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Posts Tagged ‘Revista Espiritista periódico de Estudios Psicológicos de Barcelona’

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El 1º de diciembre de 1888 – es decir, se han cumplido recientemente 127 años – dejó su cuerpo carnal en este planeta una de las figuras más importantes en la historia del movimiento espiritista en España, José Mª Fernández Colavida, al que se calificó con toda justicia como “el Kardec español”. Fue su labor de faro para el espiritismo hispano desde su papel de hombre integral a la manera como el paradigma espiritista propone, la que le otorga de pleno derecho el título de continuador fiel del trabajo de Hipolite Leon Denizard Rivai, de quien fue uno de sus primeros y directos discípulos en este país.

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EL REMANSO DE LA VIDA

Manantial

Durante una sesión mediúmnica celebrada el 7 de Mayo de 1870 en el Grupo Espiritista Familiar que dirigía José Mª Fernández Colavida, se presentó un espíritu ante el médium vidente del Grupo, portando en su manos un libro abierto. En dicho libro el vidente leyó esta comunicación mediúmnica espontánea  en forma de poema. El mismo fue publicado en el número 6, año II (1870) de la “Revista Espiritista, Periódico de Estudios Psicológicos”, de Barcelona.

    ¿Ves el grato manantial

Brotar entre musgo y tierra,

Al pie de elevada sierra,

En burbujas de cristal?

    ¿Y vesle, cual yo lo miro,

Desaparecer en la sombra

Que presta la verde alfombra

Que engalana su retiro?

    Agua que luego aparece

Cual una cinta azulada,

Que se extiende acariciada

Entre las yerbas que mece.

    Agua que bulle y se riza,

Y que tranquila y serena,

Por lecho de blanca arena,

Hacia el prado se desliza.

    Y ese arroyo de cristal

Que serpea en la pradera

Y murmura en su carrera

Tras su destino fatal,

    Váse con otros uniendo,

Aumentando su pujanza,

Cual torrente que se lanza,

Nuevos prados recorriendo.

    Y atraviesa el campo seco,

Y en la cañada se siente,

Y del rugir del torrente

Resuena en el valle el eco.

    ¡Allá va de espuma blanco,

Batiendo las duras peñas,

Revolviéndose en las breñas

Carcomidas de un barranco!

    Nada a su paso se opone,

Todo lo rompe o lo salva;

Lo mismo arranca la malva

Que trunca el roble y traspone.

    Mas ya llega a la llanura,

En donde apenas desciende,

Por la campiña se extiende,

Disipando su bravura.

    Y ancha cuenca le conduce

Tras campos que fertiliza,

Y la arena movediza

A porciones le reduce.

    Luego su corriente cesa,

Convertida en un remanso,

Donde encuentra su descanso

Tras una enramada espesa.

    Y sólo de allí camina

El agua que se rebosa,

Triste, mansa, silenciosa,

Hacia el mar donde termina.

…………………………….…

……………………………….

    ¡Es la vida un manantial:

Agua que en la cuna brota

Y lleva su última gota

A la losa sepulcral!

    ¡Y así nuestra vida empieza!

Como el agua de las fuentes,

En la niñez, inocentes,

Vivimos en la pujanza.

    Luego, como el arroyuelo

Cuando corre alborozado,

Marcha el hombre alucinado

Impelido por su anhelo:

    Ese anhelo que atormenta

Al alma, dó está su foco,

Ese afán que ciego y loco

De ilusiones se sustenta.

    Afán que no oye consejos

Y que el corazón destruye,

Afán que sólo concluye

Cuando llegamos a viejos.

    Y así va, torrente obscuro,

Con mengua de la inocencia,

Salpicando su conciencia

De manchas de cieno impuro.

    Tras continuo desvarío,

Presa de su calentura,

Calma luego su locura,

Como el torrente y el río.

    ¡Nada jamás basta al hombre

En su eterno devaneo;

Todo acrece su deseo,

Que es todo cuestión de nombre!

    Y llora y goza a la vez,

En esa ansiedad inmensa,

Y cuando menos lo piensa,

Le sorprende la vejez,

    ¡Vejez, confesión final,

Penitencia del nacido,

Donde el hombre arrepentido,

Purga contrito su mal!

    Antesala de la tumba

Donde se detiene el vicio,

Donde el ruido y el bullicio

De la humanidad retumba.

    ¡Ese periodo de calma,

Donde sólo la memoria,

Nos refiere nuestra historia

Con sentimiento del alma!

    ¡Ese tranquilo remanso

De la vida y su miseria,

Donde goza la materia

De su apacible descanso!

    ¡Tal se nace! ¡Tal corremos!,

Y vivimos por el mundo,

Sin pararnos un segundo

En la senda que emprendemos:

    Senda que al alma va unida

Y en la que el tiempo convierte,

 ¡En penumbra de la muerte!

 ¡En remanso de la vida!

Un espíritu amigo

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