
RESIGNIFICANDO EL PERDÓN
El perdón incondicional representa uno de los pasos más trascendentales para nuestro adelanto espiritual. Cuando decimos con profunda sinceridad “¡Te perdono!”, en realidad lo que estamos proclamando es el perdón que nos damos a nosotros mismos, pues fuimos nosotros y nadie más, quienes en determinado momento interpretamos y asumimos bajo esa interpretación, alguna situación vivida catalogándola como una ofensa o un daño que nos infligieron. Sólo podemos perdonar porque nos perdonamos, y sólo nos podemos perdonar porque perdonamos. Todo va junto. El perdón nos libera de cualquier interpretación subjetiva archivada como memoria, que bajo nefastos sentimientos nos encadenaba y auto-condenaba.
PROPÓSITO
El Propósito es el aliento de la Divinidad en el que permanece inmersa la realidad objetiva. El Propósito representa una inmensurable síntesis de amor, de inteligencia y de capacidad creadora que en el diapasón del corazón humanose convierte en Sentido, que aparece como Ley ante la mirada de la mente, y que se expresa como Poder en el Acto Creador o Realización.
Cada estado evolutivo tiene su propio contexto mental. La mente lee la Realidad y encuentra patrones de funcionamiento que define como Leyes. En otro estado evolutivo más elevado cambia el contexto mental, de forma que la mente realiza una lectura más profunda de la estructura de lo Real, redefiniendo las leyes de ayer. Mas el nuevo paradigma mental alcanzado no niega las leyes anteriores, sino que las recontextualiza y asume holónicamente en su seno despojadas ya de su antigua aura de absolutez, permaneciendo funcionales siempre que se mantengan en su propio ámbito.
MÉRITO
La idea de mérito no tiene sentido si no se redefine completamente. Cuando se habla de mérito parece que nos remitimos siempre a una instancia superior que deniega algo si no hay mérito, o que lo concede si lo hay. ¿Pueden los espíritas imaginar a la inteligencia, el amor y el poder supremos como una especie de híper-sesudo administrador celestial encerrado en su búnker atiborrado de expedientes humanos, valorando sin son merecedores o no bajo la mirada de su infinita sabiduría condescendiente? Mérito es otra de tantas palabras inventadas por los humanos para designar algo que ignoran.
MORALIDAD
La moralidad es puro convencionalismo. El ser humano de hoy ya ha dejado de ser, en general, un infante inane que necesita ser llevado de la mano, sino que tiene criterio y capacidad para elegir. Puede equivocarse y de hecho se equivoca mucho, pero la equivocación no es esa monstruosa ofensa a la divinidad o “pecado” que antaño se decía. De hecho la misma idea de pecado es otro absurdo terrible, posiblemente de los más graves que el ser humano haya concebido jamás, una noción infame en sí misma, puesto que el ser humano es esencialmente inocente y todos sus errores son producto de la ignorancia, no de la maldad. No reduzcamos el Espiritismo a un melifluo moralismo si es que se quiere mantener su ingente virtud emancipadora.
BUSCAR ES ALEJARSE
En términos evolutivos la idea de búsqueda se sostiene en una concepción dualista del mundo que supone que aquello de lo que nos sentimos carentes y creemos necesitar, ha de encontrarse necesariamente “ahí afuera”. Buscar es igual a alejarse porque toda búsqueda establece a priori una separación o distancia entre el buscador y lo buscado. Cuanto más buscas más te alejas de ti mismo.
La sabiduría espiritual nos enseña algo muy distinto. Nos dice que lo que buscamos fuera está realmente en nosotros mismos y que hay que dirigir la mirada hacia nuestro interior. Por eso me parece tremendamente acertada la manera como los sufís se refieren a este asunto. Ellos no hablan de buscar sino de “recordarse”, es decir, de reconectarse con el corazón, que es la plataforma a través de la cual el Espíritu se asoma directamente al mundo.
HACER – NO HACER – ACTO
El ser humano vive totalmente afiebrado y ofuscado por el hacer en la etapa egóica. Pero, ¿qué se busca con el hacer? Evitar la incertidumbre intentando controlar el devenir, para lograr que los hechos futuros se acomoden a nuestros deseos y aspiraciones, aplacando así el miedo, que en el fondo es lo que impulsa toda actividad, pues constituye el núcleo y motor del ego. Ese es el objetivo del hacer.
Pero todos hemos comprobado innumerables veces que el hacer no conlleva garantías y que en pocas oportunidades parece obtenerse el ansiado logro como colofón, sino que mayormente nos acompaña la frustración y la decepción. Y es que aún hay muchos que no han comprendido que el acontecer tiene que ver con el Ser y no con el hacer.
A cada estado del Ser, es decir, a cada nivel de consciencia le corresponde su propio acontecer. ¿No vemos muchas veces que personas con el mismo nivel de actividad obtienen, sin embargo, resultados completamente diversos? ¿Y qué respuesta comodín solemos dar ante esta constatación? Pues hablamos de suerte, buena suerte para el que aparentemente logra resultados satisfactorios y mala suerte para el que parece haber cosechado sólo el fracaso. Absurdo.
En el taoísmo chino se habla de no-acción, concepto que designa con la expresión “Wu Wei”. La no-acción no es un negarse a la acción o acción en negativo, lo cual no dejaría de ser otra acción. A la no-acción yo lo llamo Acto o acción natural porque resulta de una sintonía con la Realidad, de cuyos impulsos creadores el ser humano se convierte en receptor y manos en el mundo. La no-acción o Acto cierra las puertas a la reactividad y abre camino a la creatividad, no es susceptible de control y resulta impredecible e inabordable para la lógica.
SEGURIDAD, INCERTIDUMBRE, CERTEZA Y FE
Hablemos ahora de seguridad, de incertidumbre, de certeza y de Fe. ¿Temas alejados del Espiritismo? Ni mucho menos.
En nuestro autodescubrimiento espiritual llega un momento en el que comprendemos y asumimos, que la anhelada seguridad basada en el control de todos los aspectos de nuestra vida es una quimera, que lo que rige es la incertidumbre sobre el devenir.
Sin embargo ello no supone carecer de certeza interior. Es perfectamente posible tener una profunda certeza en medio de la incertidumbre. Porque esta certeza de la que hablamos no deriva de un proceso intelectual, es una certeza indefinible aunque sensible a partir de la conexión con el sentido de la realidad, conexión que se resuelve en una fe experiencial basada en la sintonía con esa vibración sutil omni-poderosa, omni-amorosa, omni-inteligente y omni-abarcante que llamamos Propósito.
COHERENCIA, INCOHERENCIA E INTEGRIDAD
Al ejercer nuestra libertad desconcertamos a los encasilladores profesionales. No hay nada que provoque mayor escándalo entre los seres humanos que se consideran a sí mismos “sensatos”, es decir hiper-condicionados, que vivir a plenitud tu propia libertad. De ahí que la tan mentada coherencia sólo puede considerarse un valor cuando es de ti para ti.
Seamos sinceros con nosotros mismos, permitámonos cambiar, mudar de pensamiento, modificar posturas o no tener ninguna… hasta llegar, incluso, a parecer incoherentes. Realmente, aunque los demás puedan creer otra cosa, nunca somos incoherentes con nosotros mismos, con el mensaje que ofrecemos según el estado de conciencia en que nos encontramos. A un ser avanzado espiritualmente nada le ocupa ni le preocupa parecer coherente, su interés está centrado únicamente en su propia integridad.
Al vivir tu libertad podrías encontrarte con extrañas reacciones a tu alrededor: desaprobación, caras descompuestas, gestos desdeñosos, incredulidad y hasta enfados porque has tenido la tremenda osadía de salirte de sus casillas tan bien elaboradas y etiquetadas sin su permiso. Habrá algunos que incluso no te lo perdonarán. Pero no importa, ellos también son coherentes consigo mismos, sólo que aún no lo saben.
SISTEMAS, MÉTODOS Y PRÁCTICAS PARA EL DESARROLLO ESPIRITUAL
Queremos referimos ahora a todos esos ejercicios, sistemas, métodos y prácticas que se aconsejan y se proponen nimbados con la pretendida facultad de favorecer el desarrollo espiritual.
En este sentido las consideraciones que antes hicimos en relación al hacer en general, valen igualmente para el hacer en el marco de la realización espiritual. Afirmo que las supuestas capacidades atribuidas a dichas prácticas son una ilusión y una distracción, porque no hay ningún medio, método o sistema que ocasione nuestro desarrollo espiritual, dado que el desarrollo espiritual no es ningún fin ni puede plantearse como una meta situada al final de un camino. ¿Sorprende a alguien esta aseveración? Nos explicaremos.
Ningún método, ninguna práctica, ningún ejercicio, ningún hacer en general, puede lograr lo que ya somos, siempre hemos sido y siempre seremos. La evolución espiritual tampoco puede ser el producto de un decreto voluntarista o el resultado de la puesta en práctica de la difusa recomendación de “ser buenos”.
Privaciones, mortificaciones, ayunos purificadores, dietas estrictas, ceremoniales y ritos ancestrales, contorsionismos corporales, reglas, preceptos, cultos, rezos, repeticiones de palabras supuestamente sagradas, hacer “buenas acciones” o cualquier otra actividad premeditada con la finalidad de avanzar de grado en la escala de la evolución espiritual, son todas y todos autoengaños y tienen efecto cero en nuestra evolución.
No digo que algunas de esas prácticas no cumplan una función, pero sea la que sea nada tiene que ver con la evolución espiritual. Es una solemne majadería eso de pretender “acumular méritos” y, en otro sentido, desde muy antiguo se advirtió sobre los peligros de algunos de esos intentos de “tomar el cielo por asalto”, en los que se quiere forzar nuestro desarrollo íntimo mediante atajos, vía desnortada que designaban con la expresión “el camino de la mano izquierda”, la que en algunos casos se ve acompañada, es cierto, por la aparición de determinados “poderes” sin la debida capacidad para gestionarlos.
Hace mil doscientos años Adi Sankara (788-820), uno de los grandes maestros espirituales de la antigua India, hacía esta notable advertencia en su obra titulada Atmabhoda: «Cientos de expiaciones, castigos y lecturas atiborran por años a quienes buscan prepararse para servir a lo divino, cuando realmente tan solo buscan la manera de sentirse a gusto consigo mismos. No hay peor ego que el de quienes buscan la santidad.»
JESÚS EN EL ESPIRITISMO
Por último quiero hacer una breve alusión a la deplorable visión que se tiene del maestro Jesús hasta en algunos sectores del Espiritismo, una figura que han convertido en gran medida en un ídolo desnaturalizado, irreconocible y, lo que es peor, totalmente inútil. El asunto resulta increíble, pues supone la derogación de facto de su ejemplo y enseñanzas precisamente por parte de aquellos que dicen ser, curiosamente, sus mayores admiradores.
Este asunto requeriría de un amplio desarrollo explicativo para el que hoy no disponemos de tiempo. Simplemente quiero añadir que el sentido de algunas de las enseñanzas clave de Jesús, inadvertido e indescifrado para muchos todavía, es muy claro para mí a estas alturas y sé que para otros también. Desgraciadamente sobre ello he encontrado muy poco en el panorama espírita, por no decir casi nada.
CONCLUSIÓN
Podríamos hablar de muchas más cosas dentro del Espiritismo desde una perspectiva ampliada. Por ejemplo, de justicia, de responsabilidad, de compromiso, de la ley de causa-efecto, de voluntad, de identidad, de individualidad, de la naturaleza de la mente y su función en cada fase evolutiva humana, de las emociones, del sufrimiento, de los sentimientos, de la memoria, del auto-recuerdo… Pero eso tendrá que ser en otro momento.
Bien, amigos y amigas, hasta aquí hemos llegado en nuestra intervención. Muchísimas Gracias por vuestra atención.
NOTA: Podéis ver y escuchar en Youtube las intervenciones o ponencias, hasta un total de 14, que se desarrollaron en el XI Congreso Andaluz de Cultura Espírita, celebrado los días 3, 4 y 5 de noviembre de 2023:
https://www.youtube.com/@asociacionespiritaandaluza2339/videos