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Posts Tagged ‘reflexiones’

Afirma el reputado actor de comedias Jim Carrey en el siguiente vídeo que compartimos, reflejando una versión íntima, muy distinta a la de sus personajes, que «la espiritualidad alivia el sufrimiento». Pero esto no ocurre porque la espiritualidad sea una suerte de opiáceo psíquico, sino precisamente por todo lo contrario. La espiritualidad nos conecta con la realidad que somos, mientras que el sufrimiento es un signo que de alguna forma y en algún aspecto vivimos descentrados, alejados de nuestra verdadera realidad, atrapados en las engañosas redes del ego.

No obstante, dolor y sufrimiento, distintos y en tantas ocasiones convivientes, son aliados nuestros para el despertar cuando el amor no esta presente, cuando nos despistamos. El dolor es una flecha que apunta al aquí y al ahora cuando corremos riesgo de perdernos, cuando necesitamos enfocarnos de nuevo.

Idafe

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Hay momentos en la vida en que tenemos que enfrentarnos a lo inevitable, pero no por ello deja de ser menos sorprendente. Y si hay algo inevitable en la vida, eso es la muerte. Aun así, a pesar de saberlo a ciencia cierta, habitualmente vivimos de espalda a esa ineludible cita, quizás porque en el fondo de nuestra conciencia “sabemos” que en la muerte nada muere.

Lo cierto es que cada vez que ese episodio de tránsito entre planos ocurre en nuestras cercanías, afectando a seres a los que nos unen fuertes lazos de amor, afinidad o amistad, más allá incluso de convicciones muy asentadas que tengamos relacionadas con la continuidad de la vida tras la muerte, no podemos evitar un estremecimiento y un pensamiento inicial de incredulidad.

Parece que la vejez es un periodo que prepara a cada ser humano y a sus allegados para ir aceptando lo inevitable, nos vamos haciendo a la idea de la separación que empieza a sentirse más cercana que lejana. Pero cuando la muerte sorprende a personas que por edad parecerían tener aún muy lejano ese momento, no podemos evitar un transitorio shock.

Precisamente eso ha ocurrido en fecha cercana. El pasado 29 de Febrero una entrañable amiga que nos venía acompañando en nuestras actividades en el Grupo Espírita de La Palma desde hace unos dos años, Blancanieves Bodega Estévez, Blanny para todos sus allegados y amigos, ha abandonado inopinadamente este plano físico e ingresado en la patria espiritual.

A lo largo de este tiempo que compartimos con Blanny, vimos como ella iba incorporando de forma natural las comprensiones que aportan las enseñanzas espirituales, ayudándole a integrar y superar algunos episodios dramáticos de su vida. En ese avance en su comprensión estaba, cuando se le detectó una dolorosa afección que en principio, más allá de las molestias que suponía, no parecía conllevar un riesgo declarado e inmediato para su vida física. Ingresada en el hospital a la espera de una operación quirúrgica delicada pero que no entrañaba peligro inminente, su cuerpo dijo basta, falleciendo de forma inopinada.

Ayer, miércoles 13 de marzo, participamos en una ceremonia y homenaje en su recuerdo, y hoy, desde el Grupo Espírita de La Palma, queremos dejar esta nota para una amiga y compañera a la que nos fue uniendo con el tiempo una profunda amistad. Allí donde te encuentres, querida amiga Blanny, recibe todo nuestro cariño, en la seguridad que tu bondad y buen hacer en la vida te habrá granjeado la bienvenida espiritual que te mereces y toda la ayuda para adaptarte rápidamente a tu nueva situación en el mundo de los espíritus.

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«Un discípulo se quedó dormido y soñó que había llegado al paraíso. Pero, para su asombro, vio que allí estaban sentados el Maestro y los demás discípulos, absortos en la meditación.

»¿Y esto es la recompensa del paraíso?, exclamó.

»¡Si es exactamente lo que hacíamos en la tierra!

»Entonces oyó una voz que exclamaba: ¡Insensato, ¿Acaso piensas que esos que ves meditando están en el paraíso? Pues bien, es justamente lo contrariao, el paraíso está en ellos.

Anthony de Mello

La Iluminación no es un lugar geográfico o un evento externo, no requiere de parajes especiales o de aislamientos. Más bien, acontece cuando la Realidad es percibida sin filtros ni descripciones intermediarias.

Cuando un niño nace, su percepción no se encuentra estructurada. Tanto sus padres corno la comunidad y la escuela se encargan de conformar su percepción de acuerdo con los moldes establecidos. Aquellas formas de sentir y ver el mundo que son aceptadas por la sociedad son recompensadas y las que no se ajustan, se oponen o contradicen las normas comunitarias, son castigadas.

Poco a poco y en un lapso que dura años, el niño aprende a permanecer en el estado que se le ha impuesto y a negar o reprimir las formas de ser cuya manifestación se ha castigado.

Cuando este proceso se completa, la Realidad y el sujeto que la percibe se separan y en lugar de una percepción fresca y directa de la Realidad, ésta se filtra utilizándose una descripción del mundo. Esta descripción no solamente limita la percepción, sino que la transforma y acomoda haciéndola congruente con las estructuras conceptuales que se han internalizado. El proceso de internalización hace innecesarios los controles externos; los premios y castigos de la sociedad. El sujeto se ha convertido en un defensor y un exponente de las mismas estructuras que ahora actúan desde su interior sin darse cuenta de ellas. En otras palabras, la Realidad se confunde con la estructura y la descripción aprendida, y ésta última se fija y considera como la única válida. Se crea así un tema básico o un mito que no se puede ver como tal porque es él quien determina el sentir y la forma de ver. Puesto que la mayoría de los componentes de la misma comunidad han internalizado un similar mito y una parecida descripción, se sostiene ésta por el acuerdo interpersonal.

Sabemos ya por los últimos descubrimientos neurofisiológicos, que los patrones de la actividad cerebral de un sujeto se transfieren a otros sujetos. El hecho de que un ser humano viva en un espacio en el cual se inscriban modos similares de actividad cerebral, hace que sus propios patrones se refuercen y mantengan.

En un experimento publicado en la década de los 80, el autor y E. Roy John, del Brain Research Laboratory de la ciudad de Nueva York, demostramos que las expectativas que un sujeto tiene acerca de la realidad que percibe, determinan cambios en su actividad cerebral acordes con las expectativas (las descripciones y estructuras conceptuales que posee) y no con la realidad.

En otros experimentos realizados en la Universidad de México, el autor y Julieta Ramos demostramos que los patrones cerebrales específicos de un sujeto afectan a otros sujetos, los cuales mimetizan en su cerebro la actividad de los cerebros circundantes. Por lo tanto, la forma de interpretar el mundo modifica la actividad cerebral y esta modificación se transfiere de cerebro a cerebro.

Cuando alguien es capaz de darse cuenta de que su percepción de la Realidad no es pura, sino determinada por el mito que ha hecho suyo y puede darse cuenta de las características y del poder de este último, da un primer paso hacia la Iluminación.

El estado de Iluminación implica la desaparición de todo filtro en la percepción, tanto del entorno como de sí mismo. Esta desaparición hace que no exista preconcepción ni estructura de separación entre el sujeto y la Realidad. Por lo mismo, el estado de Iluminación no puede describirse, puesto que trasciende el razonamiento lineal.

“Si uno pudiese aniquilarse a sí mismo aunque fuera por un instante —yo digo que aún menos que por un instante— todo sería suyo, junto con todo lo que es en sí mismo, pero mientras que en cualquier grado tu mente esté en ti o en cualquier otra cosa, sabrás tan poco de Dios como mi boca sabe del color o mi ojo acerca del sabor, Así de poco sabes lo que es Dios

Meister Eckhart

La aniquilación a la que se refiere Eckhart es la del mito de identidad sostenido por las estructuras introyectadas, aquellas que confundimos con nuestra naturaleza real y que compartimos con los seres humanos que, como nosotros, han sido educados en forma similar y que, por lo tanto, perciben también de forma similar a nosotros.

“La modalidad de la época es el determinado conjunto de campos de energía que los seres humanos perciben.

»…La época determina el modo de percibir; determina cuál conjunto de campos de energía, en particular, de entre un número incalculable de ellos, será percibido.

»Manejar la modalidad de la época, ese selecto conjunto de campos de energía, absorbe toda nuestra fuerza, dejándonos sin nada que pueda ayudarnos a percibir otros campos de energía, otros mundos.”

Don Juan Matus

Pero la Iluminación no sólo determina un cambio en la percepción externa sino, sobre todo, un descubrimiento acerca de la naturaleza de quien percibe y un contacto íntimo con un sí mismo puro y libre de ataduras.

“Buda es el Yo Puro.”

Lama Lhundup

La identidad personal sufre una verdadera expansión durante el proceso de desarrollo que desemboca en la Iluminación.

Generalmente nos identificamos con nuestro cuerpo creyendo que la muerte del mismo conllevará nuestra desaparición total. Esta identidad se refuerza por la percepción que los otros tienen de uno mismo. Sin embargo, esta identidad es ilusoria y no corresponde a nuestra naturaleza esencial.

“Acerca de mi propia actualización estos días, es verdaderamente creativa y destructiva. Juego con transformaciones milagrosas, penetrando todas las circunstancias y en donde me encuentre no tengo más que buscar.

»Las circunstancias ya no son capaces de cambiarme. Si vienen estudiantes a buscarme, yo salgo para verlos. Ellos no me ven. Así me visto con toda clase de vestiduras. Los estudiantes inmediatamente empiezan a especular acerca de ellas, tomándolas con mis palabras. Todo esto es muy triste. Ciegos y rapados, hombres sin ojos; depende de las vestiduras que uso, verdes, amarillas, rojas o blancas. Cuando me las quito y sólo me pongo la vestidura de la pureza, los estudiantes ven un reflejo y se reúnen entre ellos con gozo. Y cuando me desvisto, ellos se desilusionan y corren sorprendidos, asustados, y se quejan de mi desnudez. Así es que yo les digo: ¿Conocen en verdad a ‘mí”, quien se viste con todas estas vestiduras? Y súbitamente ellos vuelven sus caras y me reconocen.

Rinzai Gigen

El cuerpo, la mente, las emociones, son otras tantas vestiduras del verdadero Yo, el cual se viste con ellas, pero se encuentra en un lugar “fuera” del espacio y tiempo, más allá de todo concepto y explicación. El contacto con quien verdaderamente somos es la Iluminación. En ella no desaparece la individualidad, sino que se expande para abarcarlo todo.

“Todos los Budas y todos los seres sintientes no son otra cosa sino la Única Mente fuera de la cual nada existe. Esta Mente, la cual no tiene inicio, no tuvo nacimiento y es indestructible, no es verde ni amarilla y no posee forma o apariencia. No pertenece a la categoría de las cosas que existen o no existen, ni tampoco puede considerársele en términos de nuevo o viejo. No es ni larga ni corta, grande o pequeña, porque trasciende lodos los límites, medidas, nombres, trazos y comparaciones. Es lo que ves en frente de ti. Comienza a razonar sobre ello e inmediatamente caerás en el error.

Es como el vacío sin límites que no puede ser medido. La Única Mente en sí es el Buda y no existe diferencia entre Buda y los seres sintientes excepto que estos últimos están apegados a las formas y buscan en el exterior la Budeidad. Por el solo hecho de buscarla, lo pierden, porque implica usar el Buda para buscar al Buda y usar lo mente pare encontrar la Mente. Aun cuando lo intenten por un eón completo, no serán capaces de lograrlo. Ellos no saben que si pusieran un alto al pensamiento conceptual y olvidaran su ansiedad, el Buda aparecería frente a ellos porque esta Mente es el Buda y el Buda es todos los seres vivos. No disminuye por manifestarse en seres ordinarios y no se engrandece por manifestarse en los Budas.»

Huang Po

Por lo tanto, el concepto de la Iluminación indica que ésta aparece cuando un sujeto logra percibirse a sí mismo en Unidad con una naturaleza que se encuentre en todo. Lo Realidad a la que tiene acceso el Iluminado es esa misma naturaleza que no admite separación alguna entre el Observador y lo observado.

Por otro lado, la Iluminación no puede describirse, sino solamente vivirse. Cuando alguien trata de llegar a la Iluminación a través del pensamiento racional fracasa puesto que la Iluminación trasciende a la mente condicionada.

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La Declaración Universal de Derechos Humanos, firmada en París el 10 de diciembre de 1948, buscó enfrentar los grandes males que en las décadas anteriores conoció la humanidad. Como nunca antes, se manifestaron e hicieron visibles las posibilidades de destrucción de los seres humanos mediante la utilización del Estado y sus poderes políticos y jurídicos. La Declaración buscó eliminar tales atrocidades mediante la reafirmación de la dignidad de todas las personas a partir del reconocimiento de derechos postulados como innatos. Un generoso listado de ellos quedó establecido en la Declaración. A partir de entonces, conjuntamente con otros instrumentos internacionales, se buscó alcanzar el mismo objetivo. Todos estos ordenamientos buscaban evitar la instrumentalización de los seres humanos y dotarlos de amplias posibilidades para construir su existencia. Pensar, crear, elegir y ser quisieron garantizarse con derechos particulares susceptibles de enfrentarse a las administraciones públicas, identificadas entonces como causa de grandes males.

El otorgamiento de derechos ha logrado aliviar algunos de los problemas individuales y sociales, pero no ha sido capaz de resolver otras muchas situaciones. El pasar de los años ha puesto de manifiesto que la mera titularidad de derechos no es suficiente para transformar la realidad cotidiana; que los poderes públicos y privados no van a cambiar su actuación por el solo reconocimiento de derechos en favor de personas o colectivos. Los titulares de derechos tenemos que asumir nuestra situación no como algo dado de una vez y para siempre, sino como un atributo que requiere ejercerse y actualizarse cada día. Por paradójico que parezca, tenemos que obligarnos con nosotros mismos y con nuestras comunidades a ejercer nuestros derechos. Tenemos, también, que reconocer que nuestra condición de personas conlleva el cumplimiento de deberes y obligaciones para con nosotros mismos, la colectividad y las generaciones futuras.

De manera escueta, pero no por ello menor, la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos impuso en su artículo 29 deberes para con nuestra comunidad, al asumir que solo así podíamos desarrollar libre y plenamente nuestra personalidad. Las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial que acababa de dejarse atrás y el reconocimiento de sus barbaridades, llevó a fijar la atención en los derechos relegando los deberes.

El compromiso con los otros y con la sociedad en la que se vivía, fue pospuesto en la búsqueda de la afirmación individual. Nada hubo de reprochable en momentos tan dolorosos. Sin embargo, el pasar de los años ha mostrado la necesidad de que las personas como individuos y parte de colectividades luchen por afirmar sus derechos y condición social. Igualmente se ha puesto de manifiesto la urgencia de aceptar a plenitud la observancia de su precondición: el cumplimiento de los deberes y obligaciones que a cada cual le corresponden jurídica y moralmente.

A lo largo de las últimas décadas asistimos efectivamente a una toma de conciencia: los derechos son una herramienta indispensable para la construcción de la individualidad, pero ello requiere, a su vez, de la construcción de lo social, del todo en el que se está. Para lograr un desarrollo pleno y auténtico, y realizar cabalmente el proceso de humanización, necesitamos pensar y pensarnos como partes de ese todo y asumir la cosa pública como el hábitat social que nos da posibilidades porque nuestra contribución es una fuente de sentido. Nosotros, en lo individual o en las agrupaciones a las que hemos decidido incorporarnos, necesitamos entender que junto a la exigencia de cumplimiento de nuestros derechos, tenemos que cumplir con deberes y obligaciones que incluyen demandar a nuestros Estados el respeto y garantía de los mismos, porque el Estado nunca queda eximido de su responsabilidad de garante.

La mencionada toma de conciencia se ha reflejado en distintas iniciativas tendentes a explicitar los deberes de las personas en el plano nacional e internacional. La primera de todas, de corte estrictamente regional, fue la inclusión del segundo capítulo, destinado a los Deberes, en la “Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre”, de 1948. Los Estados americanos reunidos en la IX Conferencia Internacional Americana advirtieron que: mientras los derechos resaltan la libertad, los deberes expresan la dignidad con la que se ejerce la libertad. En 1988, un grupo de notables personalidades formularon la “Declaración de Responsabilidades y Deberes Humanos”, la cual tuvo como propósito, en sus propias palabras, subrayar:

que la asunción de las obligaciones y responsabilidades implícitas en los derechos humanos y libertades fundamentales recae en todos los miembros de la comunidad mundial, incluyendo los Estados, las organizaciones internacionales, las regionales y subregionales, así como las intergubernamentales, los sectores privado y público, las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones de ciudadanos, otros representantes de la sociedad civil así como todos los miembros individuales de la familia humana.

En el año de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la “Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones, de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidas”, en Declaración Universal de Deberes Humanos cuyo artículo 18 se reiteró la importancia de que cada cual asuma sus deberes y obligaciones como eje para la transformación individual y colectiva. En febrero de 2002, la propia Asamblea General emitió una nueva resolución a fin de exhortar a los Estados miembros a lograr el cumplimiento de esos derechos, deberes y obligaciones.

A partir de esos años, diversos esfuerzos nacionales se han llevado a cabo para incluir en los respectivos textos constitucionales un mayor número de obligaciones y responsabilidades para sus ciudadanos.

En 2016, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Fundación José Saramago y la World Future Society (Capítulo México), recogieron los esfuerzos precedentes a fin de darle un nuevo impulso al establecimiento de deberes, obligaciones y responsabilidades de seres humanos y colectivos sociales. Como conclusión de los distintos encuentros realizados, se señaló que:

La proliferación en el reconocimiento de derechos ha provocado una comprensión equivocada. Numerosas personas han supuesto que los derechos no tienen correspondencia con las obligaciones. Es como si se pensara que un individuo ha asumido todos los derechos para su crecimiento y la obtención de sus satisfactores, sin que ello le implique asumir carga alguna para consigo mismo, sus semejantes, el entorno que lo rodea o para con el Estado. Es necesario pensar el mundo de los derechos en clave de corresponsabilidad.

Desde los esfuerzos de la UNESCO, de la Asamblea General de Naciones Unidas o de las Constituciones nacionales y hasta la fecha presente, se han planteado nuevas posibilidades y retos. Por una parte, las expectativas de vida de la población han aumentado considerablemente; las redes sociodigitales han abierto posibilidades liberadoras de comunicación e intercambio de información; los procesos democráticos formales se han incrementado; el derecho internacional y sus posibilidades supervisoras se ha extendido en algunos espacios; la toma de responsabilidades de ciertos sectores se ha hecho presente; algunas diversidades y la centralidad de la igualdad de género han sido reconocidas y están transformando nuestra convivencia.

Sin embargo, el medio ambiente se encuentra actualmente más amenazado y deteriorado; el avance de los procesos democráticos es cuestionado por quienes piensan que no siempre llevan a elegir a las mejores personas para el desempeño de los cargos públicos; el derecho tiene componentes que lo han hecho parte del proceso mismo de dominación; el empleo y sus condiciones de realización se han degradado y resultan enajenantes para muchos; las corporaciones cuentan con mayores espacios para instrumentalizar a individuos y gobiernos abriéndoles la globalización a nuevas formas de evasión de sus deberes y responsabilidades; las amenazas nucleares han reaparecido con particular virulencia; las opciones de ideologías políticas no ofrecen para muchos respuestas adecuadas; las personas se encuentran más solas y están siendo degradadas por una alarmante cantidad de causas; las desigualdades crecen y se institucionalizan.

El panorama vigente y previsible lleva a preguntarnos por las posibilidades de liberación y emancipación y, en concreto, nos hace plantearnos si todo pasa por la exigencia de nuevos y mayores derechos o si, antes bien, tal exigencia debe ir acompañada de la plena asunción de un conjunto básico de deberes y obligaciones con especificación de distintos grados de responsabilidad. No debe perderse de vista, además, que la tendencia de la sociedad a construir relaciones en la Web, sin conocer el rostro de los otros, a vivir en “modernidad líquida” o en espacios públicos que apelan más a las emociones que a los hechos o al sentido de la responsabilidad colectiva, exigen una construcción ética que incida tanto en el ejercicio de los derechos como en los deberes. Las relaciones personales y con la naturaleza deberían estar presididas por esa manera de administrar nuestros derechos.

Retomando las visiones y los esfuerzos de muchas y valiosas personas, la presente propuesta pretende contribuir a la toma de posición de individuos y agrupaciones frente a su realidad presente y ante aquella que habremos de dejar a las futuras generaciones. Quiere identificar las obligaciones que debemos cumplir con respecto a nosotros mismos, nuestros semejantes, la sociedad y el medio ambiente en que habitamos también de cara a las generaciones futuras. La propuesta quiere hacer explícito aquello que en ocasiones se da por sentado o simplemente se ignora, aunque es condición indispensable para la realización de la individualidad y de la vida en comunidad. Se sustenta en la premisa de que la reiterada asunción y exigencia de derechos es condición necesaria para el desarrollo humano, pero no es suficiente para lograr los ambiciosos horizontes que como especie debemos alcanzar, ni para garantizar la sostenibilidad de las instituciones democráticas y del Estado de derecho.

Nuestra propuesta entiende y asume, antes que nada, las obligaciones del Estado para realizar los derechos reconocidos a las personas nacional e internacionalmente. Al hablar de los deberes y las obligaciones de individuos o agrupaciones, de ninguna manera se busca privar de responsabilidad a lo que en nuestro tiempo sigue siendo la forma más relevante de organización política y social. Muy por el contrario. Por su posición, el Estado debe ser el sujeto central de cumplimiento de los derechos y, en consecuencia, de satisfacción de las correspondientes obligaciones. Pensar en el Estado, dentro de este contexto, no es sino asumir que, al final, quienes actúan en nombre de él son personas físicas, reconocidas como funcionarios públicos y, por tanto, es en sus actividades donde se exige, con mayor énfasis, el ejercicio responsable de sus deberes: si el Estado es el espacio de lo público por antonomasia, sus funcionarios son los mejores canales para propiciar construcciones éticas en acciones colectivas. Como lo dispone el artículo 2.1 de la citada “Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones, de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidas” de 1999:

Los Estados tienen la responsabilidad primordial y el deber de proteger, promover y hacer efectivos todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, entre otras cosas, adoptando las medidas necesarias para crear las condiciones sociales, económicas, políticas y de otra índole, así como las garantías jurídicas requeridas para que toda persona sometida a su jurisdicción, individual o colectivamente, pueda disfrutar en la práctica de todos esos derechos y libertades.

Sin dejar de reconocer y de exigir el cumplimiento estricto de lo que se ha determinado como propio del Estado, es indispensable reconocer que algunos de los deberes jurídicos y obligaciones éticas indispensables para el cultivo del bien común trascienden a tal entidad política pues sin una ciudadanía activa y plenamente consciente de su posición en el mundo, será difícil llevar a cabo cualquier proceso de transformación. Igualmente se reconoce que los distintos colectivos y agrupaciones, y no sólo los individuos aisladamente, pueden tener, por el poder que acumulan o la función social que desarrollan, distintos grados de responsabilidad. Desde estas premisas nos preguntamos:

¿A qué estamos obligados para con nosotros mismos y con quienes nos sobrevendrán, los sujetos y organizaciones de nuestro tiempo? ¿Qué deben hacer además de afirmar sus innegables derechos, los grupos económico empresariales, las asociaciones civiles, las comunidades religiosas, los medios de comunicación, los partidos políticos o los individuos concretos que habitan la tierra? Más allá de desesperanzas y posibilidades particulares de realización, ¿a qué debiéramos estar obligados cada uno de nosotros, en función de nuestras circunstancias, capacidades y posibilidades, para con nosotros mismos, con los demás, con nuestra comunidad, con nuestro sistema de gobierno o con el espacio que habitamos? Que alguien o muchos lo sepan, no es suficiente para lograr acciones en la dirección correcta. Es necesario decirlo, postularlo, comprometerlo, para que las cosas empiecen a marchar en tal sentido. Así como desde hace años se viene pregonando la necesidad de que cada cual se asuma como sujeto pleno de derechos y sea capaz de entenderlos y ejercerlos, así también se hace necesario, a través de un ejercicio de educación cívica, hablar de los deberes y las obligaciones que tales titularidades imponen.

Este es, finalmente, el objeto de esta propuesta: ayudarnos a tomar consciencia de que nuestra condición humana pasa, desde luego, por la plena titularidad de los derechos que hemos admitido como innatos a todos los seres humanos, pero también por la aceptación de deberes, obligaciones y responsabilidades para con nosotros mismos y para con los demás. Como lo expresó José Saramago en uno de los discursos pronunciados con motivo de la recepción del Premio Nobel de Literatura en 1998, refiriéndose al 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Nos fue propuesta una Declaración Universal de los Derechos Humanos y con eso creíamos que lo teníamos todo, sin darnos cuenta de que ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le corresponden. El primer deber será exigir que esos derechos sean no sólo reconocidos sino también respetados y satisfechos. No es de esperar que los Gobiernos realicen en los próximos cincuenta años lo que no han hecho en estos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo comience a ser un poco mejor.

Preámbulo

Considerando que los derechos humanos son la mayor conquista jurídica y social de nuestro tiempo para garantizar la dignidad de todas las personas sin distinción alguna de sus condiciones individuales, sociales o culturales,

Considerando la necesidad de reconocer la emergencia de nuevos derechos así como de realizar una lectura actualizada, intergeneracional, relacional y solidaria de los mismos que enfatice debidamente su función social,

Reiterando que los principales obligados al cumplimiento de los derechos humanos son los Estados nacionales y los organismos internacionales y regionales,

Subrayando la importancia de que todos los individuos y las organizaciones cumplan también con tales derechos, Declaración Universal de Deberes Humanos

Atendiendo a las crecientes desigualdades y violaciones a los derechos humanos y a las dificultades de alcanzar las metas planteadas para lograr el desarrollo armónico de la humanidad en su conjunto,

Entendiendo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos dispone en su artículo 29 que todas las personas deben cumplir con sus deberes jurídicos respecto a sus comunidades,

Asumiendo que en el cumplimiento de los deberes jurídicos no se agotan las posibilidades de alcanzar el pleno desarrollo de las personas, siendo las obligaciones éticas igualmente indispensables para el sostenimiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho,

Admitiendo la necesidad de que la totalidad de los individuos y organizaciones sociales en que éstos decidan participar deben cumplir sus deberes jurídicos y obligaciones éticas, sin que en ningún caso su incumplimiento pueda servir de pretexto para que el Estado se exima de sus propias obligaciones,

Reconociendo que las personas y los distintos actores sociales pueden tener por su poder, capacidad o función social, diferentes grados de responsabilidad en su contribución a las condiciones de garantía del disfrute de derechos por parte de todos.

Declaramos

Uno

Todas las personas tenemos el deber de cumplir y exigir el cumplimiento de los derechos reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el resto de instrumentos nacionales e internacionales y las obligaciones necesarias para garantizarlos con efectividad.

Dos

Todas las personas tenemos el deber y la obligación de un ejercicio solidario y no abusivo de los derechos y del disfrute responsable de los bienes y servicios.

Tres

Todas la personas, y en especial las organizaciones sociales, económicas y culturales, tenemos el deber y la obligación de no discriminar y de exigir que se combata la discriminación por motivo de raza, color, sexo, edad, género, identidad y orientación sexual, idioma, religión, opinión política o ideología, origen nacional, étnico o social, discapacidad, propiedad, nacimiento u otros motivos similares.

Cuatro

1. Todas las personas tenemos la obligación y el deber de respetar y exigir que se respete la vida y la integridad física, psíquica y moral de las personas.

2. Todas las personas, organizaciones económico-empresariales y organizaciones sociales y culturales, tenemos el deber, la obligación y la responsabilidad de no participar ni condonar prácticas de desaparición forzosa, esclavitud, trata de niños y adultos, tortura, tratos inhumanos, crueles y degradantes, violencia de género, explotación infantil y trabajo forzoso. Declaración Universal de Deberes Humanos

Cinco

1. Todas las personas, organizaciones económico-empresariales, organizaciones sociales y culturales, entidades religiosas y centros educativos, tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir que se respete la identidad, autonomía e indemnidad sexual de las personas, menores y adultos.

2. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de no participar ni condonar las prácticas de abusos y violencia sexual, esclavitud sexual, trata de personas con fines de prostitución y explotación pornográfica.

Seis

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto de la autonomía corporal y la vida privada y familiar de las personas.

2. Todas las personas y entidades religiosas tenemos el deber y la obligación de respetar las distintas formas de relación que cada quien elija libremente.

Siete

1. Todas las personas, organizaciones sociales, económicas y culturales y, en especial, las autoridades eclesiásticas y creyentes, medios de comunicación, centros educativos, organizaciones económico empresariales y empleadores, tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto a la libertad ideológica y religiosa de las personas y de no incitar al odio y a la discriminación.

2. Todos los practicantes, creyentes y seguidores de cualquier ideología y religión tenemos el deber y la obligación de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales en sus prácticas o manifestaciones.

Ocho

1. Todas las personas y organizaciones, en especial los medios de comunicación, tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto a la libertad de expresión e información y de contribuir al acceso de todos los grupos y colectivos a los mismos con pleno respeto al pluralismo.

2. Todas las personas tenemos, en la medida de nuestras condiciones y posibilidades, el deber y la obligación de informarnos y participar responsablemente en los asuntos públicos.

3. Todas las personas y los medios de comunicación, incluidos los participantes de redes sociales, tenemos el deber y la obligación de velar por la veracidad de la información transmitida, por la salvaguardia de la intimidad y respetabilidad de las personas y por el uso responsable del ciberespacio.

4. Todas las personas y los medios de comunicación, incluidos los participantes de redes sociales, tenemos el deber y la obligación de no incitar a la violencia o discriminación.

Nueve

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación, dentro de nuestras condiciones y posibilidades, de participar responsablemente en los asuntos públicos y en la toma de decisiones colectivas.

2. Todas las personas, y en particular las organizaciones económico-empresariales, los partidos políticos y demás organizaciones sociales, económicas y culturales, tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto de las reglas de financiación de las campañas electorales y de los partidos políticos.

3. Todos los partidos y organizaciones políticas tienen el deber y la obligación de contribuir a la Declaración Universal de Deberes Humanos articulación democrática de la sociedad, a la integración de la representación política, con especial atención al objetivo de la paridad de género.

Diez

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de exigir educación gratuita de acceso universal y la responsabilidad de instruirse aprovechando debidamente los recursos educativos.

2. Los padres o tutores y centros educativos tienen el deber y la obligación de educar sin incurrir en discriminación de tipo alguno.

3. Las instituciones académicas y educativas y los docentes tienen el deber y la obligación de promover y desarrollar la conciencia de los derechos humanos, la democracia, la paz, el pluralismo, la igualdad de género y el respeto a las distintas formas de diversidad y al medio ambiente.

Once

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto a la cultura y lenguas propias y ajenas, así como a la memoria colectiva de los pueblos y su patrimonio cultural material e inmaterial y de transmitir ese patrimonio común a las generaciones futuras.

2. Las organizaciones económico-empresariales tienen el deber y la obligación de respetar los recursos naturales de los que dependen las prácticas culturales de los pueblos indígenas y otros grupos autóctonos.

3. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de proteger la biodiversidad y de respetar y fomentar la multiculturalidad.

Doce

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar la creación cultural y las producciones científicas, literarias o artísticas y de velar por el respeto de los derechos morales y materiales de los autores y creadores.

2. Los investigadores, científicos, centros de investigación y las empresas y demás organizaciones sociales, económicas y culturales tienen el deber y la obligación de promover el conocimiento, el desarrollo y la innovación científica y tecnológica responsable en beneficio de la humanidad, y de proceder de conformidad con las mejores prácticas éticas.

Trece

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de prevenir enfermedades y contagios, así como de hacer un uso racional y responsable de los servicios de salud.

2. Todas las empresas y empleadores tienen el deber y la obligación de velar por las condiciones salubres del trabajo.

3. Todas las personas tenemos el deber de exigir prestaciones de salud de carácter gratuito y universal así como la regulación adecuada de los precios de los medicamentos.

4. Todas las empresas farmacéuticas y médicas tienen el deber y la obligación de compartir conocimiento científico y técnico y de fijar los precios de los medicamentos de forma que no se impida el acceso de la población a condiciones básicas de salud. 5. Todas las personas, organizaciones económico-empresariales y organizaciones sociales y culturales, tenemos el deber y la obligación de distribuir equitativamente los alimentos y de no desperdiciarlos a fin de erradicar el hambre.

Catorce

1. Todas las personas y empresas dondequiera que ubiquen la sede de su actividad, tenemos el deber y la obligación de promover y de exigir un trabajo en condiciones dignas y seguras, con una retribución justa, no discriminatoria y con pleno respeto a la prohibición del trabajo infantil.

2. Los empleadores tienen el deber y la obligación de garantizar la igualdad de oportunidades y la no discriminación en el empleo, de respetar el derecho de los trabajadores a organizarse colectivamente y a la libertad sindical, de promover el pleno empleo y el acceso de los jóvenes al trabajo y de proporcionar medidas de acomodo razonable a las personas con discapacidades y necesidades específicas.

3. Los empleadores tienen el deber y la obligación de contribuir al sistema de seguridad social.

4. Los empresarios tienen el deber y la obligación de respetar y promover el cumplimiento de los derechos humanos dentro de sus esferas de influencia y, en especial, de abstenerse de formas de explotación humana. 5. Todas las personas tenemos el deber de desempeñar nuestro trabajo y profesión con sujeción a los respectivos códigos deontológicos.

Quince

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar el derecho a la propiedad individual y colectiva.

2. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de aceptar los límites que imponga la función social de la propiedad.

Dieciséis

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar la libertad de movimientos y de exigir que se vele por los derechos de los migrantes, solicitantes de asilo y refugio.

2. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de hospitalidad para con los migrantes, refugiados y asilados, así como de exigir la contribución al desarrollo y la paz de los países de origen o proveniencia.

Diecisiete

Todas las personas y organizaciones económico-empresariales tenemos el deber y la obligación de conservar y exigir el cuidado del medio ambiente y la protección de la biodiversidad para el disfrute de las generaciones presentes y futuras, haciendo un uso racional y eficiente de las energías y recursos naturales y garantizando el desarrollo sostenible.

Dieciocho

Todas las personas tenemos el deber y la obligación de respetar y exigir el respeto del hábitat y formas y condiciones de vida de los animales no humanos, así como de abstenerse de cualquier forma de crueldad en la producción de alimentos.

Diecinueve

En reconocimiento de la interdependencia humana, todos, sin distinción de sexo, tenemos el deber y la obligación de contribuir al cuidado de personas dependientes, vulnerables y en situación de vulnerabilidad, así como la obligación de exigir prestaciones públicas que contribuyan al desarrollo de la especie humana.

Veinte

1. Todas las personas, organizaciones económico-empresariales y organizaciones sociales y culturales, tenemos la obligación de contribuir al sostenimiento del gasto público y a la reducción de la desigualdad de forma proporcional, progresiva y suficiente para garantizar la satisfacción de los derechos, y en particular los sociales, culturales, económicos y ambientales.

2. Todas las personas, organizaciones económico-empresariales y organizaciones de todo tipo, tenemos el deber y la obligación y exigir a las autoridades que luchen contra la evasión fiscal.

Veintiuno

1. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de velar por el cumplimiento de las normas del orden jurídico nacional e internacional y de acatamiento de la autoridad legítima.

2. Todas las personas tenemos el deber y la obligación de contribuir y exigir la buena gobernanza, la erradicación de la corrupción y la impunidad.

3. Todas las personas y organizaciones económico-empresariales tenemos el deber y la obligación de colaborar con la administración de justicia y la persecución de la criminalidad nacional e internacional.

Veintidós

Todas las personas y organizaciones tenemos el deber y la obligación de contribuir a la resolución pacífica de los conflictos y a la paz, en particular las empresas productoras y comercializadoras de armas y municiones.

Veintitrés

Todas las personas tenemos el deber y la obligación de contribuir a la defensa de los intereses fundamentales de su comunidad y de no permitir el reclutamiento y participación de menores.

31 de julio de 2017

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NOTAS BIOGRÁFICAS SOBRE FRANCISCO PI Y MARGALL

Francisco Pi y Margall (Barcelona, 29 de abril de 1824 – Madrid, 29 de noviembre de 1901) fue un político, ensayista e historiador español de ideología republicana federal, presidente del Poder Ejecutivo durante la Primera República.

Estudió Derecho y fue partidario de un modelo federal para el Estado, conjugando influencias de Proudhon, el Socialismo democrático y el socialismo libertario. Contrario a la monarquía en cualquiera de sus variantes y formas, participó activamente en la oposición a la misma, por lo que sufrió censura, cárcel y exilio. Después de la Revolución Gloriosa fue diputado en Cortes, donde dirigió el Partido Federal, y ministro de la Gobernación con Estanislao Figueras. Tras la dimisión de este, las Cortes le eligieron presidente, cargo que asumió el 11 de junio de 1873 y desde el cual se enfrentó a la Tercera Guerra Carlista y la Revolución Cantonal, defendiendo el Proyecto de Constitución Federal de 1873. Se vio obligado a dimitir poco más de un mes después, el 18 de julio, ante la imposibilidad de desarrollar su labor de gobierno.

Como intelectual se dedicó esencialmente a la historia, la filosofía y el arte. Se le considera como uno de los intelectuales representativos del pensamiento más avanzado de la segunda mitad del siglo xix. Escribió multitud de obras y fue redactor y director de varios periódicos. Tuvo contacto con las grandes figuras de la intelectualidad europea de la época, lo que le granjeó una enorme reputación en España y fuera de ella. Con una biografía intachable debida a su honradez, acompañada por una dedicación intensa a sus principios políticos, se ha convertido en un referente de la tradición democrática española.

Repercusión histórica

Francisco Pi y Margall es el pensador político de aquella generación que ha ejercido una influencia más profunda y duradera. Destacó como historiador, periodista, crítico de arte, filósofo, jurista y economista. En su obra está presente la tradición hispana de Frsncisco Suárez y los ilustrados de finales del siglo XVIII, los enciclopedistas franceses, el Romanticismo en su vertiente política y el socialismo utópico de Pierre- Joseph Proudhon. Profundo conocedor de la historia y la literatura de los pueblos peninsulares, en todos sus escritos late un profundo conocimiento de su psicología colectiva y de su realidad política y social.

Pi y Margall defendió siempre su ideología republicana federalista contra todos los problemas que se derivaran de ello; y cuando sobrevino el desastre de 1898, en medio de un patrioterismo desaforado, su voz resonó clara: libre autodeterminación de los pueblos, no a las aventuras coloniales y regeneración ciudadana mediante la educación, la cultura y el trabajo.

Como político y como intelectual fue de una honradez a toda prueba, incluso elogiada por sus enemigos. De su honestidad y progresismo políticos dan fe testimonios de autores muy dispares ideológicamente.​


HABLA PI Y MARGALL SOBRE EL ESPIRITISMO

»Creen los espiritistas en Dios y en la eternidad del espíritu; pero no imponen divinidad alguna ni ven el espíritu, sino una substancia más sutil que la del cuerpo. Ignoramos si dirán con Edgardo Foe, que Dios no es sino una materia sutilísima dentro de la cual viven los seres todos del Universo.

»Son, después de todo, librepensadores, puesto que piensan y raciocinan fuera de todo dogma. Como dicen en una de sus conclusiones, invitan al estudio, no a la creencia.

»Es verdad que pretenden comunicarse con los espíritus de los que murieron; mas no aceptan como artículo de fe lo que esos espíritus les dicen, y ponen, por lo tanto, su propia razón sobre la de sus reveladores. Su comunicación con los espíritus les inspira, por otra parte, ideas amplias y generosas hasta el punto de querer, no sólo la fraternidad entre los hombres, sino también la universal comunión de los seres. No limitan aquí nuestra perfectibilidad; creen que sigue más allá de la muerte, tal vez en otros planetas que suponen habitados, tal vez en la inmensidad del espacio, idea vertida hace poco menos de cuarenta años por un autor mejicano de fácil palabra y brillante fantasía.

»No juzgamos aquí, como el lector comprenderá, el fondo de sus doctrinas; tratamos sólo de fijar lo mucho que disienten de los católicos por su tolerancia y su influjo en la marcha de la civilización y del progreso. No sólo no ponen trabas a las manifestaciones del pensamiento y la conciencia, quieren libres la prensa, la tribuna y la cátedra, libre la facultad de asociarse para difundir toda idea humanitaria y progresiva; libre, laica e integral la enseñanza, lo mismo para el varón que para la hembra; libres, por fin, de las preocupaciones de la ignorancia, las clases todas del pueblo. Ni se atienen a la estrecha y mezquina idea de la patria; desean que rija el cosmopolitismo en todas las relaciones sociales; substituyen por el arbitraje la guerra y piden el desarme de los ejércitos, que tanto empobrecen y fatigan a las naciones de Europa. No están ni por la pena de muerte ni por las perpetuas; piensan más en la moralización que en el castigo de los delincuentes; abogan por la educación artística como medio de elevar y ennoblecer loa sentimientos; invocan, por fin, la justicia como criterio único para la solución de los problemas sociales y económicos.

»Agrupación que tales ideas profesa no puede menos de contribuir al desarrollo intelectual y moral de los pueblos, cualesquiera que sean los errores en que sus principios filosóficos incurran. No es comparable, en modo alguno, con la Iglesia católica, que hoy, como ayer, quisiera encerrar el pensamiento en las páginas de la Biblia. Libertad y no represión pide al Estado. Ni aspira, como la Iglesia, a vivir de las arcas del Tesoro, ni a formar secta, ni a tener sacerdocio, altar ni templo. ¿Es una religión? No lo creemos. Si lo fuera, resultaría siempre más humana que divina.

Francisco Pi y Margall

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Puerto de Santa María (Cádiz)

Óscar M. García Rodríguez

EL ESPIRITISMO

En su triple dimensión – científica, filosófica y ética – el Espiritismo tiene un carácter esencialmente progresivo, al no plantear límites infranqueables ni prohibiciones taxativas y por carecer de dogmas inamovibles. Un espiritista tiene por únicos límites los que su capacidad comprensiva marca y aún estos son cambiantes y temporales pues estamos inmersos en un proceso evolutivo continuo.

Sin poder ni pretender ser exhaustivos, quiero dejar constancia en esta intervención de una muy breve pero significativa selección de puntos que a día de hoy vemos desde una perspectiva ampliada, puntos que a nuestro entender deben ser revisados y redefinidos por los espiritistas. No dudo que habrá muchos en nuestras filas que compartan este objetivo, otros puede que no lo vean aún, pero sea como sea es nuestro deber colocarlos sobre la mesa de la reflexión.

COMPRENDER

Comprender puede asimilarse a una especie de “ver”, un ver que no es fruto de la racionalización y la lógica, puesto que no adviene mediante un proceso lineal, deductivo o inductivo, ni representa un “premio” derivado de algún mérito adquirido. Más bien es un fogonazo de claridad íntima espontáneo e  instantáneo, en el que súbitamente nos convertimos en testigos de la Realidad al encontrarnos despiertos para contemplarla.

Esa “visión” sintetiza, fusionados, multitud de aspectos en un cuadro unitario en el que hasta el significado viene incorporado. Unos fogonazos que se dan sin poder ser controlados ni tener la menor idea de cómo ocurren, pues realmente no hay ningún cómo dado que no son hechos duales. En un instante se produce algo equivalente a un salto cuántico en nuestro estado conciencial y entonces, sin más, nos percatamos de que comprendemos y sabemos, como si una luz que se hubiera encendido en nuestro interior.

LAS PALABRAS Y LA MENTE

Somos seres sociales, la comunicación constituye la base de las relaciones humanas en todos los órdenes, fundamento del intercambio, del mutuo conocimiento y de la transmisión de información. 

Recordemos que hay una relación directa entre mente y lenguaje. La profundización en la comprensión lleve aparejado de forma natural un refinamiento del lenguaje, al objeto de poder transmitir más atinadamente los ampliados niveles de realidad que se han visualizado y comprendido.

COMUNICACIÓN, LENGUAJE Y MENSAJE

Hay muchos lenguajes, no sólo la palabra hablada o escrita, pero en cualquier caso siempre nos referimos a sistemas de señales codificadas, bien sean sonoras, visuales, olfativas, gustativas, táctiles o simbólicas. Emisor y receptor han de poseer las claves de esa codificación para que la comunicación se efectúe. Pero hay además formas de comunicación universales integradas en nuestra naturaleza, sin códigos artificiales e independientes de la cultura, costumbres, creencias, etnias, lugares y épocas. Es el caso de las expresiones faciales que denotan nuestros estados emocionales. Otro sería la telepatía, comunicación mente a mente.

Algo muy distinto es el mensaje. Éste va más allá de la literalidad de la codificación usada. Una misma comunicación formalizada bajo cualquier código lingüístico y transmitida por personas distintas, lleva de hecho un mensaje diferente. Este mensaje es siempre silencioso, su onda portadora es esa vibración sutil que emana del comunicante y que se relaciona con su grado de desarrollo espiritual. Visto así un mensaje puede transportar orden o caos, paz o conflicto, armonía o inquietud, siempre en consonancia con el grado espiritual del comunicante. Es más, un mensaje de alto tenor espiritual puede hasta sanar.

NADA, VACÍO Y  EXISTENCIA (DIMENSIONALIDAD)

La palabra NADA proviene del latín “nasci”, que significa nacer. Todo “nace” de la Nada, ámbito totalmente incomprensible, indefinible e inefable.

Esa Nada es la Fuente Divina. El primer “hijo” de la Nada es el VACÍO, el vacuum de los antiguos, súmmum indiferenciado de todo lo posible fuera del  espacio y el tiempo. Ese vacío es el “océano sin orillas” al que aludía el místico sufí de origen hispano Ibn Arabí (1165 -1240). Representa un Caos que no es desorden sino orden infinito, al que nosotros solemos designar indistintamente como Espíritu, Ser o Conciencia.

Desde el seno de este Vacío atemporal, aespacial y adimensional, surge por desdoblamiento polar espontáneo entre el infinito y la eternidad el marco espacio-temporal, sustento de la dimensionalidad y, por tanto, de la existencia, que al desplegarse internamente se configura como Mente Universal, codificada en una inconcebible matriz hipercompleja de patrones vibracionales que eclosionan bajo un triple aspecto intercambiable, a saber: como información, como energía y como substancia, dando lugar a la Manifestación Cósmica. En el ámbito atómico este esquema está representado por el spin, por la carga y por la masa, respectivamente.

Esos potenciales latentes capaces de concretarse como existencia y subsumidos en la Conciencia, Espíritu o Ser, los describe el biólogo Rupert Sheldrake como “una nube de posibilidad que envuelve todas las cosas”. Mucho antes decía  lo mismo – aunque con palabras distintas –  Ibn Arabí, al referirse a lo que él denominaba “la santísima efusión”, es decir, a la generación desde la Fuente Divina del Espíritu, reino de la Unidad que, según sus propias palabras, constituía “la suma de todos los posibles”. Al proceso mediante el que dichas potencialidades se concretan finalmente como manifestación Ibn Arabí lo denomina “la Santa Efusión”.

CONSCIENCIA

La Consciencia es esa luz que se enciende en el espíritu al activar sus posibilidades latentes mediante la experiencia. Y si bien la Consciencia no es, en sí misma, una experiencia, las experiencias sí que nos llevan hasta ella provocando una revelación ascendente. Por ello, en el ámbito humano, la consciencia representa el grado del despertar del espíritu en su proceso de auto-desvelamiento, un darse cuenta que comporta la gradual revelación del espíritu en el núcleo de la personalidad. La evolución espiritual se mide por el grado de consciencia adquirido.

ESFUERZO – PODER – TRABAJO

Tenemos que diferenciar muy bien esfuerzo y poder. Estas dos palabras designan esferas que se restan mutuamente, por cuanto más esfuerzo significa menos poder. A la inversa también, es decir cuanto más poder, menos esfuerzo. Tener que realizar algún esfuerzo es prueba de que existe una resistencia. Pero, ¿resistencia a qué? Esencialmente resistencia a lo que Es. Esto implica que espiritualmente nunca se podrá exteriorizar nada a través del esfuerzo, y si así lo pareciera realmente habría sido a pesar del esfuerzo.

Al balance positivo de poder frente a esfuerzo lo llamamos trabajo, entendido éste como la concreción de un cierto grado de realización, que es la conversión efectiva de algo potencial en cosa manifiesta, en algo existente.

Por eso es que definimos el PODER como capacidad de realización. En este sentido el poder absoluto sería la capacidad para crear desde la nada… Pero esa no es facultad ni función humana, sino divina.

SENTIR – COMPRENDER – REALIZAR

El cable guía a la vez que referencia permanente de nuestra evolución espiritual lo constituye el horizonte emocional, el cual mide nuestro grado de resistividad a la Realidad. Porque, hay que decirlo claramente, todas las emociones son, a fin de cuentas, señales de resistencias a la Realidad. No obstante, su experimentación permite – en palabras de Carl Gustav Jung – que “la oscuridad se pueda transformar en luz y la apatía en movimiento.″

El ascenso emocional tendente a la cota de la ecuanimidad va modificando la actividad mental, desbloqueando contenidos hasta entonces invisibles para el ojo de la mente. Esto da lugar al afloramiento de visiones cada vez más profundas, claras y  significativas de la estructura de lo real.

Y una vez esos dos ámbitos – el emocional, por un lado, relacionado con la energía, y la comprensión, por otro, que representa el reino de la forma, la arquitectura de la Realidad – crecen, van liberando el poder o capacidad de realización correspondiente por efecto arrastre, concretándose la renovación de la vida individual en su expresión práctica. Viene bien recordar aquí que en el ascenso emocional juegan un papel preponderante el desapego, la aceptación y la entrega o altruismo.

LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL COMO UN PROCESO HACIA EL SILENCIO

Siempre se dijo y se enseñó que la evolución espiritual era un proceso hacia el SILENCIO. Y ese silencio al que tanto aludieron los grandes despiertos de todas las épocas, maestros espirituales de las más diversas tradiciones, no es otra cosa que el Silencio Mental. Es decir, la cesación de los procesos de pensamiento y conceptualización. Cuando eso ocurre, la Realidad comienza a revelarse sin obstáculos.

EQUILIBRIO EMOCIONAL – SILENCIO MENTAL – MEDITACIÓN

Pero es sólo con el equilibrio emocional que puede llegar el silencio mental. Un silencio donde ya no hay lugar para juicios, definiciones, comparaciones, expectativas, deseos, quejas, opiniones, planes o intenciones. Un silencio desde el cual se entra espontáneamente en contemplación o meditación, posibilitando que la realidad del espíritu, aquello que Es, el reino inmarcesible de la Unidad, encuentre una vía expedita, libre de resistencias, para mostrarse a la conciencia encarnada. Esto siempre viene apoyado en experiencias trascendentes y adopta el carácter de una revelación  que aporta un mayor grado de inteligencia, de sensibilidad y de creatividad en una expresión unificada que llamamos CONSCIENCIA.

CONOCER Y SABER

No es lo mismo conocer que saber, aunque ordinariamente sean términos que se usen como sinónimos. El conocimiento es una descripción de lo aparente, el saber es algo muy distinto. Saber proviene de “sabor”, sabes cuando has “saboreado” (experimentado) la Realidad. Las bibliotecas del mundo están atiborradas de conocimientos, pero de todo ese gigantesco fondo a sólo una pequeña fracción se la puede llamar de verdad SABER o SABIDURÍA.

El conocimiento suele cambiar, modificarse con el tiempo, caducar…. La sabiduría no, y más allá de las formas expresivas usadas, permanece con su impronta indeleble flotando indemne sobre las olas del tiempo. Un ser humano de muchos conocimientos es un erudito; un ser humano de mucho saber es un sabio o un iluminado.

El conocimiento, cualquier conocimiento, es un velo sobre la Realidad porque nace de una visión distorsionada debido a posicionamientos previos. Esta comprensión es la que llevó a Alan Watts (1915–1973), gran estudioso británico de las fuentes de sabiduría orientales, traduciéndolas a la mentalidad occidental, a afirmar en su obra La Sabiduría de la Inseguridad que «para conocer la verdad uno debe librarse del conocimiento». También lo dejó muy claro otro gran maestro espiritual contemporáneo, el hindú Nisargadatta, al decir: “Usted puede conocer lo que no es; lo que es sólo puede serlo”.

RESIGNIFICANDO EL PERDÓN

El perdón incondicional representa uno de los pasos más trascendentales para nuestro adelanto espiritual. Cuando decimos con profunda sinceridad “¡Te perdono!”, en realidad lo que estamos proclamando es el perdón que nos damos a nosotros mismos, pues fuimos nosotros y nadie más, quienes en determinado momento interpretamos y asumimos bajo esa interpretación, alguna situación vivida catalogándola como una ofensa o un daño que nos infligieron. Sólo podemos perdonar porque nos perdonamos, y sólo nos podemos perdonar porque perdonamos. Todo va junto. El perdón nos libera de cualquier interpretación subjetiva archivada como memoria, que bajo nefastos sentimientos nos encadenaba y auto-condenaba.

PROPÓSITO

El Propósito es el aliento de la Divinidad en el que permanece inmersa la realidad objetiva. El Propósito representa una inmensurable síntesis de amor, de inteligencia y de capacidad creadora que en el diapasón del corazón humanose convierte en Sentido, que aparece como Ley ante la mirada de la mente, y que se expresa como Poder en el Acto Creador o Realización.

Cada estado evolutivo tiene su propio contexto mental. La mente lee la Realidad y encuentra patrones de funcionamiento que define como Leyes. En otro estado evolutivo más elevado cambia el contexto mental, de forma que la mente realiza una lectura más profunda de la estructura de lo Real, redefiniendo las leyes de ayer. Mas el nuevo paradigma mental alcanzado no niega las leyes anteriores, sino que las recontextualiza y asume holónicamente en su seno despojadas ya de su antigua aura de absolutez, permaneciendo funcionales siempre que se mantengan en su propio ámbito.

MÉRITO

La idea de mérito no tiene sentido si no se redefine completamente. Cuando se habla de mérito parece que nos remitimos siempre a una instancia superior que deniega algo si no hay mérito, o que lo concede si lo hay. ¿Pueden los espíritas imaginar a la inteligencia, el amor y el poder supremos como una especie de híper-sesudo administrador celestial encerrado en su búnker atiborrado de expedientes humanos, valorando sin son merecedores o no bajo la mirada de su infinita sabiduría condescendiente? Mérito es otra de tantas palabras inventadas por los humanos para designar algo que ignoran.

MORALIDAD

La moralidad es puro convencionalismo. El ser humano de hoy ya ha dejado de ser, en general, un infante inane que necesita ser llevado de la mano, sino que tiene criterio y capacidad para elegir. Puede equivocarse y de hecho se equivoca mucho, pero la equivocación no es esa monstruosa ofensa a la divinidad o “pecado” que antaño se decía.  De hecho la misma idea de pecado es otro absurdo terrible, posiblemente de los más graves que el ser humano haya concebido jamás, una noción infame en sí misma, puesto que el ser humano es esencialmente inocente y todos sus errores son producto de la ignorancia, no de la maldad. No reduzcamos el Espiritismo a un melifluo moralismo si es que se quiere mantener su ingente virtud emancipadora.

BUSCAR ES ALEJARSE

En términos evolutivos la idea de búsqueda se sostiene en una concepción dualista del mundo que supone que aquello de lo que nos sentimos carentes y creemos necesitar, ha de encontrarse necesariamente “ahí afuera”. Buscar es igual a alejarse porque toda búsqueda establece a priori una separación o distancia entre el buscador y lo buscado. Cuanto más buscas más te alejas de ti mismo.

La sabiduría espiritual nos enseña algo muy distinto. Nos dice que lo que buscamos fuera está realmente en nosotros mismos y que hay que dirigir la mirada hacia nuestro interior. Por eso me parece tremendamente acertada la manera como los sufís se refieren a este asunto. Ellos no hablan de buscar sino de “recordarse”, es decir, de reconectarse con el corazón, que es la plataforma a través de la cual el Espíritu se asoma directamente al mundo.

HACER – NO HACER – ACTO

El ser humano vive totalmente afiebrado y ofuscado por el hacer en la etapa egóica. Pero, ¿qué se busca con el hacer? Evitar la incertidumbre intentando controlar el devenir, para lograr que los hechos futuros se acomoden a nuestros deseos y aspiraciones, aplacando así el miedo, que en el fondo es lo que impulsa toda actividad, pues constituye el núcleo y motor del ego. Ese es el objetivo del hacer.

Pero todos hemos comprobado innumerables veces que el hacer no conlleva garantías y que en pocas oportunidades parece obtenerse el ansiado logro como colofón, sino que mayormente nos acompaña la frustración y la decepción. Y es que aún hay muchos que no han comprendido que el acontecer tiene que ver con el Ser y no con el hacer.

A cada estado del Ser, es decir, a cada nivel de consciencia le corresponde su propio acontecer. ¿No vemos muchas veces que personas con el mismo nivel de actividad obtienen, sin embargo, resultados completamente diversos? ¿Y qué respuesta comodín solemos dar ante esta constatación? Pues hablamos de suerte, buena suerte para el que aparentemente logra resultados satisfactorios y mala suerte para el que parece haber cosechado sólo el fracaso. Absurdo.

En el taoísmo chino se habla de no-acción, concepto que designa con la expresión  “Wu Wei”. La no-acción no es un negarse a la acción o acción en negativo,  lo cual no dejaría de ser otra acción. A la no-acción yo lo llamo Acto o acción natural porque resulta de una sintonía con la Realidad, de cuyos impulsos creadores el ser humano se convierte en receptor y manos en el mundo. La no-acción o Acto cierra las puertas a la reactividad y abre camino a la creatividad, no es susceptible de control y resulta impredecible e inabordable para la lógica.

SEGURIDAD,  INCERTIDUMBRE, CERTEZA Y  FE

Hablemos ahora de seguridad, de incertidumbre, de certeza y de Fe. ¿Temas alejados del Espiritismo? Ni mucho menos.

En nuestro autodescubrimiento espiritual llega un momento en el que comprendemos y asumimos, que la anhelada seguridad basada en el control de todos los aspectos de nuestra vida es una quimera, que lo que rige es la incertidumbre sobre el devenir.

Sin embargo ello no supone carecer de certeza interior. Es perfectamente posible tener una profunda certeza en medio de la incertidumbre. Porque esta certeza de la que hablamos no deriva de un proceso intelectual, es una certeza indefinible aunque sensible a partir de la conexión con el sentido de la realidad, conexión que se resuelve en una fe experiencial basada en la sintonía con esa vibración sutil omni-poderosa, omni-amorosa, omni-inteligente y omni-abarcante que llamamos Propósito.

COHERENCIA, INCOHERENCIA E INTEGRIDAD

Al ejercer nuestra libertad desconcertamos a los encasilladores profesionales. No hay nada que provoque mayor escándalo entre los seres humanos que se consideran a sí mismos “sensatos”, es decir hiper-condicionados, que vivir a plenitud tu propia libertad. De ahí que la tan mentada coherencia sólo puede considerarse un valor cuando es de ti para ti.

Seamos sinceros con nosotros mismos, permitámonos cambiar, mudar de pensamiento, modificar posturas o no tener ninguna… hasta llegar, incluso, a parecer incoherentes. Realmente, aunque los demás puedan creer otra cosa, nunca somos incoherentes con nosotros mismos, con el mensaje que ofrecemos según el estado de conciencia en que nos encontramos. A un ser avanzado espiritualmente nada le ocupa ni le preocupa parecer coherente, su interés está centrado únicamente en su propia integridad.

Al vivir tu libertad podrías encontrarte con extrañas reacciones a tu alrededor: desaprobación, caras descompuestas, gestos desdeñosos, incredulidad y hasta enfados porque has tenido la tremenda osadía de salirte de sus casillas tan bien elaboradas y etiquetadas sin su permiso. Habrá algunos que incluso no te lo perdonarán. Pero no importa, ellos también son coherentes consigo mismos, sólo que aún no lo saben.

SISTEMAS, MÉTODOS Y PRÁCTICAS PARA EL DESARROLLO  ESPIRITUAL

Queremos referimos ahora a todos esos ejercicios, sistemas, métodos y prácticas que se aconsejan y se proponen nimbados con la pretendida facultad de favorecer el desarrollo espiritual.

En este sentido las consideraciones que antes hicimos en relación al hacer en general, valen igualmente para el hacer en el marco de la realización espiritual. Afirmo que las supuestas capacidades atribuidas a dichas prácticas son una ilusión y una distracción, porque no hay ningún medio, método o sistema que ocasione nuestro desarrollo espiritual, dado que el desarrollo espiritual no es ningún fin ni puede plantearse como una meta situada al final de un camino. ¿Sorprende a alguien esta aseveración? Nos explicaremos.

Ningún método, ninguna práctica, ningún ejercicio, ningún hacer en general, puede lograr lo que ya somos, siempre hemos sido y siempre seremos. La evolución espiritual tampoco puede ser el producto de un decreto voluntarista o el resultado de la puesta en práctica de la difusa recomendación de “ser buenos”.

Privaciones, mortificaciones, ayunos purificadores, dietas estrictas, ceremoniales y ritos ancestrales, contorsionismos corporales, reglas, preceptos, cultos, rezos, repeticiones de palabras supuestamente sagradas, hacer “buenas acciones” o cualquier otra actividad premeditada con la finalidad de avanzar de grado en la escala de la evolución espiritual, son todas y todos autoengaños y tienen efecto cero en nuestra evolución.

No digo que algunas de esas prácticas no cumplan una función, pero sea la que sea nada tiene que ver con la evolución espiritual. Es una solemne majadería eso de pretender “acumular méritos” y, en otro sentido, desde muy antiguo se advirtió sobre los peligros de algunos de esos intentos de “tomar el cielo por asalto”, en los que se quiere forzar nuestro desarrollo íntimo mediante atajos, vía desnortada que designaban con la expresión “el camino de la mano izquierda”, la que en algunos casos se ve acompañada, es cierto, por la aparición de determinados “poderes” sin la debida capacidad para gestionarlos.

Hace mil doscientos años Adi Sankara (788-820), uno de los grandes maestros espirituales de la antigua India, hacía esta notable advertencia en su obra titulada Atmabhoda: «Cientos de expiaciones, castigos y lecturas atiborran por años a quienes buscan prepararse para servir a lo divino, cuando realmente tan solo buscan la manera de sentirse a gusto consigo mismos. No hay peor ego que el de quienes buscan la santidad.»

JESÚS EN EL ESPIRITISMO

Por último quiero hacer una breve alusión a la deplorable visión que se tiene del maestro Jesús hasta en algunos sectores del Espiritismo, una figura que han convertido en gran medida en un ídolo desnaturalizado, irreconocible y, lo que es peor, totalmente inútil. El asunto resulta increíble, pues supone la derogación de facto de su ejemplo y enseñanzas precisamente por parte de aquellos que dicen ser, curiosamente, sus mayores admiradores.

Este asunto requeriría de un amplio desarrollo explicativo para el que hoy no disponemos de tiempo. Simplemente quiero añadir que el sentido de algunas de las enseñanzas clave de Jesús,  inadvertido e indescifrado para muchos todavía, es muy claro para mí a estas alturas y sé que para otros también. Desgraciadamente sobre ello he encontrado muy poco en el panorama espírita, por no decir casi nada.

CONCLUSIÓN

Podríamos hablar de muchas más cosas dentro del Espiritismo desde una perspectiva ampliada. Por ejemplo, de justicia, de responsabilidad, de compromiso, de la ley de causa-efecto, de voluntad, de identidad, de individualidad, de la naturaleza de la mente y su función en cada fase evolutiva humana, de las emociones, del sufrimiento, de los sentimientos, de la memoria, del auto-recuerdo… Pero eso tendrá que ser en otro momento.

Bien, amigos y amigas, hasta aquí hemos llegado en nuestra intervención. Muchísimas Gracias por vuestra atención.


NOTA: Podéis ver y escuchar en Youtube las intervenciones o ponencias, hasta un total de 14, que se desarrollaron en el XI Congreso Andaluz de Cultura Espírita, celebrado los días 3, 4 y 5 de noviembre de 2023:

https://www.youtube.com/@asociacionespiritaandaluza2339/videos


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«Descubre la corriente de las aguas profundas de tu conciencia y zambúllete en ella. Rechaza todas las cosas exteriores como uno se resguarda en las casas de los ardientes y perjudiciales rayos solares.

El océano de la ignorancia rodea el mundo y se desborda sobre él al igual que las aguas saladas cercan y bañan a una isla; y las distinciones que hacemos al decir ‘yo’ y ‘mío’ son las olas de ese mar de nuestro error.

Las emociones de la mente, así como sus diversos sentimientos y pasiones, son las oleadas multiformes de ese mar de ignorancia; el egoísmo  y el amor propio forman la vorágine en la que el hombre testarudo espontáneamente se precipita.»

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Baghavad Gita (Mahabharata, 5.000 a. de  C.)

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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EL AROMA DE LOS TESOROS

******

Cuando nos capacitemos

para conectar con el Sentido,

subirá hasta nosotros

el aroma de los tesoros.

No habrá nada que se esconda

cuando desaparezca la vergüenza,

ya nadie podrá  sentir temor

bajo la mirada desnuda de la inocencia.

Y veremos más allá de lo aparente;

y podremos leer en todos los idiomas;

y los jeroglíficos revelarán

sus misterios entre glifos enredados;

y todo nos será dado sin merecimientos.

Huirán cuantas sombras haya

ante la luz de nuestros ojos atrevidos,

el día en que las opiniones y los juicios

sean para siempre pasto del olvido.

******

Óscar M. García Rodríguez

7 de septiembre de 2022

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Francisco de Quevedo, 1580 – 1645

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

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Tenemos el inmenso placer de anunciarles la inminente presentación de un nuevo libro titulado «Quiérete bien y Acertarás», subtitulado «Acciones para potenciar las relaciones positivas en tu vida», que contribuirá sin duda al autoconocimiento, autoestima y empoderamiento de cada lector o lectora que se acerque a sus páginas. Su autora es nuestra querida compañera en el Grupo Espírita de La Palma Dévora Viña Carrascoso, Coach de profesión.

Todos aquellos que lo quieran, pueden participar en el Acto de Presentación que se va a desarrollar en el Parque Antonio Gómez Felipe (Los Llanos de Aridane, La Palma) el viernes 17 de Junio, a las 20:00 horas de la tarde. Tenemos la seguridad de que vuestra presencia y atención se verá compensada con disfrute y aprendizaje.

¡ATENCIÓN!:

LA HORA DE INICIO DEL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO SE RETRASA MEDIA HORA POR SOLAPAMIENTO DE ACTIVIDADES, Y EN VEZ DE SER A LAS 20:00 H., SERÁ FINALMENTE A LAS 20:30 H.

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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El Movimiento de Cultura Espírita CIMA, prestigiosa institución espírita venezolana con la que el Grupo Espírita de La Palma tiene una enorme afinidad en su manera de entender el Espiritismo, ha dado a la luz pública el siguiente PRONUNCIAMIENTO con motivo de la dramática guerra en Ucrania, desencadenada por la cobarde invasión armada alentada por la clase dirigente de Rusia, particularmente por su dictador Vladímir Putin, Pronunciamiento con el que nos sentimos en plena sintonía en todos sus extremos.

MOVIMIENTO DE CULTURA ESPÍRITA CIMA

DIRECCIÓN NACIONAL

NUESTRA  FRATERNAL  SOLIDARIDAD  CON  UCRANIA

El Movimiento de Cultura Espírita CIMA, institución dedicada al estudio y divulgación de la Doctrina Espírita, conforme a las enseñanzas de Allan Kardec, fundador y codificador del Espiritismo, colocadas en una perspectiva laica, librepensadora, humanista y progresista, da a conocer a la comunidad espírita internacional y al mundo su posición ante la sangrienta invasión que sufre Ucrania, Estado europeo independiente y miembro de la Organización de las Naciones Unidas, por parte de los ejércitos de Rusia que siguen las órdenes del autócrata que gobierna en esta nación:

1 – Expresa su plena solidaridad con el pueblo y el gobierno ucranianos en su heroica decisión de ejercer la legítima defensa de su nación, de su soberanía, de su derecho a la autodeterminación y a vivir en una sociedad libre, democrática, justa, pacífica y fraterna.

2 – Condena y rechaza de la manera más categórica e inequívoca la invasión militar rusa, desencadenada por ambiciones autocráticas y respaldadas en la infinita superioridad bélica del agresor.

3 – Trasmite al pueblo ucraniano su sentimiento de pesar y de solidaridad ante el inmenso sufrimiento que le aflige por los miles de fallecidos y heridos, por el desamparo de sus familiares, por los refugiados que son acogidos en países vecinos, por el temor ante los bombardeos y lanzamientos de misiles que destruyen de manera incesante sus ciudades, y causan daños irreparables en las viviendas, escuelas, hospitales y demás edificaciones públicas y privadas, que han sido reducidas a escombros.

4 – Declara también su solidaridad con el pueblo ruso, que no tiene responsabilidad por las acciones enloquecidas de su gobierno, y también padece las consecuencias de la invasión a Ucrania. Solidaridad y admiración con los ciudadanos que con mucha valentía desafían en las avenidas de las capitales rusas a los cuerpos policiales para expresar su indignación ante los acontecimientos.

5 – Manifiesta su adhesión a la Resolución de la Organización de las Naciones Unidas del día 2 de marzo de 2022, adoptada por una abrumadora mayoría de las naciones del mundo, en la que se condena de manera contundente la agresión contra Ucrania y se exige el inmediato cese al fuego y la desocupación de las fuerzas invasoras del territorio ucraniano.

6 – Respalda las conversaciones que se realizan entre representantes rusos y ucranianos para intentar un acuerdo de paz y el cese de las operaciones bélicas.

7 – Exhorta a la intensificación de la ayuda material al pueblo ucraniano y a ofrecer asistencia inmediata y acogida a los centenares de miles de refugiados que huyen de la guerra, en especial a los niños, mujeres y ancianos.

8 – Llama a la paz y al cese inmediato de la guerra. Convoca a todas las personas de buena voluntad a manifestarse en favor de la paz y por un mundo mejor, de mayor humanismo y humanitarismo. Toda guerra es una desgracia, por las víctimas y los daños colaterales que provoca. Muestra la peor parte de los seres humanos y constituye la demostración palmaria del atraso moral en que todavía se encuentra sumergida nuestra humanidad. Solo en la paz y la convivencia entre pueblos y naciones, en la cooperación recíproca, en el respeto al derecho internacional, en la vigencia del sistema democrático de libertades, en la justicia social, en la equidad e igualdad entre los seres humanos, podrá alcanzarse un mundo de regeneración moral y social, tal cual lo expresaron Kardec y los Espíritus que le asesoraron en las obras fundacionales del Espiritismo.        

¡ ESTA GUERRA NO ES SOLO CONTRA UCRANIA SINO CONTRA LA CIVILIZACIÓN HUMANA ¡

¡ UCRANIA NO ESTÁ SOLA !

¡ UCRANIA SOMOS TODOS !

Dirección Nacional del Movimiento de Cultura Espírita CIMA

Jon Aizpúrua – Presidente

Ávaro Latorre – Vicepresidente

Junta Directiva – Seccional CIMA Caracas

Yolanda Clavijo – Directora

Vicente Ríos

Leida de Ochoa

Conchita Delgado

Víctor da Silva

Ingrid Obelmejías

Junta Directiva – Seccional CIMA Maracay

Teresa de Álvarez – Directora

Antulio Malavé

Asunción Morales

Caracas, 3 de marzo de 2022

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Por: Óscar M. García Rodríguez

En los momentos en que somos capaces de acallar los «ruidos» que día a día nos saturan, llega el SILENCIO. Desde ahí la VOZ INTERIOR encuentra la posibilidad de manifestarse. Entonces las comprensiones instantáneas, las impresiones directas, las imágenes luminosas – es decir, la intuición espiritual – asoman, aportando la energía de la CERTIDUMBRE.

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Mariano Corbí

Estamos frente a una espiritualidad sin religión

(…) La nueva espiritualidad no pasa por las creencias, porque no puede pasar debido a las condiciones culturales.

Si no pasa por las religiones ni por las creencias, tampoco por las sacralidades.

Se trata, pues, de una espiritualidad laica.

Una espiritualidad laica que puede heredar todo el legado de sabiduría de las tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad. Esa es la enorme ventaja de su condición laica.

Podremos heredar ese inmenso legado, si somos capaces de dejar las creencias a un lado. Y es la cultura la que nos está exigiendo dejar las creencias a un lado.

Entiendo el término “creencias” en el sentido que hemos precisado: no como supuestos comunes acríticos, ni como postulados axiológicos o científicos, sino como interpretaciones y valoraciones de la realidad, como sistemas de actuación y organización, como modos de vida, revelados por los dioses o legados por los antepasados sagrados.

Tomadas en este sentido religioso, las creencias se presentan como exclusivas y como excluyentes.

Para heredar el gran legado de las tradiciones tendremos que aprender a leerlas como puros sistemas simbólicos que hablan de una determinada dimensión de la realidad que, propiamente, no puede expresarse con palabras.

Las tradiciones religiosas, leídas sin creencias, son narraciones, mitos, símbolos, instrucciones y advertencias para hacer el camino espiritual.

El camino espiritual, dicen los maestros del espíritu, es un camino de silenciamiento, que es una gran renuncia, que es, a la vez la liberación y el conocimiento. Ya explicaremos esto más tarde.

¿Qué entendemos por “espiritualidad” en la nueva situación cultural?

Primero hay que advertir lo inadecuado del término. Espiritualidad sugiere una antropología de cuerpo y espíritu que ya no es la nuestra. Además de ese supuesto, el término tiene fuertes connotaciones religiosas, y puede suscitar anticuerpos. Pero lo continuaremos usando porque no tenemos un término sustituto claro.

Para comprender a qué nos referimos con el término “espiritual”, recordaremos lo que ya dijimos sobre la doble experiencia de la realidad que caracteriza a nuestra especie.

Los humanos tenemos un doble acceso a lo real:

-un acceso en función de nuestras necesidades, que es un acceso relativo;

-otro acceso gratuito, que no está en función de nuestras necesidades; es un acceso a la realidad que está ahí, independiente del significado que pueda o no tener para nuestra sobrevivencia; ese es un acceso absoluto.

Espiritualidad es el cultivo de la dimensión absoluta de nuestro acceso a lo real.

Cuando hablamos de “absoluto” no nos estamos refiriendo a una entidad trascendente con respecto a este nuestro mundo. Eso es ya una interpretación, una representación.

Cuando hablamos de una dimensión absoluta de lo real, estamos hablando de esta realidad, no  de  otra; pero  en  el  aspecto  en  que  esa  realidad  esta  absoluta, separada, independiente de las relaciones que podamos establecer con ella para sobrevivir.

Esta doble noticia de lo real puede expresarse de otra manera:

-tenemos una experiencia dual de la realidad, la que genera nuestra necesidad (sujeto necesitado, frente a un medio en el que satisfacer sus necesidades)

-y tenemos una noticia no dual de la realidad “Eso absoluto de ahí” que es independiente de nuestras categorías duales de Sujetos y Objetos.

La espiritualidad es trasladar la residencia de mi mente, de mi sentir y actuar, desde la dualidad a la no dualidad;que equivale a decir, trasladar la residencia de la dimensión relativa a la absoluta de lo real.

Ese tránsito supone un proceso de refinamiento de la mente, del sentir, de la percepción y de la acción, para pasar de un conocer y sentir que es siempre de sujetos, objetos e individualidades, a un conocer y sentir donde ya no están vigentes esas categorías, donde ya no hay ni sujetos, ni objetos, ni individualidad, pero hay real noticia de “Eso real”, y real conmoción frente a ello.

La noticia que se tiene en esa segunda dimensión de nuestras facultades es absoluta, la conmoción es absoluta y la unión y amor que provoca es absoluto.

Esto tiene enormes consecuencias en la acción.

Conforme a lo que estamos diciendo, el camino espiritual es el tránsito de la egocentración, propia de todo viviente, a la desegocentración.

Eso significa, primero, que todo el conocer, el sentir y la acción de nuestra cotidianidad está en función de la egocentración, y es siempre, de una forma u otra, relativo a nuestros intereses. El tránsito de que hablamos consiste en que hay que llegar a que toda a capacidad de nuestras facultades y actuaciones se ejerza sin egocentración alguna; por tanto, ya no en función de nuestros intereses, sino al servicio de “todo eso de ahí”, personas y cosas, que son vistas como el Absoluto mismo.

El tránsito de la egocentración a la desegocentración en el uso de todas nuestras facultades equivale al tránsito de depredador inmisericorde a amante.Y un amante que no pone condiciones a su amor, porque sólo la egocentración, el ego, pone condiciones al amor.

Nuestro cuerpo necesitado es el fundamento del ego.

El ego es, precisamente, el uso de todas nuestras facultades de conocer, sentir, percibir y actuar, al servicio de la sobrevivencia de nuestra condición de vivientes, tanto en lo que se refiere a la sobrevivencia del individuo, como de la especie.

Esto es el ego en términos generales.

En particular el ego de cada persona es un pequeño paquete de deseos y temores, que se corresponden con los primerísimos éxitos y fracasos del nuevo viviente, en sus relaciones con sus padres, sus familiares próximos y primeros educadores.

Ese paquete de deseos y temores (todo deseo es simultáneamente temor) particular, se convierte en criterio y canon de comprensión, de sentir y de actuación para el futuro. Eso constituye la personalidad de cada cual, eso es su conciencia de individualidad.

La personalidad, la individualidad, el sentimiento de ego, no es pues algo glorioso, aunque absolutamente imprescindible para un viviente necesitado.

El ego, y su paquete de deseos y temores, es el motor de la vida, pero es también es una cárcel, porque es el que construye el que será el mundo en el que vivirá el individuo.

Y ese mundo está construido a partir de un paquete, reunido al azar, de deseos/temores. El mundo que construyen esos deseos/temores es un mundo de dolor, dice el Buda. Es un mundo en el que el deseo y el temor están inextricablemente unidos, donde las expectativas son inquietantes, donde el pasado de pequeños éxitos y fracasos mediatiza toda nuestra comprensión, valoración y actuación.

Es un mundo de inquietud y de angustia.

La espiritualidad es el camino de salida de esa cárcel del ego. Es pasar a ver y sentir las cosas, libre de deseos y temores, libre de recuerdos y expectativas que apresan y desfiguran.

Lo que las realidades le dicen al ego, es lo que el ego les impone que digan.

Con el silenciamiento del ego, las realidades puede expresarse ellas mismas, pueden darnos su mensaje propio, su canción.

Esa es la dimensión absoluta de la realidad; ese es el conocimiento desde el silenciamiento del ego.

El ego se mueve entre el amor y el odio, porque es un depredador frágil que tiene mucho que defender.

Desde el silencio del ego, ya no hay dualidad. Por tanto, no hay nadie que tenga que defender nada ni conseguir nada.

Desde el silencio del ego, no hay “yo” y “los otros”. Es la unidad. El amor es unidad y la unidad es amor.

Donde no hay “yo” y “los otros” sólo hay amor, y un amor sin condiciones, porque no hay nadie para ponerlas.

La necesidad es sumisión. Donde hay necesidad hay sumisión.

Donde se silencia la necesidad hay libertad. El camino espiritual es el camino a la libertad.

El camino espiritual es liberarse de la prisión que construye el sentimiento de ego y sus deseos, temores, recuerdos y expectativas

Es liberarse de la contraposición “yo” y “los otros, “yo” y “el mundo”. Es liberarse del sentimiento de ego, fuente de todas las sumisiones.

Espiritualidad es comprender que la “gran renuncia”, que no es renunciar a riquezas, honores, amores, etc., sino renunciar al sentimiento de ego, a la propia individualidad, a la idea de ser alguien venido a este mundo, es la perla escondida.

Es comprender que “lo que es”, “el que es”, no es mi ego, ni es mi individualidad. Es comprender que mi realidad es la realidad “del que es”, “de lo que es”.

Quien renuncia a sí mismo, quien muere a sí mismo, no hace un gran sacrificio, sino que se libra del mundo del dolor, de la cárcel que el ego construye.

Libre de sí mismo conoce “lo que es”, lo que no es la construcción de nuestras necesidades, conoce al Absoluto.

Eso es la liberación, el conocimiento, el amor sin condiciones y la paz.

Donde hay ego, no hay nunca verdadero conocimiento ni verdadero amor.

Donde hay ego, amando a otros, me amo a mí primero. Mi pretendido amor es el amor egocéntrico de un animal simbiótico que no puede sobrevivir sólo.

Sólo hay verdadero amor, verdadero interés por el otro, por lo otro, cuando el ego no está por medio.

Mientras el ego está presente, siempre pone condiciones al amor. Y esas condiciones nacen siempre de su propio interés, más craso o más sutil, aunque se busque sólo un sentido para la propia vida, o la dignidad de un buen comportamiento.

Cuando el ego está ausente, porque se le ha silenciado, el amor es sin condiciones, es completo.

Quien quiera verdaderamente ayudar a los demás, amarles, ocúpese de silenciar por completo su yo.

La espiritualidad es la búsqueda de la Verdad. Pero la Verdad de la espiritualidad es sólo la que se da en la no dualidad, en el completo silenciamiento del ego.

La Verdad de la espiritualidad no es una formulación, ni un conjunto de formulaciones; es una presencia, pero no es la presencia de algo o de alguien, estaríamos todavía en el mundo de la dualidad.

La Verdad de la espiritualidad ni es una formulación, ni es algo, ni es alguien.

Es una presencia, que es una certeza. Pero la presencia es una ausencia, porque, según nuestros criterios de vivientes, no es la presencia de ningún objeto, ni de ningún sujeto, ni de ninguna individualidad. Es una presencia-ausencia.

Es un conocimiento-no conocimiento, porque en él, desde el seno de la no dualidad, nadie conoce nada, pero hay noticia y conmoción real.

Es una certeza indudable, más recia que cualquier otra. Es como una roca frente a la cual todas las certezas quedan destrozadas. Pero es certeza en el seno de la no dualidad, por tanto, certeza indudable, pero de nadie ni de nada.

La Verdad espiritual tiene unos rasgos bien peculiares. Y los rasgos de la Verdad espiritual son los mismos rasgos de la certeza que provoca el camino espiritual.

La verdad que condena, no es verdad. La Verdad sólo libera.

La verdad que somete, no es verdad. La Verdad sólo suelta cadenas.

La verdad que excluye, no es verdad. La Verdad sólo reúne.

La verdad que se pone por encima, no es verdad. La Verdad sólo sirve.

La verdad que desconoce la verdad de otros, no es verdad. La Verdad es sólo reconocimiento.

La verdad que no mira a los ojos a otras verdades, no es verdad. La Verdad es sólo acogimiento sin temor.

La verdad que engendra dureza, no es verdad. La Verdad es sólo amabilidad y ternura.

La verdad que no se vuelca en el prójimo, no es verdad. La Verdad es sólo amor.

La verdad que desune, no es verdad. La Verdad sólo unifica.

La verdad que se liga a fórmulas, por escuetas que sean, no es verdad. La Verdad es sólo libre de formas.

Si la verdad se liga a fórmulas, tiene que condenar, excluir, desunir, tiene que ponerse por encima, dar por falsas otras verdades.

La Verdad reside en formas, pero que no se liga a formas.

Por todo lo dicho queda claro que el camino espiritual es el camino del silenciamiento de la lectura de la realidad y de la valoración de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos, desde el ego, que es nuestra condición de depredadores despiadados.

Es el silenciamiento de la interpretación, valoración y actuación que realizamos de todo, desde lo que es el núcleo de nuestra personalidad, de nuestra individualidad; es decir, el paquete de deseos y temores, origen de nuestros recuerdos y expectativas, que se originaron en el inicio de nuestra vida, como resultado de nuestros primeros éxitos y fracasos.

La esencia del camino espiritual es el silenciamiento de ese paquete de deseos/temores que nos funcionan como patrón de toda nuestra actividad mental, sensitiva y física.

Quien calla ese patrón de lectura y actuación que, de hecho, impone a la realidad lo que nos tiene que decir, puede tener noticia de la realidad en ella misma, en su aspecto absoluto.

Los maestros espirituales, sin excepción, afirman que quien silencia al ego silencia la dualidad.

Quien silencia la dualidad, silencia el mundo de formas que construimos desde nuestra necesidad y tiene acceso al que, a lo que es Sin forma, porque no tiene ninguna de las formas que nuestra condición de animales necesitados le atribuye.

El Brahma Sûtra dice: Declarar que el Absoluto no tiene forma es el propósito principal de las enseñanzas de las Upanishad. 1

Aquél es infinito donde nada se ve, nada se oye y nada se sabe.2

Sin embargo, se le conoce, se le percibe y se le siente en toda forma.

Se tornó la contraforma de toda forma; ésa es su forma perceptible.3

Es algo que acompaña a toda realidad, a toda forma.

Cuando la dualidad desaparece, hay conocer, percibir y sentir, pero ya no existe ni el que conoce, percibe y siente, ni lo conocido, percibido y sentido; sólo queda el Testigo, luz solitaria en el océano infinito, el mismo océano de luz.

Se convierte en el veedor único y sin segundo en medio del océano, es el mundo de Brahman, o rey. Así lo instruyó Yâjñavalkya. Es su suprema meta, su supremo éxito, su supremo mundo, su suprema felicidad.4

Como la obra de arte hace patente directa e inmediatamente la belleza, de una forma parecida la persona del Maestro espiritual hace directa e inmediatamente patente lo que supone el conocer, sentir y percibir desde el silencio.

Si los Maestros no nos pusieran delante de los ojos lo que es el conocer y sentir desde el completo silencio, no tendríamos idea de que tal cosa pueda existir para nosotros.

El Maestro, en su persona, muestra “Eso no-dual y sin forma” que todo es y que yo mismo soy. Escuchar lo que dice Kabir.

Oh, hermano mío, anhela mi corazón aquel verdadero Maestro que llena la copa del amor auténtico; bebe de ella y luego me la ofrece.

Es él quien aparta el velo de mis ojos y permite la verdadera visión de Brahman.

Es Él quien revela los mundos que en su Ser existen, y me conduce al deleite de la divina armonía.

El verdadero Maestro es aquel que puede revelar a nuestra visión la forma de lo Informe.

Los grandes textos religiosos son la prolongación, en el tiempo, de la persona de los Maestros; son su espíritu vivo.

Lo mismo sostiene Juan Matos, el chamán mejicano, en sus enseñanzas a Carlos Castaneda.

«La primera tarea de un Maestro es introducir la idea de que el mundo que creemos ver no es más que una imagen, una descripción del mundo. Cada esfuerzo del Maestro está destinado a probarle esto al aprendiz. Pero hacer que lo acepte es una de las cosas más difíciles; cada uno de nosotros está atrapado, con satisfacción en su propia representación del mundo; ésta nos empuja a sentir y actuar como si conociéramos verdaderamente alguna cosa del mundo. Un Maestro, desde el primer acto que realiza apunta a poner fin a esa representación. Los Maestros llaman a esto, “interrumpir el diálogo interior”, y están convencidos que es la sola técnica y la más importante que hay que enseñar al aprendiz.» 5

Lo mismo sostiene un texto, muy lejano en el tiempo y en el espacio, el Mahamudra de la tradición budista tibetana.

Mantener la mente como la del niñito que mira con la más intensa viveza mental los frescos de un templo.6

Este texto pone el acento, además de en el silencio, en la alerta. Como Jesús advertía cuando decía ¡Vigilad!

Nuestros antepasados practicaron la vida espiritual desde las religiones y las creencias. Nosotros nos vemos forzados a hacerlo sin religiones y sin creencias.

Debemos, pues, estudiar, en los grandes textos espirituales de la humanidad, los procedimientos que enseñaron los Maestros para adentrarse en el silencio, corregir posibles errores y desviaciones.

¿Cómo trabajar para conseguir el silencio y la alerta?

Estudiaremos brevemente los grandes ejes de los métodos de silenciamiento, pero teniendo siempre en cuenta la advertencia constante de todos los Maestros: no hay relación de causa a efecto entre el esfuerzo y el método empleado y la consecución del pleno silenciamiento interior y, con él, el conocimiento del Absoluto que acompaña a ese silencio.

Los procedimientos de silenciamiento son sólo procedimientos de intento. El intento no produce el conocimiento, pero el conocimiento se produce en el seno del intento. El conocimiento desde el silencio, el conocimiento silencioso, que es el conocimiento del Absoluto sin forma, es un don gratuito que normalmente sólo se produce en el intento.

En términos de las tradiciones teístas podríamos decir que el conocimiento silencioso es siempre gracia, don, no logro.

No es extraño que sea así, porque también ocurre algo parecido en el arte e incluso en la ciencia. Hay un hiato entre el empeño, el esfuerzo y la creación.

Los humanos, como vivientes que somos, tenemos tres grandes posibilidades de métodos de silenciamiento:

Emplear la mente para silenciar todas nuestras facultades.

Emplear el sentir con el mismo fin.

Emplear la acción para lo mismo.

Cada uno de estos grandes troncos tiene mucha variedad de procedimientos. Analizaremos únicamente esas tres grandes familias de procedimientos.

Todas las tradiciones religiosas emplean estas tres familias de procedimientos, cada uno a su manera. Pero es la tradición hindú la que mejor la teoriza.

El silenciamiento desde la mente. Los indios le llaman “yoga del conocimiento”

Los Maestros invitan a utilizar toda la potencia de nuestra mente, con su capacidad de razonar y de intuir, para desmontar lo que nuestra misma mente construye al servicio de nuestra condición de necesitados.

Es un uso del poder de la mente diferente del que hace la filosofía y la ciencia. La filosofía y las ciencias utilizan el poder de la mente para explicar la realidad; para construirla, para modelarla.

El yoga del conocimiento utiliza ese mismo poder para hacer un trabajo contrario: mostrar que todas nuestras explicaciones, que damos por reales, son nuestra construcción, no son lo que es.

Así, el yoga del conocimiento conduce a la mente, y con ella a nuestro sentir y nuestro actuar, hasta la misma frontera de todas nuestras construcciones, para enfrentarnos, así, directamente con “lo que es”, que no es ninguna de nuestras interpretaciones.

Se utiliza la razón, la capacidad de razonar fríamente, hasta conducirnos al borde mismo del Sin forma. Dice Rumí que en ese tramo del trabajo, la razón es maestra; pero cuando se llega al borde del abismo del Sin forma, la razón se convierte en discípula de nuestra propia capacidad de intuir, de nuestra capacidad de conocer más allá de los mecanismos lingüísticos de la razón.

No se trata de probar creencias con la razón, como podría hacer la teología, ni de mostrar su coherencia racional. Se trata de salirse, con ayuda de la razón, de todas las interpretaciones que hacemos de la realidad, de ésta en la que vivimos, no de otra trascendente, para aproximarnos a lo que realmente hay y no lo que nuestra condición de vivientes necesitados precisa ver.

Nuestra mente, como mente propia de un animal viviente, sólo da por real lo que puede representársele como objeto o como sujeto, como individualidad. El yoga del conocimiento conduce a tener que admitir que eso son sólo categorías propias de un animal, el sujeto, que siempre se interpreta como individuo y como núcleo de necesidades, para sobrevivir en un medio, que inevitablemente tiene que representárselo como distinto y opuesto a él como “ob-iectum”, como algo puesto ahí, frente a mí.

Donde no se da la contraposición de sujeto-objeto, que es una construcción propia de los vivientes para sobrevivir, no hay ni individuos, ni dualidad, ni pluralidad. Sólo hay “Eso que es”. Y “Eso” no es ninguna de nuestras interpretaciones; está más allá de todas nuestras capacidades de interpretar y representar. Por eso se le ha llamado “Sin forma”, “Vacío”.

Hasta aquí lo que podríamos llamar la función razonadora, lingüística, de nuestra mente. A partir de ahí tiene que intervenir nuestra capacidad intuitiva, que ya no es lingüística, ya es silenciosa. Tenemos que llegar a intuir que hay un conocer en el seno de la no dualidad, en el que ya no hay ni sujetos, ni objetos, ni individuos.

Por tanto, en ese conocimiento, intuitivo y no-dual, ya no hay “lo mío” y “lo tuyo”, criatura / creador.

Se trata de un conocimiento en el que ya nadie conoce ni conoce nada, pero que es real noticia y real conmoción, real sentir.

Este conocimiento en el seno de la unidad, sin forma, genera una certeza inquebrantable, aunque no sea certeza de nada ni de nadie.

Ese “conocimiento-no conocimiento”, ese “conocimiento en la nube del no saber”, ese “conocer supraesencial”, ese “saber no sabiendo”, ese “conocer tenebroso”, esa “luz en plena noche” (según las expresiones de los místicos cristianos y musulmanes) es el conocimiento del Absoluto, el conocimiento silencioso, el conocimiento de “el que es”, “lo que es” y no de lo que nuestra mente necesitada construye.

Sólo este conocimiento transforma de arriba abajo al sentir. Porque el sentir sigue a lo que nuestra mente da por realidad. Gracias al trabajo con el yoga del conocimiento hemos podido transformar lo que damos por realidad. El sentir sigue a esa transformación.

El sentir que se asienta en la unidad es el que genera el amor incondicional. Recordemos que “las condiciones” al amor sólo las pone el sentimiento de ego, creerse alguien venido a este mundo.

Para el sentir que se reside en la unidad, sólo cabe el amor sin condiciones. Sólo un amor así es capaz de cambiar el mundo.

Sólo el que ya no es un depredador, sino un amante, puede ayudar a arreglar, aunque sólo sea un poco, el mundo de depredación que nuestras culturas construyen.

Quien todavía continúa depredador, no puede arreglar verdaderamente el mundo de la depredación. Depredará, de una forma u otra, el mundo que pretende arreglar.

Quien quiera luchar por el bien de los hermanos, por la justicia y la equidad, que luche, primero o a la vez, por conseguir el conocimiento que transforma el sentir y la acción.

Cito unos textos de Rumí, es musulmán, no indio, sin embargo describe la manera de proceder del yoga del conocimiento:

«La razón es buena y deseable hasta que ella te hace llegar a la puerta del Rey. Cuando llegas a Él, abandónate a Él, no tienes nada que hacer con el “cómo” y el “por qué”.»7

«A pesar de los esfuerzos que hace la razón, ella no puede comprender; sin embargo, no renuncia a estos esfuerzos, ya que si lo hiciera dejaría de ser razón. La razón, incesantemente, noche y día, está inquieta y atormentada por el pensamiento, el esfuerzo y las tentativas para alcanzar a Dios el Altísimo, aun cuando Él sea inalcanzable. La razón es como la mariposa, y el Bienamado como la llama. Cuando la mariposa se arroja sobre la llama, se quema y aniquila. La mariposa representa a aquél que, a pesar de ser quemado y torturado, no puede soportar estar alejado de la llama. Todo ser viviente que se apasiona por la llama y se arroja sobre ella, es también una mariposa. Pero si la mariposa se arroja sobre la llama sin quemarse, la llama no es tal. Del mismo modo, si el hombre no está apasionado por Dios y no hace esfuerzos para alcanzarlo, no es un hombre… El hombre es el que se esfuerza y gira alrededor de la luz de su Majestad divina sin tregua ni reposo, y Dios es Aquél que quema al hombre y lo aniquila. Ninguna razón puede alcanzarlo.»8

Este trabajo con la mente puede hacerse

-con procedimientos claramente conceptuales, así trabaja el Budismo y el Advaita Vedanta,

-o con procedimientos simbólicos, mitológicos, con narraciones y cuentos, así trabajan las tradiciones teístas: algunos autores cristianos, algunas corrientes sufíes e indias.

Hay otro procedimiento que también trabaja con la mente, pero que no se basa en nuestra capacidad de razonar, sino en nuestra capacidad de concentración. Es lo que los indios llaman Raja Yoga.

El procedimiento consiste en concentrarse sobre realidades físicas o mentales (objetos físicos, símbolos, imágenes), silenciando, simultáneamente, nuestra interpretación y valoración del objeto de concentración, nuestros recuerdos y expectativas, hasta conseguir sacar al objeto sobre el que se practica la concentración del círculo de hierro en el que le tiene preso la egocentración de la mente y del sentir.

Cuando la concentración es adecuada, el objeto de concentración toma todo su relieve, todo su ser propio que no es ser objeto frente a nosotros; entonces aparece en todo su valor gratuito, absoluto.

Si el objeto se sale del círculo en el que está encerrado, el círculo de la relación sujeto-objeto, deja de ser objeto. Si el objeto deja de ser objeto, el sujeto deja de ser sujeto.

Vamos a parar al ámbito de lo no dual, a “eso que es”, el Purusha.

El silenciamiento desde el sentir

El deseo/temor y por tanto el amor/odio es el patrón de sentir.

Silenciar, desde el sentir, es salirse de ese patrón.

Silenciar el deseo,

-no equivale a matar el deseo,

-equivale a silenciarlo cuando se quiera.

-No equivale a matar la capacidad de conmoverse y amar,

-equivale a aprender a conmoverse y amar

-no porque sirva a mi necesidad,

-ni porque tenga que ver conmigo,

-sino porque sí, porque algo existe.

Por consiguiente, y en contra de lo que pudiera parecer, silenciar el deseo es aprender a amar verdaderamente.

Quien ama conducido por su deseo,

-ama su satisfacción antes que nada,

-ama a las personas o a las cosas porque están ligadas a su satisfacción.

Quien ama desde el silencio del deseo

-ama a las personas y las cosas por sí mismas,

-independientemente de la relación que tengan o no con ellos mismos,

-libres de referencias a uno mismo.

Aprende a amarlo todo, no sólo lo que le atañe.

Quien ama sin silenciar el deseo, ama con condiciones –la satisfacción de su deseo.

Quien ama con el deseo silenciado, ama sin condiciones.

El silenciamiento del deseo es una condición imprescindible para todo trabajo con la mente, con el sentir e incluso con la acción, como veremos.

Lo siguientes textos de las grandes tradiciones espirituales hablan del silenciamiento del deseo.

«¡Tú que construyes la casa! Te he descubierto, no me harás una nueva casa, todas tus vigas han sido rotas y el techo destruido; mi mente se ha despojado de todo aquello que produce la existencia y ha alcanzado la destrucción de los deseos».9

«…el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.»

«El que halla su vida, la perderá y el que la perdiere por amor a mí, la hallará.»10

«Niégate ti mismo. ¡Afirma la existencia del solo verdadero! Este es el sentido de “no hay más dios que Alá”.»11

El trabajo espiritual con el sentir en una época sin creencias ni religiones

En la época de las religiones se sabía cómo trabajar con el sentir, porque el sentir se apoyaba en la creencia.

El sentir se orientaba a la figuración divina, a la imagen, que daba por real. Así se sacaba el sentir del círculo de la egocentración.

Si se hacía correctamente, el sentir trascendía la figuración y entraba en el silencio. Si no se hacía correctamente, el sentir quedaba atrapado en la creencia, en la imagen mental. No llegaba a tocar al Sin forma, porque sentir imágenes, representaciones no es sentir “lo que es”, lo real.

Si no se hacía correctamente, el resultado era una estructura del sentir falsa, más voluntad de sentir que sentir verdadero. En las religiones era frecuente que ocurriera esta malformación.

Sentir imágenes, representaciones, no origina un amor incondicional a todo.

En sociedades sin creencias, sin religiones y sin dioses, ¿cómo se tendrá que trabajar con el sentir para llegar al sentir silencioso, que es el sentir del Absoluto?

En Occidente, por la dificultad de esta situación, muchos buscadores optan por una solución budista o vedanta: trabajar con la mente hasta transformar el sentir y desde ahí, transformar también la acción.

Pero hay otra solución, capaz de heredar las tradiciones teístas, sin dejar de ser sociedades laicas y sin creencias.

Utilizar mitos, símbolos, narraciones sagradas e imágenes como se hace con los poemas.

Los poemas no se creen, pero a pesar de ello, son capaces de movilizar el sentir más allá del círculo de la necesidad.

Los mitos y símbolos, como los poemas, son como tentáculos que lanzamos desde nuestros sentidos para tocar y sentir la realidad, más allá de las construcciones de nuestra necesidad.

Podríamos decir que son construcciones sensitivas, (mitos, símbolos, narraciones, cuentos, rituales), para salirnos de nuestras construcciones al servicio del ego.

Explicaré lo que quiero decir con una imagen: EL CUBO.

Nuestra vida cotidiana, la de las construcciones de nuestra necesidad, es como una tenue capa sobre el fondo de la inmensidad del Absoluto. Diseñamos, construimos nuestro mundo sobre el trasfondo de “lo que es”. Nuestra construcción y el trasfondo no son dos. Nuestra construcción no es “nada” sobre el trasfondo, ni el trasfondo es “otro” de nuestra construcción.

Sin embargo, nuestra construcción vela el trasfondo, de forma que tomamos por realidad lo que no es más que un tenue velo. Y ese velo son sólo nuestras interpretaciones, que damos como reales.

En esta situación, usar narraciones, símbolos, mitos, rituales, es como usar un cubo para sacar agua de ese trasfondo.

O es semejante a estar en un acantilado, con la inmensidad del mar a los pies, pero sin poderlo alcanzar directamente. Usaremos un cubo para poder recoger y probar el agua.

El cubo, el cazo, es como las imágenes que usamos para poder recoger y hacer llegar hasta nosotros la inmensidad del Sin forma.

Como seres vivientes que somos, sabemos que sólo dando forma a lo informe, podemos acercarlo a nuestra mente y a nuestros sentidos.

Pero sabemos que la forma con la que tenemos acceso a eso Sin forma, al agua, es la forma del cazo, no la del agua, no la del Sin forma, la del agua.

Si confundiera la realidad del agua, el Sin forma, con la forma del cubo que usamos para beber, al gustar el agua gustaría mi propia construcción, no la realidad que puedo alcanzar con el cubo.

Si confundo el sabor del aguar con el sabor del cubo, podré pasarme la vida tratando con cubos y cazos sin saber el gusto del agua, el sabor del Sin forma; y podría morirme de sed, sin poder salir mi mundo egocentrado.

Si usando cubos y cazos no bebo el agua, no sabré qué es gustar el agua, ni lo que es el existir mismo del agua, ni lo que es saciar la sed.

Necesariamente tenemos que usar cubos y cazos, pero sólo para beber el agua, dejándolos de lado después.

Los mitos, símbolos, narraciones sagradas y ritos, son como los cubos y los cazos que nosotros construimos con nuestro arte. Sólo sirven para llevarnos a los labios el sabor del agua de vida. El agua no tiene forma alguna. Las formas que adopta el agua en los cubos, es la de los cubos. Los cubos son construcciones nuestras, y no son el agua.

Como que lo que buscamos es el agua, estamos libres de esta o aquella forma de cubos. La sumisión a formas concretas de cubos nos llevaría a confundir nuestra construcción, la forma del cubo, con el agua, el Sin forma.

En la época de las religiones, por razones culturales, no religiosas, los cubos, nuestras construcciones, eran intocables. Eso nos indujo al error de pensar que el agua tenía que venir en una forma determinada de cubos y sólo en esa forma. Ello nos condujo a confundir lo que es nuestra construcción, con lo que no es nuestra construcción.

Quien bebe el agua de vida, la experiencia del conocimiento y sentir silencioso, no se ata a ninguna forma de cubos o cazos.

Pero la imagen del cubo es insuficiente para hacernos una idea del papel de los mitos y los símbolos. Porque el cubo no orienta sobre la naturaleza del agua, no da pistas sobre las muchas cosas que se pueden percibir y gustar en el agua.

Orienta únicamente sobre su carácter sin forma.

No orienta sobre su frescor, su transparencia, su capacidad de saciar la sed, su capacidad de sumergirnos en su seno, etc.

Las imágenes que proporcionan los mitos y narraciones de las grandes tradiciones sí lo hacen.

Imágenes tales como Dios, Padre, Luz, Altísimo, Rostro, Vacío, Ser-Conciencia, etc., dan indicaciones al sentir, le marcan una dirección para su indagación.

Apuntan en la dirección que hay caminar, pero como las señales en los caminos, hay que orientarse por ellas y, luego, dejarlas atrás.

Para ser fiel a lo que apuntan las imágenes, hay que caminar más allá de ellas, hasta tener que llegar a negarlas, porque “lo que es” no es a la medida de las pobres categorías y representaciones de unos pobres vivientes como nosotros.

Ser fiel a lo que señala la imagen es dejarla atrás los más posible y lo antes posible.

Las imágenes son construcciones nuestras que nos orientan más allá de nuestras construcciones; nos orientan al silencio de todas nuestras construcciones.

El cultivo de la sensibilidad por la devoción

En la época de las sociedades preindustriales, podía uno entregarse al amor, servicio y devoción de una imagen o representación divina que se creía real.

Los maestros proponen la devoción como un método de silenciamiento de la mente y especialmente del sentir.

¿Cómo se puede practicar la devoción, en una cultura laica que sabe, que todas las imágenes divinas son construcciones nuestras?

El procedimiento consiste en

-la meditación constante

-la entrega total de amor y servicio a la figura del Dios, o del Hombre-Dios.

Con ello el devoto

-deja de girar sobre sí mismo,

-silencia su mente y su sentir, ocupándose sólo del dios,

-se aleja del mundo construido desde su necesidad,

-indaga con su sentir, guiado por la imagen,

-hasta llegar a ver el rostro del amado en todas las cosas.

«El amor no se destruye sino con otro amor», dice Rumí. 12

«Ahora voy a enseñarte a doctrina más secreta y más elevada; por tu bien lo haré, ya que eres mi bien amado.

Yo te aseguro y te prometo, porque te amo, que si fijas tu pensamiento en mí, y me amas, me adoras y me ofreces sacrificios arrodillándote ante mí, te unirás conmigo.» (Dice Krishna a Arjuna).13

«Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada.»14

Se afirma con frecuencia que el camino de la devoción es el camino más fácil

-porque el amor y el servicio están al alcance de todos

-porque es un procedimiento potente y capaz de polarizar todo nuestro ser

-perceptivo y sensitivo,

-cognoscitivo,

-activo,

-consciente e inconsciente.

Pero en nuestras condiciones culturales, presenta una dificultad seria por cuatro razones:

-porque nos movemos en una cultura laica y no teísta,

-porque tenemos estructurado el pensar y, sobre todo el sentir, sin dioses,

-porque nuestra cultura no es inclinada al uso de imágenes, ni menos a su culto.

En nuestras condiciones culturales, más claramente que nunca, hemos de ser conscientes que usamos símbolos y culto a los símbolos e imágenes sólo como instrumento de silenciamiento y para descentrarnos, desegocentrarnos.

Hemos de ser conscientes, en todo momento de que tenemos dioses, los amamos y servimos, para llegar a conocer y sentir de tal manera, que no sea necesario tenerlos.

El silenciamiento a través de la acción

Los Maestros proponen un uso estratégico de la acción, para que genere un conocer y sentir silencioso. Ese uso no es la simple práctica de la filantropía, la reforma social o la lucha por la justicia, aunque puede coincidir con ella.

Dicen que hay que actuar

-sin buscar los frutos de la acción,

-sin buscar nada para sí mismos,

-gratuitamente.

Un uso de la actuación no para depredar y satisfacer nuestras necesidades físicas o psíquicas sino una acción como don completo de sí mismo, desencadenada por interés por las cosas y personas.

Una acción

-hecha no por deber,

-ni para dar sentido a la propia vida,

-ni para legitimar socialmente la religión,

-sino como método para aprender a interesarse por las cosas y las personas mismas y así conocer “al que es” en ellas y en todo.

-acción dirigida a transformar al depredador en amante, porque amándolo todo ama “al que es”.

Desde esa acción, en estado de alerta de la mente y del sentir, brota el conocimiento y el sentir silencioso.

Todas las tradiciones han usado muy explícitamente este procedimiento:

-el amor al prójimo, como distintivo de los discípulos de

Jesús,

-el servicio incondicional a la comunidad de los musulmanes,

-el amor incondicional a todas las criaturas de los budistas,

-y en la tradición hindú es una afirmación constante, recuérdese este texto del Bhagavad Gîtâ: «Tú debes perseguir la acción, pero sólo a ella, no a sus frutos; que éstos no sean tu acicate. Quien no desea los frutos de sus acciones, quien está perpetuamente satisfecho sin depender de nada, no obra aunque se introduzca en la acción.»15

Consideraciones generales sobre los procedimientos de silenciamiento

La diferenciación de procedimientos para crear el silencio en la mente y en el sentir, a fin de callar la interpretación y valoración que hacemos de la realidad en función de nuestra condición de animales necesitados (procedimientos hechos desde la mente, desde el sentir y desde la actuación), es una diferenciación, real, pero, como metódica que es, algo artificial, porque finalmente todos los métodos terminan confluyendo.

¿Por qué? Porque el que hace el intento es siempre una persona con ese triple tipo de facultades.

El conocimiento silencioso es a la vez amor.

El trabajo con el sentir se convierte en conocimiento.

La acción desinteresada termina convirtiéndose en conocimiento y amor.

Sin embargo, es útil hacer la diferenciación clara, porque las tradiciones y las personas tienen preferencias, a la hora de abordar el intento de desegocentración, por el uso de unas facultades u otras para hacer el camino espiritual.

Esto depende de factores personales y culturales.

Pero hay consenso en todas las tradiciones, que, se practique el procedimiento que se practique, el silenciamiento a través de la acción, llámesele amor al prójimo, acción desinteresada o karma yoga, es imprescindible.

El amor al prójimo, o karma yoga, debe acompañar siempre a cualquier otro procedimiento de silenciamiento.

¿Por qué? Porque si no se hiciera así, lo que se consiguiera de silenciamiento interior con cualquier otro procedimiento, se perdería si se continúa actuando como un depredador. Tendríamos un desagüe continuo. No habría forma de desnudarse por completo de sí mismo y de la construcción que hacemos de la realidad desde ese interés por sí mismo, si nuestra acción no fuera la propia de un amante y no la de un depredador.

La acción desinteresada, que no busca los frutos de la acción, porque busca el bien de las criaturas, sin poner condición ninguna a esa actuación, es método de silenciamiento y, a la vez, fruto del silenciamiento.

Pero para que la acción desinteresada sea vehículo de camino interior, no basta con actuar generosamente, como líder político, reformador social, filántropo, etc., hay que buscar explícitamente, con ese tipo de acción el silenciamiento de todo nuestro sistema mental y sensitivo egocentrado, para poder oír con claridad el canto absoluto de la realidad.

Cuando se oye ese canto absoluto, entonces nuestra acción es finalmente una actuación de amor sin condiciones, porque ya no es amor a cosas y personas, sino amor “al que es”, a “lo que es”, al Único, al Patente, a Cristo.

Una última dificultad. El camino espiritual, la vía al silencio, no es un camino de ensimismamiento, ni a algo así como un hedonismo espiritual, que se desinteresa de la marcha del mundo.

¿Cómo podría ser así, si “lo que es”, no es nuestra construcción dual (yo y lo otro) sino el “no-dual”?

Quien hace del camino espiritual, un camino de ensimismamiento, no ha comprendido de qué va la propuesta de los maestros del espíritu.

Como ya conocéis los textos cristianos que hablan de lo esencial que es para Jesús el amor al prójimo, un amor sin condiciones, porque está dispuesto a dar la propia vida por aquellos a quien ama, os citaré dos bellos textos. Uno de los Upanishad hindúes y otro budista.

Empiezo por el texto de un Upanishad:

«La triple descendencia de Prajapati, los dioses, los hombres y los asuras vivían, en calidad de estudiantes, donde su padre Prajapati.

Mientras vivían con de él, en calidad de estudiantes, los dioses le dijeron: Instrúyenos Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó: ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho: Controlaos (damyata).

Los hombres le dijeron: Instrúyenos, Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó. ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho- Dad (datta).

Sí, les dijo, habéis comprendido.

Y los asuras le dijeron: Instrúyenos, Señor.

Y él pronunció la sílaba DA y les preguntó: ¿Habéis comprendido?

Ellos contestaron: hemos comprendido. Nos has dicho: Tened compasión (dayadhvan)

Sí, les dijo, habéis comprendido.

Y es eso lo que repite la voz divina, el trueno: DA, DA, DA, controlaos, dad, tened compasión. Y éstas son las tres cosas que el hombre debe practicar: el autodominio, la limosna y la compasión.»

Si se quiere ver al Absoluto en toda realidad, dice el texto que hay que dar tres pasos:

Primero, controlar las propias apetencias y deseos para no acercarse a las cosas como un depredador.

Cuando se consigue eso, viene el segundo paso: dar y darse a todo, porque así me aproximo desinteresadamente a las cosas.

Cuando uno se ha dado sin reserva a todo, viene el tercer paso: la compasión. Quien refrena su egoísmo y, actuando en contra de él, entrega todo lo que posee y su ser, por el bien de las cosas y de las personas, está en condiciones de aproximarse a ellas y sentirlas en su propio existir. Eso dice la palabra “compasión”.

Quien es capaz de sentir con el sentir mismo de lo que le rodea, existe también con su existir.

Sólo ese tiene un acceso silencioso a las personas y a las cosas, ese está en condición de ver al Absoluto en cada uno de los rostros que le rodean y en cada una de las cosas con las que vive.

En un sûtra está escrito: «todos los seres sensibles son mis hijos. Todas las personas mayores son mi padre y mi madre. Todos los hombres y mujeres de mi edad son mis hermanos y mis hermanas. Todos los niños son mis hijos y mis hijas.»16

Y este otro bello texto:

«Me gustaría vivir solo en una ermita pequeña con el techo de paja, construida a la sombra del bosque de pinos. Viviendo en esta cabaña, si un niño cayera enfermo en el este, iría a curarlo. Si una madre estuviera fatigada en el oeste, iría a ayudarle y a darle masajes en los hombros. Si hubiera un moribundo en el sur, iría a decirle que no se preocupara, que no tuviera miedo de la muerte. Pero si muriese, lloraría con una profunda compasión por él y por su familia. Si en el norte hubiera una querella, iría a detenerla y diría: no pelarse. Combatir no sirve de nada. Aunque algunos me criticasen y me tratasen de estúpido, no me entristecería. Aunque otros me admirasen como a una buena persona no me alegraría. Espero ser así algún día.»17

Concluiría este pequeño apartado con una frase: Quien quiera ayudar verdaderamente a la humanidad, hágase sabio.

Pero con esa sabiduría que proporciona el camino del silenciamiento interior, que es el camino de la desegocentración, que es el camino del conocimiento de “lo que realmente hay en esta inmensidad” y no lo que nuestra pobre condición de depredadores diseña y construye sobre esa inmensidad, que está más allá y vacía de todas nuestras posibilidades de conceptualizar y representar.

Los intentos de amar al prójimo y servir a la causa de la justicia y la equidad, no tendrán toda la eficacia que esos graves problemas requieren, si el que intenta es un depredador y no un amante. En el siglo XX hemos adquirido una extensa y amarga experiencia de quienes pretendían luchar por la justicia, sin haber dejado, previamente, de ser unos feroces depredadores ellos mismos.

Sólo los amantes son capaces de arreglar verdaderamente las cosas. Y uno no se convierte en amante si continúa con su yo vivo. Para amar hay que morir primero, hay que acercarse a las cosas y las personas vivo, pero muerto. Sólo así se puede amar sin condiciones.

Sólo lo que es un camino de conocimiento es, a la vez, un camino de amor y servicio. Pero se trata de conseguir un conocimiento no de lo que necesita modelar nuestra necesidad para vivir, sino de “Eso que hay” y que todo es y yo también soy.

NOTAS

1 Brahma Sûtra. III, 1, 4.

2 Ch. Up. VII, 24, 1.

3 Br. Up. II, 5, 19.

4 Br. Up. I V, 3, 32.

5 C. Castaneda: Relatos de poder. pg. 225.

6 Evans-Wentz W. T. Yoga tibetano y doctrinas secretas. Pg. 160

7 Rumí. Fihi-ma-fihi. Pg. 147.

8 Rumí.Fihi-ma fihe. Pg. 57.

9 Dhammapada, XI, 154.

10 Mt. 10, 38-40.

11 Abû Sa’îd. En: Pareja: La religiosidad musulmana, pg. 445.

12 Rumí: Fihi-ma-fihi. Pg. 148.

13 Bhagavad-Gîtâ. XVIII, 64, 65.

14 Jn. 14, 23.

15 Bhagavad-Gîtâ. II, 47; IV, 20.

16 Deshimaru, T.: La práctica de la concentración. Pg. 136.

17 Deshimaru, T.: La práctica de la concentración. Pg. 247.

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